abril 24, 2023

La hermenéutica, con su énfasis en la comprensión y el sentido, amplía el horizonte de la retórica, demasiado circunscrita a la eficacia argumentativa



Juan Ignacio Blanco Ilari
«Comprensión, comunidad y auditorio. Algunos cruces entre retórica y hermenéutica»

Perseitas, vol. 5, n.º 2 (2017).

Perseitas | Universidad Católica Luis Amigó | Medellín | COLOMBIA


Extracto de apartados introducción y conclusiones, en páginas 349 a 351 y 368 a 372 de la publicación en PDF. Ver las referencias en la publicación original.




La retórica y la hermenéutica tienen una historia en común. Aunque la primera es algo más longeva que la segunda, fue esta la que le permitió, en el atardecer de la modernidad, comenzar a limpiar su buen nombre y honor. Sabemos que la retórica no ha gozado de una aceptación uniforme. Muy por el contrario, desde los ataques de Platón, estuvo acechada por el desprestigio y la denuncia: la retórica se asoció, injustamente, con el arte de seducir las almas por medio de la palabra (charlatanería, grandilocuencia, prestidigitación en el uso del lenguaje con fines espurios, entre otras cosas).

La retórica había surgido en el seno de una sociedad que hacía del lenguaje el centro de su vida cultural. Los grandes poetas, fundadores de la polis, dejaban en claro que el logos (entendido como discurso) es lo que conforma y sostiene la identidad de una comunidad. Grecia, muy celosa de su tradición, encargaba a los oradores la delicada tarea de transmitir las grandes epopeyas fundadoras y los ungía con el poder de solucionar conflictos por medio de la palabra. La retórica, como afirma Jaeger, estaba en el corazón de la paideia griega.

La identidad con la hermenéutica era casi invisible (como los son todas las identidades que nos resultan muy familiares). Interpretar los signos era una tarea habitual en la antigüedad clásica. Heráclito había logrado condensar la necesidad de interpretar en la forma de una sentencia: «el Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, indica por medio de signos». Un poco después, Aristóteles entrevió con mayor claridad que toda palabra supone una interpretación y que, por lo tanto, hablar es ya ejercer una hermenéutica liminar.

En aquellos primeros años, el arte de hablar bien y el arte de interpretar las historias narradas se fundían en una sola disciplina. Luego, como todos sabemos, comenzó un largo y penoso proceso de diferenciación que terminó por fragmentar lo que, en su momento, era una sola cosa.

En el siglo XX los lazos de sangre vuelven a verse con claridad. El auge de la hermenéutica (con todas sus variables) es indiscutible, a un punto tal que algunos pensadores la posicionan como la nueva koiné filosófica. Por otro lado, la retórica también ha tenido un nuevo impulso, motivado por los estudios de Chaim Perelman en el campo de lógica informal, y por Ernesto Grassi (1999) en el campo de la retórica fundamental.

Para constatar la amalgama entre hermenéutica y retórica basta con leer el entusiasta punto cinco del capítulo dos de los Principia Rhetorica de Meyer. Allí se reagrupan, bajo el mismo signo, autores como Wittgenstein, Gadamer, Foucault, Habermas, Eco, Perelman, Toulmin, Jauss, Iser, Richards, entre otros. Aunque el entusiasmo de Meyer parece algo desmesurado, es difícil no reconocer en estos autores un marcado aire de familia.

La intersección retórica-hermenéutica se ha revitalizado luego del giro lingüístico promulgado, durante los últimos años, por casi todas las humaniora. Era esperable que, una vez consagrado el lenguaje como eje de análisis, la retórica y la hermenéutica recobraran centralidad.

En este trabajo queremos repasar uno de los puntos de sutura que une ambas disciplinas. Se centrará en el modo en que retórica y hermenéutica articulan la relación lenguaje-sentido-comunidad. La idea cardinal es que para comprender un determinado enunciado, o texto, es necesario pertenecer a una comunidad de hablantes competentes. Es decir, la comprensión presupone un acuerdo previo que prefigura y anticipa las posibilidades mismas del diálogo. La idea retórica de auditorio y la tesis hermenéutica del círculo de la comprensión conforman el punto central del cruce.

El tono general del trabajo será, entonces, el de la analogía. Es decir, se seleccionan algunas semejanzas que median entre un concepto retórico (auditorio) y un concepto hermenéutico (círculo). Como se recordará sobre el final, la semejanza solo se justifica si olvidamos, al menos por un momento, las diferencias que también existen entre estos conceptos. La analogía solo quiere clarificar ambas nociones por medio de una instrucción recíproca. El concepto de círculo nos sirve de insumo para abrir nuevas dimensiones del concepto de auditorio (y señalarle algunos límites), al tiempo que este opera como amplificador y corrector de aquel. En el vaivén ambos salen renovados.

Para desarrollar la analogía procederemos de la siguiente manera: primero (punto b del trabajo), se tratará de identificar el adversario común, a partir del cual las nociones de auditorio y círculo se desarrollan. Es decir, se sobrevuelan algunas de las características centrales de la posición a la que pretenden responder (y superar) la retórica y la hermenéutica. Este punto es necesario toda vez que los conceptos de auditorio y círculo hermenéutico crecen al abrigo del debate con lo que podemos llamar, a grandes trazos, la tradición objetivista.

Una vez recreado el adversario frente al cual se definen las nociones axiales de nuestro trabajo, viene el segundo movimiento expositivo del artículo (puntos c y d del trabajo). Se trata de la parte más extensa y nuclear. Allí veremos cómo se conforman los campos semánticos de la noción de auditorio y de la noción de círculo, al tiempo que mostraremos los vasos comunicantes que ligan estas nociones.

Las conclusiones serán algo extensas (en comparación con la distribución geográfica de los otros puntos). Recapitularemos ideas centrales del trabajo (asumiendo el riesgo de la repetición) y aprovecharemos para señalar diferencias entre los términos analogados. Será el momento de consignar qué tipo de corrección/ampliación recíproca se da entre la retórica y la hermenéutica.

La diferenciación enriquecerá la analogía. La conclusión se cerrará indicando algunos de los problemas que abren los conceptos de auditorio y círculo hermenéutico. Aunque tenga una pretensión solo aproximativa, creemos importante cerrar el trabajo abriendo algunas de las preguntas que se desprender del análisis realizado.


