septiembre 19, 2025

Literatura infantil emocional: un lenguaje propio de la autoayuda


Anna Juan Cantavella
«Libros “buenos” y banales: libros neoliberales. Una reflexión sobre la educación emocional en la literatura infantil contemporánea»

Revista Educación, Política y Sociedad, vol. 10, núm. 1 (2025).
Número temático: «Emocionalización de la educación. Discursos, políticas y prácticas».

Revista Educación, Política y Sociedad (REPS) | Universidad Autónoma de Madrid (@UAM_Madrid) | Madrid | ESPAÑA

Se incluye a continuación el artículo según su edición en PDF. Véanse las referencias en la publicación original. Licencia Creative Commons.


Imagen referencial. Foto en Pexels de Kaboompics.


RESUMEN

Desde principios del siglo XXI, la llamada literatura infantil emocional no ha dejado de crecer tanto en títulos como en ventas. Su capacidad para penetrar en muchas casas y escuelas se debe, en parte, a que son percibidos como libros neutros y llenos de buenas intenciones. El propósito de este artículo es caracterizar este tipo de libros infantiles a través del análisis de algunas de las obras más vendidas y trazar puntos de unión con los postulados de la educación positiva y la ética neoliberal. El objetivo es demostrar que no se trata de libros neutros, ni literarios ni infantiles.

Palabras clave: libros infantiles de emociones, pedagogización, adultocentrismo.



INTRODUCCIÓN

Los niños somos muy desgraciados —dijo para sí el muñeco—. Todos nos gritan, todos nos regañan, todos nos dan consejos. Si los dejáramos, a todos se les metería en la cabeza ser nuestros padres y nuestros maestros; a todos, hasta a los Grillos parlantes.

Carlo Collodi, Pinocho


El monstruo de colores de Anna Llenas (seis millones de ejemplares vendidos), De mayor quiero ser feliz de Anna Morató y Eva Rami (trescientos mil), Tengo un volcán de Míriam Tirado y Joan Turu (cien mil), Tu cuerpo es tuyo o Nos tratamos bien. Un cuento sobre el respeto, ambos de Lucía Serrano (treinta y cinco mil ejemplares vendidos) o la autopublicación Éramos una vez... mi mamá y yo de Saioa López y Eva Rami (Mejor cuento educativo para niños y Cuento más inspirador para niños, en los premios International Latino Book Awards 2023) son solo algunos de los títulos de literatura infantil más vendidos en los últimos años del siglo XXI. En todos ellos (y en muchos otros), las emociones y el trabajo de identificarlas para aprender a gestionarlas se alzan como protagonistas.

Desde principios del siglo XXI, las ciencias sociales se han esforzado por analizar la influencia de la llamada «ciencia de la felicidad» en sectores culturales y académicos, así como el «giro afectivo» que parece haber penetrado en muchos de los ámbitos de nuestras vidas. Diversos trabajos críticos han prestado atención a lo que Abramowski describió como «una inflación de lo emocional», que desde hace lustros afecta de un modo particularmente intenso a las prácticas educativas. Ecclestone y Hayes ya escribieron sobre la «terapización de la educación», e Illouz se ocupó de mostrar cómo el lenguaje y las técnicas terapéuticas habían impregnado múltiples esferas de lo social, dando lugar a lo que llamó el ethos terapéutico.

Una de las derivadas de este giro a la felicidad promulgado por la psicología positiva ha sido la aparición de la llamada «educación emocional», que ha ido desplegándose con fuerza en muchos sistemas educativos occidentales en las últimas décadas. Tal y como muestran diversos análisis, su capacidad de inmersión en las políticas educativas se debe a los puntos en común que el pensamiento positivo comparte con los valores neoliberales, para los que el individuo se alza como centro absoluto. Una de las características más relevantes de este giro es que neutraliza la importancia de los contextos y conflictos sociales a través de diversos dispositivos de comportamiento, entre los que destaca el de la «responsabilidad personal».

En este sentido, la educación emocional (también llamada educación positiva) se inserta en las lógicas narcisistas e introspectivas que promueve la autoconsciencia y la regulación emocional como vía para alcanzar la felicidad individual. Es decir, apela al conocimiento y a la clasificación de las emociones para poder regularlas de modo adecuado y sacarles un provecho positivo. La «autonomía emocional», la «empatía» y la «asertividad» aparecen de modo relevante en sus propuestas junto al «optimismo», la «resiliencia» o la «gratitud». Valores, todos ellos, característicos también del lenguaje empresarial y del emprendimiento, que se encauzan a través de discursos y técnicas como el «mindfulness», el «coaching» o la «autoayuda», y que forman parte de lo que se ha dado a llamar el «capitalismo afectivo».

La literatura infantil no ha escapado de este ethos tan característico de la contemporaneidad. En su artículo «Álbumes ilustrados y cambio de valores en el cambio de siglo», Teresa Colomer ya apuntaba que, en la primera década del siglo XXI, una tercera parte de los libros ilustrados «se dedicaban a explicar a los niños y niñas cómo son sus sentimientos y emociones […] con un énfasis notable en la educación sentimental y emotiva explícita». Han pasado trece años desde aquel artículo y la producción de libros centrados explícitamente en las emociones no ha dejado de crecer. Si escribimos en el buscador «libros infantiles» o nos atenemos a los productos más populares de plataformas como Amazon y de grandes librerías como el FNAC o La casa del Libro, enseguida nos daremos cuenta de que buena parte de ellos tratan sobre las emociones. Su capacidad de penetrar en muchas casas y su percepción como producto inocuo o «bueno» para las criaturas hace necesaria una reflexión.

Este artículo se centra en analizar formalmente algunas de las obras de literatura infantil emocional editadas recientemente y que se han convertido en algunas de más vendidas en los últimos quince años. La producción actual rebosa de cuentos de emociones para criaturas, pero el corpus principal de análisis son ocho best sellers (aunque se han leído muchos más y se hace referencia a algunos títulos más a lo largo del artículo). Las características formales de los títulos elegidos pueden rastrearse en muchas otras obras de literatura emocional infantil por eso son utilizadas como referencia. El propósito es llevar a cabo lecturas atentas y distanciadas que nos permitan trazar puntos de unión entre la llamada literatura infantil emocional y los postulados de la educación positiva, dejando en evidencia algunos aspectos de la ideología que transmiten.

El artículo entronca con los trabajos que el grupo de investigación en educación literaria GRETEL de la Universidad Autónoma de Barcelona —y en particular su directora durante años, Teresa Colomer— llevaron a cabo sobre la producción infantil contemporánea para tratar de caracterizarla, no solo a nivel formal, sino también a través de su recepción. En este caso, la propuesta se centra tan solo en el primero de los análisis y pretende con ello evidenciar los valores que se esconden entre líneas. Tiene como referente además de a Colomer, las reflexiones de Montes y las investigaciones de Nodelman, Kummerling-Meibauer, Nikolajeva o Allan sobre la representación del poder o de las infancias en los textos infantiles, así como de los cambios políticos e ideológicos que se manifiestan en sus páginas. La particularidad del presente texto (en relación sobre todo a la crítica especializada de literatura infantil escrita en español) es el hecho de centrarse no tanto en el análisis de las obras reconocidas por la crítica, sino en aquellas que demandan un mayor número de lectores no profesionales, es decir, las familias, uno de los más importantes compradores de literatura infantil en la actualidad.



UNA MIRADA ATRÁS PARA LLEGAR AL PRESENTE

La historia de la literatura infantil occidental está atravesada desde su mismo origen por un debate fundamental que se cuestiona sobre los criterios adecuados para valorarla. Opción 1: atenerse a principios de originalidad y a valores literarios y estéticos (que es lo que suele suceder en la literatura adulta). Opción 2: atenerse al aprendizaje moral que proporcionará a sus jóvenes lectores.

La máxima «educar deleitando», que trataría de conciliar una opción con la otra, aparece ya en el prólogo de los Cuentos de la madre Oca de Perrault, está en la base de la reescritura de las fábulas de La Fontaine, actúa como catalizador de algunas de las transformaciones que los Grimm llevan a cabo en la segunda versión de sus Cuentos del hogar (que ya están destinados directamente a un público infantil) y se convierte en el principal objetivo de la novedosa edición infantil surgida en el siglo XIX.

Pero lo cierto es que, a lo largo de los siglos, la relación entre ambos verbos (educar, deleitar) ha sido compleja y no del todo equilibrada. La mayor parte del tiempo, la balanza se desequilibra del lado de la «función educativa» de la literatura infantil y de reproducción de los valores culturales hegemónicos. Eso no impide que, de modo más o menos marginal, siempre haya existido un cierto espacio para obras donde prima la ambición literaria y estética, que ponen en cuestión a la llamada «madrastra pedagógica», y que nos ofrecen formas diversas de transgredir la idea de infancia predominante en cada momento, ensanchándola hacia los márgenes. Una literatura infantil que a Alison Lurie le gustaba llamar «subversiva» por su capacidad para apelar «al niño imaginativo, interrogante y rebelde que todos llevamos dentro».

Esa especie de vaivén entre educación y deleite da forma a una historia de la literatura y de la edición para la infancia un tanto cíclica, donde el peso de las enseñanzas morales aumenta o disminuye, ensanchando o limitando el espacio que queda para a obras en las que estas enseñanzas no aparecen de modo tan explícito. Este debate corre parejo una idea de infancia expresada en singular, que, desde diferentes disciplinas, homogeneiza a niños y niñas con existencias y circunstancias muy dispares. Como escribían Elena Masset y Maite Alvarado, «desde la ilustración la infancia ha sido pensada desde sus supuestas carencias, como si a partir de la leche materna, todo aquello que se les ofrece tuviera que ser necesariamente nutritivo [...] por eso, considerar al niño como receptor-recipiente resulta casi natural, ahistórico».

Semejante mirada sobre la infancia conlleva una concepción de la literatura infantil un tanto estrecha, como mera transmisora de valores, en detrimento de la exploración estética y social. Una literatura a la que se percibe en general —al igual que a sus destinatarios— como periférica, marginal y marginada.

En cuanto al tiempo presente, nunca antes se había escrito ni publicado tanta literatura infantil como ahora. Las editoriales especializadas se multiplican, y eso conlleva a su vez un aumento de las personas que se deciden a crear. Cada año, solo en España, se publican unos nueve mil títulos de literatura infantil y juvenil.

Esa gran producción pudiera parecer una oportunidad para atender a la diversidad y ofrecer obras muy variadas, tanto de obras que ponen el acento en «educar», como en «deleitar». Pero ¿es así?



