febrero 27, 2018

Specific Rules #1 for Date of Publication (required) to Citing Entire Reports Vancouver Style: Multiple years of publication



For multiple years of publication, separate the first and last year of publication by a hyphen. Do not shorten the second of the two years to the last two digits.

2002-2003

1997-1998

1999-2000


If months are given, place them after the year. Use English names for months and abbreviate them using the first three letters.

1999 Oct-2000 Mar

2002 Dec-2003 Jan


Separate multiple months of publication by a hyphen.

2005 Jan-Feb

1999 Dec-2000 Jan


Separate multiple seasons by a hyphen; for example, Fall-Winter. Do not abbreviate names of seasons.



Según:

Citing Medicine: The NLM Style Guide for Authors, Editors, and Publishers [Internet]. 2nd edition. Chapter 4: Scientific and Technical Reports






febrero 06, 2018

Que savez-vous de Gutenberg, l'inventeur de la typographie moderne? | Marie-Aude Bonniel (@BonnielDuparc), @Le_Figaro @Figaro_Histoire




Le Figaro




« Le 3 février 1468 disparaissait Gutenberg. À cette occasion Le Figaro vous propose de tester vos connaissances sur cet illustre personnage dont l'invention a révolutionné la diffusion du savoir en Europe.


» L'inventeur de l'imprimerie: l'Histoire retient le nom d'un certain Gutenberg. Contrairement à l'idée répandue, ce n'est pas tout à fait exact. Gutenberg a repris les différents types de matériels existant et les a améliorés. Ces innovations majeures permettent de le considérer ainsi comme le pionnier de la technique donnant naissance à la prodigieuse invention de l'imprimerie.

» Grâce à l'invention de Gutenberg, des ateliers d'imprimeurs se multiplient à travers les grandes villes d'Europe: plus de mille imprimeries naissent entre les années 1450 et 1500. On estime que quinze à vingt millions de livres sont imprimés dès avant 1500. Cette révolution de l'imprimerie change profondément le contenu et la forme du livre. Absente des manuscrits une page de garde voit le jour: on y trouve le titre du livre, le nom de l'auteur. Ces livres sont imprimés en lettres gothiques et le plus souvent en latin langue commune aux gens lettrés.



» Une révolution culturelle

» L'Europe va découvrir cette technique révolutionnaire de reproduction des livres: c'est une nouvelle façon de véhiculer la pensée, le savoir et même la contestation. Très rapidement les pouvoirs publics tenteront de s'assurer le contrôle des imprimeries: dès François 1er l'ordonnance de Montpellier en 1537 organise le dépôt légal, une façon de contrôler des idées dissidentes mais également de conserver les ouvrages.

» Le livre devient un objet public dans les villes commerçantes et universitaires. Depuis on connaît l'essor et le succès des livres. Mais l'évolution technologique des métiers de l'imprimerie puis l'apparition du numérique ont entraîné d'immenses transformations. Pour marquer le 550e anniversaire du célèbre imprimeur, l'association Espace Européen Gutenberg lance ce 3 février: 2018, année Gutenberg. Tout au long de l'année des animations lui sont consacrées. Découvrez à travers notre quiz, Gutenberg et l'aventure de l'imprimerie. »





Pop Culture Typography | Isaac Moores








Diseño de una Tipografía digital de la A a la Z - Un curso de Juanjez



Juanjo López | Lettering & type design








«Discurso, poder e imaginario cultural: Análisis de los ensayos Las trampas de la desgracia y Ese país donde nunca estuvimos de Alexander Jiménez Matarrita»



Ronald Gerardo Hernández Campos
«Discurso, poder e imaginario cultural: Análisis de los ensayos Las trampas de la desgracia y Ese país donde nunca estuvimos de Alexander Jiménez Matarrita»

humanidades, vol. 8, n.º 1 (2018)

humanidades | Universidad de Costa Rica | San José de Costa Rica | COSTA RICA


Extracto de apartados en páginas 104 y 113 a 119 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Resumen

»Se analizan los ensayos Las trampas de la desgracia y Ese país donde nunca estuvimos (cultura y sociedad en Costa Rica, 1980-1995) de Alexander Jiménez Matarrita a partir de diferentes perspectivas: por un lado, se exponen las relaciones de ambos textos con la teoría del ensayo y las categorías del presente y del tiempo propuestas por Liliana Weinberg; por otro lado, se explican ambos ensayos en torno a los postulados teóricos de Michel Foucault y de Louis Althusser sobre los mecanismos de control-distribución del discurso y los aparatos ideológicos del Estado, respectivamente.



