julio 16, 2021

«La positividad del discurso de la innovación termina por desbordar el accionar práctico de los sujetos, pues el discurso deja de ser informativo, y pasa a ser deformador de la acción»


Luis Diego Soto Kiewit y Alexis Segura Jiménez
«El discurso de innovación como impulsor del sujeto de rendimiento: entre panóptico y apóptico»

Revista Argentina de Sociología, vol. 15, n.º 25 (2019)

Revista Argentina de Sociología | Consejo de Profesionales en Sociología de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (@CPSociologia) | Buenos Aires | ARGENTINA

Se incluye a continuación un extracto seleccionado de las páginas 1 y 7 a 15 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la ubicación original.

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Foto en Quartz.


«Resumen

»La innovación, en los últimos años, se ha vuelto un tema de amplio interés, lo cual implica una mayor presencia discursiva de esta en diversidad de espacios (medios de comunicación, empresas, conferencias, academia, entre otros), convirtiéndose en un importante productor de imaginarios sociales. Lo anterior justifica la reflexión crítica sobre las formas de presentación y utilización del discurso de innovación, labor sobre la cual se ocupa este artículo reflexivo. La idea central que se defiende en este artículo es que el discurso sobre la innovación demarca exigencias e imperativos a las personas, generando las condiciones para el surgimiento de lo que Han (2017 a) llama el sujeto de rendimiento en el contexto de la sociedad del cansancio.



»El discurso de la innovación y su positividad como pilar de la sociedad del cansancio

»Para responder a la pregunta sobre la manera en que se configura el sujeto de rendimiento en la sociedad del cansancio, es necesario pensar en las formas de institucionalización que permiten el surgimiento de las condiciones sociales para su desarrollo. La clave de problematización que acá se propone son los discursos, específicamente lo relativo a los discursos sobre la innovación.

»El discurso de la innovación juega un papel crucial en la sociedad actual. Pues nadie dudaría de la importancia que este tiene en nuestra realidad social, tanto así que en diversos espacios se presenta la figura de la innovación para mostrar lo determinante que es para un negocio, producto o servicio. La forma en la que se presenta se asocia al diagnóstico de Han (2017 a y 2017 b) sobre los imperativos de rendimiento de la sociedad del cansancio. Esto funciona en una doble vía: por un lado, se ofrecen los productos innovadores (como ideal de consumo), y por otro, se demanda a los sujetos que creen innovaciones, es decir, que sean capaces, por medio de innovaciones, de solucionar prácticamente todos los problemas.

»Este discurso no solamente tiene amplia presencia, sino que, en algunos casos, se estudia y potencia sin una valoración de sus implicaciones, es decir, no se pone en cuestión, se asume como una condición totalmente indispensable y noble, que debe ser fomentada en todos los espacios de la sociedad, para la solución de los problemas, la mejora o la transformación (siempre con un halo de positividad). Esto queda patente en el señalamiento de García (2012), cuando plantea como se reproduce esta dinámica en los trabajos académicos sobre el tema:

»“[...] La tendencia principal de los estudios sociológicos de la innovación la asumen como algo positivo, sin distinguirse de los discursos políticos y económicos dominantes que la conciben como un fin en sí mismo o un medio al servicio de la producción económica y mercantil” (p. 19).

»Esta perspectiva fundamenta la importancia de realizar discusiones sobre la innovación que planteen otro tipo de preguntas, es decir, que se problematicen los lugares comunes y los pongan en perspectiva, como una manera de valorar los procesos sociales que están tras los discursos de un uso común en la sociedad. En el entendido de que los excesos de positividad y sentido desbordan la noción de innovación, la vuelven un fin en sí misma, como plantea Lamo de Espinoza (2010): “invenciones sin fin”.

»Se apuntalan así dos particularidades en el uso del discurso de la innovación, primero, la masificación, con una difusión amplia en diversos medios y espacios, segundo, las implicaciones del imperativo de innovar que cada vez es más palpable. En relación a estas dos condiciones surge la advertencia de Han (2017 b), en referencia a la sociedad actual:

»“A causa de su positividad, el violento poder de lo igual resulta invisible. La proliferación de lo igual se hace pasar por crecimiento. Pero a partir de un determinado momento, la producción ya no es productiva, sino destructiva; la información ya no es informativa, sino deformadora; la comunicación ya no es comunicativa, sino meramente acumulativa” (p. 10).

»Esa excesiva positividad termina por desbordar el accionar práctico y real de los sujetos. El discurso ya no es informativo, sino deformador. La innovación se convierte en un signo de la necesidad de reproducción de las ideas de la sociedad neoliberal, funcionando como legitimador de prácticas propias de esta, en la que toda la responsabilidad de sobrevivencia recae sobre el sujeto y su acción.

