septiembre 26, 2022

La evolución de los conocimientos lingüísticos se activa cuando el comportamiento en curso encuentra un obstáculo (de comprensión o de expresión) y el sujeto decide prestar atención especial a la tarea que realiza



Carmen Rodríguez Gonzalo
«La enseñanza de la gramática: las relaciones entre la reflexión y el uso lingüístico»

Revista Iberoamericana de Educación (RIE), n.º 59, mayo-agosto / maio-agosto de 2012. Monográfico «Didáctica de la Lengua y la Literatura / Didática da Língua e a Literatura», coord. por Felipe Zayas Hernando

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Extracto del apartado 3 del artículo en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.


«Es necesario un papel activo del estudiante, lo que implica considerar la interacción en el aula, el trabajo cooperativo y la composición escrita como instrumentos indispensables en el aprendizaje».




«El conocimiento de la lengua que manifestamos los hablantes comprende desde las manipulaciones inherentes al uso lingüístico en sus distintos grados de elaboración (de lo espontáneo a lo formal), hasta el conocimiento formulado mediante un metalenguaje. Este conocimiento es posible porque, como decía Benveniste (1974, p. 35), los hablantes tenemos la facultad (metalingüística) de distanciarnos de la lengua y de contemplarla mientras la usamos en la actividad comunicativa. Así, encontramos usos metalingüísticos tanto en situaciones cotidianas (“He dicho ‘pana’ y no ‘gana’”; “¿Con cuántas ‘tes’ se escribe write?”; “Es tonto con todas las letras”) como en los usos especializados de gramáticos y lingüistas. Son usos que muestran cómo la capacidad simbolizadora del lenguaje alcanza al lenguaje mismo.

»En relación con la actividad metalingüística de los hablantes, Culioli (1990) diferencia varios niveles:

»• La actividad epilingüística, no consciente, que se manifestaría, por ejemplo, en ajustes gramaticales como “un análisis” en lugar de “*una análisis”, o en elecciones entre “Yo propondría poner fruta / algo de fruta” o “El paisaje es formidable / extraordinario”.

»• La actividad consciente, no verbalizada por el hablante pero observable en su control del uso lingüístico.

»• La actividad consciente que el hablante verbaliza en lenguaje cotidiano.

»• La actividad metalingüística sistematizada en modelos formales y con términos técnicos.


»Estos niveles permiten dar cuenta de la diversidad del saber lingüístico, que comienza en la conciencia del ser humano como ser hablante y se plantea como un continuo: es epilingüístico antes de ser metalingüístico, es decir, representado, construido y manipulado con ayuda de un metalenguaje. Cada uno de estos saberes tiene una relativa autonomía y múltiples interacciones. Auroux (1989, p. 18 y ss.) destaca la importancia de la escritura, cuya aparición siempre supone un proceso de objetivación del lenguaje, es decir, de representación metalingüística que requiere de técnicas autónomas y completamente artificiales, y que da lugar a los primeros oficios del lenguaje en la historia de la humanidad y, verosímilmente, a la tradición pedagógica.

»Para la didáctica de la lengua esta diferencia entre los tipos de actividad metalingüística de los hablantes tiene una enorme importancia, como pone de manifiesto Camps (2000a, p. 104 y ss.), porque fundamenta el planteamiento de que el uso y la reflexión sobre el uso forman parte de un continuum con múltiples relaciones, observables en hablantes de todas las edades, escolares o adultas, de la actividad implícita (epilingüística, según Culioli) a los diferentes tipos de actividad explícita.

»Los estudios psicolingüísticos, por su parte, nos aportan la consideración de la actividad metalingüística del sujeto desde el punto de vista de la cognición sobre el lenguaje, como parte integrante de su actividad cognitiva general. Muestran así vías de acceso a la actividad y al conocimiento metalingüístico. Gombert (1990), basándose en el modelo desarrollado por Karmiloff-Smith en los años ochenta, considera la actividad metalingüística como el motor en la evolución de los conocimientos lingüísticos del niño, ya que se activa solo cuando el comportamiento lingüístico en curso encuentra un obstáculo (de comprensión o de expresión) y el sujeto decide prestar atención especial a la tarea que realiza.

»También Bialystok (1991 y 1994), desde la perspectiva de la adquisición, plantea que, tanto en primeras como en segundas lenguas, intervienen dos procesos cognitivos: el análisis del conocimiento y el control del proceso, que tienen diferente peso según cada tarea o uso lingüístico. De la relación entre ambos resulta la actuación consciente: la competencia aumenta según las representaciones se vuelven más explícitas y el control atencional más selectivo. No obstante, el aprendizaje de primeras y segundas es inevitablemente diferente ya que parte de representaciones mentales diferentes.

»El análisis es el proceso por el que las representaciones mentales vinculadas al significado (al conocimiento del mundo, en general) se reorganizan en representaciones explícitas sobre estructuras formales. Este proceso subyace a la experiencia fenomenológica y permite convertir en explícito el conocimiento implícito. El grado de explicitud es así una muestra del nivel de organización de una representación mental. En los usos lingüísticos, por ejemplo, la conversación no requiere de representaciones formalizadas como ocurre en la conexión entre sonidos y letras en el lenguaje escrito, o en la lectura. Es decir, se requiere un mayor nivel de análisis en las habilidades escritas que en los usos orales del lenguaje.

»Por su parte, el control es un proceso que se desarrolla en tiempo real y que permite focalizar la atención en representaciones –o en aspectos de las mismas– relevantes para propósitos determinados. Su necesidad se hace evidente en situaciones que permiten representaciones alternativas, como cuando hay un conflicto de interpretación o una situación de ambigüedad. Por ejemplo, en la lectura, en estadios iniciales, el control se alterna entre las formas y los significados, entre las palabras y las oraciones. Cuando escuchamos, sin embargo, nuestra atención se centra en el significado y los problemas de atención selectiva rara vez se presentan. El hecho de que el control se desarrolle en tiempo real está en la base de la fluidez o la automatización de algunos usos lingüísticos. Un problema que requiere menor atención, o menor selección de hacia dónde dirigir la atención, es un problema que puede ser resuelto con mayor fluidez o más automáticamente. Según se desarrolle el control, los aprendices son más capaces de realizar sus intenciones y de dirigir su actuación.

»Los usos metalingüísticos son muy variados pero en todos los casos se trata de usos centrados en el lenguaje o en su estructura, que requieren niveles relativamente altos tanto de análisis como de control, o bien de ambos.

»Basándose en este equilibrio entre actividad lingüística de control y actividad lingüística de análisis, Bialystok apunta la necesaria complementariedad de las dos en la enseñanza de la lengua: carece de sentido, a su juicio, una propuesta de enseñanza que se oriente solo al control funcional de la lengua sin tener en cuenta la función analítica que interviene en el uso y, a la inversa, también carece de sentido promover únicamente actividades analíticas, de reflexión gramatical sobre la lengua, que no surjan de los usos discursivos en los que el control referencial tiene un peso importante (Guasch, 1995, p. 122).

»La investigación sobre los procesos cognitivos implicados en la actividad de escribir ofrece una visión complementaria a la tesis de Bialystok. El modelo de proceso de composición escrita más divulgado, el de Hayes y Flower, proponía la existencia de un mecanismo de control que monitoriza la producción textual de manera global y cuya función es dirigir la secuencia del proceso de redacción y permitir la toma de decisiones, por ejemplo, en qué momento se puede considerar acabado un determinado subproceso, cuándo hace falta una revisión parcial porque se percibe un desajuste, etc. Este mecanismo de control forma parte de un modelo que consta de tres componentes fundamentales: la memoria a largo plazo del escritor, que incluye el conocimiento sobre los temas, sobre imágenes de posibles receptores y sobre esquemas textuales y géneros; el entorno de la tarea o contexto de producción, que hace referencia a todos aquellos factores que influyen en la tarea de la escritura y están fuera del propio escritor; y el proceso propiamente dicho, de naturaleza recursiva y no lineal, en el que intervienen las operaciones cognitivas de planificación, traducción o textualización y revisión.