LA SOBREPRODUCCIÓN COMO ENZIMA PARA LA HOMOGENEIZACIÓN

Lo cierto es que la sobreproducción está íntimamente ligada a la homogeneización. En su condición de editor, autor y ensayista, Bruel no se cansa de repetir que «el aumento irracional del número de libros nuevos obstaculiza el acceso a la diversidad de la oferta, conduce a una disminución continua de las tiradas medias y conlleva el empobrecimiento de quienes los crean». El resultado, al menos en España, que es el contexto del que partimos, es un mercado editorial que funciona a golpe de novedades y al ritmo impuesto por las grandes distribuidoras. Los libros se mantienen en las estanterías de las librerías apenas unos días o semanas, por lo que muchos de ellos gozan de una vida corta y quedan descatalogados pocos años después de la primera edición. Pocas son las editoriales que mantienen vivos todos los títulos de su catálogo. Muchas son las que editan por encima de sus posibilidades para atender a las imposiciones de distribución, y a la lógica de novedades, dejándose llevar por modas temáticas.

Todo ello nos aboca a un ecosistema de producción frágil, en el que arriesgarse tiene un coste demasiado alto. Y conlleva a su vez una homogeneización ideológica, donde la autocensura y las desigualdades de acceso a la cultura infantil por parte de niños y niñas de clases sociales distintas, tienen su peso. Las obras percibidas como difíciles, complejas, experimentales o ambiguas —es decir, las más alejadas de las modas y estereotipos— quedan escondidas en los espacios especializados y en lugares poco accesibles al público general. El resultado es que la literatura que llega al gran público es una literatura infantil de consenso, políticamente correcta, formada por obras aparentemente neutras y bien intencionadas.

Pero como escribe el propio Bruel: «La literatura infantil nunca es neutra: refleja puntos de vista y ofrece representaciones que, en distintos niveles de intención, conciencia e intensidad, están impregnadas de sustratos afectivos, ideológicos y estéticos».

En este mismo sentido, en el libro Narrativas literarias en educación infantil y primaria se asegura que es mucho más fácil detectar la ideología (creencias, estereotipos, tópicos y clichés) de las historias infantiles antiguas que de las actuales, pero que «la literatura infantil se halla inmersa, como cualquier otro tipo de texto, en la ideología de la sociedad que la produce» y «está repleta de valoraciones y mensajes más o menos intencionados y más o menos explícitos». No hemos de olvidar que los textos infantiles son agentes clave en la socialización y documentos históricos interesantes donde ir a buscar qué piensa una sociedad sobre sí misma y sobre los valores que quiere legar a las generaciones futuras. Y los postulados y valores del pensamiento positivo han conseguido incrustarse en el imaginario colectivo contemporáneo. La gestión de las emociones forma pues parte del discurso hegemónico y preponderante hoy en día.

Eso provoca un círculo vicioso del que es difícil escapar: el pensamiento positivo propone «valores deseables» —los «valores deseables» aparecen de forma recurrente en los libros destinados a la infancia— los prescriptores ofrecen a los niños libros donde aparecen los «valores deseables» que ellos estiman —los libros con esos «valores deseables» se venden con facilidad— las editoriales tienden a seguir los caminos abiertos por ese tipo de libro. Semejante círculo provoca que nos encontremos en un momento editorial muy marcado por la pedagogización de la literatura infantil, lo cual deja poco espacio a obras «disidentes».



HACIA UNA CARACTERIZACIÓN DE LOS LIBROS DE EMOCIONES INFANTILES

La producción actual de libros infantiles de emociones responde al patrón ya apuntado que concibe al pequeño como mero receptáculo de contenidos y que subraya la «función educativa» de la literatura infantil. En este sentido, sus puntos de partida no son originales ni novedosos. Lo que naturalmente cambia y sí resulta particular de nuestra época es el contenido de lo que quieren transmitir. Veamos cómo lo hacen.


Un mensaje claro: las emociones como elemento natural

El objetivo de los primeros libros infantiles de emociones, como El monstruo de colores de Anna Llenas, El emocionario de Cristina Núñez y Rafael Romero o El gran libro de los superpoderes de Susanna Isern y Rocío Bonilla, por poner solo tres ejemplos, tenían la finalidad de nombrar y definir las emociones para saber reconocerlas y ordenarlas. Esta forma de tratar las emociones partía de la voluntad de los adultos de «ayudar» y educar emocionalmente a los niños y estaba basada en la afirmación de que una buena educación emocional desde pequeños puede conducir a una felicidad plena, basada en la comprensión de las emociones que sienten.

Con el tiempo, ese reconocimiento ya no fue suficiente y evolucionó hacia formas más explícitas de pedagogización de la literatura, donde la regulación de las emociones se alzaba como eje central. De hecho, en el último lustro, la mayor parte de libros de emociones se plantean como cuentos con los que los y las pequeñas aprenden, sobre todo, a «gestionarlas»: «Puesto que estas aparecen de forma natural, natural es ayudarles a gestionarlas», apunta Saioa López, la autora de Éramos una vez... mi mamá y yo en una entrevista.

Esta evolución se percibe claramente leyendo los diferentes títulos de El monstruo de colores de Anna Llenas, después de su enorme acogida a nivel mundial. La reseña de la web de la última obra de Anna Llenas, El monstruo de colores. Doctor de emociones de la misma autora señala que «el nuevo título de la colección, que se ha convertido en una herramienta utilizada alrededor del mundo para trabajar la educación emocional, supone un paso adelante en el proceso de comprender nuestras emociones. Además de identificarlas y ponerles nombre, ahora con la ayuda del Monstruo de Colores y de Nuna nos enseñarán a regularlas».

Como afirman muchos de los trabajos críticos sobre el funcionamiento de la psicología positiva, uno de los pasos para conseguir la efectividad de su discurso es plantear las emociones como simples hechos naturales sobre los que los entramados socio-culturales no operan. Según la psicología positiva, los seres humanos somos naturalmente emocionales, y esas emociones se perciben y se viven del mismo modo en cualquier parte del planeta. Ahí tenemos el componente falaz de los libros de emociones, en su pretensión de ser libros neutros, sin ideología, sin conflicto, puesto que apelarían a hechos «naturales».

No obstante, la naturalización de las emociones resulta problemática, más teniendo en cuenta que estamos hablando de la infancia. La emoción en realidad sí forma parte de constructos socio-culturales. No se perciben, ni se sienten, ni se conciben igual en todas partes del planeta. Tal y como muestran los trabajos de Lutz, tradicionalmente en Occidente la emoción se concibe como algo apegado a un estado salvaje de la sociedad. La psicología positiva y los libros de emociones parten de una mirada eurocéntrica e imponen como natural la forma occidental de concebirlas y sentirlas. Esta conceptualización occidental típica de los libros infantiles de emociones corre pareja a la mirada que también en Occidente se tiene de la infancia, caracterizada durante siglos como ese estado presocial y precivilizado. Infancia y emoción/emoción e infancia como las dos caras de una moneda que hablan de todo aquello que en nuestra sociedad responde a un carácter físico, involuntario, irracional o incontrolable. Y que requiere ser educado.

La paradoja de estos libros (y de la educación emocional en general) surge del hecho de reivindicar las emociones como algo bueno y natural de los seres humanos, pero que al mismo tiempo requiere ser educado, más bien regulado, para alcanzar así la felicidad plena. Tal como afirman Bonhomme y Schöngut-Grollmus, esta educación tiene una «fuerte inclinación a intervenir en las formas de sentir de los estudiantes».

Veamos un ejemplo. En la guía que aparece en las guardas finales [sic] del libro Tengo un volcán de Míriam Tirado y Turu, destinada a las escuelas y las familias, la autora escribe: «Procurad distinguir entre emoción y comportamiento. La emoción es siempre válida, mientras que el comportamiento que se deriva no siempre lo es. Entonces es importante ayudar al pequeño a canalizar lo que siente de manera asertiva y positiva». Así pues, aunque dicha guía empieza exponiendo que todas las emociones son válidas y legítimas, lo que acaba proponiendo el libro no es tanto hacer consciente a la criatura de sus emociones, sino más bien enseñar a regular y normativizar cómo estas deben afectarnos y hasta qué punto.

Se supone que en los discursos emocionales la razón ocupa un segundo plano, pues todo el protagonismo recae en las emociones, que habrían sido negadas y relegadas en el pasado. No obstante, vemos que, en realidad, lo que aquí se impone es la razón (y una razón siempre la enuncia alguien, nunca es neutra). Además, esto tiene lugar bajo la forma de unos cuentos puestos al servicio del verbo «gestionar», de filiación racional y empresarial, y claramente adultocéntrico.

El mensaje que se le manda al pequeño es claro: puedes sentir rabia, pero debes aprender a autorregularte y parar antes de explotar, si quieres que todo fluya. En consecuencia, el sujeto emocional (ese niño al que aparentemente tan solo acompañamos de manera neutra) deja de serlo porque se ejerce un control sobre sus emociones (y sobre los pequeños) que proviene de la gestión «razonable» de estas, entendiendo siempre por razonable la mirada adulta sobre el mundo.


Sobre el tipo de conflictos, valores y buenismo

Uno de los aspectos más relevantes de estas obras es el tipo de conflicto que plantean. Tanto en El monstruo de colores. Doctor de emociones de Anna Llenas, como en Tengo un volcán de Míriam Tirado y Turu, Nos tratamos bien de Lucía Serrano o De mayor quiero ser feliz de Anna Morató y Eva Rami, los problemas personales se tratan como problemas individuales, nunca colectivos. El encuentro o desencuentro con los otros ya no es relevante. Lo importante es conocerse a uno mismo. Lo que realmente importa es la capacidad de adaptación personal, los modos individuales de enfrentarse a los problemas.

Esta línea de pensamiento elude los contextos estructuralmente desiguales (por razones de género, de clase social y de origen nacional o étnico), así como las situaciones históricas particulares de los colectivos, en aras de una sobreprotección basada en el consenso y en el poder de uno mismo.

Así, muchos de estos libros, actuando en pos del positivismo y de una pretendida «integración» de los colectivos minorizados y excluidos, optan por no problematizar el contexto que hace posible la exclusión, sino por la estética benettoniana, y muestra a personajes de esos colectivos (discapacitados, personas racializadas, personas LGTBQ+, personas con problemas de peso, etc.) para hacer check a la diversidad. Es lo que sucede en Nos tratamos bien de Lucía Serrano o en C de consentimiento, un libro para primera infancia de Eleanor Morrinson, por poner un ejemplo diferente a los del corpus de partida. Jorge Freire (en La banalidad del bien, citando a David Cerdá) define esta actitud como una especie de superioridad moral que se propone como un baúl rebosante de valores que su poseedor abre para deslumbrar al prójimo. Una sofisticación de la moral que, siguiendo al filósofo, pone el énfasis en la palabra y trivializa la acción, convirtiendo lo que un día fueron las virtudes en ese buenismo vacío actual que rellena las páginas de los libros infantiles y de nuestras vidas.