»La innovación, en este contexto, es un mandato, pues se espera que los sujetos sean innovadores, que en su área de desempeño se conviertan en las personas que imponen las nuevas condiciones, con ideas (productos o servicios) que nadie había tenido. Esto también se proyecta sobre las organizaciones, a las cuales se les hace creer que la única forma que existe, como ventaja comparativa, para poder sobrevivir, en un mercado global de alta competitividad, es la innovación. La innovación, así, pasa a ser la panacea y la esperanza de solucionar aquello que aqueja o de alcanzar estados de bienestar desconocidos. La innovación toma cada vez más espacios, se les exige y demanda a los trabajadores, organizaciones, empresas o instituciones que deben de ser innovadoras, en el tanto solo esto les puede asegurar la permanencia y el éxito en el tiempo y el mercado.

»Además, la propagación del discurso va alcanzando cada vez más áreas. Si bien la innovación tuvo una resonancia inicial en el ámbito empresarial, hoy se puede encontrar masivamente en temas como: educación, salud, ambiente y política. Basta hacer una exploración, asociada al tema, en cualquier motor de búsqueda, para sorprenderse sobre el gran volumen de información disponible.

»Las derivas del discurso son diversas, solamente para exhibir dos de las más recientes, se pueden mencionar la innovación social y la ecoinnovación. En estas dos áreas la receta es la misma, innovar como “alternativa única”, o sea, como imperativo. En la primera, como respuesta a los problemas sociales (de una ciudad, comunidad u organización), en la segunda, como supuesta “alternativa” a la sostenibilidad de las prácticas empresariales y productivas.

»Otro efecto de esa carga de positividad que se cierne sobre el concepto es que lo blinda a la crítica o la problematización, en el tanto no hay espacio para preguntarse el sentido de la innovación o para hacer interrogantes sobre cómo: ¿para qué innovar?, ¿cuál es el sentido de la innovación a desarrollar?, ¿cuáles son las implicaciones sociales y políticas de la innovación?, ¿quiénes pueden y quienes no pueden innovar?, y ¿qué implicaciones tiene para los sujetos (en los diversos espacios) la exigencia de la innovación (“innovar o morir”)?



»El sujeto de rendimiento en la sociedad del cansancio y sus “alternativas”: innovar o morir

»El diagnóstico de Han (2017a y 2017b) presenta una sociedad cansada por la carga que conlleva para el sujeto tener que corresponder a los mandatos que ella misma impone, y que él también se autoimpone, fundamentado de una ética del hacer. Una vida tomada (en todos sus espacios) por el rendimiento.

»La pregunta que se propone responder este artículo es: ¿cómo se constituye esta sociedad del cansancio desde una narrativa de la innovación? Frente a esta interrogante se lanza una pista analítica y crítica. Esa pista está en las formas en las que ideológicamente se legitima el rendimiento como parámetro de organización de la vida, fundamentado en los discursos, en nuestro caso, sobre el discurso de la innovación.

»Acá surge otra pregunta: ¿por qué utilizar la innovación como discurso para aportar a la explicación y comprensión de la configuración social de la sociedad del cansancio y el sujeto de rendimiento en el contexto del capitalismo neoliberal? Para atender esta interrogante se van a emplear algunos ejemplos, en los que se hace una valoración del mandato que este discurso propone y supone. Ejemplos que, valga decir, sobreabundan en la sociedad actual y sobre los cuales, en otro momento, podría hacerse un trabajo científico empírico-analítico.

»El discurso que se presenta en múltiples espacios establece una relación cercana entre el crecimiento económico, desde una perspectiva capitalista neoliberal, y la innovación como posibilidad de potenciarla. Esto es un factor a problematizar, ya que refleja la orientación con la que se usa la idea de la innovación y las implicaciones legitimadoras que tiene, como mandato social, creando las condiciones necesarias para la llamada sociedad de cansancio. A modo de referente se puede citar la idea Alonso y Fernández (2011):

»“Las empresas deben además modernizar su organización y estructura, de forma también innovadora, para poder adaptarse al difícil contexto del mercado: solo a través de innovaciones se podrá estimular la generación de creatividad entre los empleados, pues ellos y su conocimiento son la materia prima a la hora de desarrollar nuevas ideas” (p. 1137).

»En esta referencia la orientación es clara, se trata de un deber frente al cual solamente hay un camino: la innovación. En cuyo contexto, los recursos básicos son los empleados y el conocimiento. La innovación, así vista, aparece como una acción indispensable, en otras palabras, como la única vía posible para la adaptación y sobrevivencia en la sociedad actual, en el tanto las condiciones así lo demandan. Como ya se mencionó, en el contexto actual, la innovación siempre está acompañada de una orientación positiva, en la que es asociada fuertemente a una buena práctica que debe ser ejercida, o sea, de una cualidad que debe ser necesariamente poseída (por los sujetos, organizaciones, instituciones y empresas).