»Muchos investigadores han incidido en la importancia capital de la revisión en los diferentes modelos del proceso de escritura (Barlett, 1982; Bereiter y Scardamalia, 1987; Camps, 1994; Horning y Becker, 2006), ya que caracteriza de manera especial la composición escrita y la diferencia de la oralidad. Sea cual fuere el modelo, además, la revisión se diferencia de la generación del texto porque implica procesos explícitos de comparación, generalmente entre algún fragmento (una palabra, una frase, una oración, un párrafo, etc.) y la representación del escritor sobre el texto. Estos procesos pueden conducir o no a la modificación del mismo, pero siempre implican una constante evaluación por parte del escritor. En muchas ocasiones, la revisión exige conocimientos sobre la lengua que posiblemente no aparecen a niveles demasiado explícitos en la conciencia de los aprendices. Por ello, estos no pueden realizar la operación de revisión de forma satisfactoria: detectan inadecuaciones del texto, pero no pueden explicar las causas ni resolver el problema. En la mayoría de los casos los aprendices realizan revisiones en niveles superficiales del texto (modificaciones léxicas, cambios ortográficos...), que no afectan a la globalidad del texto ni a aspectos contextuales (relación con la audiencia, por ejemplo).

»Bartlett (1982, p. 345) estudia el proceso de revisión con el objetivo de determinar las dificultades que este puede suponer para los estudiantes. Según esta autora, la revisión es un proceso que implica los subprocesos de detección e identificación de problemas así como el dominio de estrategias de corrección. Se diferencia de la producción del primer borrador porque se realiza a partir de un texto ya existente y ha de poder integrarse en ese entorno. Además, la revisión responde a la conciencia (vaga o explícita) de que algo es erróneo, o al menos mejorable, en el texto existente. Esto sugiere que las habilidades y los conocimientos necesarios para realizar el primer borrador de un escrito no son los mismos que los requeridos para revisar un texto. Es evidente, concluye la autora, que la revisión es un complejo y difícil proceso, diferente de la generación del primer borrador tanto en sus demandas como en su desarrollo.

»Bereiter y Scardamalia (1987, pp. 266 y ss.) consideran que durante la revisión interactúan diversos procesos cognitivos y proponen un modelo con tres componentes: comparar, diagnosticar y operar (cdo). Cuando el mecanismo de comparar detecta algún desajuste, la atención pasa a la operación de diagnosticar, lo que implica buscar las causas del desajuste en el texto y en los conocimientos almacenados en la memoria a largo plazo del escritor. A partir de ahí, la fase de operar ofrece dos posibilidades: elegir una táctica de intervención (cambiar palabras, suprimir o añadir elementos) y generar un cambio en el texto, o no modificar el texto y salir del proceso. Los cambios en el texto implican siempre cambios en la representación que el escritor se hace del mismo. Este proceso de comparar, diagnosticar y operar puede realizarse, asimismo, sobre elementos pre-textuales, es decir, durante la planificación del texto, sobre aquello que se pretende escribir. Los autores consideran, por último, que los alumnos no son capaces por sí mismos de realizar este proceso, por lo que resulta necesario enseñarlo, creando las condiciones adecuadas.

»Según Camps (1994, p. 89), las investigaciones sobre revisión basadas en los modelos cognitivos del proceso de composición escrita han mostrado la complejidad de las operaciones implicadas al revisar un texto y han aportado una nueva visión de este proceso centrada en tres aspectos: su recursividad, ya que la revisión aparece en momentos y niveles diferentes de la producción; su carácter de proceso que implica evaluación y que no siempre concluye con cambios en el texto; y la posibilidad de revisión de elementos pre-textuales.

»Los estudios de la psicología cognitiva sobre la escritura muestran la complejidad de los procesos implicados en ella y la importancia de la revisión como operación que desarrolla la capacidad metalingüística de los aprendices. Para ello, se han de crear las condiciones de enseñanza que permitan a los estudiantes aprender a revisar sus textos, no solo en niveles superficiales».






«Done sus SMS a la ciencia» (Proyecto sud4scienceLR: corpus 88milSMS)


Renée Kantor, ABC (@ABC_Cultural), 6 de abril de 2015.


Rachel Panckhurst, líder del proyecto: «Digamos que encarno la contradicción de quien considera que este universo es muy rico y creativo, pero en su uso personal evita introducir cualquier signo que pueda ser percibido como un eventual error gramatical».




«Allí donde un padre ve aislamiento y distancia, o un maestro cree reconocer el desmoronamiento del lenguaje escrito, los lingüistas encuentran riqueza, creatividad y lazos afectivos. La neozelandesa Rachel Panckhurst, profesora adjunta de Lingüística Computacional en la Universidad Paul-Valéry Montpellier III, encabeza, junto con un equipo de investigadores (los lingüistas Claudine Moïse, Catherine Détrie y Bertrand Verine y los informáticos Mathieu Roche y Cédric Lopez), el proyecto sud4scienceLR (http://www.sud4science.org/): recopilaron, durante los tres meses del otoño de 2011, alrededor de noventa mil mensajes de texto que hoy conforman el corpus 88milSMS (http://88milsms.hu-ma-num.fr/). Lo hicieron bajo el eslogan “Done sus SMS a la ciencia”. Un proyecto internacional iniciado en Bélgica, en 2004, por Cédrick Fairon. En total, 424 personas enviaron un promedio de 209 SMS por persona. Pero era sólo el principio.

»La originalidad de este proyecto es su modo de recopilación: después de inscribirse, de recibir la garantía de que se respetaría el anonimato y de obtener el consentimiento legal, y con la consigna de enviar SMS escritos exclusivamente en francés (hubo algunas transgresiones a esta cláusula), los participantes mandaron simultáneamente el mensaje a su destinatario y a los investigadores, que los recibieron en una línea telefónica habilitada para su posterior análisis. Tres años después, Rachel Panckhurst recibe a ABC Cultural para explicar el interés y la importancia de esta investigación.


»Hasta hace poco decíamos que los jóvenes no escribían, y hoy se dice que lo hacen pero no del modo correcto. ¿Cuál es la realidad?

»Creo que los lingüistas han reaccionado tardíamente a la idea de hacer de este universo un área de estudio. Cuando yo explico a la gente que estudiamos la escritura de los SMS, suelen responder con frases como: “Los jóvenes ya no saben escribir” y “Es una catástrofe para la ortografía”, o bien: “¿Cuál es el interés de estudiar el francés mal escrito?”, entre otros comentarios. Creo, por el contrario, que la escritura de los SMS —porque se trata de una escritura, y no de una lengua— es rica, compleja y nos permite percibir la lengua y su evolución.

»Pienso que debemos aceptar que, de la misma manera que hay varios registros del lenguaje oral, haya varios registros del escrito. Es importante señalar que las generaciones no siempre se comportan del modo que uno espera. Un joven puede escribir de manera totalmente normativa y una persona mayor puede utilizar formas más abreviadas. Y sobre la idea de que los jóvenes no escriben como se debe, tengamos en cuenta que en Francia la norma de la lengua escrita está muy enraizada. Esta es la razón por la que en nuestro cuestionario sociolingüístico hemos recibido respuestas como “Yo no escribo en SMS y estoy orgulloso de ello” o “Yo escribo un francés correcto”.


»¿Qué es lo que esta recopilación de SMS aporta a la lingüística?

»En primer lugar, esta colecta permitió recoger, en gran cantidad, las utilizaciones espontáneas de la lengua francesa, y eso es muy importante. A partir de ahí, podemos realizar una comparación con aquello que ya conocíamos de otro tipo de utilizaciones: por ejemplo, los escritos más normativos sobre papel o los correos electrónicos; también los intercambios orales. Nos permite sacar conclusiones sobre la grafía, la escritura, la elección del vocabulario, la construcción de las frases, etcétera. Además, por primera vez tenemos acceso a una escritura de la intimidad y de la cotidianidad. Casi podemos hablar de libertad, igualdad y fraternidad. Libertad, por la innovación y creatividad que implica esta nueva escritura; igualdad, ya que permite que personas que nunca hubieran osado escribir ahora lo hacen porque saben que en la escritura de SMS las “faltas” son más fácilmente aceptadas, ya que hay muchas manipulaciones y modificaciones; y fraternidad, por la importancia del lazo afectivo. Hay incluso ciertas lenguas orales africanas que comienzan a tener su versión escrita gracias a esta nueva forma de escritura.


»¿Se puede decir que la escritura se “oraliza”? Y si es así, ¿es esto un riesgo para la lengua?

»Creo que hay que ser precisos con los términos. No creo que la escritura se “oralice” porque no hablamos “en SMS”, sino que escribimos SMS. Sin embargo, es cierto que puede haber marcas del registro oral en los SMS. Imaginemos que una persona utiliza un programa de sintetizador vocal y que recibe el siguiente mensaje de texto: “ola ¿cm sts?” (“Hola ¿cómo estás?”). Podemos decir que la escritura no se “oraliza”, ya que todos los fenómenos encontrados en los SMS no corresponden a sustituciones fonéticas y, frecuentemente, el sintetizador se verá obligado a deletrear. En este ejemplo preciso, la palabra “ola” no presenta ninguna dificultad porque la “h” es muda, pero “cm” será reconocida como una abreviación oficial (centímetro) y “sts” será deletreado. El resultado será: “Hola - centímetro - s-t-s”. Con los informáticos trabajamos sobre estos aspectos para ayudar a mejorar el reconocimiento y la vocalización de los SMS, de gran utilidad para las personas ciegas o para los conductores.