Este giro a lo individual, hacia la felicidad personal, deja fuera de plano la conflictualidad social, y hace inviable cualquier tipo de lucha por los derechos colectivos. Lo importante es el optimismo, la resiliencia, la conciencia emocional, la empatía, las emociones. Palabras todas ellas al servicio de la ética neoliberal, que concibe a los individuos como «seres libres, estratégicos, responsables y autónomos, capaces de gobernar sus deseos y estados psicológicos con el fin de realizar su propia felicidad». Muchos de los libros de las emociones se componen de relatos destinados a trabajarlas una por una; un concepto, un «talento», una emoción diferente en cada relato. Es el caso, por poner dos ejemplos, de De mayor quiero ser feliz de Anna Morató y Eva Rami y El gran libro de los superpoderes de Susanna Isern y Rocío Bonilla.


Uso del lenguaje en los cuentos de emociones

El lenguaje con el que se articula una obra es uno de los elementos más explícitos a la hora de analizar el discurso subyacente. Los libros de emociones recurren a la jerga psicológica y a los discursos y prácticas características del pensamiento positivo, como: la meditación, el coaching o el mindfulness. Veamos dos ejemplos: en el primero, Tengo un volcán de Míriam Tirado y Turu, la trama gira alrededor de aprender a controlar los momentos de rabia a través de la respiración y la consciencia de uno mismo. En el segundo, De mayor quiero ser feliz de Anna Morató, el autoconocimiento está en la base de todos los cuentos. De hecho, este libro parece un catálogo de frases de psicología positiva: «Tenemos que ser felices con lo que en cada momento podemos conseguir», «Cuando estás bien contigo mismo, sabes que puedes cumplir tus sueños», «No esperes que cambie nada de exterior para poder ser feliz», «Todos tenemos un diamante muy especial dentro de nosotros». Lo mismo sucede en Éramos una vez... mi mamá y yo de Saioa López y Eva Rami. Veamos algunas de las frases de este libro: «Tú puedes», «Inténtalo», «Sé fuerte», «No es tan grave como parece». Esta retórica es una constante en toda la literatura infantil emocional. La idea subyacente es siempre la misma: responsabilizar exclusivamente al individuo de lo bueno y lo malo que le sucede, olvidar que todos vivimos en sociedades, donde el ejercicio de esa «resiliencia» o de esa «consciencia de uno mismo» nunca es equitativamente posible.

Se trata de un lenguaje propio de la autoayuda, que convierte los libros infantiles de emociones en una especie de vademécums farmacéuticos que ofrecen herramientas para su expresión normativa. Marina Colassanti, en un texto sobre Pinocho, escribía: «Collodi sabía bien por experiencia que la desobediencia es la forma básica de rebeldía de la pobreza, y que la moral y las buenas costumbres son de base una herramienta de control social». Hoy, en los conceptos de la educación emocional, la moral ha mutado. Pero su uso coercitivo sigue siendo el mismo.


El exemplum religioso como molde

La historia de la literatura da buena cuenta de cómo la ficción se ha utilizado desde antiguo con propósitos pedagógicos. Los cuentos didácticos, los exempla de los sermones, las parábolas o las fábulas son solo algunos de los subgéneros que más han jugado con el binomio «educar deleitando». A lo largo de los siglos, su propósito didáctico y sus formas narrativas sencillas los han llevado a formar parte de los corpus destinados a las infancias. Así mismo, los han convertido en los moldes a partir de los que crear historias infantiles. Las fábulas o las parábolas han ido transformándose, jugando en mayor o menor grado con el lenguaje figurado, las metáforas o la ambivalencia. Aun teniendo presentes las fábulas, los libros de emociones se apoyan en mayor medida en el exemplum religioso.

Entendemos el exemplum religioso como una pequeña narración inserta en un sermón más amplio, cuya finalidad consiste en «ilustrar, aligerar y mantener la tensión del discurso». Los exemplum giraban alrededor de un tema central que estructuraba el relato, con el fin de que «los oyentes encontrasen un reflejo instructivo de su vida cotidiana». Se utilizaban para «catequizar a los espíritus sencillos». La eficacia del mensaje así expresado tiene que ver con su capacidad para comunicar de forma sencilla a un público no alfabetizado una serie de ideas referentes a la moral y al buen comportamiento (religioso). Los exemplum se utilizaban para aclarar aquella parte del sermón que no debía pasarse por alto. No funcionaban de forma autónoma. Su finalidad última era impartir una enseñanza y convencer sobre su pertinencia.

El punto de partida y el funcionamiento de muchos de los cuentos emocionales infantiles es el mismo que el de los exemplum: concebir el cuento como instrumento privilegiado para la comunicación de ideas de forma sencilla, amena y eficaz y usarlo como ejemplo con poder aclaratorio (y de convicción) de un discurso más amplio que se inserta en todas las esferas de la vida. Un modo de hacer accesible a los «espíritus sencillos», ahora la infancia, elementos centrales de ese sermón positivo más amplio y que pretende, como lo pretendía el pensamiento religioso, una neutralidad de sus contenidos avalada tan solo por el consenso de la hegemonía cultural. De ahí su carácter instructivo, tanto en el sentido de la acción de instruir, como en el de conjunto de reglas o advertencias para algún fin.


Sentimentalismo y falsos libros de literatura infantil

Ruth Krauss fue una de las autoras más interesantes del siglo pasado, y también una de las más desconocidas en España. Krauss definió los buenos libros infantiles como un lugar seguro o un reino propio para que las criaturas deambulen, se pierdan y encuentren peligros, algunos tan aterradores como la aspiración a crecer. Influenciado por Krauss, Maurice Sendak asumió como punto de partida de sus obras «la terrible vulnerabilidad de la infancia (en un mundo hecho a medida adulta) y su lucha por convertirse en reyes de todas las cosas salvajes». Barbara Bader nos cuenta como ambos, junto a su editora Ursula Nordstrom aborrecían a los adultos y los libros que tendían a sentimentalizar la infancia y a utilizar la literatura de manera sobreprotectora. El resultado de la confluencia de estas tres personalidades fue toda una serie de libros arriesgados, donde el juego con los lenguajes deja espacio a las criaturas para componer sus posibles sentidos.

Nordstrom lo llamó, apelando a su catálogo editorial: «libros buenos para niños malos».

Este ejemplo de la historia de la literatura infantil funciona como contrapunto de lo que sucede en la actualidad con los libros de emociones. Siguiendo con la idea de Nordstrom, podríamos definirlos como libros malos (literariamente hablando) para niños buenos (hablando de comportamiento). Los instrumentos fundamentales que les sirven para tales propósitos son: la sentimentalización, la estereotipación y sobreprotección de la infancia. Su resultado: obras con una relación muy discreta con algún tipo de calidad literaria. Una de las características más interesantes de la obra literaria proviene de la teoría de la recepción, que la define como una obra abierta, en la que los silencios, las ambigüedades y otros usos deliberadamente juguetones del lenguaje dificultan los automatismos de la comprensión y otorgan un espacio de libertad al lector, que debe construir sentidos más allá de lo que las palabras dicen.

Los libros analizados para la redacción de este artículo utilizan un lenguaje plano y renuncian a los dobles sentidos, a la fragmentariedad o a cualquier otra experimentación con el lenguaje, en pos de una comprensión literal y simple del texto. El escaso valor literario que ello propicia, hace que los cuentos de emociones tienen una única lectura, y esta se agota de inmediato. Y es que su máxima no es la imaginación, la búsqueda, la aventura, sino la guía, la instrucción, lo correcto. No demandan una lectura estética, en la que está permitido perderse, tan solo piden una lectura eferente.

El único artificio que se permiten es el uso de metáforas facilonas y sentimentales. Veamos algunos ejemplos: un diamante interior para hablar de nuestro valor, en De mayor quiero ser feliz; un volcán interno para hablar de la rabia, en Tengo un volcán; el uso de colores para diferenciar emociones, en El monstruo de colores. Semejante alarde estilístico sirve para lanzar arengas sobre la superación personal, la autoafirmación, la resiliencia o la constatación de que somos diferentes. Se trata de metáforas que no dejan lugar a duda, y refuerzan la autoridad de la voz narrativa; una voz narrativa adulta que se quiere y se expresa de forma complaciente, puesto que el destinatario es una infancia a la que no considera competente para construir sentidos más allá de la literalidad.


Desaparición de estrategias narrativas clásicas de la literatura infantil: el humor y la fantasía

Dicha complacencia y sobreprotección borran de las páginas de este tipo de libros (y de muchas otras obras infantiles actuales, por contaminación) algunas de las estrategias que Teresa Colomer enuncia como básicas en la historia de la literatura infantil: la desdramatización de los conflictos a través del humor, y la imaginación creativa de la fantasía.

En la cultura de la educación emocional y en su lógica de la racionalización no hay lugar ni para una ni para la otra. Más bien al revés, no se trata de desdramatizar, sino de dramatizar la subjetividad para luego ofrecer respuestas. Esto conlleva un tono que acostumbra a ser grave, y unas historias que tienden a sentimentalizar deliberadamente los conflictos.

Una de las tramas más recurrentes de estos libros es aquella que lleva a un personaje infantil a aceptarse «tal y como es», a pesar de la inicial incomprensión de los demás. A la aceptación se llega indefectiblemente por el camino de la comprensión, gracias a las palabras de un adulto que ilumina a la criatura y propicia su autoafirmación. Los huérfanos, por ejemplo, tan importantes en la tradición infantil por todo lo que simbolizan sobre el encontrarse fuera de lugar o sin un lugar concreto que ocupar (que es una metáfora que apela tanto a la infancia como a la adolescencia), aparecen tan solo ahora si han sido adoptados por familias preocupadas y tolerantes y sus tramas complacientes, lejos de llevarnos a la Villa Villekulla de Pipi, nos hablan de la importancia de «aceptarlos», aunque «sean diferentes».

El humor y el uso de la fantasía, precisamente por su capacidad para desacralizar la realidad o para atravesarla de lógicas inverosímiles, situaciones imposibles y posiciones de poder inconcebibles, quedan eliminados de la ecuación para entronizar la sentimentalización de una infancia que debe ser protegida hasta de sí misma.


Sucedáneo de realismo, narradores autoritarios y personajes débiles

En gran medida, la forma escogida para contar la historia, en el caso de estos libros de emociones es un sucedáneo del realismo. Se puede definir brevemente el realismo como un género narrativo que se propone relatar peripecias que muy bien podrían suceder en nuestro mundo; y que se interesa en explorar el complejo mundo interior de los protagonistas, ya sea desde un tono humorístico o más o menos grave.