»Es el desarrollo y proliferación de ideas como estas las que generan las condiciones para la auto-optimización, que cargan sobre los sujetos la responsabilidad de generar nuevas ideas que permitan a las organizaciones sobrevivir.

»La innovación aparece como la solución (y problema a la vez), a las condiciones de la vida en la actualidad, pues, frente a un escenario de incertidumbre y cambio, en el que abundan los miedos, demanda acción y brinda esperanza. Como lo plantea Han (2017b):

»“Hoy muchos se ven aquejados de miedos difusos: miedo a quedarse al margen, miedo a equivocarse, miedo a fallar, miedo a fracasar, miedo a no responder a las exigencias propias. Este miedo se intensifica a causa de una constante comparación con los demás. Es un miedo lateral, a diferencia de ese otro miedo vertical que se da en presencia de lo totalmente distinto, de lo despreciable y siniestro, de la nada” (p. 56).

»La constitución del miedo está en la posibilidad de quedarse al margen. En una sociedad que impone la innovación como alternativa única, incumplir con la innovación significa no corresponder los cánones que la sociedad exige, por lo que se está en peligro de ser prescindible, de ser superado, de “morir”. Esto se ve reflejado en el siguiente comentario: “Si uno no está innovando, se está quedando atrás y van a pasar por encima de usted, sea la empresa con mayor capital o menos capital. Si usted no está innovando, corre el peligro de desaparecer” (Ruiz, 28 de febrero 2019, párrs. 6 y 7)”. Este comentario da cuenta de la visión radical y dicotómica del argumento: la innovación es una condición fundamental en el mundo capitalista de la competencia, el calificativo puede ser variado, ya sea “pasar por encima”, “quedarse atrás”, “desaparecer” o “morir”, pero deja ver, de manera clara, una lógica excluyente.

»La clave está en que no innovar tiene consecuencias muy adversas, por lo que se torna en una gran exigencia. Por lo radical del discurso, en cuanto a su exigencia, la necesidad de innovar deriva en un agotamiento para el sujeto, en el contexto de la llamada sociedad del cansancio, en cuyo caso el cansancio es un estado propio del desear, estar, pertenecer y ser aceptado en ella.

»Esto puede corroborarse en una referencia a The Economist, realizada por Salazar (28 de febrero 2019), en la que plantea lo siguiente: “[...] la falta de innovación será uno de los tres principales riesgos a los que se enfrentarán las empresas, en los próximos años” (párr. 3 ).

»Y entonces: ¿qué implicaciones tiene definir la falta de innovación como un riesgo? Al afirmarla como una forma básica de sobrevivencia, una condición inherente a la organización social y calificarla como uno de los mayores riesgos, se le da dentro de la sociedad un estatus superior, en otras palabras, una prioridad trascendental, sin la cual no hay forma de existir como sujeto y organización en la sociedad actual.

»Si bien, en la idea anterior, la condición de exigencia está enmarcada en el nivel de las organizaciones o las empresas, este discurso, en diversos momentos, recae sobre el sujeto en el mundo del trabajo y las relaciones laborales, significando así un imperativo para quienes forman parte de esas diversas entidades, las cuales, según esta visión de la sociedad, deben, en todos los casos, ser innovadoras.

»En esta serie de afirmaciones se concretiza una ideología particular que fundamenta la sociedad del cansancio, es decir, una perspectiva sobre la realidad que demarca relaciones y formas de organización. La cual, como se propuso unas líneas atrás, es problema y solución a la vez. Esta doble lógica, en cuanto a la solución, se puede identificar en diversos diagnósticos, que plantean como una suerte de panacea (de solución de todo). Para mostrar un ejemplo, se presenta el siguiente extracto de una nota: pareciera que la forma como hemos estado haciendo las cosas no produce cambios significativos en la dirección hacia donde apuntan las metas de desarrollo sostenible.

»Para lograrlo, es necesario pensar fuera de la caja, permitir que la innovación social permee en las instituciones del Estado, ejecutar acciones valientes que permitan acelerar la economía y tener empresas sostenibles a fin de generar trabajo decente para no dejar a nadie atrás en la Costa Rica del bicentenario (Araya 22 de abril 2019, párr. 12).

»La referencia anterior muestra esa perspectiva de la innovación como solución global, que permitirá alcanzar “metas”, “acelerar la economía” y “generar trabajo decente”. En esta lógica, si se logra la innovación social, “nadie quedará atrás”, es decir, todas las personas podrán participar de la sociedad futura —en este caso, la Costa Rica del bicentenario—.