* * *


Para concluir quisiéramos llamar la atención sobre dos peligros que acechan a la analogía y que pueden estropearla. Por un lado, la family resemblance debe evitar el extremo de la identificación (el auditorio no es el círculo hermenéutico, y la retórica no es la hermenéutica). Este peligro subsiste a lo largo de toda la historia de la relación, porque tanto la retórica como la hermenéutica tienen vocación imperial. Una y otra exigen para sí un dominio total. Esta tendencia totalizadora se explica, al menos en parte, porque ambas disciplinas tienen el mismo referente de análisis: las unidades discursivas mayores que la frase.

Por ello, es importante recordar algunos de los elementos que conforman la diferencia irreductible que define a toda analogía.

La retórica se define por situaciones típicas, que marcan los tres géneros básicos en los que se pone en juego: el discurso deliberativo (en el que se debate la pertinencia de una acción futura), el discurso judicial (en el que se dirime la legalidad de una acción pasada) y el discurso epidíctico (en el que se contempla la belleza de una exposición). A su vez, estos géneros delimitan una topografía en la que se ejercen cada uno de estos niveles discursivos: la asamblea, la corte, los actos conmemorativos. El rasgo común es la lucha de discursos opuestos entre los que hay que elegir (inclusive en el género epidíctico).

En su origen, lo deliberativo, lo epidíctico y lo judicial se desarrollaban en el medium de la oralidad. Las tres instancias requerían discursos hablados, lo que otorgaba una determinada plasticidad, dinámica y sentido de la oportunidad (y de la improvisación), a la tekné rhetoriké.

La litigiosidad, que abre el campo retórico, introduce la segunda característica irreductible: el papel de la argumentación entendida como la búsqueda del término medio entre la coacción de la demostración y la arbitrariedad del capricho. Entre lo necesario y lo contingente aparece lo razonable. Un último rasgo define a la retórica: la centralidad del oyente. La retórica tiene como finalidad esencial lograr el asentimiento a una tesis. Las figuras de estilo, a las que la modernidad ha querido reducir la retórica, solo cobran verdadera dimensión si son puestas al servicio de la necesidad de modificar las actitudes dóxicas y axiológicas de un auditorio. En este sentido, la belleza es un aditivo que se agrega a la racionalidad para hacerla más atractiva.

La hermenéutica, por otro lado, nace con la preocupación por mantener el sentido plural de ciertos textos. Su interés rector es la comprensión, no la persuasión, y su medio es la escritura (no la oralidad).

Ajena al interés de convencer, la hermenéutica pretende mantener una cercanía con aquellos textos que se presentan como más inaprensibles debido a su distancia geográfica, cultural, temporal u otra. La tarea de la hermenéutica (al menos la que se da antes del llamado giro ontológico) es arbitrar las reglas de interpretación que permitan aplicar a la existencia el sentido de un texto que se presenta lejano. Su ámbito de competencia está compuesto por la tradición bíblica (textos sagrados), por la literatura y la jurisprudencia. Estos tres tipos de textos comparten el hecho de ser multívocos, y de exigir una referencia a la situación vital concreta para poder captar plenamente su sentido.

Así, la hermenéutica procura abrir la imaginación hacia nuevos horizontes de significado. A diferencia de la retórica (cuya noción de auditorio la puede acercar a la noción de ideología entendida como reificación y legitimación de un poder establecido), la hermenéutica quiere incentivar la imaginación creadora, la reconfiguración de la realidad.

El segundo peligro tiene que ver con la tentación de congelar la relación, entendiéndola de modo demasiado estático y, por lo tanto, de privarnos de una dinámica de vaivén en la que la hermenéutica enriquece a la retórica, y está corrige y resignifica a aquella. En otras palabras, la analogía solo rinde sus frutos si la retórica y la hermenéutica se nutren mutuamente. Hay que preguntarse, qué le da la retórica a la hermenéutica, y qué le ofrece la hermenéutica a la retórica.

Empecemos por esta última pregunta. La hermenéutica, al poner énfasis en la cuestión de las condiciones de la comprensión y del sentido, amplía el horizonte de la retórica, demasiado circunscripta a las cuestiones de eficacia argumentativa. Esta fijación en los resultados ha hecho que la retórica padezca, de forma congénita, una ambigüedad dañosa. La demagogia, la seducción, el engaño, están muy cerca de una retórica empecinada en la persuasión. La pulsión de capturar las mentes por medio de la palabra lleva a una noción de auditorio que entroniza su aspecto psicológico. Y si entendemos el auditorio en términos puramente psicológicos (teniendo en cuenta el aspecto pasional, afectivo, inclusive en términos epistémicos), podemos mal comprender el espíritu del ars bene dicendi —según la clásica definición de retórica de Quintilliano.

En efecto, como bien señala Gadamer, el bien decir no solo alude a cuestiones de estilo y elocuencia, involucra también aspectos ontológicos: decir lo que es, decir la verdad. Pero si lo que interesa es lograr la adhesión de un auditorio, podemos suspender la cuestión de la verdad y procurarnos solo un conocimiento de los mecanismos mentales de los destinatarios, con fines meramente instrumentales. Por este camino, la retórica puede transformarse en una disciplina abocada al estudio de las técnicas de manipulación. Esta posibilidad, que Platón (trad. en 1987) pone bajo la figura de la mala retórica (en Gorgias), provoca un desvío de las cuestiones de fondo y la sensación de que podemos disponer del auditorio como disponemos de un objeto.

Para la hermenéutica, en cambio, la alteridad relevante es la del sentido, y no la psiquis de otro cuyo conocimiento me permitiría lograr su adhesión. Gadamer lo resume en estos términos: «comprender significa primariamente saber a qué atenerse sobre ‘la cosa’, y solo secundariamente aislar y comprender la opinión del otro como tal». La hermenéutica quiere desplegar el horizonte de sentido, la posibilidad de habitar otros mundos (otros significados). Por ello, la hermenéutica corrige la tendencia de la retórica clásica a reproducir argumentos establecidos con la finalidad de sostener una situación de hecho.