»Pero se puede intentar simular ciertas formas que se parecen a la oralidad: por ejemplo, las interjecciones (hey!), las dudas (mmm), las onomatopeyas (grrrr) o la repetición de una letra (olaaaa) que simula la entonación. También están presentes los emoticonos y los emojis, que contribuyen a la riqueza de nuestros mensajes y permiten una interpretación por parte del receptor. Con la ayuda de estos signos redescubrimos en la escritura la paleta de emociones que solemos expresar con gestos. Se los utiliza para suavizar un concepto, para indicar una ironía, para aportar una informacion ausente, para reemplazar una palabra: “t kiero + q tdo l mndo, toy :D”.


»Todo cambio en las tecnologías de la escritura trae como consecuencia un cambio de las prácticas sociales. Esto sucedió con la invención de la máquina de escribir y con el bolígrafo. ¿Cuáles son los cambios más importantes que supuso la aparición de esta nueva escritura?

»En principio, pienso que se trata de un “ida y vuelta”. O sea, las tecnologías pueden tener una influencia sobre nuestro comportamiento, pero nuestro modo de utilizar la tecnología puede modificar ese uso. Hace veinte años no habríamos podido prever el suceso de los SMS, que, en su momento, tenían como objetivo ayudar a la comunicación de las personas sordas. Creo que hubo un cambio importante a partir de la inclusión económica de los abonos ilimitados para los mensajes de texto. Desde entonces, no vamos a dudar en responder ok ni a enviar un simple te quiero (de hecho, je t’aime son las tres palabras más frecuentes en nuestro corpus, lo que indica la importancia del lazo afectivo en esta forma de comunicación).

»Podemos señalar otros cambios. Por ejemplo, hay mucha gente que ya no se atreve a llamar por teléfono abruptamente y prefiere acordar un día y una hora para hacerlo. Las razones de esto pueden ser varias. En nuestro cuestionario surgen, en orden, estas motivaciones para enviar un SMS en lugar de realizar una llamada: porque es más barato; por la rapidez; para no molestar; porque no les gusta hablar por teléfono; o porque deja libertad al receptor de responder o no y de hacerlo cuando lo desee o pueda. Para muchos es también un modo de vencer la timidez.


»Contrariamente a la idea que uno se hace de esta nueva escritura, usted señala sobre todo características positivas.

»Absolutamente. La escritura de SMS forma parte de la esfera íntima; predomina una dimensión afectiva y emocional. En general, las personas van a desarrollar la empatía: el otro es considerado como un sí mismo. Por otra parte, la carga informativa de los mensajes de texto es, en general, relativamente débil. De los diez emojis más utilizados, los ocho primeros son signos positivos. Por el contrario, los signos de enojo o rabia están muy poco presentes. A diferencia de los gramáticos, los lingüistas no hablamos de transgresión de la lengua, porque nuestro trabajo consiste en observar el lenguaje, su evolución y sus modificaciones, y todo eso es de una gran riqueza. La dimensión de juego, de modificación y de diversión está sumamente presente en esta escritura, así como los rastros de emociones. Lo interesante también es que un SMS no puede ser fijado, inmovilizado. Por eso creo que intentar crear diccionarios de SMS y escribir novelas exclusivamente con SMS son prácticas ilusorias, porque esta escritura se modifica constantemente.


»¿Se puede afirmar que la escritura de los SMS suscita al máximo las abreviaturas?

»Las escrituras abreviadas están, por supuesto, muy presentes, pero mucho menos de lo que se cree. Encontrar un SMS escrito de manera completamente abreviada es excepcional. Como en general queremos ser comprendidos por nuestro interlocutor, vamos a intentar que la interpretación cognitiva sea posible.

»La escritura de los SMS se caracteriza por la presencia de formas muy ricas que simulan a veces la oralidad, lo escrito, y donde el lazo entre ambos aparece de una manera muy creativa cuando se trata de sustituciones fonetizadas: “c” (sé), “yave” (llave); reducciones: “mñn” (mañana), “nva” (nos vemos allí), “peli” (película); supresiones de acentos o de elementos de la tipografía o la puntuación; agregados, como la repetición de una vocal (holaaaa), de emojis (“ ^^ ”, “ :) ”... ¡La lista es larga!

»Encontramos también nuevas prácticas lingüísticas como, entre otras, la inserción de palabras extranjeras en medio de la frase o una ráfaga de preguntas y respuestas: “Ola! como Stas? n venes conmigo? pq? K haces? habia jvns y viejos. Contesta!”) o abreviaturas (“t” por te o tú) donde sólo el contexto permitirá su comprensión.


»La inquietud de muchos padres y profesores podría resumirse en la siguiente frase: si escriben frecuentemente de este modo, ya no sabrán hacerlo de una manera convencional. ¿Cómo responde usted a esta inquietud?

»En 88milSMS vemos que quienes redactan un mensaje de texto no lo hacen siempre de la misma manera y tienen las capacidades necesarias para adaptarse y variar su escritura. Este es un primer punto importante. Por otro lado, muchos estudios recientes sobre los más jóvenes concluyen, por el contrario, que el hábito de escribir SMS, o sea, de jugar, de hacer “malabares” con la lengua, sería una ventaja innegable.

»Otro estudio llevado adelante por la psicóloga francesa Josie Bernicot concluye que los alumnos no modificaron su nivel de competencia en ortografía en el periodo analizado y que, aparentemente, es el nivel ortográfico del alumno el que determina la forma de envío de los SMS y no el SMS el que influye negativamente en la ortografía tradicional.

»También diría, como mis colegas Maskens, Cougnon, Roekhaut y Fairon, que vienen de realizar un estudio similar en Facebook, que no se trata de una “incompetencia” sino, por el contrario, de una “pluricompetencia”. Según ese estudio, todos los estudiantes analizados tienen habilidades para alternar entre formas estándares y variables en el 88 por ciento de los casos (sólo el 12 por ciento de las palabras no presenta una ortografía correcta). Estos porcentajes no son alarmantes, ya que resultan incluso inferiores a los porcentajes de errores constatados a lo largo del siglo XX en los ejercicios de dictado: entre un 15 y 20 por ciento, en promedio.

»Por otro lado, comparémoslo con nuestros hábitos en el registro oral. Sabemos muy bien variar el nivel de la lengua en función de la situación: un alumno no le hablará de la misma manera a sus amigos que a sus profesores. Entonces, ¡no nos inquietemos por el registro escrito!


»¿Cuál cree que es el futuro de este nuevo modo de escritura?

»Creo que la escritura de la mensajería instantánea tiene un gran porvenir: por ejemplo, en relación con la ciencia (profundizar en el conocimiento para mejorar el desarrollo de la síntesis vocal que permita ayudar a los ciegos es uno de nuestros objetivos). De los SMS puede incluso depender nuestra supervivencia; todo apunta en esa dirección. Recordemos a la persona que, escondida en una imprenta de París donde se encontraban los terroristas yihadistas que atentaron contra Charlie Hebdo, pudo comunicarse con la policía gracias al intercambio de SMS.


»Por último, en su vida personal, ¿cómo es su relación con esta nueva herramienta?

»Globalmente, escribo SMS de un modo tradicional salvo cuando me permito jugar con gente que está en mi círculo de estudio de los SMS. Digamos que encarno la contradicción de quien considera que este universo es muy rico y creativo, pero en su uso personal evita introducir cualquier signo que pueda ser percibido como un eventual error gramatical».






Los hablantes de la lengua castellana, en cuanto hablantes, ya no son españoles o mexicanos o chilenos: sin dejar de serlo, son antes que nada hispanohablantes, su identidad lingüística es panhispánica


Andrés Gallardo Ballacey
«Don Andrés Bello y su Gramática de la lengua castellana: tres hitos para la historia de la lengua común»

Boletín de Filología, vol. 49, n.º 1, junio de 2014.

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Se incluye a continuación un extracto de las páginas 151 a 155 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la publicación original.