»Las trampas de la desgracia: Los mecanismos de control del dis-curso y los aparatos ideológicos del Estado

»En este ensayo Jiménez (1996) abre su exposición relacionando los medios de co-municación con algunos de los conceptos del entramado teórico de Foucault acerca de la vigilancia, la disciplina, el castigo; si se sigue el planteamiento de que el ensayo trasciende a su tiempo presente (el momento de la enunciación del texto) se puede llegar rápidamente a encontrar aún vigente el siguiente cuestionamiento del autor:

»Somos el producto de regímenes constituidos mediante artifi¬cios de poder y saber, ligados al manejo de la información sobre los cuerpos y las virtualidades del alma. En efecto, buena parte de los aparatos disciplinarios operan mediante miradas omnicomprensi¬vas. Verlo todo, saberlo todo, decirlo todo (Jiménez, 1996, p. 60)


»De acuerdo con el autor, entonces, se incluye como un “producto” de regímenes y sus mecanismos para mantener el poder, entre ellos los aparatos disciplinarios; además, el ensayo pone énfasis en el hecho de que dichos aparatos convierten en un “panóp¬tico” al Estado: lo ve y lo sabe todo, lo cual no precisamente está cargado de un sig¬nificado positivo, puesto que la disciplina opera para hacer que el pueblo obedezca.

»A partir del concepto de disciplina, en este texto se observa cómo la infor¬mación –entendida como los medios que se dedican a “informar”– surge en como piedra angular para el autor e inmediatamente de entrada les colo¬ca una connotación negativa: en concreto, los medios de comunicación (pe¬riódicos, noticieros, de acuerdo con Jiménez) son mecanismos de vigilancia y castigo, ya que cooperan con el “poder” siempre invisible y casi omnipresen¬te, según su interpretación; el yo discursivo del ensayo afirma que “las pan¬tallas y las planas de los diarios transforman las capacidades perceptivas de los sujetos. Actúan como factores de irrealidad o hiperrealidad necesaria se¬gún haya que enseñar o mostrar [cursivas añadidas]” (Jiménez, 1996, p. 60).

»En efecto, el acceso a la información que se divulga en los medios tiene poder sobre los sujetos. El texto apunta a la función que cumplen las noticias de sucesos dentro de la sociedad y del entramado del discurso periodístico nacional; el autor alude a varios ejemplos de cómo por el afán de “rememorar” lo ocurrido se toca un punto que se puede llamar ético, si se quiere, ya que como afirma el autor “la condición de nuestro periodismo, la de nuestros periodistas y la de nuestra sensibilidad. Sin duda, algo se descompone allí donde la desgracia íntima asume la realidad de un espectáculo [cursivas añadidas]” (p. 61). Para la voz del ensayo, la desgracia, que se supone es íntima, pertenece al ámbito de lo privado, es un elemento que se ve invadido, cosificado, por parte de los medios y su connotación de espectáculo es evidentemente negativa. Esta desgracia adquiere el matiz de expectación, ya no es propia de quien sufre el suceso, sino que es tomada para crear contenido infor¬mativo, no siempre aceptado por el público como válido en el ámbito periodístico.

»En este caso, se observa al medio de comunicación –el periódico, la noticia de sucesos– como un aparato ideológico porque está “contribuyendo” de cierta for¬ma a dar legitimidad al discurso del poder: la clase que se encarga de “recolec¬tar” y “distribuir” la información se acuerpa con el derecho de hacer saber a las demás clases el acontecer de la realidad ocurrida, lo que incluye por supuesto la noticia de sucesos; como dice el autor, para el resto de las personas se norma¬lizan este tipo de noticias. El ensayo hace hincapié en la manera en que exis¬te un cambio en la ética y estética de consumir los sucesos, la intimidad, por parte de los sujetos, ya que el consumidor de la noticia lo hace desde la visión indiferente del observador sin apelar por ello a su empatía y al respeto de la in-timidad de las personas que sufren, de acuerdo con lo propuesto en el ensayo.