La retórica, a su vez, puede contrarrestar la tendencia «radical» de la hermenéutica incorporando, al problema del sentido y la comprensión, la cuestión de la racionalidad y la justificación. Al colocarse «por detrás» de la reflexividad, para indagar el tipo de estructura que hace posible el tener creencias (lo que llamamos, precisamente, «círculo hermenéutico»), tanto Heidegger como Gadamer esquivan, concientemente, la cuestión epistémica de la fundamentación argumentativa, tornando demasiado difuso el papel de la razón, eje definicional del quehacer filosófico. La retórica, en cambio, muestra que, creer que todo discurso que pone a la racionalidad en el centro de interés cae, tarde o temprano, en epistemofilia, supone seguir pensando las cuestiones de justificación bajo el corset del paradigma objetivista. En este sentido, la retórica podría mostrar el modo en que, una vez que hemos llegado a lo «originario», podemos descender hacia las cuestiones argumentales sin ceder al objetivismo.

Además, la retórica puede recordarle a la hermenéutica que la comprensión no siempre es la norma, que el consenso que somos puede agrietarse hasta quebrarse, y que, en las situaciones de conflicto, apostar por el logos implica, indefectiblemente, la superación de la desavenencia por medio de una discursividad argumentativa provista de reglas procedimentales, cuya observancia es la única garantía que nos previene de la violencia.

Para finalizar quisiéramos mencionar un problema que, según entendemos, marcará buena parte de la agenda de la díada retórica/hermenéutica en los próximos años. Nos referimos a la cuestión (por demás álgida) de combinar traducción, alteridad y consenso de tal modo que ninguna de estas instancias queden averiadas al ser puestas en relación.

La cuestión de la traducción la asocio aquí a la cuestión de la inconmensurabilidad. Si, como hemos dicho, para comprender un determinado argumento/ texto/exposición necesito participar de la comunidad que lo ha producido, entonces, por definición, me está vedado todo lo que no pertenece a mi comunidad. En otras palabras, si lo que tiene sentido depende del horizonte de pertenencia (así lo expondría la hermenéutica), y si es aceptable la multiplicidad de horizontes, entonces, los que perciben desde un horizonte verán como sinsentido todo lo que provenga de otro horizonte; a no ser que se pueda lograr una fusión entre ellos. Pero, para poder hacer esto, los horizontes tienen que tener algo en común, que permita ese encuentro. ¿Es eso común, una expresión de deseo, una idea regulativa, un factum de la comunicación o una ilusión bienintencionada?

En estas condiciones: ¿es siquiera posible el «encuentro con la alteridad» sin que se produzca una asimilación? En otras palabras, en el supuesto caso de que pueda traducir un texto extraño a nuestra lengua, ¿seguirá siendo otra posibilidad discursiva o, gracias a la traducción, la habremos transformado en uno de nosotros? El problema se hace más urgente cuando los conflictos alteran el panorama político y urge tomar decisiones que afectan directamente a la vida de las personas. Es decir, tanto la retórica como la hermenéutica deben tener presente que el consenso implica lograr una postura en la que se vea reflejada cada una de las partes. Cuando una se impone a la otra (inclusive por medios discursivos) no hay consenso, sino voluntad de poder. Esta es una posibilidad concreta, que necesita ser exorcizada. En esto, la retórica contemporánea parece menos inocente que la hermenéutica radical.





abril 17, 2023

Narrativa transmedia y storytelling, Varios soportes y plataformas y una historia


Christian Pastrana (@ChristianPasGal)
«Narrativa Transmedia y Storytelling: el arte de contar»
Blog de IEBS Business School (@iebschool)




¿Has comenzado a leer una historia en un post y la has continuado en un vídeo? ¿Has aportado tu idea para continuar un relato de éxito? Si has respondido de forma afirmativa, has participado (quizás sin saberlo) en una historia basada en narrativa transmedia.

Las empresas deben buscar alternativas para atraer a los usuarios y contar historias de una forma más original. Contar con un buen storytelling es clave, pero también lo es incitar a la audiencia a que participe en la creación de nuestra propia historia. Aquí la narrativa transmedia juega un papel decisivo.


CONTINÚA LEYENDO EN EL BLOG DE IEBS Business School


ESTE ES EL ÍNDICE DE LOS CONTENIDOS QUE ENCONTRARÁS CONTINUANDO LA LECTURA DEL ARTÍCULO:

1. ¿Qué entendemos por narrativa transmedia?

2. Integrar el Storytelling a la narrativa transmedia

3. Los 8 principios de la narrativa transmedia

3.1. El contenido es creado por uno o varios visionarios
3.2. Transmedia desde el inicio
3.3. Multiplataforma
3.4. El contenido es original y único para cada plataforma
3.5. El contenido muestra una visión única del mundo narrativo
3.6. Evitar divisiones o incoherencias en el mundo narrativo
3.7. Integrar a todos los actores del proceso
3.8. Participación de los usuarios

4. Narrativa transmedia y gamificación

5. Webinar: Cómo aplicar una estrategia de Gamificación o de Serious Games


CONTENDO RELACIONADO MENCIONADO:

Óscar García Pañella (@kokopus_dark), director del Master en Gamification y Narrativa Transmedia de IEBS, explica en el siguiente vídeo cuáles son los ejes de una estrategia de gamificación: https://www.youtube.com/watch?v=jvk_hgi3A5Q

Si nos fijamos, se trata de los cuatro aspectos básicos para crear una experiencia memorable: plataformas, estética, una buena historia y toma de decisiones por parte de los usuarios. Así, tanto la narrativa transmedia como la gamificación comparten su interés por crear una buena historia, el uso de diversos medios, e impulsar un papel más activo de los usuarios.


Mira esta cita del vídeo




¿Qué entendemos por narrativa transmedia?

La narrativa transmedia es una técnica mediante la cual la historia se desarrolla o divide en diferentes plataformas para formar un relato coherente, es decir, podría entenderse como una historia contada en capítulos que se encuentran en diferentes formatos: libro, post, spot, película...

¿Bastaría con contar una historia en un formato y utilizar otros medios para promocionarlo o construir una comunidad? La respuesta es no. El término transmedia no hace referencia al empleo de diversos medios como canales de difusión; se trata de hacer crecer y expandir una historia, sumando las piezas únicas de la narrativa expresadas en cada medio.