«En esta breve presentación, se mostrarán tres aspectos de esta obra fundamental, tres verdaderos hitos que parecen particularmente dignos de atención en los tiempos que corren. El primer hito tiene que ver con la integración de la gramática, en el sentido de texto que expone la estructura y el funcionamiento de la lengua, en su entorno cultural; el segundo hito se refiere a la concepción misma de la estructura gramatical de la lengua como sistema, en una perspectiva algo más teórica, y el tercer hito describe un aspecto puntual del análisis de una categoría lingüística específica, a saber, la noción de pronombre».




«En el caso de un idioma estandarizado, es conveniente distinguir entre dos aspectos que tienen que ver con la disposición cultural de los miembros de la comunidad hablante. Un aspecto tiene que ver con el hecho de ser, simplemente, hablante de la lengua, esto es, una persona con la competencia adecuada para elaborar mensajes y para decodificarlos. Es el caso de la enorme mayoría de los hablantes, que no van más allá de su condición de tales, sin plantearse el asunto de la tradición en la cual se inserta su idioma ni el problema de su estructura y funcionamiento. El otro aspecto tiene que ver con la disposición de ciertos hablantes para, además de ser usuarios de la lengua, dar cuenta de su condición de tales, esto es, la capacidad de plantearse cómo está hecha y cómo funciona la lengua y cuál es su relevancia en el marco de la identidad cultural de la comunidad hablante.

»Esta segunda situación es característica de las lenguas que han alcanzado un grado considerable de estandarización, pues presupone, por parte del hablante, la capacidad de reflexionar acerca de lo que se hace, lo que lo constituye en lo que llamamos un hablante culto.

»Consideremos la historia de nuestro romance castellano: si pensamos que ya en el siglo sexto este dialecto se había distanciado del todo del viejo tronco latino, constituyéndose en una lengua diferente, pasaron al menos siete siglos antes de que sus hablantes empezaran a escribirlo en forma autónoma e institucionalizada, y dos siglos más antes de que un adelantado osara escribir una descripción de su estructura y funcionamiento. Este adelantado fue el maestro Antonio de Nebrija y su obra pionera, la Gramática de la lengua castellana, es de 1492. Antonio de Nebrija nos muestra, entre otras cosas, el sentido cultural de la elaboración de una gramática: constituirse en una forma de apropiación de la lengua materna como una institución reconocible, susceptible de ser usada en todas la circunstancias de la vida social, desde los menesteres más básicos hasta los productos más explícitamente normados e intelectualizados y, en consecuencia, una manifestación básica de la autonomía de la comunidad y garantía de unidad no solo comunicativa, sino cultural, política, territorial y, en el caso de Nebrija, religiosa.

»Así vio el sentido de su obra el propio maestro Nebrija al referirse, en expresión tan clásica como malentendida, a “la lengua compañera del imperio”, esto es, encarnación de una identidad nacional y de un proyecto compartido. (Al mismo tiempo, Nebrija entendió la relevancia de enfatizar la autonomía propiamente estructural de la lengua como sistema de signos, dejando en claro que su sistema de escritura, sus categorías gramaticales básicas y su modo de organizar una visión propia del mundo la hacían una digna sucesora y continuadora preclara de las grandes lenguas que la historia le ponía como ejemplo: el hebreo, el griego y el latín). De algún modo, la prodigiosa expansión de la lengua castellana por el ancho mundo tuvo un sustento simbólico en la obra del maestro Nebrija.

»A partir del siglo dieciséis, más y más intelectuales, escritores y líderes políticos, religiosos y culturales afianzan el desarrollo de la lengua castellana como un idioma estandarizado capaz de sustentar la armazón comunicativa de un vasto imperio. Maestros gramáticos y lexicógrafos, como Gonzalo de Correas y Sebastián de Covarrubias son cumbres en este aspecto, junto con los grandes creadores que asientan un sistema de actitudes lingüísticas y culturales y un corpus literario que permiten hablar de verdaderos clásicos de una lengua que rebasa cada día más los límites de sus modestos inicios.

»En el siglo dieciocho se produce un segundo momento crucial en el desarrollo del proceso de estandarización de la lengua castellana, con la instalación, en 1713, de la Real Academia Española, lo que viene a institucionalizar la conciencia de unidad en torno a una lengua conscientemente cultivada. La Real Academia centraliza todos los aspectos que tienen que ver con el cultivo idiomático intelectualizado de modo explícito: la ortografía (publicada en 1741, haciendo cuestión central de su sustento en la pronunciación más que en otras consideraciones), el léxico (mediante un estupendo diccionario, editado en varios tomos a partir de 1726) y la gramática (cuya primera edición es de 1771).

»Hay dos aspectos extraordinariamente relevantes de la temprana labor académica: uno es el carácter de institución de servicio que se impuso la corporación, servicio tanto a la lengua misma, en el sentido de ser fieles a su estructura y su “lógica” interna, y servicio a la comunidad hablante, en el sentido de presentar modelos culturalmente funcionales para el cultivo intelectualizado y creativo de la lengua. Como lo demuestra aquel vetusto Diccionario de la Lengua Castellana, que hoy llamamos Diccionario de autoridades, la Academia se concibe a sí misma como entidad de autoridad delegada, pues las verdaderas autoridades son los escritores e intelectuales más caracterizados que han plasmado su huella en la lengua común.

»Otro punto digno de mención es el hecho de que la Real Academia se concibe, desde su fundación, como básicamente española, esto es, como institución patriótica, y concibe a la lengua como una manifestación de una tradición y de una identidad también básicamente españolas, aunque ya para entonces, de hecho, la lengua había rebasado los límites geográficos, culturales y étnicos de la mera españolidad. Esta actitud tiene su punto culminante precisamente después de la emancipación de las naciones hispanoamericanas, cuando la Academia se erige en autoridad idiomática por sí misma (un símbolo de ello es la supresión de las citas de autores –“autoridades”– en el diccionario) y tiende a concebir la lengua española como una empresa española en un sentido más bien estrecho, marginando de algún modo la importancia de las naciones hispanoamericanas y generando una actitud de resentimiento idiomático.

»En este contexto aparece, en 1847 en Santiago de Chile, la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, de don Andrés Bello. (Nótese, de paso, que este acto explícito de dedicar la obra “al uso de los americanos” se ha obviado en la mayor parte de las ediciones posteriores de la obra y en muchos de los estudios acerca de la misma).

»Así como el maestro Nebrija planteó su gramática como una apropiación de la lengua castellana en el marco de una unidad imperial española, fuente de ejemplaridad sistematizada, don Andrés Bello plantea la suya en el marco nuevo de una lengua internacional, o quizás mejor supranacional, suprageográfica y supraétnica. La mayoría de los hispanohablantes ya no es nacionalmente española, ni étnicamente de origen europeo.

»Así, Bello concibe la lengua común no ya como “española” en un sentido estrecho y exclusivista, sino ampliada a un rango cultural y funcionalmente muy superior. La lengua, sin dejar de ser española, es ahora la lengua de un vasto conglomerado de comunidades, una de cuyas características más relevantes es la diversidad. Para él la noción de diversidad no se contrapone con la noción de unidad, pues diversidad alude a los rasgos identitarios de naciones diversas y unidad alude a una condición interna de la lengua misma como sistema de signos, afincada en una sólida tradición. En esto, Bello difiere tanto del patriotismo idiomático estrecho de muchos intelectuales españoles como del antiespañolismo esterilizante de muchos de sus contemporáneos.

»Bello no reniega de la tradición, especialmente de la tradición escrita, fuente de ejemplaridad y de unidad, pues, entre otras cosas, no la considera “española” sino fuente de una continuidad comunicativa nunca rota. Para él, la literatura del pasado es un reservorio, vigente para todas las comunidades hispanohablantes, de riqueza y energía cultural, pero al mismo tiempo, entiende que la lengua ha de ser desde ahora cultivada en una dirección de participación intercomunitaria en un mundo donde los hablantes de la lengua común, que él por eso mismo prefiere llamar con el antiguo dictado de “castellana”, mejor que “española”, tienen el derecho a participar por igual, cada uno desde su identidad y desde su empaque cultural específico.

»La lengua resulta ser el instrumento de un ámbito comunicativo que se ha ampliado no solo en lo geográfico, sino que se ha enriquecido en todos los órdenes de la interacción humana y donde cada grupo y cada individuo pueden hallar su identidad y su originalidad expresiva. En otras palabras, don Andrés Bello asume pioneramente el sistema de actitudes lingüísticas propio de un idioma estandarizado.