¿Por qué sucedáneo de realismo? Los cuentos de emociones construyen sus tramas en decorados realistas, con personajes humanos (salvo algunas excepciones) y conflictos cotidianos, cierto. Pero olvidan nada menos que la complejidad del mundo interior infantil. Parecería que, tratándose de literatura de emociones, deberíamos hallarnos ante lo que Nikolajeva definió como «narrativas infantiles orientadas a los personajes», que son aquellas en que el aspecto psicológico resulta más relevante que los acontecimientos. Pero no es así en absoluto. Resulta paradójico, pero en los cuentos de emociones conocemos muy poco el mundo interior de los protagonistas.

Normalmente se trata de narradores externos (en tercera persona) que se adecúan a la voz de un adulto, o a la voz de un adulto que se hace pasar por niño. Las historias privilegian un solo discurso y lo enuncian sin ambigüedades ni titubeos. Las voces infantiles permanecen subordinadas y solo aparecen en unos diálogos pretendidamente mayéuticos, en los que las criaturas se muestran dubitativas y los adultos ofrecen respuestas. Todo ello conduce a un tipo de final indefectiblemente positivo por asunción: la criatura entiende el mensaje, lo asume como propio, y se presta a obedecer.

El resultado es una proyección del mundo restringida que, siguiendo a Allan, se utiliza como estrategia para promover una postura interpretativa dominante, y para reforzar las ideologías de los discursos dominantes. Dicha autoridad se relaciona no solo con la voz narrativa, sino también con el rol que ejercen los personajes dentro del relato. El narrador es siempre una voz adulta, mientras que la acción de la trama se centra siempre en problemas y personajes infantiles que deben resolver algún conflicto interno.

Ambos aspectos apuntalan dentro de los textos la posición desigual y asimétrica que adultos y criaturas ocupan fuera de ellos, legitimando así la mirada hegemónica, y borrando cualquier atisbo de potencialidad subversiva que pueda tener la literatura como creadora de otros mundos posibles. Lo cual resulta muy relevante si tenemos en cuenta la importancia de la función educativa de la literatura infantil y lo que nos recordaba Lerer a través de la voz del filósofo Amrx Wartofsky «los niños son o acaban siendo lo que otros los inducen a ser, y lo que ellos mismos acaban asumiendo que son, en el curso de su comunicación social y su interacción con los demás».


Ilustraciones planas y autoras complacientes

Hasta ahora solo hemos hablado de los textos, pero estas obras suelen estar ilustradas porque su destinatario acostumbra a tener entre 2 y 10 años, y el mercado actual es profuso en obras ilustradas para estas edades.

En realidad, hay poco que decir de las ilustraciones. El relato visual que proponen es análogo al textual: plano, no aporta nada a lo que dicen las palabras. Se usa para apuntalar el texto a través de la expresión corporal y facial de los personajes. Una función del todo alejada de lo artístico, consistente en aclarar, en simplificar (más si cabe) las emociones que atraviesan a los personajes, en marcar los diferentes momentos de la trama para potenciar la supuesta identificación de la criatura con el personaje y facilitarles el camino para que no se pierda.

Si leemos las ilustraciones de los títulos hasta ahora citados, nos daremos cuenta de que la experimentación con los lenguajes artísticos y las técnicas no es una de sus características. Gran parte de los cuentos de emociones ofrecen ilustraciones que parecen sacadas de un banco de imágenes, sin ningún tipo de personalidad artística. Eso es muy evidente en las obras ilustradas por Eva Rami. Una ilustración despersonalizada con una función muy concreta: que el modelo sea reconocible, deseable y consumible. Si entramos en su web, veremos que además utiliza el mismo tipo de imagen para sus cuentos infantiles y para la creación de marca de producto.

Seguramente, la exploración más «atrevida» fue la de usar el collage para hablar del batiburrillo de emociones que el pobre personaje debía ordenar como se ordenan los números. Me refiero a El monstruo de colores de Anna Llenas. Pero los elementos más recurrentes en este tipo de historias son: dibujo de línea clara, personajes estereotipados, escenarios esquemáticos de colores brillantes y páginas satinadas. Como decía María Teresa Andruetto:

Para gustarle a «todo el mundo» hay que renunciar a cierta zona de particularidad y la literatura —el arte en general— es el reino de lo particular [...]. Las buenas obras, por lo menos en sus comienzos, circulan de un modo más restringido y secreto porque no responden al único juego de la oferta y la demanda.


Los cuentos de emociones se alejan del reino de lo particular para ofrecer productos de consumo rápido y fácil.

En parte, la estereotipación de las ilustraciones también está relacionada con el tipo de creadoras que trabaja en estos libros (son mayoritariamente mujeres). Provenientes del mundo del marketing o del coaching, muchas de ellas se describen a sí mismas ante todo como madres, cuya voluntad es la de educar emocionalmente a sus criaturas. Así, conciben sus obras como se concibe un mensaje publicitario, que debe comunicarse de forma eficaz. Y eso provoca un tipo de lenguaje textual y visual muy concreto, alejado de cualquier tipo de exploración artística.

Cierto es que una gran parte de la historia reciente de la literatura infantil es obra de padres y madres que estaban pensando en su parentela. Pero existen dos diferencias entre esos casos (muchos y muchas de ellas marcaron la historia de la literatura infantil occidental moderna) y las autoras de los libros de emociones actuales, dos diferencias básicas: el conocimiento de la tradición de la literatura infantil, y una voluntad de exploración estética. Nada tienen que ver las experimentaciones artísticas y la mirada atenta a las infancias de un Bruno Munari o de una Iela Mari con la producción de libros de emociones actuales, centrada además en problemáticas adultas. La mayor parte de estas autoras más allá de desconocer la historia de los libros infantiles, no buscan, con sus obras, explorar caminos creativos poco transitados, sino más bien todo lo contrario: ser eficaces a la hora de lanzar su mensaje.



CONCLUSIÓN

Este análisis da buena cuenta de algunos aspectos que parecen relevantes sobre los libros de emociones:

1) Que no se trata de libros neutros y sin ideología. Más bien todo lo contrario, puesto que sus estrategias tratan de elaborar un discurso unívoco que sencillamente trasvasa las posiciones de poder existentes fuera de los textos al interior de los textos literarios, lo cual acerca este tipo de libros a los viejos manuales de doctrina.

2) La calidad literaria de los libros es sumamente discreta, los textos suelen ser muy planos, pues no se prestan al juego literario, sino que buscan erigirse en guía, y eso le ciega al lector un espacio propio en que jugar con interpretaciones personales. Lo cual constituye toda una paradoja. Con lo importante que es el personalismo para el pensamiento positivo, los libros sobre emociones no permiten en ningún grado la interpretación personal, limitándose a exponer las interpretaciones validadas por los adultos.

3) Que no se trata de libros para niños y niñas. Su insistencia en transmitir un mensaje claro introduce un nuevo interrogante que me parece interesante: Semejante voluntad instructiva y normativizadora de las emociones, ejecutada de modo absolutamente adultocéntrico ¿De verdad se dirige a los y las pequeñas, o su auténtico receptor implícito son los adultos? De ser así, ¿tendría sentido referirse a ellos como libros infantiles? La respuesta, desde mi punto de vista, es clara: ni neutros, ni literarios, ni infantiles.


Lo que resulta más problemático de todo esto es que la ideología neoliberal del pensamiento positivo no afecta solo a aquellos títulos que se ocupan de manera explícita del «trabajo de las emociones», como los que hemos citado a lo largo del artículo, sino que el peso de sus postulados y de los de la educación emocional ha impregnado de modos diversos y más o menos sutiles, aunque firmes, la mayoría de catálogos editoriales infantiles, infiltrándose también en una gran cantidad de títulos con una intención estética aparentemente mayor. Alejarse de los mensajes y las maneras de hacer de este tipo de historias resulta cada vez más complejo. Pero esa es otra historia...




septiembre 17, 2025

Nuevas tecnologías y crisis de la lectura, la escritura y el conocimiento


Otto Gerardo Salazar Pérez y Edgar Talero, de @unillanos_
«El lenguaje oral, la escritura y el mundo digital: transición y relación con el conocimiento»

Journal of Research and Knowledge Spreading, vol. 6, núm. 1 (2025).

Journal of Research and Knowledge Spreading | Universidade Federal de Alagoas (@editoradaufal) | Delmiro Gouveia | Estado de Alagoas | BRASIL

Se incluye a continuación el artículo según su edición en PDF.

Véanse las referencias en la publicación original.

Revista de acceso abierto.


Imagen referencial. En Pexels, foto de Vlada Karpovich.


RESUMEN

El interés de este ensayo y la tesis que se plantea son las condiciones de crisis que generan las tecnologías relacionadas con la lectura y la escritura y su relación con el conocimiento, anunciada por tres intelectuales y pensadores: Rodolfo Llinás desde la neurociencia, Antoni Brey desde la ingeniería de las telecomunicaciones y Raffaele Simone desde la lingüística. El lenguaje no solo determina los modos de expresión, sino también los procesos de pensamiento.

Las tecnologías informáticas computacionales surgieron a mitad del siglo pasado con fuerza en tres áreas: las del lenguaje, el cálculo y el tratamiento y manipulación de imágenes. El uso de las nuevas tecnologías informáticas computacionales, como toda tecnología, va más allá del simple soporte: repercuten en la producción, conservación y circulación del conocimiento, que es al aspecto al que queremos referirnos, en especial, en la relacionado con pilar fundamental del lenguaje.

Palabras clave: lenguaje oral, escritura, mundo digital, educación.



EL LENGUAJE COMO REPRESENTACIÓN DEL CONOCIMIENTO

El lenguaje en sí mismo es una forma de conocimiento sobre la realidad. O digamos, es una estructura de representación de la realidad y como tal, constituye un conocimiento de esta. Tiene expresión en la función referencial que formula R. Jakobson. Hasta donde es posible, informa de algo de manera objetiva: «El agua hierve a 100° C sobre el nivel del mar»; «el terreno tiene 22 metros de frente por 17 de fondo».

También es conocimiento interior sobre las emociones, ideas o representaciones que pensamos y sentimos, como extensiones del mundo concreto. «La infancia despierta ternura», «La solidaridad es un principio de convivencia de los pueblos», etc. No tienen carácter tangible, pero hacen parte de nuestro marco social, cultural. Son dimensiones de nuestra subjetividad que se aquilatan en las transacciones diarias del lenguaje que establecemos con otros miembros de la comunidad.