Los usuarios juegan un papel decisivo en el desarrollo del relato. El objetivo de la narrativa transmedia es involucrar a la audiencia, por lo que los consumidores asumen un papel activo en ese proceso de expansión.



Los 8 principios de la narrativa transmedia

Una vez vista la definición, entraremos en detalle en las características de la narrativa transmedia. Para ello, veremos cuáles son los principios básicos para construir un buen relato y lograr enganchar a la audiencia. Jeff Gómez, experto en esta técnica y director de diversos proyectos transmedia para Coca-Cola o Disney, enumeró las siguiente ocho claves:

El contenido es creado por uno o varios visionarios. Una persona o un pequeño equipo son los encargados de crear la visión del proyecto y es responsable de mantener y protegerlo. En caso de ser un grupo, debemos contar con la presencia de un coordinador que unifique las diferentes líneas argumentales que puedan aparecer.

Transmedia desde el inicio. El equipo debe pensar en la transmedialidad desde que comienzan a crear la historia y a desarrollar el proyecto. A pesar de que muchas narrativas transmedia surgen tras el éxito inesperado de un determinado producto o bien se forman a partir de la respuesta de los usuarios, debemos tener prefijados los posibles siguientes pasos para crear una experiencia narrativa transmedia satisfactoria.

El contenido debe distribuirse al menos en 3 plataformas. Para crear una historia transmedia se necesitan como mínimo tres medios diferentes, que doten al proyecto de más variedad y creatividad.

El contenido es original y único para cada plataforma. El relato que contemos debe ser nuevo, original y específico para cada plataforma. Cada medio tiene sus propias características y hay que saber identificar qué funciona en cada uno de ellos. Así, cada plataforma debe ofrecer a los usuarios nuevos elementos de la historia, mejorar la acción o introducir nuevos personajes.

El contenido muestra una visión única del mundo narrativo. «Una historia, un mundo, muchas plataformas». Vinculado con el primer principio, en toda narrativa transmedia contamos con una visión, la cual es compartida a través de diversos medios. El papel del coordinador es esencial para unificar esa visión en el mismo mundo narrativo.

Evitar divisiones o incoherencias en el mundo narrativo. Ya hemos visto la importancia de centralizar las distintas percepciones en una única visión. Aunque el coordinador se encarga de ello, debemos prestar atención a comunidades externas como pueden ser los fans; aunque estos pueden ayudarnos a encontrar alguna contradicción o error en nuestro mundo narrativo debemos ser cuidadosos porque pueden acabar destruyendo o desviando la línea argumental creada.

Integrar a todos los actores del proceso. El éxito de una historia transmedia no depende solo del equipo que desarrolla la idea. En el proceso intervienen otros actores como la producción, el patrocinio o la distribución. Hay que hacer un esfuerzo por unificar todos los actores de forma vertical para que compartan el mismo objetivo y la misma visión.

Participación de los usuarios. Este último principio es clave. El rol de la audiencia en la narrativa transmedia es bastante activo, con lo cual debemos incitarles a que participen y darles su propio espacio para que interactúen y puedan aportar comentarios e ideas.



¿Qué relación existe entre la narrativa transmedia y la gamificación?

Es uno de los términos de los que más se habla en la actualidad. La gamificación ha irrumpido con fuerza, no solo como estrategia de marketing sino como una técnica para aplicar en diversos campos como los recursos humanos, la educación, la salud. La implementación de mecánicas lúdicas en contextos no vinculados al juego conlleva una mayor participación de los usuarios, precisamente uno de los objetivos de la narrativa transmedia. Pero ¿qué tienen en común?

Óscar García Pañella, director del Master en Gamification & Narrativa Transmedia de IEBS, explica en el siguiente vídeo cuáles son los ejes de una estrategia de gamificación. ¡Atento!



Si nos fijamos, se trata de los cuatro aspectos básicos para crear una experiencia memorable: plataformas, estética, una buena historia y toma de decisiones por parte de los usuarios. Así, tanto la narrativa transmedia como la gamificación comparten su interés por crear una buena historia, el uso de diversos medios, e impulsar un papel más activo de los usuarios.




abril 10, 2023

La marca personal en las jóvenes-adolescentes es un discurso feminista y es la adopción de una lógica en el proceso publicitario



Alejandra Borrero Osorio y Suanny Londoño Gutiérrez
«Mujer selfie, construcción de un discurso femenino mediado por el consumo de la imagen»
Actas del V Encuentro Internacional de Investigadores en Publicidad (RELAIP)
, coord. por Ingrid I. Zacipa, Victoria Tur Viñes y Jesús Segarra Saavedra, Universitat d’Alacant / Universidad de Alicante, Revista Mediterránea de Comunicación, 2016; col. «Mundo Digital», n.º 7


Extracto de apartados en páginas 123 a 127 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




Selfie, el lugar donde yo habito

El cambio cultural y social que transforma al mundo a comienzos del siglo XXI responde a las necesidades de los jóvenes que buscan lucirse con el uso de nuevas tecnologías, estas aparecen como creadoras de identidad, al mismo tiempo que son formas de vigilancia y control pues supervisan los movimientos de los jóvenes de acuerdo a las experiencias vividas por estos. Sin embargo, las autofotos esconden algo más, se presentan como formas personales de búsqueda de un «yo», (construcción que según Pech y Romeu, se levanta a partir de entidades externas al cuerpo, es decir, es un «yo plural»), lo interesante es que estas dinámicas sociales de expresión de «lo que soy yo» se desarrollan con mayor intensidad en la mujer, acarreando tres conceptos importantes en relación a lo que se es y se quiere mostrar, «[...] la presentación (del cuerpo y el yo), representación (para uno mismo y los demás) y corporrealización o encarnación (embodiment)».

Estos conceptos intervienen en todo lo concerniente a la noción de mujer, moldean su identidad, intervienen en los discursos que la producen y reproducen para sí y para otros y la construyen en sí misma, determinando factores como el comportamiento y las actitudes que se desarrollan de acuerdo al ámbito familiar, social e individual.