»Gracias al cultivo intelectualizado de varias generaciones de creadores, pensadores y difusores, gracias a la existencia de guías como las gramáticas y diccionarios que ofrecen instituciones de estudio, los miembros de la comunidad cuentan con un marco de referencia para el comportamiento comunicativo relativamente homogéneo en su flexibilidad, pero cuentan también con un instrumento eficaz de cohesión, que al mismo tiempo que los identifica como miembros de una comunidad hablante, los conecta con el resto del mundo en una de las más amplias redes de interacción conocidas.

»Los hablantes de la lengua, en cuanto hablantes, ya no son españoles o mexicanos o chilenos: sin dejar de serlo, son antes que nada hispanohablantes y su identidad lingüística es, como decimos hoy, panhispánica. La Gramática de la lengua castellana de don Andrés Bello está al servicio de esta nueva visión de la lengua común. Por eso también, puede llamarse con justicia, como lo ha hecho la Academia Chilena, “gramática de la libertad”».






septiembre 19, 2022

Los ejecutivos deben sentirse en comodidad y no en inestabilidad al pasar de grandes planificaciones y largos ciclos de ejecución a un enfoque más rápido basado en probar y aprender




Marco Comastri (*), «Cómo sobrevivir a la disrupción digital», Cinco Días (2016)


(*) Marco Comastri tiene una experiencia de 30 años en el sector TIC, en el que es una referencia para las principales organizaciones globales en los sectores público y privado. Actualmente trabaja para Tinexta, al mando del grupo de Ventas, Marketing y actividades de Innovación, con orientación al mercado de la Ciberseguridad.




«Los conductores de los típicos taxis negros de Londres están acostumbrados a la disrupción: atrapados en atascos, haciendo cola por obras en la calzada o enfrentándose a un tiempo impredecible. Pero nada, absolutamente nada, es comparable a la disrupción con la que se enfrentan ahora. Una disrupción que viene de la mano de Uber, la aplicación que permite al usuario solicitar, viajar y pagar por un viaje en taxi desde su teléfono.

»Esta disrupción va mucho más allá de las paradas de taxi en Londres. Los coches sin conductor suponen un reto para los principales fabricantes de automóviles. Airbnb desafía al sector hotelero tradicional. Los medios de distribución digital como Amazon Prime y Netflix han revolucionado la distribución de programas televisivos. Está claro que las tendencias de negocios digitales son disruptivas y la presión se va a seguir intensificando.

»Este tema de la disrupción digital se recogió en un nuevo informe de Harvard Business Review Analytic Services, patrocinado por CA Technologies. El informe Surviving Disruption, Leading Change: Winning in the Application Economy analiza el impacto de la disrupción digital y lo que las organizaciones pueden hacer para ganar en una economía que cada vez más está dominada por las aplicaciones y otros servicios de carácter digital.

»El estudio recoge las opiniones de 250 directivos de grandes organizaciones del sector de servicios financieros, fabricación, salud y telecomunicaciones, entre otros. Los resultados revelan que el 44 % de los encuestados espera que en los próximos tres años su sector sufra importantes cambios debidos a las tendencias de los negocios digitales. Aproximadamente el 22 % dice que ese cambio disruptivo ya ha ocurrido en su sector.

»Muchos reconocen que la respuesta está en la tecnología. A menudo escuchamos a los directores generales pronunciarse en la reunión anual con un: “No somos un banco, somos una compañía de tecnología”, o “ya no somos una aerolínea, somos una empresa de tecnología”. El informe revela que el 53 % de las organizaciones están invirtiendo en tecnología moderna para desarrollar productos y servicios digitales más rápidamente. De hecho, es la primera acción que se toma para competir más eficazmente en la economía digital: el despliegue de nuevos servicios innovadores que mantenga a los clientes satisfechos y los fidelice.

»El principal obstáculo para la transformación digital es que están atascados en la burocracia organizativa. Los datos se encuentran almacenados en silos, la toma de decisiones está dispersa en distintas partes de la organización y la visibilidad también es parcial. Además, el 31 % de las organizaciones tiene una cultura que es contraria al cambio.

»De acuerdo con el informe de Harvard Business Review Analytic Services, las empresas más avanzadas digitalmente están haciendo de la velocidad una ventaja competitiva. Aproximadamente el 68 % dice que son expertos en desarrollar nuevas funcionalidades tecnológicas de forma muy rápida, en contraste con solo el 25 % de las organizaciones más rezagadas. Por ejemplo, el 48 % de las empresas más avanzadas desarrollan aplicaciones móviles en menos de cuatro meses. Asimismo, son organizaciones más propensas a utilizar una metodología ágil para el desarrollo de software. El 42 % dice utilizar prácticas de desarrollo ágil, frente al 8% de las empresas que van rezagadas.

»Aprovechar las oportunidades de negocio digital requiere cambiar en muchos aspectos. Si bien la principal prioridad de los encuestados es crear una buena experiencia digital para el cliente (42 %), a esto le siguen las inversiones para transformar las operaciones y procesos principales del negocio (34 %) y los procesos de trabajo relacionados con los empleados (31 %).

»La seguridad también es muy importante. Según el estudio, a medida que sus negocios se hacen más digitales, el 45 % de los encuestados muestra preocupación por los riesgos de seguridad. La mayoría de los expertos en seguridad coinciden en que cuanto más digital es un negocio, más generalizadas son las amenazas. Para la mayoría, ya no es posible mantener alejados a los intrusos, de modo que la seguridad debe estar integrada en distintos niveles de la empresa y debe ser capaz de detectar las intrusiones y responder rápidamente para limitar el daño.

»La competencia entre compañías radica cada vez más en la calidad de su software y en la velocidad con la que pueden lanzar nuevos productos y servicios. Sin embargo, muchas carecen de las personas y las tecnologías para competir con éxito en la economía de las aplicaciones, y la inercia organizacional es un gran impedimento.

»Los ejecutivos deben estar dispuestos a sacrificar algo de estabilidad con el fin de impulsar el cambio. Forjarán relaciones más flexibles con sus socios de negocio para explotar nuevos modelos de negocio y lograrán una mayor agilidad y velocidad. Invertirán en tecnologías modernas para desarrollar productos y servicios digitales más rápidamente. Tienen que sentirse cómodos para pasar de grandes iniciativas de planificación y largos ciclos de ejecución a un enfoque más rápido basado en probar y aprender.

»El verdadero peligro es dejarse llevar por la inercia. Las organizaciones ancladas en el pasado corren un gran riesgo. Las que comprendan esto y sean capaces de liderar el cambio, ayudarán a escribir las reglas para la nueva economía de las aplicaciones».






septiembre 12, 2022

Pistas para la enseñanza de la lectura comprensiva



Éder García Dussan
«Un modelo de análisis para la lectura comprensiva y la construcción de conocimientos culturales»

Folios, n.º 43 (primer semestre de 2016)

Folios | Universidad Pedagógica Nacional | Facultad de Humanidades | Bogotá | COLOMBIA

Extracto del apartado en páginas 93 y 94 del artículo en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




«Pistas para la enseñanza de la lectura comprensiva

»En diversas ocasiones hemos insistido en un modelo pensado no solo para la formación de estudiantes expertos en capacidades lectoescritoras, sino de lectores no ingenuos (leedores y no lectores), que tomen todas las texturas culturales y transformen sus tesoros de significación sociocultural a través de la generación de hipótesis explicativas de hechos textuales. Este modelo citado se propone guiar un acto lector a través de la ubicación de pistas textuales que actúan como signos-indicios. Para lograr esta meta, se tienen en cuenta, al menos, siete elementos determinantes, que a continuación resumimos:


»1. La premisa indispensable para la formación de leedores está centrada en el fortalecimiento de habilidades metalingüísticas, puesto que el desarrollo de competencias influye en los procesos de lectoescritura, especialmente en la decodificación textual (Flórez et al., 2005).


»2. Mientras se lee para comprender, hay una actualización de cuatro principios de acción:

»(i) Todo texto, con lo que dice, quiere decir algo más (el discurso se presenta como un iceberg; así, todo producto cultural se concibe en su doble naturaleza funcional);

»(ii) nadie enuncia nada desde la nada (el texto deviene discurso: está inscrito en coordenadas físicas, sociohistóricas, sociopolíticas, culturales y cognitivas);

»(iii) pese al principio anterior, el discurso no se limita a las determinaciones contextuales (todo discurso es una obra abierta y atemporal, que captura, incluso, al propio lector, que nunca es el mismo en ninguna época);

»y (iv) el leedor es coautor del discurso (el leedor llena vacíos, con-forma, re-configura y completa y/o actualiza los contenidos del texto con sus propios “horizontes de sentido”).