»Se puede afirmar, además, que en el texto de Jiménez se ilustra la for¬ma en que el discurso periodístico encuentra las formas para construir su saber y sus rituales dentro de una sociedad a partir del ejemplo que el autor da acerca de la manera en que se relatan las noticias de sucesos:

»El modo de elaborar el discurso de la delincuencia común puede ilus¬trar tales mediaciones y su carácter de estabilizadores sociales. Los sectores populares aprenden a denunciar a quienes les son cerca¬nos. La peligrosidad social queda así reducida a un segmento que tie¬ne mala conciencia sobre sí mismo, a partir del manejo de un discur¬so administrado por las secciones de sucesos (Jiménez, 1996, p. 60).


»De acuerdo con el planteamiento de Jiménez, se sostendría entonces que el segmen¬to informativo denominado sucesos administra con sus propias reglas el discurso sobre diferentes noticias que entran dentro de esta categoría periodística; además de ello, el factor ético de dicho subgénero periodístico se encuentra anulado puesto que los sectores que denomina el ensayo como populares son objeto y no sujetos de tales noticias: forman parte del discurso administrado a las clases dominantes, a quienes los “miran de reojo” desde la comodidad del televisor o del periódico, me¬dios que critica Jiménez por publicitar el dolor ajeno como una forma de dominio.

»Asimismo, en Las trampas de la desgracia se afirma que existe un lugar de enuncia¬ción para los sujetos de las clases: los sectores “poderosos” se encuentran representa¬dos en las noticias de espectáculos, de económicos, de política, entre otros, mientras que los sectores que se podrían denominar populares, “dominados”, según el texto:

»Solo acceden a los espacios públicos a modo de material informa¬tivo en las secciones de Sucesos. Es paradójico. Quienes nunca ha¬bían aparecido en la pantalla o el papel aparecen cuando ya no es¬tán, cuando han dejado de habitar sus cuerpos. Quienes estaban al margen ocupan el centro de estas noticias. La intimidad parece es¬tar reservada a los hombres públicos y a las familias “honorables”, y la honorabilidad es una virtud reservada, desde finales del medioevo, a los sectores con poder económico (Jiménez, 1996, p. 62).


»En la cita anterior se evidencia que en efecto, los sectores que son dominados por las clases poderosas tienen un lugar en el discurso periodístico; sin em¬bargo, es un lugar de objeto, de contenido de noticias. Cabe destacar, además que el acceso al discurso por parte de los sujetos populares les quita su priva¬cidad, la intimidad, pues esta se reserva para hombres honorables que por lo descrito en el ensayo de Jiménez no son otros sino los que ostentan el poder económico. Otro punto con el que se relacionan el texto y la teoría es la per¬cepción en el imaginario cultural costarricense de las personas que sufren y cuyo dolor es expuesto en las notas de sucesos. Jiménez expone lo siguiente:

»Hasta hace pocos años, los sujetos creían tener derechos a sobrellevar el dolor y la desgracia con un cierto grado de intimidad, dignidad y dis¬creción. Como parte del proceso de frivolización colectiva que pade¬cemos, también los sufrimientos más profundos son divulgados como información negociable. Sin que nadie lo advirtiera, nos ha nacido una “intimidad de masas” cuyo rostro más visible son los espacios te¬levisivos en donde sujetos se confiesan, los unos a los otros, detalles afectivos, amorosos, familiares, que tradicionalmente se resolvían en ausencia de las cámaras. Sin embargo, la apertura del mercado de la des¬gracia no toca a todos los segmentos por igual (Jiménez, 1996, p. 63).


»En esta cita se puede apreciar que el subgénero periodístico denominado “sucesos” implica un posible mercado, según la voz del ensayo. Esto quiere decir que la sensi¬bilidad de quien es “víctima” de la desgracia se convierte en una fuente de ingresos, una “cosa” mercadeable, vendible, para un público que consume la información.

»En la cita anterior, además, se evidencian varias apreciaciones a partir de la experiencia del autor con los medios de comunicación y el uso de la informa¬ción que llevan a cabo. Para el autor, la frivolidad con que se televisan y se recuentan los sufrimientos y las desgracias de los otros (de los po¬bres, de los dominados, de las personas a quienes les ocurre una trage¬dia) les resta lo poco de dignidad y discreción que deberían recibir al menos.