El «yo» siempre ha sido parte de la formación del ser humano y se encuentra en constante búsqueda de un habitar en el mundo, generalmente, al preguntar sobre el significado de esta palabra se hace referencia al estar, residir o vivir en, sin embargo se percibe desde una mirada funcional, como instrumento vivencial, cada una de las relaciones del yo (presentación, representación y corporeización) integran el trasfondo de lo que significa habitar, en términos de Heidegger, «ser en el mundo» o «ser ahí» o como lo nombra Juan José Cuervo en su ponencia El diseño como base hacía una teoría del habitar, es la manera en que el hombre define su estancia en el mundo, por consiguiente el habitar es una condición exclusiva de este y en su realización se encuentra «el pertenecer a un lugar, principalmente cuando se le posibilita «tener» su sitio, esa habitación es la construcción de un espacio de protección, intimidad y relaciones públicas que van narrando una historia en sus memorias y deseos.

El hombre inicia una conexión con los objetos que se encuentran dentro de la habitación, seleccionando los mejores elementos del exterior y ordenando el caos de dichos factores externos en su espacio interno, generando vínculos afectivos con lo que se ha quedado dentro de ese espacio, y abriéndole la puerta a invitados que sientan la misma atracción por los objetos simbólicos de ese espacio privado.

Múltiples autores han expuesto la importancia del habitar y la habitación como espacio en la casa, no obstante, para esta investigación se pretende trasladar esa «casa» al entorno virtual, ya que la joven construye su propia habitación en las diferentes redes sociales que son mediadoras de las selfies, su cuenta en la red es la representación de dicha habitación y también lo es el lugar físico donde se toma la autofoto.

Es entonces esencial hablar de un proceso transicional en el tiempo y en el espacio de la habitación, los cuales a través de los objetos conforman una práctica teatral con especiales características, interfiriendo y modificando el espacio a través de las escenas, dándole diferentes proyecciones, funcionalidades o sentidos, con el fin de estar a disposición de la vista del espectador. Cada personaje, en este caso, cada mujer, tiene un papel diferente en el escenario, no todas manejan las mismas líneas, y sin embargo la exposición de sus características con la significación del objeto hace que tengan un elemento en común: product placement, generando contrastes entre quienes se encuentran conscientes de que esto produce un beneficio publicitario y por lo tanto económico para ellas (mujeres populares), y aquellas adolescentes que más que un reconocimiento financiero, buscan mantener una reputación, aclarando que esta última mujer es el enfoque de la investigación.

Utilizando un medio como las selfies se proyecta una nueva clase de mujer que se construye en la historia, y se reconfigura por medio de aplicaciones que le permiten mejorar su imagen y expresar lo que siente y quiere ser. La mujer selfie es el resultado de los elementos que han construido a la mujer, marcado por mediaciones tecnológicas que se expresan en un entorno selfie, convirtiéndose así en un aspecto cotidiano y por lo tanto de uso y consumo diario obligatorio.



Consumo: Construcción del cuerpo como marca

Néstor García Canclini afirma que el consumo es una práctica sociocultural que construye significados, en tanto Martín Barbero afirma que es una producción de sentidos. Es necesario realizar una aclaración en la transformación que se ha dado del concepto ‘consumo’, si bien es cierto que a manera general puede definirse como la realización para la producción y venta de bienes materiales —no necesariamente primarios, a partir de la década del 70 se empiezan a generar cuestionamientos sobre los modelos que estudian dicha definición en Latinoamérica, y se plantea que estas mercancías juegan un doble papel, como establecedoras de relaciones sociales y subsistencias personales.

Ahora el consumo de esos bienes materiales hacen parte de la categoría de una cultura, destacando los significados sociales en objetos que adquieren un valor simbólico, no siendo un bien material sino haciendo parte de la imagen misma del ser (retomando el ciclo juvenil de consumo), así los jóvenes exaltan dichos valores a través de plataformas digitales donde se expresan características de su amor propio (narcisismo) o buscan «conservar y cuidar sus vínculos sociales», sin embargo, este juego de representaciones no deja de ser uno de los tantos valores con los que el joven se siente cultural y emocionalmente identificado y para la industria esto hace parte de un consumo.

Así, los sujetos transforman las estructuras culturales que se construyen en los medios de comunicación generando un lenguaje propio en el entorno donde se siente más a gusto, en el caso de los jóvenes adolescentes, las redes sociales y apps. «Así nos encontramos con una configuración cultural, social y personal de las tecnologías, pero también recíprocamente, las personas, sus cuerpos y sus relaciones se ven transfigurados por los usos y mediaciones tecnológicos». En un momento donde la imagen juega un papel crucial para la generación de vínculos de aprobación o de exclusión de los grupos con los que el individuo se siente socialmente identificado, la creación de aplicaciones y redes sociales permiten la construcción de una subjetividad adolescente mediada por la imagen en una práctica de consumo habitual como lo es la fotografía.

Con la creciente masificación de medios tecnológicos como cámaras fotográficas digitales y el uso ascendente de Internet, inicialmente medios como MySpace impulsaron con MySpacePic (fotografías de baja calidad) la popularidad de las autofotos. Estas eran utilizadas como imágenes de perfil, el problema radicaba en que, para la época, los móviles no estaban diseñados para tener una cámara frontal, dando como resultado fotos consideradas como de mal gusto y calidad. En 2004, la perspectiva de la calidad de imagen cambió con la llegada de Facebook, red social que ofrecía la posibilidad de pertenecer a un mundo socialmente amplio, etiquetando amigos, comentando y lo más importante, generando «likes», así, no solo se expone, sino que se comparte.

Un nuevo panorama tecnológico posiciona la publicación de fotos en la red, esta se masifica, se vuelve incontrolable, los jóvenes y en especial las mujeres quieren ser vistas y calificadas por amigos, conocidos o extraños, estos placeres y sufrimientos que encarna el cuerpo son expuestos como narrativas de la vida cotidiana con realidades que parecen ficciones. Las selfies son un «culto al cuerpo» para quienes lo practican, no suele plasmarse una fotografía que no tenga un retoque digital, filtros, marcos, opacidades o un hashtag en su descripción. La narración del día a día es un nuevo enfoque de coordenadas, antes «el autógrafo te convertía en testimonio, pero la selfie te hace partícipe» y aquella estrella inalcanzable se devuelve a un terreno mortal con el fin mantener los vínculos sociales.