»3. Los procesos cognitivos y las estrategias que se llevan a cabo mientras se lee, se pueden resumir en dos grandes etapas (en ellos, el leedor activa siempre unos conocimientos o saberes previos):

»(i) una etapa de análisis o de tensión, que forja una labor intratextual en la que se separan los diferentes componentes del texto y se examinan las propiedades y funciones en algunos niveles lingüísticos (v. gr. el léxico-semántico, el pragmático, etc.), para buscar material indexical; y

»(ii) una etapa de interpretación, hermenéutica o de distensión, que genera un trabajo extra e intertextual, en el que se manipula la arquitectura indicial y se crean relaciones hasta lograr hipótesis de sentido sobre el querer decir del texto.


»4. Sin análisis no hay interpretación; y sin estas, en ese orden, no hay comprensión: [Análisis + Interpretación = Comprensión].


»5. El análisis es una operación que separa cuatro componentes presentes en todo texto, a saber:

»(i) la referencialidad o narratividad (¿qué dice?, ¿cómo lo dice?);

»(ii) la actancialidad o estudio de los roles (perfiles psicológicos, acciones y posiciones dentro del relato);

»(iii) la cronotopía (¿dónde?, ¿cuándo?); y

»(iv) la indexicalidad (¿qué elementos o huellas textuales permiten asociar implicaturas socioculturales: sobreentendidos, presupuestos, informaciones históricas?).


»6. La interpretación es una operación que reduce el acto lector a un arte de la investigación y que permite avanzar una traducción. Es que la formación lectora asumida como experiencia vital implica transformaciones. Según Larrosa (2007), leer se puede definir como un acto de traducción que genera resignificación de significantes en la lógica metafórica del lector como traductor.


»7. La comprensión se manifiesta en, mínimo, la presentación de una hipótesis de sentido. Pues bien, una vez socializado este modelo al grupo del Seminario, sirvió como una “estrella de Belén” que orientó la acción colectiva cuya meta fue la construcción de, al menos, una hipótesis de sentido sobre cada producto manipulado. En esa medida, cualquier noción o apuesta que aparecía podía ser justificada gracias a alguno de los axiomas del modelo aquí resumido, lo cual permitió la convivencia de ideas con la sensación de no estar trabajando ilusoriamente, sino evitando el surgimiento de esa nueva sensibilidad del “allí todo vale” (everything goes), del todo es posible».






De «Es fácil morir por una mujer, lo difícil sería vivir con ella» a chistes ofensivos o inhumanos: traducibilidad de chistes españoles al árabe

Mohamed El-Madkouri Maataoui
«La cultura en la configuración del chiste sobre la mujer»

Anaquel de Estudios Árabes, vol. 27 (2016)

Anaquel de Estudios Árabes | Universidad Complutense de Madrid | Facultad de Filología | Departamento de Estudios Árabes e Islámicos | Madrid | ESPAÑA

Extracto de páginas 44-45 y 59-62 del artículo en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




«En el marco del análisis, descripción y discusión de la traducibilidad cultural del discurso humorístico, objetivo principal de este artículo, se ha optado por el chiste y el lenguaje humorístico en general por varias razones:

»1. El discurso humorístico es anónimo. No viene suscrito por ningún autor ni aparece patentado por ninguna institución.

»2. Al ser despersonalizado, su autoría es asumida por toda la sociedad y cultura en que se produce y se recibe. En este sentido, podemos hablar de una autoría colectiva, que incluye a los que escuchan estos chistes y se ríen con ellos.

»3. Al ser un constructo discursivo colectivo, su análisis nos permite rastrear sus estereotipos culturales.

»4. Al estar impregnado de referencias extralingüísticas de índole social y cultural, amén de los ya consabidos procedimientos metalingüísticos y de autorreferencia, resulta complicado llevar a cabo una traducción o interpretación que mantenga la misma carga humorística. Esto se debe no solamente a las distintas complejidades lingüísticas implicadas en su construcción, sino también a las atribuciones culturales que se le confieren.


»Desde este planteamiento, consideramos pertinente centrarnos en el estudio de la presencia y caracterización de la mujer en el chiste, entendida siempre como constructo discursivo abstracto.

»Cabe señalar al respecto que para la elaboración de este estudio, lejos de cualquier antología desfasada, se han tomado como ejemplos chistes vivos transmitidos oralmente por los respectivos hablantes árabes y españoles, así como los encontrados en la Red, instrumento este utilizado universalmente, entre otras utilidades, como medio lúdico.

»Huelga decir que Internet vehicula y enreda cada vez más a las personas. Prueba de esto último es que las movilizaciones de la Primavera Árabe, independientemente de sus promotores, se gestaron en este espacio virtual y no sobre papel. Atrás quedan las antologías para elaborar estudios de este tipo, más espontáneos y propios del registro oral que del escrito. En el caso árabe, las nuevas tecnologías representan el discurso real de algunos sectores sociales y ponen de relieve el cambio generacional y conceptual del nuevo panorama sociológico en el sur del Mediterráneo.

»Igualmente, en el caso español, la Red permite acceder a chistes de todo tipo de discursos, traspasando la barrera de lo “políticamente correcto” que censuraría al contador del chiste en contextos comunicativos concretos.

»En todos los casos, la caracterización discursiva de la mujer es controvertida.

»La mujer, en los distintos discursos en general (novela, teatro, cine, poesía), siempre ha simbolizado a la vez la ternura y la insensibilidad, el amor y el desprecio, la ingenuidad y la astucia, la nobleza y la perfidia, la lealtad y la traición, la compasión y la crueldad. Así consta, por citar algunos ejemplos, en La Celestina, en El Quijote, en Las mil y una noches, en los cuentos de Yuha, en el Libro de los animales de al-Yahid, o recientemente en la obra de Naguib Mahfuz, Tawfiq al Hakim, Jnata Bennua, Fatima Mernissi... Sin embargo, en el chiste, como demostraremos en este artículo, está más presente lo negativo que lo positivo.

»[...]

»Para concluir, explorando los límites de la traducibilidad intercultural y en vista de lo anterior, diremos que la traducibilidad cultural e intercambiabilidad del chiste sobre la mujer es teóricamente posible entre culturas por una serie de representaciones que parecen universales, pero esta posibilidad teórica no siempre es realizable en la práctica y en situaciones comunicativas concretas, por las siguientes razones:

»1. La autoría de los chistes parece ser masculina. Este tipo de chistes se presentan como construcciones lingüísticas lúdicas denigrantes para la mujer, y con matices excesivamente machistas. Es como si todos los chistes los inventaran algunos hombres para reírse entre ellos de la mujer. Por lo menos, así lo perciben siete de cada diez mujeres encuestadas para la presente investigación.

»2. La mujer es, mayoritariamente, su cuerpo. Este cuerpo, sin razón ni sentimientos,es objeto de uso o de rechazo según las circunstancias. Es más, el chiste español disecciona a la mujer nombrando sin tapujos todas las partes que le interesan al hombre de ella. En este sentido, la mujer está muy estrechamente relacionada con la utilidad que pueda tener para el hombre. Parece ser que en el chiste se sustituye el amor por la posesión utilitaria del cuerpo femenino. Esta instrumentalización del cuerpo femenino está igualmente presente en la cultura chistosa árabe, por lo que la traducibilidad cultural es posible en este sentido. Sin embargo, lo que sí compromete dicha posibilidad teórica no es ya la imagen y representación que se hace del cuerpo femenino y su utilidad, sino en qué términos se realiza discursivamente. El chiste árabe es más abstracto y simbólico respecto a las partes de la morfología íntima femenina que su homólogo español. Por ello, la traducibilidad cultural del árabe al español es posible en este aspecto, aunque algunos chistes puedan calificarse como light o descafeinados. Sin embargo, a la inversa y en sentido contrario, es decir, al árabe, la traducibilidad cultural se reduce notablemente a un tipo concreto de receptores. Es decir, si comparamos el tipo y número de receptores de este tipo de chistes entre el español y el árabe, vemos que es muy reducido en el segundo caso. Los chistes excesivamente agresivos y con contenidos explícitos y evidentes no se corresponden al prototipo del buen chiste en árabe. Por ello, muchos de los chistes verdes de la lengua española son juzgados como simples, demasiado directos, infantiles o inmaduros, y pierden gracia en árabe.