La primera forma de proceder en el conocimiento de la realidad es a través de las palabras; las palabras parten de los «preconceptos», palabras que vienen a ser categorizaciones generales para designar grandes fragmentos de la realidad. Por ejemplo, al conjunto de árboles, sin discriminación y designación particular de ellos, se les asignó un nombre general de «bosque» o «selva» para todo el conjunto de los árboles, sin importar su naturaleza, variedad, tamaño, etc. Otro ejemplo podría ser el del agua. Todas las formas como se presentaba esta al ser humano: mar, río, lago, lluvia, cascada, etc., se engloban en un preconcepto, ‘agua’, antes de la particularización de las formas como se presentaba.

El lenguaje iba, así, a la par con el conocimiento. A medida que crece el horizonte de realidad, y se particularizan los elementos que lo componen mediante el acto de conocer, la lengua se ensancha y se especializa. El lenguaje parte así de un proceso clasificatorio, general en un principio, y particular en segunda instancia. Por ello, el lenguaje tiene un carácter convencional. Se crean palabras de manera concertada, en el sentido de negociar el sentido entre los hablantes hasta establecer y definir su significado para la comunidad de hablantes y sus reglas de expresión.

La memoria, la mente humana fue el soporte del lenguaje, desde hace unos cien mil años —que es el tiempo que estiman como origen del lenguaje humano varios estudiosos.

Walter J. Ong describe las psicodinámicas de la oralidad en los pueblos, las cuales, les permitía acumular conocimiento en formulas mnemotécnicas. Las mnemotecnias fueron un nivel muy refinado de estructuración del conocimiento que superó el nivel del puro lenguaje en palabras como expresión y formalización del conocimiento. No se trataba de la representación de la realidad solo en palabras, sino que se avanzó a una estructuración, a fragmentos de discurso que podían ser guardados y preservados en la memoria. Vendría a ser un segundo nivel de estructuración del conocimiento. Significó la posibilidad de transmitir con carácter fiel el conocimiento estructurado, no solo categorizado.

Este avance en el lenguaje no solo determinó los modos de expresión, sino también los procesos de pensamiento. Las primeras grandes culturas, como la mesopotámica, y griega, acumularon saberes y dieron forma y expresión a su pensamiento oral en fórmulas. Algunas consistían en la acumulación simple a través de conjunciones como «y», la definición formulaica de términos, la redundancia, la tradición, la referencia al mundo físico inmediato, el matiz agonístico, la homeostasis, empatía y participación, etc. Obras como la Ilíada, la Odisea y los primeros cinco libros de la Biblia, aunque hoy las conservemos por escrito eran oralidad pura, son una especie de arqueología de la oralidad.

La escritura, surgida hace unos seis mil años sobre tablillas de barro, brindó a la memoria humana el primer soporte fuera de nuestro cerebro para organizar en un tercer nivel de complejidad el conocimiento. Simone Rafaele, la denomina «la Primera Fase histórica del conocimiento». La escritura permitió la vasta y amplia acumulación de conocimiento que superó las fórmulas memorísticas establecidas y se adentró en estructuraciones lógicas y complejas propias de la escritura expresadas en las gramáticas de las lenguas.

Tuvo su impacto, igual, en las formas de expresión y los procesos de pensamiento, convirtiendo el conocimiento en algo preciso, fiable y fijo. Según Walter J. Ong, reestructuró de manera honda la consciencia en el ser humano y marcó el despegue hacia sociedades ilustradas, funcionalmente escolarizadas que permitieron la universalización del conocimiento y la disposición permanente y amplia del saber humano en grandes repositorios como las bibliotecas.

En el camino, relacionado con los cambios de soporte, la escritura y el conocimiento sufrieron sobresaltos. Los cambios de soporte, de las tablillas de barro al papiro y luego al papel y, posteriormente, a la imprenta, significaron amplias repercusiones que iban más allá del soporte, al implicar formas de relación, alcance, archivo y difusión del conocimiento. En cada caso, con la aparición de nuevos soportes, se sufrió una especie de crisis y acomodación del conocimiento.

En su momento, hace dos mil quinientos años, dejar la mente y migrar hacia un nuevo soporte físico externo a través de la escritura entre los griegos significó la clausura del saber tradicional, el debilitamiento de la memoria, la aniquilación del espíritu vivo de la palabra y cierta pérdida del sentido de comunidad en la plaza pública donde reinaba la palabra hablada: el ágora. Inicialmente, los escritores eran oradores vergonzantes que no podían sostener un discurso en la oratoria, por lo cual, escribían a escondidas o llevaban ocultos sus apuntes para recordar pasajes olvidados.

Una vez establecida la escritura como manuscrito —cultura caligráfica—, por unos dos mil años más, la forma de registrar, organizar y distribuir conocimiento estuvo limitada por la escasez de ejemplares. Reproducir un ejemplar, en manos de los escribas y copistas, tomaba hasta tres años, y el acceso a los manuscritos estuvo circunscrito por su precio y producción limitada. El conocimiento así circulaba lento, entre elites gobernantes o religiosas. La limitación de ejemplares imponía la lectura en voz alta, colectiva y memorística de un único ejemplar.

Los aspectos de comprensión y lectura crítica del texto surgieron con un nuevo soporte y una nueva técnica: la imprenta. Una revolución inadvertida, en términos de Elizabeth Eisenstein, citada por Raffaele, que «hizo del libro, hasta entonces carísimo e irreproducible, un bien de bajo precio y casi popular, que permitía a un público vastísimo el acercamiento a textos que hasta entonces solo podía oír contar oralmente». El monje de la orden pudo llevarse por primera vez, como una dispensa especial, ejemplares a su clausura para realizar una lectura solitaria y silenciosa. La comprensión se liberó del adoctrinamiento y este nuevo lector empezó a llegar a conclusiones por su propia cuenta, a comprender los textos bajo diversos sentidos y a enjuiciar y valorar el ejercicio escritor de los autores. «La Segunda Fase», en términos de Simone Raffaele. Sin embargo, este proceso refinado, no fue masivo y significó el surgimiento de especialistas. «Dada la importancia revolucionaria que adquirió, el libro ha sido durante muchos siglos, y sigue siéndolo, una especie de símbolo del conocimiento y de la cultura».


***


Las tecnologías informáticas computacionales surgieron a mitad del siglo pasado con fuerza en tres áreas: las del lenguaje, el cálculo y el tratamiento y manipulación de imágenes. Llámese procesadores de texto, hojas de cálculo o programas de edición audiovisual. Según McLuhan, toda tecnología introducida en una sociedad termina afectando todo el espectro social y productivo.

El uso de las nuevas tecnologías informáticas computacionales, como toda tecnología, va más allá del simple soporte: sea escribir, hacer cálculos o procesar material gráfico. Repercutieron en relación con la producción, conservación y circulación del conocimiento, que es al aspecto al que queremos referirnos, en especial, en la relacionado con pilar fundamental del lenguaje. Los «soportes» o los «nuevos soportes» superan la condición instrumental y generan crisis en las formas y tecnologías previas.

Así como la imprenta en su momento aceleró los procesos de lectura, que se relacionan con la circulación masificada del libro, lo que generó condiciones nuevas que favorecieron el pensamiento individual y crítico, las nuevas tecnologías informáticas también generan una profunda crisis en las formas tradicionales de leer en libros y, a través de ellos, de acceder y circular el conocimiento.

El interés de este ensayo y la tesis que se plantea son las condiciones de crisis que genera las tecnologías relacionadas con la lectura y la escritura y su relación con el conocimiento, anunciada por tres intelectuales y pensadores: Rodolfo Llinás desde la neurociencia, Antoni Brey desde la ingeniería de las telecomunicaciones, y Raffaele Simone desde la lingüística.


***


Empecemos por Brey, desde la ingeniería de las telecomunicaciones. En 2009, Antoni Brey —ingeniero de telecomunicación— publicó con los profesores de filosofía de la Universidad de Barcelona Daniel Innerarity y Gonçal Mayos el volumen La sociedad de la ignorancia y otros ensayos.

El ensayo de Brey discurre sobre la utopía y promesa de las «sociedades del conocimiento» que prometían la incorporación y uso de las nuevas tecnologías computacionales:

Muchos ciudadanos de a pie lo interpretan como el futuro deseable al que nos debe conducir las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. [...] El discurso actual da por sentado que las nuevas herramientas para manipular y acceder a la información nos van a convertir en personas más informadas, con más opinión propia, más independientes y más capaces de entender el mundo que nos rodea.


Sin embargo, registra que estas, en buena parte, son usadas con fines de entretenimiento y han fomentado a la larga un estado general de ignorancia en virtud a las características de estos medios y nuevos dispositivos tecnológicos. «Cada medio de comunicación —evocando a McLuhan, afirma— posee unas propiedades específicas en cuanto a herramienta de acceso al conocimiento».

La televisión y el Internet, por ejemplo, son de bajo contenido reflexivo, generan una «acumulación exponencial de información, dinámicas desbocadas, de crecimientos acelerados» y «obsolescencia inmediata».

Para Brey,

Esta situación, paradójicamente, en lugar de permitirnos componer una visión cada vez más compleja y exacta del mundo en que vivimos, a menudo nos lo muestra más caótico y desconcertante. [...] En la práctica la información disponible y el saber acumulado se han vuelto completamente inaprensibles.


Básicamente, subraya Brey, comparados con los formatos impresos como el libro:

Constataron la idoneidad de los primeros —la televisión, el Internet— para proporcionar entretenimiento, en el sentido más amplio del término, pero señalaron sus dificultades, respecto a los segundos, para soportar argumentos racionales y reflexiones intelectuales de cierta profundidad.


Como reacción, se activa el desinterés frente a la complejidad y la aceptación por repetición intensiva de «visiones tópicas prefabricadas». Se renuncia al trabajo intelectual arduo que demandan los formatos impresos para echarse en brazos de formatos audiovisuales de superficialidad e inmediatez.

Están proliferando a nuestro alrededor individuos incapaces de concentrarse en un texto de más de cuatro páginas —enfatiza— personas que solo pueden asimilar conceptos predigeridos en formatos multimedia, estudiantes que confunden aprender con recopilar, cortar y pegar fragmentos de información hallados en Internet, o un número creciente de analfabetos funcionales.