«La práctica femenina de la autofoto se hace a menudo en grupo, de forma lúdica y festiva, el «momento book»» son gestos, cenas, diversas festividades o viajes, múltiples expresiones faciales y corporales, por mencionar algunas. La búsqueda del término selfie en YouTube arroja más de 2.610.000 resultados en Chile, Colombia y Perú, y alrededor de 2.150.000 en Argentina, México, Brasil y Puerto Rico con contenidos de búsqueda como la canción #selfie producida por la agrupación The Chainsmokers, seguido de tutoriales para la selfie perfecta y recopilaciones de las selfies más locas y divertidas, entre otras.

Esto demuestra que toda la tendencia gira en un entorno lucrativo inimaginable, con el pretexto de acompañar al usuario en sus «momentos» y humanizar la herramienta para que este sienta que hace parte de la información global, así existen descargas gratuitas, tutoriales, artículos y canciones que funden la tendencia selfie. A continuación, se describe brevemente cada una de las apps que se involucran en el desarrollo de esta investigación y que evolucionaron a partir del consumo de la imagen misma del adolescente al momento de convertirse en una «mujer selfie»:

Instagram: Fue lanzada en el 2010 en el Apple App Store y más adelante, en el 2012 se popularizó en Android, consiguiendo más de un millón de descargas en menos de 24 horas, con el diferencial de ser gratuito al público, da la posibilidad de aplicar efectos de desenfoque, edición de imagen, bordes opcionales, botón de rotación de la imagen y un botón de actualización, entre otras. Su estrategia de comunicación se basa en subir fotos de las experiencias vividas por una persona, teniendo la posibilidad de etiquetar, comentar, compartir en redes sociales, explorar fotografías de quienes se siguen, buscar usuarios y/o etiquetas, y más, pero el elemento fundamental de Instagram es el «corazón», con el que se puede expresar la popularidad del usuario.

Facebook: Después del éxito de MySpace, Mark Zuckerberg se dio a la tarea de crear una plataforma digital más intuitiva, añadiendo herramientas que generaban una interacción emocional con el uso del like, y hasta el momento, Facebook se ha convertido en una de las redes sociales con más afinidad a los gustos e intereses de los usuarios. Su misión es «hacer que las personas puedan compartir y hacer del mundo un lugar más abierto y conectado», de hecho, es la red social más popular a nivel mundial, lo que facilita el encuentro e interacción con personas de distintos entornos sociales, hasta diciembre del 2015, «1,04 mil millones de usuarios activos al día y en promedio 934 millones de teléfonos activos diariamente». A pesar de ser una red obsoleta para el joven adolescente —de acuerdo a varios artículos de mercadeo— ofrece una multiplicidad de usos con intencionalidades que varían desde la publicación de imágenes (selfies, eventos, fotografías, imágenes de Internet, entre otras), estados que pueden incluir frases o simples anécdotas, enlaces de documentos, periódicos online, música y otras actividades que tienen como fin el entretenimiento, el ocio y la discusión. Puede ser cierto que contemporáneamente, la funcionalidad y usabilidad de Facebook sea el motivo de que el target adolescente migre a otras redes, pero es necesario tener en cuenta que en sus inicios ofrecieron algo más allá de la innovación, este reforzó una necesidad primitiva, el reconocimiento, y para ello, imperativamente se tenía que aumentar la comunidad, con mayor número de amigos el sujeto adquiere mayor cantidad de likes y sintiendo que casi se logra el objetivo de la inmortalidad (así sea momentánea) se va transformando en un aspecto vital para el adolescente, joven y adulto, lo que se conoce como reputación.

Snapchat: Es una de las apps más descargadas entre los jóvenes, funciona como un chat de imágenes a las que además de filtros, se les puede agregar mensajes cortos, dibujos, marcos, stickers y más. A través de Snapchat, se envían diariamente alrededor de 350 millones de fotos, lo que evidencia su gran acogida desde que surgió en el 2011, su diferencial la ha hecho muy popular, ya que retrata aspectos de la vida cotidiana que no son lo suficientemente relevantes para permanecer en la web, al contrario de Instagram y Facebook, se realiza de forma rápida, efímera e imperfecta, sus fotos se «autodestruyen» al cabo de unos segundos (de uno a diez), haciendo que la permanencia de imágenes en el tiempo sea imposible, a no ser que el usuario decida tomar una foto de pantalla para compartir la imagen en otras redes sociales o simplemente guardarla.



Resultados esperados

La necesidad de reconocimiento en la web se convierte en un aspecto «vital», la cual se refleja en la afirmación de la existencia en Internet, así, el cuerpo es utilizado como objeto de presentación, construyendo su marca ante los demás. La aparición de tendencias mundiales y que son apropiadas corporalmente por los jóvenes (especialmente las mujeres), generan comportamientos y actitudes que transforman las construcciones identitarias del sujeto.

La marca personal en las jóvenes-adolescentes no es solo un discurso feminista, sino que dichos sujetos están adoptando lógicas en el proceso publicitario.




abril 03, 2023

El análisis del discurso constituye uno de esos aprendizajes permanentes indispensables para reflexionar y comprender el mundo



Ángela María García Caballero y Bárbara Maricely Fierro Chong
«La competencia analítico-textual/discursiva: un aprendizaje permanente»

Atenas, vol. 1, n.º 37 (2017).

Atenas | Universidad de Matanzas «Camilo Cienfuegos» | Facultad de Educación | Matanzas | CUBA


Extracto de páginas 36 a 42 y 45 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




La actividad discursiva explicativa posibilita exponer los usos de los recursos que brinda la lengua en dependencia de la situación comunicativa en que se encuentre el hablante, integrando explicaciones sintácticas, semánticas y pragmáticas.

La actividad discursiva reflexiva no se limita a registrar que los textos/discursos indican algo, sino que establece el nexo entre lo que ellos sugieren y la posibilidad de que esa sugerencia se realice y también que pueda remitir a otra. En la interpretación, se trata de sacar a la luz los significados implícitos en el texto, tratar de extraer de la reflexión una significación que profundice por debajo de los significados superficiales y obvios presentados por la información acumulada a lo largo del proceso. En este sentido, Hernández y Alvarado consideran que: «esta cadena de relaciones permite al lector enfrentarse al significado; que se abre a una «semiosis ilimitada» en la cual cada significado remite a otro posible.