»3. La mujer del chiste español no dispone generalmente de suficientes capacidades mentales y cognitivas. Sin embargo, el chiste árabe es ambivalente con respecto a la inteligencia y capacidad de razonamiento femeninas. La imagen de la mujer en la cultura chistosa árabe popular, incluso en ciertas obras clásicas con buena recepción como Las mil y una noches, Kitab al-Hayawan o los cuentos de Yuha, entre otros, muestra una mujer menos simple y tonta que su homóloga española del chiste. La árabe asusta más al hombre que la española. No obstante, aun así, existen chistes árabes, aunque en menor grado, que representan a la mujer como menos capacitada mentalmente, de ahí la paradoja árabe entre mujer simple/astuta.

»4. Como esposa, la mujer tiene prácticamente la misma representación en el chiste árabe que en el español. En ambas culturas chistosas se presenta el matrimonio como favorable para la mujer y desfavorable para el hombre. La mujer en el matrimonio es difícil, exigente, mandona, consumista, egoísta, descuidada, etc. En todos los casos, la mujer, como esposa, es una carga en el matrimonio. Son muy reiterados, tanto en el chiste español como en el árabe, los juegos de palabras y de conceptos como el siguiente: “Es fácil morir por una mujer, lo difícil sería vivir con ella”. El hombre del chiste, tanto árabe como español, descubre que ha sido engañado por el matrimonio una vez que este ha sido consumado. En todos los casos, existe cierto arrepentimiento varonil con respecto a esta institución social. Muy relacionada con la imagen de la mujer casada está la de la suegra, aún más negativa si cabe. Esta representación parece común, por lo que la traducibilidad intercultural en estos casos, exceptuando las restricciones de índole lingüística, es plena.

»5. Desde el punto de vista del sistema de valores morales y sociales, la mujer del chiste parece más relajada éticamente que el hombre, aunque existen notables diferencias con respecto a la cultura árabe, como se ha señalado en el cuerpo de esta investigación. En español, es la mujer la que es infiel, generalmente. La infidelidad del hombre español parece casi naturalizada en el chiste. Dicho de otro modo, la infidelidad conyugal femenina es mala, pero la del hombre español de los chistes parece que no tanto. En este aspecto concreto, la traducibilidad cultural encalla, porque la cultura chistosa árabe no pone demasiado de relieve este tema. Además, es el hombre el que sale mal parado en cuanto a la fidelidad conyugal. Cuando una mujer árabe es infiel, el malo y tonto es su marido. Es más, se ha observado cierta contradicción en este aspecto entre la representación de la infidelidad femenina en obras árabes clásicas como Las mil y una noches y en los chistes. Es menos frecuente el discurso de la infidelidad en la literatura oral chistosa que en la literatura popular árabe escrita.


»Todos estos rasgos que toman en consideración los tres parámetros (físico, intelectual y moral) enunciados en la introducción parecen universales, lo que hace posible la traducción entre culturas. Sin embargo, existen otras particularidades que complican la tarea de la traducibilidad.

»De entre estas particularidades, el chiste español con temática femenina trasciende lo lúdico, en ocasiones, para desembocar en el sarcasmo o, incluso, en el insulto, como el chiste sobre la mujer montada en un burro que se presenta como el mismo animal, pero de dos pisos. Estos chistes pierden gracia en árabe. Quizá hagan reír, pero no por lo que dicen, sino por su naturaleza. Es como si el oyente árabe dijera: ¡Vaya cómo construyen los españoles sus chistes! No tendrían buena aceptación, ya no por supuestos valores éticos y morales, sino por el mismo procedimiento constructivo de este tipo de chistes. No tiene nada de simbólico, no reta al oyente, no juega con palabras o conceptos ni implica ningún contraste llamativo.

»Este tipo de chiste no entraría en la categoría de chiste en árabe, sino que se tomaría como una mofa carente de gracia. Así se ha observado al traducir algunos de ellos, como el del burro de dos pisos, a nativos árabes, de entre 30 y 50 años edad, residentes en España. Lo observado es que la reacción de los receptores es distinta ante el mismo chiste contado en las dos lenguas. Parece ser que este tipo de chistes contado en español tiene mejor aceptación que contado en árabe. En árabe, al igual que en muchas otras lenguas, el contrincante, rival o enemigo parece burro, hace, actúa u obra como los burros o cualquier animal que culturalmente se utiliza metafóricamente para degradar a las personas (burros, perros, cerdos, vacas, cabras). Así que el animal de dos pisos (que es la mujer) del chiste español, entraría en árabe en la categoría del insulto. Aunque existen chistes árabes sobre personas de zonas determinas (como Lepe, en España), parece ser que esta cultura prefiere más bien reírse de las situaciones que de las personas. De esto no se deduce, ni se pretende, que se trata de la aplicabilidad de nociones de una posible corrección moral, ética o social como podría entenderse de una lectura simplista y críticamente ideologizada de los datos analizados y sus conclusiones, sino que simplemente, a nuestro juicio, no existe una simetría en lo que las dos culturas chistosas han convencionalizado como risible cuando el objeto de la risa es la mujer.

»Es igualmente particular del chiste español el nombramiento directo e insistente de los genitales femeninos o masculinos según el caso, algo que no tendría mucha salida en la cultura genuinamente árabe. Todos estos órganos tienen nombres metafóricos en árabe. Los chistes sexuales que implican actos entre padres e hijos, existentes en español y muy abundantes en la Red, por lo que se ha evitado reproducirlos en este trabajo, son intraducibles al árabe. Resultan ofensivos e inhumanos para un oído árabe. No se han podido encontrar chistes en árabe referentes a esa temática.

»Estas construcciones en la traducción al árabe del chiste explícitamente sexual, en el sentido arriba mencionado, coinciden con los resultados de nuestra investigación sobre las interpretación en los Servicios Públicos de las construcciones lingüísticas de temática sexual explícita, especialmente en los centros sanitarios.

»Cuando un chiste es sexual, la cultura árabe utiliza en general eufemismos polisémicos, por lo que el chiste se puede contar incluso en presencia de niños sin que estos entiendan su verdadero sentido. La traducibilidad cultural es por ello unidireccional, se podrían traducir estos chistes del árabe al español, aunque podrían resultar light, pero no se podría hacer el camino inverso. Muchos chistes españoles en los cuales la mujer es objeto sexual explícito son intraducibles e irreproducibles en árabe. Cabe recordar que el hablar de sexo en árabe viene determinado por dos coordenadas fundamentales, el tiempo y el espacio, como se ha dicho anteriormente.

»Cuando hay diferencias generacionales no se habla de ello. Tampoco se habla de ello en espacios donde confluyen una mezcla de edades, sexos, de conocidos y desconocidos, como en Jamea El Fna de Marrakech, por ejemplo. Sin embargo, el simbolismo del chiste árabe con temática femenina o sexual y su abstracción permiten sortear dichas limitaciones, aunque siempre entre personas del mismo sexo. Como consecuencia de ello, existe cierta facilidad cultural para traducir del árabe al español, pero no tanto del español al árabe».






Los datos obtenidos en cuanto a la relación directa entre emociones y sus respectivas señales faciales, no han sido concluyentes, sobre todo en sociedades no occidentales

Alicia María Mariscal Ríos
«¿Vale siempre una imagen más que mil palabras?»
Pragmalingüística, n.º 22 (2014)

Pragmalingüística | Facultad de Filosofía y Letras | Universidad de Cádiz | Cádiz | ESPAÑA
Véanse notas y referencias en la publicación original.
[PDF]




[De 1. Introducción]

«Si, como afirma Russell, “los rostros [...] son espejos del alma” (Russell, 2003: 330), su análisis debería permitirnos la lectura de emociones o de, al menos, expresiones de emociones (EE), término preferido por dicho autor para referirse, no a la emoción en sí, sino a su manifestación, por ejemplo, a través del lenguaje no verbal. Aunque estas EE pueden tener como finalidad primaria la comunicación de emociones por parte del emisor, en otras ocasiones pueden emplearse con otros propósitos, como influir en el destinatario o facilitar información.

»Según Ekman y Friesen (2003), las emociones se muestran principalmente en el rostro, no en el cuerpo, encargándose este último de evidenciar el modo en que las personas actúan al experimentar una determinada emoción. Sin embargo, las inclinaciones de la cabeza, la postura corporal y los movimientos de brazos, manos, piernas y pies nos proporcionan, mediante el canal visual, pistas sobre emociones, a las que se unen las procedentes del canal auditivo, del lenguaje verbal, del paralenguaje (timbre, tono, pausas y entonación) y de la pragmática.