»Lo anterior reafirma, esa perspectiva dicotómica o binaria, de innovación-rezago, innovación-exclusión e innovación-muerte. Nótese que no se habla de un rezago generalizado, sino de algunas personas, de esos que son definidos en la cita como “nadie”, esos que no se quedarán atrás en el escenario positivo de innovación. En el contexto de la nota citada, estas personas obedecen a la lógica de la innovación, pero asociadas al problema, puesto que son: desempleados, trabajadores del sector informal, trabajadores incluidos en el empleo no decente y las personas ocupadas, pero con baja educación o calificación. Quienes no tan fácilmente podrían salir de esta condición, pero a los cuales, de todos modos, se les hace responsables de salir adelante por medio de innovaciones.

»La imposición tiene una doble fundamentación, por un lado, fortalece este discurso y, por otro, lo carga de un sentido de necesidad, o sea, lo posiciona como un deber ser. Es en este ejercicio de reificación (Lukács, 1969) como el discurso alrededor de la innovación carga a los sujetos exigiéndoles tener un alto rendimiento como una condición fundamental para el éxito de las relaciones y la acción en la sociedad del cansancio.

»Ese doble rol de la ideología de la producción exalta valores como la competencia, según los cuales los sujetos deben, como “materia prima” o individuo capital (Laval y Dardot, 2018), corresponder al mercado y su lógica, es decir, innovar para estar al nivel de los estándares. Pero, también, en una sociedad que funciona con una lógica excluyente, donde existe siempre el peligro real de quedar al margen; ser excluido. En relación a la inclusión y exclusión, Han (2017 b) expone lo siguiente:

»“El neoliberalismo engendra una injusticia masiva de orden global. La explotación y la exclusión son constitutivas de él. Construye un ‘apóptico’, una construcción basada en una ‘óptica excluyente’ que identifica como indeseada y excluyente por tales a las personas enemigas del sistema o no aptas para él” (p. 25).

»En la innovación, según el discurso de la exigencia, está la clave para que los sujetos puedan dar cuenta de que están a la altura de la sociedad, es decir, de ser ciudadanos, en otras palabras, que son aptos para la vida profesional y laboral.

»Tras la noción de innovación hay un llamado al deber, insistiendo en que esta es central para participar y ser exitoso en la dinámica de la sociedad actual, pero también una advertencia en el sentido de que cualquier persona que no innove está condenada a la exclusión social. En ese sentido se demarca como una característica que debe tener todo sujeto de rendimiento, el cual se autoimponga una dinámica de autoexplotación con el fin de poder cumplir la disposición de una sociedad que le exige, sí porque sí, ser innovador.

»Lo anterior, también se puede evidenciar en la siguiente afirmación reproducida por la prensa:

»“Deberíamos estimular el surgimiento de muchos Keylor Navas de la ciencia, de la tecnología y de la innovación. La prensa jugaría un papel preponderante estimulando la creación del entorno y la cultura necesaria para la innovación, el riesgo y la tolerancia al fracaso” (Navarro, 25 de febrero 2015, párr. 5).

»En la idea anterior aparece el mandato (“deberíamos”) de crear las condiciones para generar personajes destacados como Keylor Navas. Es una obligatoriedad del contexto, cargado de un fuerte idealismo más que de realismo. De manera adicional, sugiere una asociación entre la innovación, el riesgo y la tolerancia al fracaso.

»La innovación, como hemos dicho, deriva en una exigencia, es decir, insta a los sujetos, las empresas, las instituciones y al gobierno a propiciar las condiciones necesarias para su desarrollo. En la siguiente referencia se evidencia el mandato de la transformación como una disposición que compete a diversidad de sectores:

»“El gran tema en este caso es educación y es cultura. Educación para la ciencia y la tecnología, y educación para la innovación y tolerancia al fracaso y al riesgo. La educación debe formar jóvenes científicamente sólidos, pero el Estado y todos los sectores deben contribuir a crear una cultura de innovación. Debe haber una política de Estado con mayúscula sobre innovación” (Navarro, 25 de febrero 2015, párr. 4).

»El extracto de la noticia anterior toca a los “jóvenes”, al “Estado” y “a todos los sectores” como instancias que deben ocuparse de crear las condiciones que la innovación requiere. Este tipo de demanda categórica es la que se asocia a la creación de las exigencias para la generación de un sujeto de rendimiento.

»La innovación como discurso, en suma, se amolda bien a la sociedad del cansancio, que propone Han (2017 a y b), pues los imperativos o la sugestión de las diversas alocuciones definen el contorno del comportamiento de los sujetos, demandándoles convertirse en el innovador de su sector o área de desarrollo, independientemente de los recursos y las posibilidades con que cuenta, o de la fatiga que tal pretensión le pueda significar.

»En la sociedad de cansancio el mandato es sencillo: “el actual sujeto que se ve obligado a aportar rendimientos sólo conoce dos estados: funcionar o fracasar” (Han, 2017b, p. 44), es decir, innovar o morir. Esta es la base que da sustento e impulsa el apóptico y su lógica excluyente».





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