De este habitar permanente en ambientes virtuales que proveen la televisión y los medios digitales, en lugar de conocimiento de la realidad surge la evasión. Afirma Brey:

El nuevo medio, en lugar de abrirnos a un conocimiento más amplio del mundo, resulta que nos impulsa a residir en otros creados a la medida de nuestras necesidades y temores. El espacio digital formado por los ordenadores y las redes de telecomunicación se presenta ante nosotros como una atractiva experiencia sensible en la cual residimos cada vez más tiempo. Su combinación con los nuevos tipos de relaciones personales por medios telemáticos está configurando un ambiente capaz de seducir a muchas personas, especialmente a las más jóvenes, que ante el desmantelamiento de los mecanismos y los protocolos de relación tradicionales optan por instalarse en este nuevo mundo donde es posible encontrar las emociones que la realidad, mucho más mediocre, no les proporciona.


Finalmente, como último punto, sumado a las tecnologías para uso del entretenimiento y no en función del conocimiento, el incremento exponencial de la complejidad del mundo, y la evasión de la realidad —a todo lo cual llama «comunitarismo autista»—, Brey trae a colación el factor determinante para una sociedad y sus individuos, el debilitamiento de pensamiento crítico como riesgo social.

El sentido de valores se ha invertido. Para Brey:

La ignorancia ha ido perdiendo sus connotaciones negativas hasta el punto de llegar a prestigiarse. Se ha disipado el pudor a mostrar en público la propia ignorancia, e incluso con frecuencia se exhibe con orgullo, como un aditivo más de una personalidad apta para gozar al máximo del hedonismo y la inmediatez que proporciona un consumismo desenfrenado. Ser ignorante no es incompatible, mi mucho menos, con tener dinero o glamour.


De todos los anteriores factores de crisis ante la emergencia de las nuevas tecnologías y medios masivos como la televisión surgen dos contracaras que se complementan y suman para el mejor gobierno y disposición de una fase del capitalismo avanzado que tiene en primera línea el consumo y el gobierno de las masas «ahítas, fascinadas y esencialmente ignorantes». Y de otra parte, la anulación de pensamiento crítico que pueda plantear mundos alternativos, visiones humanistas de carácter racional frente a un capitalismo desbordado, arrasador del medio ambiente.


***


Igualmente, Rodolfo Llinás, desde la neurociencia, advierte la potencialidad y el peligro de las nuevas tecnologías y el mundo digital, que se referencia de manera fundamental en la virtualidad.

Para empezar, Llinás precisa la condición de virtualidad del cerebro humano como unidad central del sistema nervioso. Según Llinás, lo que percibimos a través de nuestros sentidos no es la realidad misma, sino producto de una interpretación en tiempo real de esa realidad, gracias a la sofisticación de nuestro sistema nervioso. Nuestra percepción es limitada y lo procesado es una virtualidad, y no la realidad misma. Esa misma percepción no solo opera hacia, fuera sino al interior de nosotros mismos —abstracciones—, y como una especie de conciencia de sí mismo, no es exclusivamente humana.

Llinás celebra la llegada de la Red —Internet— como «el mayor avance en la comunicación, solo superado por la invención del lenguaje escrito [...]. La Red es una estructura análoga al sistema nervioso, puesto que en cierta medida parece funcionar resolviendo el problema de la unificación de la sociedad».

Sabemos que los medios de comunicación y la publicidad que los sustenta tienen mucho que ver en ello, pero para Llinás, el advenimiento de la Red y un potencial perfeccionamiento de esta en el futuro redobla el peligro: «A medida que la Red se haga más eficiente, estas maquinaciones influirán profundamente la autopercepción y se redefinirá el concepto mismo de ‘sí mismo’. Esto en menoscabo de la capacidad de discernir, de la identidad individual y del dominio de nuestras ideas».

El uso de las nuevas tecnologías computacionales, de otra parte, amplifica la experiencia virtual de nuestros cerebros y nos acerca a experiencias de alienación. Puede resultar como algunas drogas.

Si los problemas sociales de las drogas que alteran la mente son graves —afirma Llinás—, imaginemos lo que sucedería si, comunicándonos virtualmente con otras personas reales o imaginarias, no solo mediante el sistema visual sino mediante todos los sistemas sensoriales, nuestros sueños se volvieran realidad.


Y puntualiza Llinás: «lo que debemos temer es la posibilidad de que, con mejores formas de comunicación con los demás, la interacción con el mundo externo deje de parecernos atractiva». El mundo digital y la virtualidad que ofrecen en formatos de videojuegos, aplicaciones de «scrolleado» largo y profundo de un conjunto de aplicaciones de redes sociales, soportados en algoritmos, capturan la atención y el tiempo de los usuarios por horas, brindando entretenimiento, cápsulas de saber e información general superficial.

En términos de uso, para ser exitosos, evitan los temas de controversia y profundidad y anulan el pensamiento crítico de los sujetos, lanzándolos al mundo del consumo, la inconsciencia y el adormecimiento social.

El peligro, para Llinás, consiste precisamente en la predisposición a la «virtualidad» de nuestros cerebros. La promesa de mundos superficiales, algodonados, de evitación del conflicto, la problematización y la autonomía de los sujetos puede abrir las compuertas a que amplios sectores sociales se lancen a abulia y el consumo autómata.


***


Finalmente, desde la lingüística, para Raffaele Simone, «La Tercera Fase, formas de saber que estamos perdiendo, ha sido puesta en marcha por la aparición de la informática y la telemática», y significan «un cambio de modalidad del lenguaje que está desplazando el acento desde formas estructuradas y precisas a formas genéricas y desestructuradas» del conocimiento inducidas por las nuevas tecnologías.

Su tercera «Fase» debemos encadenarla a las anteriores que predica: la primera, el invento de la escritura; la segunda, el invento de la imprenta; la tercera, la aparición de la informática. En esta última, siglos XX y XXI, para Simone: «se ha producido una degradación cualitativa del saber general». En qué sentido y cómo: para Simone, el motor de cambio de la tercera fase son la televisión y el ordenador.

Y el peligro surge del impacto indiscriminado y no razonado. «Hasta quien nunca ha ido al colegio o leído un libro puede absorber algún conocimiento, información u opinión de las imágenes de la televisión».

La escritura —sostiene, en cambio— nos permite expresar un saber más articulado, más refinado, más complejo —quizá porque activa una forma específica de funcionamiento de la inteligencia—. Hasta es posible que dicha complejidad y sutileza haya sido precisamente creada por la escritura, por una especie de extraordinario círculo virtuoso.


Para Raffaele Simone, el conocimiento en su Tercera Fase es menos articulado y sutil. La conversión técnica de estos cambios tiene un impacto consecuente con el cambio mental. Termina con una admonición un tanto pesimista:

Es posible que, con las nuevas modalidades de conocimiento, se lleguen a activar nuevos módulos o nuevas funciones en la mente; al mismo tiempo, viejos módulos y funciones, que sin darnos cuenta hemos tenido activados durante siglos, volverán a un estado de reposo, y quizás permanezcan así para siempre.


En una sana dialéctica de discusión pese al peso de los argumentos de estos tres autores, debemos examinar si existen argumentos contrarios o que los controviertan. Hace dos mil quinientos años, Platón, con un pie en la tradición oral y el otro en el nuevo mundo de la escritura, cuestionaba la escritura como hoy en día se tienen prejuicios y recelo frente a las nuevas tecnologías digitales que asumieron, de manera vicaria unas veces, y otras, de forma sustitutiva la gestión del conocimiento por parte de los humanos a través del recurso de las tecnologías de la palabra que han devenido en un crecimiento incremental y de máxima sofisticación.

Obviamente, en el paso de la oralidad a la escritura, hubo pérdidas y ganancias, como lo señalaba el filósofo ateniense. Sin embargo, fue gracias a la escritura, y no a la oralidad, como conocemos en detalle su posición y argumentos.

Y hoy, con las nuevas tecnologías, el panorama es análogo. La tarea siguiente es conocer y esclarecer los argumentos en favor y el reconocimiento de evidentes beneficios que vienen aparejados con el uso de los nuevos recursos digitales para la gestión de conocimiento a través del lenguaje.




septiembre 10, 2025

Manual de comunicación científica

Centro Oceanográfico de Vigo (IEO, CSIC)
Manual de comunicación científica

Firmado por Pablo Otero Tranchero y Uxía Tenreiro López.
La página incluye enlace para descarga libre de la guía. Disponible también en Google Drive de plaka logika.



Suele decirse que lo que no se cuenta no existe. Y el Centro Oceanográfico de Vigo (COV) no solo quiere existir como espacio físico o parte de una estructura mayor del sistema de I+D. El COV quiere existir para todos. En primer lugar, para el personal investigador, técnico y administrativo que en él trabaja. Su trabajo está cargado de valor a la sociedad y al trasmitirlo, crea una afección y un sentimiento positivo sobre las personas que en el trabajan, les hace sentirse útiles, creando confianza y seguridad en si mismas. Existe pues un interés legítimo.

Por otra parte, como organismo público de investigación, existe una obligación legal de difusión científica, bien por los compromisos asumidos en proyectos de concurrencia competitiva, bien por las obligaciones establecidas más recientemente a través de las encomiendas de gestión (como sucede con los fondos FEMPA), o bien por los objetivos marcados en la propia Ley de la Ciencia (artículo 38) y que obligan a todo el sistema de I+D. En esto último, el marco legislativo no ofrece dudas, y hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 27 reconoce que «toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten».

Además, con la comunicación y la divulgación pretendemos ser referente de la investigación marina en nuestro entorno más próximo, precisamente en una ciudad donde existe una numerosa comunidad investigadora marina.

No se trata de competir, pero sí recordar que el COV es germen de esa investigación en la ciudad, mostrar el potencial que existe de colaboración al resto de actores e instituciones, así como promover vocaciones y atraer jóvenes investigadoras e investigadores a trabajar y desarrollarse en nuestro centro.

Cuando se comunica nuestra labor, estamos completando la cadena de valor. No obstante, en ocasiones existe un cierto miedo a que al comunicar tengamos algún perjuicio por ello, especialmente a que se tergiverse la noticia, a que se diga aquello que no queríamos decir. Sin embargo, un estudio realizado con personal investigador de universidades españolas demostró que sólo uno de cada diez investigadores sintió que fuera así realmente tras la publicación de la noticia (Alonso-Flores et al., 2020). Al contrario, casi la mitad declaró tener algún tipo de beneficio al ser más conocida su investigación por otros colegas en el territorio nacional, a uno de cada cuatro le solicitaron que impartieran conferencias y uno de cada cinco fue contactado por empresas interesadas en la línea de investigación.

Además, completar la trasferencia de conocimiento a través de la divulgación científica ya empieza a ser un mérito evaluable en procesos de acreditación y promoción del personal investigador, lo que representa un cambio estructural en el sistema académico.

La comunicación que realiza el COV ha demostrado en los últimos años ser esencial para concienciar a la sociedad sobre el cuidado del medioambiente y la preservación de nuestros mares. Transmitir conocimientos científicos de manera clara y accesible permite que las personas comprendan el impacto de sus acciones en el planeta y reconozcan la importancia de prácticas sostenibles.