»La intimidad de masas de la que habla el texto reafirma que los medios de comuni¬cación son un aparato ideológico del Estado porque, en el fondo, la visibilización de ciertos sucesos permite a la clase dominante construir una imagen del gran “otro” (los dominados) a quienes sí les ocurren desgracias. Aquí la connotación de la masi¬ficación también es negativa porque en la masa no hay solidaridad, sino frivolidad, es decir, el pensamiento masificado de la misma manera reprime lo que visibiliza.



»Ese país donde nunca estuvimos: Para una (de)construcción de la “cultura” y la “sociedad” costarricenses (1980-1995)

»En este otro texto, el autor propone una crítica y su interpretación de ciertos fe-nómenos culturales que persisten en el imaginario costarricense; no obstante, al parecer, la memoria del poder ha buscado la manera de borrarlos. El texto se interroga por el lugar del recuerdo hacia el que se dirigen los hechos relevantes (los años) de un país, a partir del intertexto de Funes el memorioso de Jorge Luis Borges, pero hace una apreciación opuesta:

»A diferencia de Funes, los políticos costarricenses tienen como oficio la desmemoria. Siempre han olvidado todo cada vez que se descu¬bren sobornos, financiamientos mafiosos, líos diplomáticos, desfal¬cos en los bancos. El talento del olvido lo tienen muy desarrollado. No saben, no recuerdan, no estaban nunca ahí (Jiménez, 1997, p. 163).


»En la cita anterior, la metáfora tomada de Borges sirve (con un efecto opuesto) para hacer hincapié en la “desmemoria” que persiste en la cultura costarricense, en su imaginario y, desde luego, en la clase política que domina el país y que cons¬truye una identidad que pretende homogenizar a todos los habitantes de la nación con el fin de que no salgan a la luz los crímenes que los diplomáticos cometen, mediante actos de corrupción que se esconden a través del olvido. El imaginario costarricense, de acuerdo con Jiménez, está construido a base de olvidos de los acontecimientos trascendentales, procesos de invisibilización de lugares y sujetos incómodos para el colectivo dominante, y de la mostración de Costa Rica como una marca país. Jiménez apunta y critica:

»Costa Rica es, pues, un nombre tramposo. Aquí lo real acontece le¬jos de las costas, y estas fueron perdiendo poco a poco sus riquezas. Sin embargo, alrededor del nombre de la Patria se ha configurado un discurso que despliega y sostiene estructuras de percepción, valora¬ción y racionalidad, de una gran rentabilidad política (1997, p. 162).


»En esta cita se confirma que el imaginario costarricense ignora conscientemente todo lo que está fuera de la Gran Área Metropolitana, para la época en la que escribe el ensayo el autor. Sin embargo, aquí cabe preguntarse nuevamente por la categoría del presente en los textos ensayísticos, y la respuesta no dejaría de apuntar a que esta visión sesgada de lo nacional. Incluso en el texto se hace referencia a la búsque¬da de los costarricenses por borrar a los sujetos que son la otredad (mujeres, niños, negros, indígenas, homosexuales) para la clase dominante (hombres, “blancos”, “heterosexuales”, productores de riqueza). Jiménez es tajante en su afirmación:

»La sociedad y la cultura costarricenses son básicamente ladinas. Esto quie¬re decir que la identidad social de sus capas medias está construida desde elementos imaginarios que les hacen creer que son sin mezcla, que aquí la sangre hispana marca la diferencia, que no son parte de un proceso por el que han pasado la mayoría de los pueblos profundos de América Latina (p. 164).


»Para el costarricense, siguiendo la línea de pensamiento del filósofo Jimé¬nez Matarrita, la identidad social, su imaginario, dista demasiado del mes¬tizaje, de la diversidad: al ser sin mezcla, la pureza representada en la paz, en las celebraciones que se alejan de la parafernalia militar de las nacio¬nes centroamericanas, se marca la “diferencia” entre los ticos y los otros. De hecho, esta consideración también es criticada por Alexander Jiménez:

»Para los costarricenses, los pueblos de Centroamérica son siem¬pre lo otro, aquello con lo cual no se nos puede confundir, aque¬llo donde se origina buena parte de los males. En los estadios de fútbol, en los asesinatos y robos cotidianos, en los posibles proyec¬tos políticos y económicos comunes, el resto de los centroameri¬canos no merecen nunca la oportunidad de la inocencia (p. 162).