La reflexión implica abstracción, meditación, discernimiento, es un proceso en que el sujeto productor o interpretante, da nuevos significados a las ideas del texto/discurso, considera detenidamente el sentido que se actualiza, establece juicios probables a partir de la meditación sobre las señales o indicios, asume nuevas alternativas en el análisis, decide las acciones a seguir. La actividad discursiva valorativa resulta de vital importancia a partir de la consideración de que la valoración «constituye el punto culminante de cualquier tipo de análisis por su gran carga subjetiva, en correspondencia con cómo el sujeto productor o interpretante capte la significación social del mensaje». Representa el resultado de la influencia de una compleja integración de factores objetivos y subjetivos (necesidades, intereses, fines, conocimiento, experiencia precedente, ideales, concepción del mundo) que interactúan en la relación lector-texto-contexto-autor.

La valoración está en estrecha relación con los procesos afectivo-emocionales, pues ambos son la expresión de la significación de los objetos y fenómenos para el hombre y su actividad. La capacidad de expresar emocionalmente la relación valorativa del hombre con el mundo es solo un modo de manifestación de la interacción de la valoración y las emociones. «Por el vínculo que tienen las emociones y la valoración con el significado de fenómenos y objetos para el hombre, se acompañan mutuamente; esto es tan general, que puede decirse que donde hay valoración hay emociones».

La valoración se ocupa de la expresión lingüística de la actitud y la emoción. También las emociones pueden ampliar la función de valoración. La valoración incluye todos los usos evaluativos del lenguaje mediante los cuales los hablantes y escritores adoptan posturas de valor particulares y negocian estas posturas con sus interlocutores reales o potenciales.

La formación humanista de los estudiantes de la carrera Español-Literatura está muy relacionada con la necesidad de despertar emociones, el desarrollo de la sensibilidad y la espiritualidad en la interpretación y explicación de los procesos históricos, sociales y culturales en los que el estudiante interviene, con el desarrollo de un estilo de pensamiento y actuación en función de la transformación de la realidad.

En la enseñanza del análisis del discurso, en la formación de los estudiantes de la carrera Licenciatura en Educación Español-Literatura, es fundamental entrenarlos en la reflexión y valoración de los aspectos lingüístico, textual y contextual de la lengua:

Aspecto lingüístico: Reflexión acerca del sistema de la lengua, sus unidades y reglas de funcionamiento, el uso de los medios lingüísticos (reflexión sintáctica). Es a partir del análisis de los usos del lenguaje que el estudiante «descubre» la funcionalidad de las estructuras discursivas, se apropia de conceptos, asume modos de actuación y se familiariza con el metalenguaje indispensable para referirse a los códigos, formas elocutivas, medios léxicos y gramaticales, así como a los recursos estilísticos y retóricos que caracterizan el discurso.

Aspecto textual: Reflexión sobre las estructuras del discurso en los diferentes niveles, los valores semánticos de los cuales el texto es portador, del significado y el sentido que se actualiza en un texto específico (reflexión semántica), las inferencias que permitan hallar el significado literal y el sentido intencional de los enunciados a partir de un saber interiorizado (reflexión inferencial), los requerimientos estilísticos de las diferentes tipologías textuales, las variedades lingüísticas (reflexión estilística), los mecanismos que garantizan la coherencia y cohesión de los enunciados en los niveles de superficie, micro y macro del texto/discurso (reflexión construccional-textual), las estrategias de comunicación para iniciar, continuar, o finalizar el proceso de comunicación (reflexión estratégica).

Aspecto contextual: reflexión acerca de las relaciones de las estructuras del discurso con las propiedades del contexto, la adecuación de los medios lingüísticos a las necesidades de la comunicación, los modos de actuación lingüística y social (reflexión contextual), los diferentes tipos de discurso con arreglo a los principios de textualidad y enunciación (reflexión pragmática), la elección de un modo enunciativo, una modalidad de enunciación y modalidades de enunciado, en correspondencia con la relación que quiere establecer con su interlocutor, y la capacidad de modalizar su enunciado en función de su actitud hacia los contenidos denotados (reflexión modal), la fuerza ilocutiva que conllevan los enunciados [texto/discursos] cuando son utilizados en situaciones reales de comunicación (reflexión ilocutiva), la movilización de las palabras de otro para hacerlas funcionar en su propio discurso; o el reconocimiento en un texto/discurso dado de la presencia de fragmentos de otros (reflexión intertextual).


La ejecución de este conjunto de saberes en el análisis del discurso implica en lo procedimental, el desarrollo de habilidades analíticas: realizar inferencias, razonar deductivamente, evaluar ideas e hipótesis, desarrollar una actitud crítica y valorativa, así como un conjunto de acciones analíticas en su doble rol de emisor-receptor:

Inferir, deducir, inducir, razonar por analogía los contenidos pragmáticos y semánticos implícitos en la recepción o interpretación del texto/discurso, horadar en el sentido transitando por los diferentes niveles de análisis, elegir los patrones lingüísticos, modo enunciativo, modalidad de enunciación, modalidades de enunciados, fuerza ilocutiva, en función de la relación que se quiera establecer con el interlocutor en la producción de significados.

Describir y explicar los recursos estilísticos fonéticos, morfosintácticos y semánticos del texto/discurso, clasificar o construir un tipo de texto/discurso según su tipología, revelar las relaciones intratextuales e intertextuales.

Construir juicios evaluativos por medio de los cuales se valora el comportamiento de las personas y la apreciación, para establecer valoraciones estéticas y de otro tipo, de los textos/discursos.

En lo actitudinal implica el desarrollo de una cultura analítica indispensable para los procesos de comprensión y construcción, «una actitud de búsqueda, de establecimiento de relaciones, de pensamiento profundo, un estado de curiosidad que incentiva la lectura profunda y el análisis» y una actitud de valoración en dependencia del lugar del sujeto productor o interpretante en el marco de las relaciones sociales.

Solo son posibles la comprensión y la construcción de significados y sentidos mediados por el análisis y a su vez el análisis solo existe en la medida en que se realiza la comprensión y se concreta en la construcción de un nuevo texto.