Gracias a nuestras actividades, se fomenta un consumo responsable y se destaca la necesidad de proteger nuestros recursos ecosistémicos, que son fundamentales para el bienestar de todas las especies, incluida la nuestra.

Enfrentamos retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad marina y la contaminación de nuestros mares y es mediante una comunicación efectiva que podemos inspirar un cambio en los comportamientos y promover decisiones informadas que favorezcan un futuro sostenible para todo el mundo.

Además, las actividades realizadas nos han traído de vuelta una sonrisa y un agradecimiento de aquellas personas a los que nos hemos acercado. Este retorno resulta indescriptible y merece por si mismo toda nuestra atención.

—Capítulo «Por qué comunicar».



ÍNDICE


INTRODUCCIÓN


¿POR QUÉ COMUNICAR?


¿QUÉ ES SUSCEPTIBLE DE SER COMUNICADO?

Comunicar en redes sociales


HERRAMIENTAS Y CANALES DE COMUNICACIÓN


PASOS EN LA TAREA DE COMUNICACIÓN


ASPECTOS A TENER EN CUENTA EN EL PROCESO DE COMUNICACIÓN

Del artículo a la nota de prensa

Como atender a los medios

Perspectiva de género

Comunicación inclusiva de la ciencia

Comunicación responsable

Comunicar sobre medioambiente, riesgos y futuros inciertos

Comunicación en desastres y emergencias


BIBLIOGRAFÍA





septiembre 03, 2025

Manual de comunicación de crisis para mipymes

Javiera Valentina Arévalo Riquelme
Manual de comunicación de crisis para mipymes

Santiago de Chile, Universidad de Chile: Facultad de la Comunicación e Imagen: Escuela de Periodismo, 2025
Tesis de pregrado. Memoria para optar al título de Periodista.
La página incluye enlace para descarga libre de la guía. Disponible también en Google Drive de plaka logika.



Este documento responde a la necesidad de adaptar herramientas y estrategias de comunicación, usualmente diseñadas para grandes corporaciones, al contexto específico de las mipymes, considerando sus limitaciones estructurales y recursos disponibles.

Un eje central del documento es la conformación y funcionamiento del comité de crisis, un grupo interdisciplinario que es responsable de coordinar las respuestas ante los distintos escenarios. En este apartado, se describen las funciones del comité, los perfiles recomendados para su integración, y los procedimientos para garantizar una gestión eficiente. Asimismo, se destaca la relevancia del portavoz como figura en la comunicación con los públicos, detallando las competencias necesarias y las bases para la construcción de mensajes claros y coherentes.

El texto incluye un conjunto de recomendaciones prácticas destinadas a fortalecer la capacidad de las mipymes para manejar las crisis, incluyendo ejemplos de plantillas para comunicados de prensa, respuestas a preguntas frecuentes y mensajes orientados a preservar la reputación empresarial. Además, se enfatiza la importancia de la evaluación post-crisis, un proceso que permite analizar las lecciones aprendidas y mejorar continuamente la preparación ante futuros desafíos.

Este manual no pretende ser un modelo rígido, sino una guía adaptable que invite a las mipymes a reflexionar sobre su nivel de preparación y a implementar estrategias ajustadas a sus necesidades específicas. En un entorno empresarial dinámico donde ninguna organización está exenta de enfrentar situaciones críticas, este documento se erige como una herramienta esencial para fortalecer la resiliencia organizacional, mitigar impactos negativos y convertir cada crisis en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento sostenible.

—Cita del apartado introductorio en el capítulo 3, «Presentación del manual».



ÍNDICE


1 LAS MIPYMES

1.1 Definición de las mipymes y su importancia en la economía

1.2 Caracterización

1.3 Cómo afectan las crisis a las mipymes

1.4 Plan del texto


2 CRISIS

2.1 Definición

2.2 Caracterización

2.3 Origen de las crisis

2.4 Tipos de crisis

2.5 Fases de las crisis


3 PRESENTACIÓN DEL MANUAL

3.1 Manual de comunicación de crisis para mipymes


4 REFLEXIÓN FINAL


5 BIBLIOGRAFÍA

5.1 Prensa

5.2 Libros y artículos





agosto 28, 2025

Guía de estilo para la simplificación de oraciones del Diario de Madrid

Antonio Menta y Ana García Serrano
Guía de estilo para la simplificación de oraciones del Diario de Madrid. Creación de un corpus para el desarrollo de un modelo del lenguaje

Informe técnico (TR-2025-01).
Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED): Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática, 2024.
La página incluye enlace para descarga libre de la guía. Disponible también en Google Drive de plaka logika.



Uno de los campos dentro de las Humanidades Digitales que ha recibido mucha atención con el uso de técnicas de IA es el estudio de textos históricos. Uno de los primeros trabajos que mostró cómo trabajar con este tipo de textos fue el foro de evaluación HIPE (Ehrmann et al., 2022), donde se propuso el uso de periódicos en tres idiomas diferentes para la extracción de menciones a entidades nombradas (Personas, Organizaciones, Ubicaciones y otras).

El objeto de investigación del proyecto CLARA-DH es el periódico El Diario de Madrid, en su versión digitalizada por la Biblioteca Nacional de España (BNE). Se publicó de 1788 a 1825 y en ellos es de especial interés la sección de «Noticias Particulares», en la que se anunciaban ventas, alquileres, bajas o puestos de trabajo que forman una muestra que refleja los hábitos, las costumbres y la cultura del Madrid de la época (García-Serrano et al., 2022; Moreno et al., 2024).

El tratamiento automático de estos documentos digitales no es fácil, debido principalmente a su baja calidad del escaneado y a la necesidad de utilizar un modelo de transcripción específico para obtener el texto con el menor número de errores (Menta et al., 2022, Sánchez et al., 2023). Las dificultades no acaban ahí. El vocabulario, las reglas de acentuación y las estructuras sintácticas empleadas hacen difícil la lectura de las diferentes secciones de los periódicos para un lector moderno interesado en los siglos XVIII y XIX. De esta dificultad surgió la necesidad de «traducir» de alguna manera el contenido para el público simplificando los textos.

De esta dificultad surgió la necesidad de «traducir» de alguna manera el contenido para el público simplificando los textos. Una ventaja en este caso para una tarea general como la extracción de información en textos (Martínez y García Serrano, 2002), (Lastra et al., 2021) es que, en los textos de este periódico, no hay necesidad de tratar las imágenes (Benavent et al., 2010), ni evaluar su aporte de información (Martínez et al., 2003) porque no hay imágenes. Transcribir las tablas, sin embargo, es un problema aún no bien resuelto.

El motivo para traducir textos a una versión más sencilla, de corregir errores derivados de la transcripción, se debe a que las tipografías utilizadas en los periódicos antiguos son diferentes a las que se utilizan en la actualidad, por lo que los motores de transcripción cometen errores a la hora de extraer el texto. En el área del procesamiento automático del lenguaje natural (PLN), hace tiempo que la simplificación de textos se utiliza como paso de preprocesamiento para tareas como la traducción automática entre idiomas, la extracción de información en conversaciones (Calle et al., 2006) o el análisis sintáctico de oraciones (Chandrasekar et al., 1996).

[...]

Para la creación manual de un conjunto de datos, es necesario utilizar una guía de estilo o etiquetado completa, que suele crearse en diferentes turnos por consenso entre expertos en la materia (Ferrés y Saggion, 2022). Pero, construir manualmente un corpus con cerca de 600 pares necesarios para el aprendizaje (por refinamiento o transferencia de conocimiento) de un modelo del lenguaje, es una tarea laboriosa y que requiere mucho tiempo, por lo que se decidió por una parte construir una guía de estilo para que hubiera un nivel aceptable de acuerdo entre los escasos creadores y utilizar ChatGPT (OpenAI, 2023), para facilitar la creación manual del corpus, aportando automáticamente una primera versión que fuera la base para que los anotadores creen una versión posterior simplificada.

[...]

Para enseñar a un nuevo modelo a simplificar anuncios del corpus transcrito, y así automatizar la tarea, de nuevo no disponíamos de suficientes expertos para generar manualmente un conjunto de pares con los anuncios originales publicados y su correcta versión simplificada.

Así, nos apoyamos en una IA Generativa y en concreto en ChatGPT (el mejor a finales de 2023, con su modelo en abierto GPT-3.5 Turbo), porque habíamos probado lo bien que eliminaba errores ortográficos en los textos que simplificaba, aunque de momento, no resolvía nuestro problema con las palabras complejas ni con las largas oraciones casi ilegibles para un lector normal.

Esta es la solución que se abordó en el proyecto tras el análisis de diferentes aproximaciones en otros corpus existentes (Menta and García Serrano, 2024). El autor [de este informe], Antonio Menta [Garuz], construyó una aplicación web para que, con la versión original y la simplificada propuesta por chatGPT, con un promt como el siguiente:

Simplifica el siguiente texto. Escribe en español. Sustituye las palabras más difíciles y divide la oración si es larga en varias oraciones subordinadas. No comentes el resultado. No preguntes por el resultado. Texto: {texto a simplificar}

—Cita de la «Introducción», páginas 3, 4-5 y 5.



💡 SUGERENCIA: Consulta especialmente el capítulo «Niveles de simplificación», páginas 10 y siguientes, para cotejar con tus criterios de simplicación cuando te propones compartir información con expresión asequible.



ÍNDICE


INTRODUCCIÓN


CRITERIOS DE ESTILO PARA LA SIMPLIFICACIÓN

Criterios generales

Criterios específicos entre pares: oración original y simple


NIVELES DE SIMPLIFICACIÓN

Nivel de oración

Nivel de clausula

Nivel de palabra


OTROS EJEMPLOS DE ANOTACIÓN Y TRANSFORMACIÓN DEL CORPUS


REFERENCIAS





agosto 26, 2025

Guía de Estilo de Espasticidad

Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF)
Guía de Estilo de Espasticidad

La página incluye enlace para descarga libre de la guía. Disponible también en Google Drive de plaka logika.



Conocer es el primer paso para afrontar con éxito el abordaje de una enfermedad. Por eso, la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), ha elaborado esta guía para que llegue a todos los actores sociales que de una u otra forma tienen contacto con las personas con espasticidad.

Esta guía también pretende ser un material de apoyo para periodistas y divulgadores, con el fin de que puedan contar con información de primera mano que permita explicar de manera sencilla este fenómeno que cuenta con diferentes aristas y abordajes.