»El gran otro que representan los pueblos extranjeros para el costarricense, de acuerdo con el texto de Jiménez, se observa de reojo sin identificarse con este: el costarricense no es belicoso como ellos, porque se olvida de las revueltas y de los conflictos armados en los que ha participado (guerra de 1948, campaña de 1856, por citar algunos importantes) que han sido la forma de zanjar las bases de ese discurso pacífico que domina el imaginario en el país.

»Asimismo, la no identificación con el otro centroamericano le da legitimidad a la carga semántica de “pureza, blancura e inocencia” con que se publicita la identidad costarricense porque al ser más hispanos, ladinos, los ticos son más “civilizados”, lo cual, discursivamente, es un artificio, es una construcción y no precisamente es cierta.



»Conclusiones

»Se ha visto en este trabajo que la ideología dominante en el imagina¬rio costarricense ha decantado en la construcción de una identidad que se publicita como estática en el tiempo. Jiménez Matarrita argumen¬ta con ejemplos de la cotidianeidad de la época en la que enuncia sus textos.

»El filósofo toma como base para criticar el pensamiento y el imaginario cultural cos-tarricenses los olvidos de la política y las noticias de sucesos; de esta manera invita a reflexionar al lector sobre cómo el poder y las clases dominantes del país han buscado la forma de invisibilizar sujetos, reafirmar a las clases poderosas a través de los me¬dios de comunicación, olvidar hechos relevantes que atañen al “tico” y controlar a las masas por medio del dolor y la negación de la intimidad de los individuos. De esta manera, además, se cumple que estos ensayos de Jiménez continúan siendo vigen¬tes, mientras se siga observando en la cotidianidad lo ya criticado por el ensayista.»






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Always give the year of publication.

Convert roman numerals to arabic numbers. For example: MM to 2000.

Include the month of publication, if desired, after the year, such as 2004 May.

Use English names for months and abbreviate them to the first three letters, such as Jan.

End date information with a period.


Según:

Citing Medicine: The NLM Style Guide for Authors, Editors, and Publishers [Internet]. 2nd edition. Chapter 4: Scientific and Technical Reports






febrero 02, 2018

«“Cuando yo era niña”: desplazamientos enunciativos en la canción de cuna de una cristiana cautiva»



Marina Di Marco de Grossi
«“Cuando yo era niña”: desplazamientos enunciativos en la canción de cuna de una cristiana cautiva»

Revista de Cancioneros Impresos y Manuscritos (RCIM), n.º 7 (2018)

Revista de Cancioneros Impresos y Manuscritos (RCIM) | Universitat d’Alacant | Departament de Filologia Catalana | Alicante | ESPAÑA


Extracto de páginas 52-57 y 62-63 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Esta canción fue recopilada por Francisco Rodríguez Marín (en Cantos populares españoles, 1883) y Fernando Llorca (en Lo que cantan los niños, 1931). En la versión de su primer recopilador, este la introduce, dentro de una sección de nanas, con una breve presentación:

»Siguen dos canciones de cuna, recogidas en Simancas por la hija mayor de mi ilustrado amigo Murguía, canciones que él, con su acostumbrada bondad, me ha remitido, y que no quiero dar á conocer sin extractar la explicación que las acompañaba.

»“Entrambas se cantan á dos voces, una que contesta á la otra. El origen de esta especie de diálogo no lo adivino, á no ser que sean imitación de ciertos dramas litúrgicos, parecidos al que todavía se conserva (en cierto modo) en las funciones de Semana Santa en Santiago (Rodríguez Marín 1883: 9).

»Fernando Llorca retoma la presentación conjunta de las dos composiciones recopiladas por Rodríguez Marín, aclarando que tanto “Cuando yo era niña” como el poema “Idilio”, que la acompaña en ambas ocasiones, “son á dos voces: una que contesta á la otra” (1931: 24).