Se coincide con Montaño en la consideración de la lectura como «proceso integral, interactivo y transaccional estrechamente relacionado con los procesos cognitivos de comprensión, análisis y construcción que realiza el emisor al producir un mensaje o el receptor para comprenderlo, que implican la producción de significados, asociados al componente afectivo-emocional», esenciales en la formación de los estudiantes de la carrera Español-Literatura.

La comprensión de lectura es un proceso en el cual el pensamiento y el lenguaje están involucrados en continuas transacciones», es un proceso de interacción entre pensamiento y lenguaje en el cual la comprensión es la construcción del significado del texto por parte del lector.

Desde el punto de vista del análisis del discurso, la lectura no solo muestra la capacidad del lector de comprender e interpretar mensajes, obtener información y aprender, sino también es base y estímulo del opinar y el valorar, del enjuiciar y contextualizar, del resignificar sus contenidos desde la experiencia individual y colectiva de toda una sociedad.

El lenguaje en tanto código, manifiesta, como todo sistema codificado, su semiosis a través de funciones básicas, y posee tanto carácter finito como leyes socialmente aceptadas, que regulan sus combinatorias y permiten la emergencia y organización de significados para la construcción de sentido.


Si en la comprensión el sujeto interpretante parte de la dimensión sintáctica, se apoya en la pragmática, para llegar a la semántica, lo hace a partir de la asunción de una posición de análisis reflexivo que permite el recorrido semasiológico de las tres dimensiones del texto/discurso por sus diferentes ciclos: sensoperceptual (percepción auditiva y visual, reconocimiento de las palabras y su significado en el contexto en que se significa), sintáctico (reconocimiento de las relaciones de las palabras, oraciones y segmentos o párrafos que integran el discurso) y semántico (comprensión de los significados del texto/discurso).

El proceso de análisis se realiza a partir de la unidad de contenido y forma del texto en relación con el contexto de significación, que explica la relación entre las dimensiones sintáctica, semántica, y pragmática de este, y hace posible demostrar la pertinencia de las estructuras lingüísticas en dependencia de la intención comunicativa y lo que quiere significar en un contexto dado.

Si en el proceso de construcción, parte de la dimensión semántica, tiene en cuenta la pragmática y construye sintácticamente el discurso; también lo hace a partir de la asunción de una posición de análisis reflexivo que permite el recorrido onomasiológico de las tres dimensiones del texto/discurso por sus diferentes ciclos: semántico (motivación, dominio del tema y organización de las ideas), sintáctico (selección de los medios comunicativos funcionales según el contexto/discurso, determinación del estilo funcional y la tipología textual) y sensoperceptual (percepción auditiva, y visual).

La construcción textual es un proceso de significación a partir de los conocimientos, las capacidades y las habilidades que el sujeto activa para comunicarse a través de discursos orales o escritos en los que se evidencia su personalidad y cultura, en contextos específicos, ante un receptor determinado y teniendo en cuenta las variables lingüísticas y estilísticas de conformación de esos discursos.

Se coincide con Montaño, en el papel que le concede al análisis en la relación dialéctica entre los procesos de lectura, comprensión, análisis y construcción, cuando expresa:

La reflexión o el análisis de la lengua podrán concebirse como un componente funcional al servicio de poder mejorar los niveles de comprensión y de construcción de significados, de textos de diversa naturaleza: procesos estos en los cuales la reflexión y el análisis actúan como mediadores desde los cuales se aporta y se profundiza en el sistema conceptual que servirá de soporte regulador de los disímiles usos y conductas verbales.


El contacto del lector con el texto/discurso facilita interactuar con una tipología específica que se inserta en un contexto inclusivo de las condiciones individuales y sociales en que se produce el proceso lector.

La riqueza de esa base cognoscitiva y de su experiencia lectora es la que justamente le permitirá al lector conectar su voz con la del autor y con las voces del texto/discurso en sí mismo para entrar en consonancia con ellas y optar por una de las vertientes de sentido construidas a partir de las múltiples relaciones textuales que se pueden suscitar en el proceso de lectura».


La integración de las relaciones lector-texto-contexto-autor y lectura-comprensión-construcción textual, se produce a través del análisis del discurso en su orientación semántica, sintáctica y pragmática. Al revelar la intencionalidad de lo que se dice y cómo se dice, el análisis repercute en la capacidad para comprender y construir significados y sentidos.

El análisis del discurso constituye el eje a través del cual el lector se pone en contacto con el entorno lingüístico, textual y contextual de los cuales depende el sentido de un discurso, en las condiciones de recepción, interpretación y producción de significados y sentidos. Posibilita el tránsito de la forma al contenido en la comprensión y del contenido a la forma que mejor expresa ese contenido según el contexto, en la construcción.


A partir de los postulados anteriores, se considera que la enseñanza del análisis del discurso debe orientarse hacia el desarrollo de la competencia analítico-textual/discursiva de los estudiantes de la carrera Licenciatura en Educación Español-Literatura como subcompetencia de la competencia comunicativa.




Conclusiones

La competencia analítico-textual/discursiva se refiere al proceso analítico de descripción, explicación, reflexión y valoración de los elementos y reglas que el sistema de una lengua ofrece para comprender y producir significados, que posibilita la selección adecuada de los patrones lingüísticos según sus características y funciones (texto), y las pautas discursivas que mejor sirven para cada finalidad (discurso), en correspondencia con el conjunto de conocimientos que el sujeto posee sobre el mundo, que ponen en funcionamiento el sistema de interpretación y evaluación del universo referencial que se manifiesta en el comportamiento.

En la formación de estudiantes de la carrera Licenciatura en Educación Español-Literatura, el desarrollo de la competencia analítico-textual/discursiva, implica no solo la apropiación de los contenidos socioculturales, lingüísticos y discursivos aplicables a su futuro desempeño, sino que pueda transferirlos a sus alumnos, mediante el desarrollo de sus competencias profesionales, lo que le permitirá reflexionar críticamente acerca de su práctica y recrearla en la dirección de un proceso educativo, formador de sujetos discursivos capaces de comprender, analizar y construir la significación de los procesos sociales y culturales en los cuales se insertan, para poder transformarlos.