Necesidad de una comunicación personal y personalizada

Las características individuales de cada paciente, así como las experiencias vitales, repercuten en la comunicación que se establece entre él y el profesional sociosanitario. De esta manera, la forma como se explica la espasticidad, su impacto y cuál será su abordaje han de ser individualizados, únicos y adaptados a cada persona.

Desde la SERMEF, creemos que la percepción social de la espasticidad y, en concreto, su falta de conocimiento, es también un elemento importante a la hora de enfrentarse a esta situación. Por este motivo, uno de los objetivos de esta Guía de la Espasticidad es incrementar el conocimiento y la conciencia social de esta condición.

Además, es necesario poner en valor la importancia de establecer metas conjuntas entre el equipo de profesionales sanitarios y el paciente con el fin de conseguir objetivos terapéuticos compartidos con el esfuerzo y colaboración, tanto de la persona con espasticidad como de sus cuidadores.

—Cita de la «Introducción».



ÍNDICE


INTRODUCCIÓN

Diferente origen, distinto abordaje

Necesidad de una comunicación personal y personalizada


IMPACTO DE LA ESPASTICIDAD

¿Qué es la espasticidad?

¿A cuántas personas afecta?

¿Qué impacto tiene?

¿Disminuyen los síntomas?


ABORDAJE DE LA ESPASTICIDAD

¿Desde qué especialidad se trata la espasticidad?

¿Por qué es importante contar con un tratamiento adecuado?

¿Por qué es fundamental tener un diagnóstico precoz?

¿Qué son las metas terapéuticas compartidas?

¿En qué consiste el abordaje no farmacológico?

¿Por qué es tan importante el apoyo emocional?


LA ESPASTICIDAD EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES


CARACTERÍSTICAS DEL TRATAMIENTO EN MEDIOS

Principios de la comunicación en espasticidad

Principios y valores a tener en cuenta cuando se divulga sobre espasticidad

El enfoque y la estrategia comunicativa


REFERENCIAS





agosto 25, 2025

Libro Blanco Salud y Género

VV. AA.
Libro Blanco Salud y Género

Coordinado por Ángel Gil de Miguel y Rosa Polo.
Madrid, Observatorio de Salud y Estudio de Comunicación, 2024.
La página incluye enlace para descarga libre del libro. Disponible también en Google Drive de plaka logika.



Trabajar por un presente y un futuro que destierre las desigualdades de nuestra sociedad es una responsabilidad colectiva. Este libro blanco, en ese gran reto que tenemos todos y todas por delante, tiene la capacidad para señalar la inequidad que ahora existe, el acierto para analizarla y la proactividad para sugerir propuestas transformadoras que garanticen la igualdad efectiva entre hombres y mujeres en el ámbito de la salud.

Por eso, este libro no puede ser un punto final ni una meta: debe ser el punto de partida para una reflexión profunda que lleve a la acción.

Celebremos, por tanto, la publicación del Libro Blanco Salud y género. Llega para dar herramientas a todos los actores de la sociedad. Llega para que, conjuntamente, sigamos avanzando hacia la igualdad efectiva, dando pasos desde la perspectiva de género en la salud. Contamos con los instrumentos: solo queda actuar. Hagámoslo. No hay tiempo que perder. Nos va la vida en ello.

—Cita del «Prólogo», de Francina Armengol.



Este Libro Blanco Salud y Género desarrolla ampliamente temas implicados en la brecha entre géneros. Junto a temas que describen patologías orgánicas estructurados por aparatos, sistemas y, en algunos casos, enfermedades específicas, se exponen temas relacionados con salud mental, farmacia, perspectiva desde la plataforma de organizaciones de pacientes, salud con perspectiva de género en medicina y en enfermería, salud pública y discapacidad.

Con este libro pretendemos sensibilizar sobre la falta de equidad en salud por diferente género y aportar información que favorezca la desaparición de ésta, llevándonos al cumplimiento de los objetivos establecidos de justicia social y la salud como derecho humano.

—Cita de la «Presentación», de Ángel Gil de Miguel y Rosa Polo.



ÍNDICE


PRÓLOGO

UNA SALUD UNIVERSAL, UNA SALUD FEMINISTA. Francina Armengol. Presidenta del Congreso de los Diputados.


CARTA DE LOS COORDINADORES

PRESENTACIÓN DEL LIBRO BLANCO SALUD Y GÉNERO. Dr. Ángel Gil de Miguel. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Dra. Rosa Polo. Profesora honoraria de la Universidad Rey Juan Carlos.


INTRODUCCIÓN

Salud con perspectiva de género, la visión de las pacientes

Perspectiva desde la plataforma de organizaciones de pacientes. Carina Escobar Manero. Presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes.

La visión de las pacientes. Dra. Ana López Trenco. Médica Vocal del Foro Español de Pacientes (FEP).


CAPÍTULO 1

Salud con perspectiva de género en medicina. Dra. Pilar Garrido. Jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.


CAPÍTULO 2

Salud con perspectiva de género en la enfermería

I - Salud con perspectiva de género en la enfermería. Dra. Raquel Rodríguez Llanos. Vicepresidenta primera del Consejo General de Enfermería.

II - Influencia del género en los cuidados de enfermería. Pedro José Soriano Martín. Enfermero. Docente en la Universidad Europea de Madrid.


CAPÍTULO 3

Mujeres farmacéuticas que transforman el mundo. Cristina Tiemblo. Tesorera del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.


CAPÍTULO 4

Género y salud cardiovascular. Dra. Lourdes Vicent. Servicio de Cardiología. Hospital Universitario 12 de Octubre, Madrid. España. Sonia Peláez. Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Madrid. Dr. Héctor Bueno. Servicio de Cardiología. Hospital Universitario 12 de Octubre, Madrid, España.


CAPÍTULO 5

Ictus y mujer. Dr. Carlos Guijarro Herráiz. Médico especialista del servicio de Medicina Interna del Hospital Fundación Alcorcón. Dra. Marta Mauri Pont. Médica especialista del servicio de Medicina Interna del Hospital de Terrassa. Dr. Sem Briongos Figuero. Médico especialista del servicio de Cardiología del Hospital Infanta Leonor. Dr. Andrés García Pastor. Médico especialista del servicio de Neurología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.


CAPÍTULO 6

La migraña en la mujer. Dra. Jésica García Ull. Médica especialista del servicio de Neurología del Hospital Clínic Universitari de València. Dr. José Miguel Láinez Andrés. Presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN).


CAPÍTULO 7

Esclerosis múltiple y mujer. Dra. Celia Oreja-Guevara. Jefa de Sección de Neurología del Hospital Universitario Clínico San Carlos.


CAPÍTULO 8

Salud mental y género. Dra. Ainoa Muñoz San José. Psiquiatra. Hospital Universitario La Paz (Madrid). Dra. Mercedes Navío Acosta. Psiquiatra. Oficina Regional de Coordinación de Salud Mental y Adicciones. Dra. María Fé Bravo Ortiz. Psiquiatra. Hospital Universitario La Paz (Madrid).


CAPÍTULO 9

TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) con perspectiva de género

I - Infancia y adolescencia. Dra. María Jesús Mardomingo. Especialista en Psiquiatría del niño y del adolescente. Ex-jefa de Psiquiatría y Psicología infantil, Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid.

II - El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en la mujer adulta. Dr. Miquel Casas. Catedrático de Psiquiatría Honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona.


CAPÍTULO 10

Lupus y Mujer. Dra. Irene Altabás. Facultativa Especialista en Reumatología. Complejo Hospitalario Universitario de Vigo.


CAPÍTULO 11

Enfermedad Renal Crónica. Dra. Patricia De Sequera. Jefa de Nefrología del Hospital Universitario Infanta Leonor.


CAPÍTULO 12

Cáncer y mujer. Dr. Álvaro Rodríguez Lescure. Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario de Elche. Dra. Eva Ciruelos. Coordinadora de la Unidad de Cáncer de Mama y Ginecológico del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Dr. Javier Cortés. Director del International Breast Cancer Center (IBCC) en Barcelona. Dr. Pablo Tolosa. Facultativo Especialista Adjunto en el Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre.


CAPÍTULO 13

Cáncer de mama hereditario. Dra. Elena Aguirre Ortega. Directora instituto oncológico Quirón Salud Zaragoza.


CAPÍTULO 14

Cáncer de pulmón y mujer. Dra. Enriqueta Felip. Jefa de la Unidad de Tumores de Tórax, Cabeza y Cuello, Hospital Universitario Vall d’Hebrón. Dra. Dolores Isla. Jefa del Servicio de Oncología médica del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza. Dr. Javier de Castro. Vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).


CAPÍTULO 15

Salud pública. Dr. Ángel Gil de Miguel. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.


CAPÍTULO 16

Diabetes y mujer. Dra. Marina Llobet. Dietista-nutricionista experta en obesidad infantil, alimentación saludable y diabetes del Servicio de Endocrinología del Hospital Sant Joan de Déu. Dra. María Molina Vega. Departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga. Dra. María José Picón César. Especialista en Endocrinología y Nutrición, en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga.


CAPÍTULO 17

Ginecología y Obstetricia. Dra. Diana Cuenca Gómez. Especialista en Ginecología y Obstetricia, Hospital Universitario de Torrejón, Madrid. Dra. María del Mar Gil Mira. Coordinadora de Investigación Unidad Medicina Materno Fetal y Neonatal. Hospital Universitario de Torrejón, Madrid. Dra. Belén Santacruz Martín. Jefa de Servicio de Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario de Torrejón, Madrid. Con la colaboración de: Dra. Ingrid Pérez Martínez. Especialista en Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario de Torrejón, Madrid.


CAPÍTULO 18

VIH en la mujer. Dra. Celia Miralles. Servicio de Medicina Interna. Unidad de VIH. Hospital Álvaro Cunqueiro. Vigo.


CAPÍTULO 19

Enfermedades raras con perspectiva de género. José Luis Poveda. Director gerente del Hospital Universitario y Politécnico, La Fe de Valencia. Maria Dolores Edo Solsona. Farmacéutica especialista en Farmacia Hospitalaria. Servicio de Farmacia. Hospital Universitario y Politécnico, La Fe (Valencia). José Manuel Martínez Sesmero. Subdirector Médico Hospital Clínico Lozano Blesa.


CAPÍTULO 20

Dolor crónico en la mujer. Dra. Inmaculada Failde. Catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Cádiz. Dr. Antonio Collado Cruz. Especialista en Reumatología. Dra. Ana M. Peiró. Profesora titular de la Universidad Miguel Hernández, Elche @IB_UMH. Dra. Pilar Rivas Vallejo. Catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Universidad de Barcelona.


CAPÍTULO 21

Salud, género y discapacidad. Fundación CERMI Mujeres.