»Mientras que Rodríguez Marín anuncia el primer poema diciendo que “un rey moro tenía una cautiva cristiana” y que esta “cantaba, mientras dormía un niño” (1883: 10), Llorca lo hace con las siguientes palabras: “Un rey moro y una cristiana cautiva que está acunando a la hija del rey” (1931: 24). Como veremos, esta diferencia presentará significativos cambios en la interpretación de cada versión impresa de la nana. A continuación, reproducimos íntegramente la transcripción realizada por Rodríguez Marín (1883: 10):


»1.ª Voz. Cuando yo era niña,
Al campo salía
tras las mariposas;
cual ellas corría.
Cuando yo era niña,
por el campo andaba
tras las mariposas;
cual ellas volaba.
Por el campo fui,
rosales sembré,
espinas cogí.
¡Ea, ea, ea!
Que no soy tan fea;
y si lo soy, si lo soy, que lo sea.
¡Eh, eh, eh!
Si soy fea, ¿qué le importa á usté?
Duérmete, niño,
duérmete.
(El rey, que estaba escuchando, contesta:)
2.ª Voz. Te quiero, niña mía;
Te quiero, duerme,
más que a las flores que nacen
en el campo y el viento mueve.
Más que al arroyo
del prado verde
te quiero, niña mía;
duerme.
Quiéreme, sí;
como á las flores
te quiero á ti.
Duerme tranquila;
duérmete, sí;
como al arroyo
te quiero á ti.
1.ª Voz. Nazarena soy,
nazarena fui;
si soy nazarena,
no soy para ti.
Al run, run, mi vida.
Así dormía su Niño
Santa María.
Y al ron, ron, (¿á la-ro-ro?)
Dormía la Virgen
al Niño-Dios.
Allá arriba en el monte Calvario,
matitas de oliva, matitas de olor,
restañaban la sangre de Cristo
cuatro gilgueritos y un ruiseñor.
Nazarena soy, etc.


»Al leer las acotaciones paratextuales de Rodríguez Marín, y con solo mirar el poema, resulta sencillo afirmar que “Cuando yo era niña” constituye una nana peculiar. De hecho, pertenece a un conjunto de canciones de cuna que —en vez de seguir la estructura más habitual de una voz arrulladora—, se permite la introducción de dos voces, que establecen un diálogo.

»En este caso, es el paratexto del recopilador el que determina qué voz pronuncia cada verso. En general, las divergencias entre Rodríguez Marín y Llorca son significativas, y en este punto llegan a revestir distinciones semánticas —pues la edición de Llorca evidencia una mayor especificación respecto de los papeles enunciativos—: mientras que Rodríguez Marín pone acotaciones entre paréntesis y en bastardilla, y nombra a las voces como “Primera voz” y “Segunda voz”, Llorca no duda en denominar a la primera voz “la cautiva”, y a la segunda, “el rey”. La primera voz es eminentemente emotiva (McDowell 1977) y expresa en un lenguaje simbólico los elementos que envolvieron la situación de cautiverio.

»Encontramos aquí el tópico “collige, virgo, rosas”, pero semánticamente superpuesto con el advenimiento de otros dos: el “tempus fugit”, encarnado a través de la frustración que conlleva la captura, y el “in illo tempore”. En este último resuena el mito de la infancia como edad dorada, a través del verso “Cuando yo era niña”, que funcionará, por medio de un proceso anafórico, como leitmotiv.

»Además, aquí se plantea una fiel representación del tópico medieval de la cristiana cautiva, por cuanto recoge una imagen presente —ya con el mismo contenido simbólico— en el Romance de Moriana. Tomamos la versión que recoge Menéndez Pidal en Flor nueva de romances viejos, con el título de “Moriana cautiva”:


»Moriana en un castillo
con ese moro Galván
jugando estaba a las tablas
por mayor placer tomar.
Cada vez que el moro pierde
bien perdía una ciudad;
cuando Moriana pierde
la mano le da a besar;
del placer que el moro toma,
adormecido se ha.
Tendió la vista Moriana,
caballero vio asomar;
llorando viene y gimiendo
palabras de gran pesar:
―¡Arriba, canes, arriba,
que mala rabia os mate!;
en jueves matáis el puerco
y en viernes coméis la carne.
¡Ay, que hoy hace los siete años
que ando por aquestos valles,
trayendo los pies descalzos,
las uñas corriendo sangre,
buscando triste a Moriana,
la hija del emperante!;
cautiváronla los moros
la mañana de San Juan,
cogiendo rosas y flores
en las huertas de su padre.
Bien lo conoce Moriana,
con alegría y pesar;
lágrimas de los sus ojos
en la faz del moro dan.
Con pavor recordó el moro
y comenzara a hablar:
―¿Qué es esto, señora?
¿Quién vos ha hecho pesar?
Si os enojaron mis moros,
luego los haré matar;
o si las vuestras doncellas,
harélas bien castigar;
y si pesar los cristianos,
yo los iré conquistar (Menéndez Pidal 2008: 194-195).


»Tanto en esta obra como en la canción de cuna recopilada por Llorca y por Rodríguez Marín, la configuración del espacio se revela como un elemento fundamental. Ambos poemas hacen alusión a un espacio exterior —el huerto o el campo—, en el cual la naturaleza se dejaba embellecer —siempre en el recuerdo— por la mano de la doncella.

»Pero, al contrario de lo que ocurre con Moriana —pues “el jardín y la dama se reflejan el uno en la otra en cuanto a que ambos son tierra separada y cultivada, distinta de los campos abiertos” (Augspach 2005-2006: 132)—, ya en la evocación del recuerdo feliz, la primera voz de la nana “Cuando yo era niña” se tiñe del tono melancólico: el mal está presente desde el principio, incluso en esa edad dorada:

»“Por el campo fui, / rosales sembré, / espinas cogí”. El campo abierto, desde esta perspectiva contrastiva con el jardín, conlleva una carga de transgresión, o quizás de pertenencia a una clase social alejada de la nobleza, dado que, al no constituir un espacio controlado, no resulta propio de una dama.

»Por ello, el ámbito idílico planteado por el jugueteo con las mariposas cobra una carga de menor inocencia e introduce una cruda realidad, vinculada con el primer verso. En él se desarrolla una proposición circunstancial de tiempo con verbo en pretérito imperfecto (“Cuando yo era niña”), y este in illo tempore representa en la actualidad de la enunciación ficcional del poema una tragedia: el yo lírico, por las experiencias que ha vivido, ya no es una niña.

»Sin embargo, aquí vemos cómo la asimetría niño/adulto (Carli 2006; Montes 2001), en el subgénero de la canción de cuna, termina en algunos casos por desdibujarse. Aquí, para el locutor adulto —o en este caso, adulto precoz—, la memoria funciona como catalizador de un proceso por el cual —contemplando la dificultad del niño para dormir y, en última instancia, el propio miedo a la muerte—identifica su lejana infancia con la del alocutario. El niño-confidente propuesto por Daiken se corporiza aquí como un confidente-espejo, en el cual el hablante, en la expresión catártica de su interioridad, se ve reflejado.

»Luego, en “Cuando yo era niña”, el encuentro con la otredad, generado a partir de este viaje al que la primera voz lírica se vio forzada (“ea, ea, ea, que no soy tan fea […] / si soy fea, ¿qué le importa a usté?”) hace que la enunciadora se reconozca a sí misma como diferente, y que sus parámetros de belleza con respecto a su autoimagen se vean modificados.

»La pérdida de la belleza no es percibida solo como una consecuencia del paso del tiempo, del abandono —quizás precoz— de la niñez, sino como la lógica alteración en la concepción estética que genera el encuentro con lo otro. A nivel cultural, pero también a nivel perceptivo y emocional, el cruce forzado de una cultura hacia la otra repercute en el individuo, y en el presente poema llega incluso a generar confusión en la forma de tratamiento que el enunciador elige para el enunciatario del poema. Comparemos, por tomar el caso, estas dos apelaciones al niño: “¿qué le importa á usté?”, “Duérmete, niño, / duérmete”, que varían de modo arbitrario entre el uso del “usted” y el del “tú” tácito.

»A continuación, se introduce la segunda voz, que parecería en principio agotar ciertas fórmulas habituales en las canciones de cuna, como el vocativo con posesivo —“niño mío” (Rodríguez Marín) o “niña mía” (Llorca)— y las promesas de cariño (Daiken 1959). Sin embargo, hay una diferencia entre los recopiladores, que nos lleva indefectiblemente a pensar que nos encontramos ante un caso de lo que podríamos denominar “hipercorrección paratextual”, por parte de Fernando Llorca, y que abre una brecha de significado entre ambas versiones.


»[...]


»Hemos desarrollado, a lo largo de este trabajo, la problemática que se desprende del análisis enunciativo de la canción de cuna “Cuando yo era niña”, en relación con el género en el que se enmarca, en contraste con el tópico medieval de la cristina cautiva, y tenido en cuenta la postura editorial adoptada por los sucesivos recopiladores.

»Como vemos, la corrección que —voluntariamente o no— realiza Llorca respecto del paratexto acarrea sobre la interpretación de “Cuando yo era niña” cuatro consecuencias negativas. Por un lado, no llega a abarcar el sentido complejo de la obra, dado que, entre otras cosas, choca con la respuesta de la cristiana.

»En efecto, si el rey no le ha hablado a ella, sino que lo único que ha hecho es repetir fórmulas — tradicionales y vacías— para dormir a su hija, ¿por qué la cristiana diría, en su última intervención del primer poema: “Si soy nazarena, no soy para ti”? En segundo lugar, en razón de las variaciones aplicadas por este segundo editor, “Cuando yo era niña” no logra establecer una relación plena con el Idilio que le sigue.

»En tercer lugar, en la versión de Rodríguez Marín —la más cercana a la transmitida por el testigo, Murguía— se deja entrever como nuevo género el requiebro. Con él, el rey moro interrumpe el canto de la cristina hacia un niño cuya identidad resulta desconocida y, por lo tanto — según han establecido los tamices del tiempo y de la voluntad de los transcriptores—, de poca importancia para la interpretación de la obra.

»Con la variación propuesta por Llorca, que da señas concretas respecto del bebé, se pierde esta riqueza interdiscursiva, pues no hay atisbos de requiebro en la pragmática intrínseca al poema “Cuando yo era niña”, ni relación alguna con el requerimiento amoroso del Idilio. Por último, en la versión de Llorca —y en razón de cambios, en apariencia, tan insignificantes—, el poema se desliga de toda una tradición medieval que envuelve al tópico de la cristiana cautiva: el mitema de la traición a la propia cultura, que parte de la posibilidad de una relación amorosa con el otro, y que plantea el eje dual pecado / redención, a través del mecanismo narrativo de la anagnórisis.

»Se da entonces, en esta canción de cuna, un desdoblamiento, tanto de la representación del alocutario —niño indefinido, o niña hija del rey— como de la representación de quienes lo está acunando. Respecto de esta última, la ambigüedad que se genera entre el requiebro amoroso, la emotividad catártica y la funcionalidad implícita al contexto de enunciación —inherente a la canción de cuna— convierten a este texto en una obra rica en significados. En ella, el encuentro con la otredad, que fue generado por el viaje de cautiverio, lleva a una resignificación de las tradiciones de cada voz lírica, con resonancias —más o menos complejas, según la versión— a la tradición lírica heredada de la Edad Media.

»Vinculando estos tópicos a la luz de un análisis semántico y cultural del final del poema, podemos arribar a una observación fundamental. La voz perteneciente a la cristiana cautiva define su propia identidad en base a la de Jesús: no es ya cristiana, sino “nazarena”. Esta definición conlleva una preceptiva explícita y una implícita. La explícita —siempre siguiendo la versión de Rodríguez Marín, hechas las salvedades acerca de la hipercorrección de Llorca— gira en torno a la negación de la propuesta del rey moro en su requiebro.

»Sin embargo, desde la preceptiva implícita, la cristiana cautiva siente la necesidad de transmitir las creencias propias, asumiendo tanto el imaginario como los cantos pertenecientes a su cultura, pues Rodríguez Marín (1883: 10) identifica los últimos cuatro versos con los que aparecen en Cuentos y poesías populares andaluces de Fernán Caballero. Así, la canción de cuna, a través del viaje, se transforma en un modo de intercambio cultural que permite expresar, en la emotividad de una sola mujer, la cosmovisión de todo un pueblo.»





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Rome: [publisher unknown]; 1971.



Según:

Citing Medicine: The NLM Style Guide for Authors, Editors, and Publishers [Internet]. 2nd edition. Chapter 4: Scientific and Technical Reports


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febrero 01, 2018

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Monahan C, Szpur MV, Evans M, Craik D, Kubale MG, Maloney MM. Focus on Children community planning manual: needs assessment and health planning for children, including children with special health care needs. Rev. ed. Chicago: University of Illinois at Chicago, Division of Specialized Care for Children; 1996 Oct. 136 p. Grant No.: DHHS/PHS/HRSA MCJ-175005. Joint publication of the Division of Family Health, Illinois Department of Public Health, Springfield.


End publisher information with a semicolon.



Según:

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