»En relación con esta última, decía Van Dijk, durante su intervención en las XII Jornadas de Lingüística, celebradas en Cádiz en 2009, que, en el acto comunicativo, los mensajes son como la punta de un iceberg o como un queso de Gruyère, con huecos que han de ser rellenados mediante inferencias y haciendo uso del contexto, del conocimiento del mundo y del otro, etc. No supone, por ello, una simple codificación-decodificación, sino un complejo proceso, en el que tanto emisor como destinatario han de participar activamente, teniendo en cuenta diversas fuentes.

»La interpretación de EE dista mucho de ser un proceso automático de decodificación de emociones de carácter universal. Si a esto le añadimos que, algunas veces, controlamos lo que queremos expresar y que no siempre hay una relación directa entre emociones y EE —Ekman y Friesen (1978) encontraron hasta 65 patrones faciales diferentes de ‘enfado’—, no queda más remedio que tomar con cautela las teorías tradicionales que defendían la universalidad de las emociones y su asociación con expresiones faciales específicas para cada una de ellas. [...]

»En el presente artículo, presentaremos una experiencia realizada durante una clase práctica sobre comunicación no verbal, impartida a un total de 96 estudiantes del Grado en Criminología y Seguridad de la Universidad de Cádiz, en la asignatura “Técnicas y estrategias lingüísticas de expresión, argumentación y negociación”, durante el curso académico 2012-2013. Se trata de un estudio experimental de identificación de expresiones faciales, realizado a partir de las imágenes recopiladas por el estudio de Anta (2010), quien concluía que las expresiones faciales resultan insuficientes si no son combinadas con otros elementos procedentes del lenguaje verbal y no verbal.

»Nuestro grupo estaba formado, por una parte, por ‘expertos’ (detectives, funcionarios de prisiones, policías y guardias civiles) y, por otra, por ‘no expertos’, es decir, estudiantes sin experiencia previa en el ámbito de la seguridad. Pretendíamos comprobar si se producían diferencias significativas entre las puntuaciones de ambos grupos, a la hora de asociar las expresiones faciales con sus correspondientes emociones.

»En este trabajo tratamos de poner de manifiesto las dificultades que surgen por la aplicación de un enfoque tradicional, basado en la detección de EE universales, que prescinda de la combinación del lenguaje verbal y no verbal con informaciones de tipo pragmático (como conocer la situación personal de los sujetos de las imágenes), ya que los resultados pueden ser dispares, además de poco fiables. Asimismo, pretendemos concienciar sobre la necesidad de que los miembros de los cuerpos de seguridad reciban formación especializada en lo que respecta a la comunicación de emociones, que tenga en cuenta, simultáneamente, aspectos verbales, no verbales y pragmáticos. [...]


[De 2. Uso de expresiones faciales para la identificación de emociones]

»En la investigación llevada a cabo por Camras (1991), advertimos una falta de correspondencia entre [las] emociones y las expresiones faciales que las representan, con emociones en las que no se identificaba ninguna EE que las pusiera de manifiesto y casos en los que, aunque sí se observaban ciertas emociones, estas no coincidían con aquellas que cabía esperar. En este sentido, Kappas (2002), quien recopiló investigaciones realizadas hasta la fecha sobre emociones y movimientos faciales, reconocía que “nos hallaríamos en un terreno más seguro si no nos limitásemos a insistir [...] en la existencia de relaciones fijas entre la expresión facial y las emociones” (Kappas, 2002: 10).

»Russell (2003), por su parte, entiende que los datos obtenidos en cuanto a la relación directa entre emociones y sus respectivas señales faciales no han sido concluyentes, sobre todo en sociedades no occidentales. Añade este autor, al respecto, que no hay que limitarse a una pequeña lista de emociones ligadas a EE, ni al uso de imágenes estáticas —como las de una fotografía— para cada emoción, puesto que estas no nos ofrecen detalles de interés, como palidecer, sonrojarse o guiñar.

»No obstante, Ekman y Friesen (2003), algunos de los que más han estudiado la relación entre emociones y expresiones de la cara, defienden que las fotografías pueden ayudarnos a descubrir las huellas faciales de emociones, como la ira, la sorpresa, el temor, la felicidad o la tristeza, y las emplean —en obras como Unmasking the Face— con el fin de que el lector aprenda a ‘leer’ las emociones subyacentes a dichas huellas, pues la descripción de las EE es un fenómeno visual. De hecho, los autores comparan la habilidad de interpretarlas con la de conducir un coche, ya que llegamos a hacerlo de manera casi automática, sin pensar detenidamente en ello, y añaden que “al contrario que cuando aprendemos a conducir, en el caso de las expresiones faciales no hubo nunca un periodo en el que se nos enseñase a desarrollar específicamente estas destrezas” (Ekman y Friesen, 2003: 8), tan necesarias para el desarrollo de la competencia emocional, que consideramos esencial en la formación de expertos en criminología y seguridad.

»Ekman (1979) y Ekman y Friesen (2003) establecen una distinción entre señales faciales emocionales, por un lado, y conversacionales, por otro. En el segundo grupo estarían incluidos los marcadores conversacionales, que sirven para enfatizar alguna palabra, marcar cambios de turno, mostrar a nuestro interlocutor que estamos de acuerdo, etc. También utilizamos los denominados emblemas faciales, emocionales —que usamos, por ejemplo, con el objetivo de hablar de una emoción que no estamos sintiendo— o culturales —como guiñar un ojo en señal de acuerdo o complicidad—, que emitimos intencionadamente como sustitutos del lenguaje verbal y cuyo significado han de conocer tanto el emisor como el destinatario.

»Muchas de las dificultades que subyacen a la hora de ‘leer’ las EE de tipo facial vendrían justificadas por ser el rostro “a multisignal, multimessage system” (Ekman y Friesen, 2003: 10). Sería ‘multiseñal’ porque, para comunicar un mismo mensaje, el emisor recurre a señales de distinta naturaleza, que el destinatario ha de decodificar simultáneamente. Los autores lo comparan con las señales viales, cuyo contenido viene dado por su forma geométrica, color y mensaje específico. Con las EE sucede lo mismo, pudiendo haber solapamiento entre algunas de ellas.

»Para Ekman y Friesen (2003), hay tres clases de expresiones faciales: estáticas, lentas y rápidas. Las estáticas son los rasgos faciales propios de la persona, como el color de la piel y la configuración de rasgos faciales (boca, ojos, nariz y cejas). Las lentas incluyen cambios debidos al paso del tiempo, como la aparición de arrugas, pecas, manchas, etc., mientras que las rápidas son aquellas producidas por el movimiento de los músculos faciales y que pueden durar segundos o fracciones de segundo. Las extremadamente rápidas reciben el nombre de microexpresiones y resultan sumamente importantes en la detección de emociones ocultas, manipuladas y fingidas.

»A través del rostro transmitimos, además, mensajes múltiples, no solo sobre emociones, sino sobre actitudes, carácter, edad, sexo, raza, inteligencia y atractivo, que pueden influir en la impresión del destinatario. Una misma EE puede ser ocasionada por diversas emociones. La sonrisa, por ejemplo, no es siempre símbolo de alegría, ya que puede ser provocada por vergüenza, esconder sarcasmo o tratarse de una sonrisa de naturaleza social, como cortesía hacia el interlocutor, dependiente del contexto. Las sonrisas, que pueden ser espontáneas o controladas, son, en general, poco fiables como indicadores de emoción. Las sonrisas espontáneas, como la “sonrisa de Duchenne” (Duchenne’s smile), se diferencian de las controladas en que estas últimas pueden tener lugar sin que en el emisor medie ningún estado afectivo, de ahí que sean muy comunes cuando decimos mentiras de tipo social y enmascaramos auténticas emociones.

»Con respecto a Anta (2010, 2012), autor de cuyo trabajo hemos extraído las fotografías8 empleadas para nuestro estudio, realizó una investigación que pretendía encontrar los indicios —verbales y no verbales— que caracterizaban a las distintas emociones, cuyo conocimiento podría ser útil para profesionales que deben actuar en situaciones de crisis, como secuestros, retenciones de rehenes y otras actividades delictivas. Para ello, recogió material audiovisual de presos que se encontraban cumpliendo condena en la cárcel de Nanclares de la Oca (Álava). El autor concluye que, si analizamos conjuntamente la comunicación verbal y no verbal, se obtienen informaciones más fiables sobre emociones que si nos limitamos a analizar una u otra forma de comunicación de forma aislada.


[De 4. Conclusiones]

»La intención de esta experiencia didáctica, sobre identificación de emociones a través del análisis facial, era “hacer conscientes a los alumnos de la dificultad de la lectura de expresiones faciales para la detección de emociones y de la importancia de saber interpretarlas adecuadamente en trabajos relacionados con el ámbito de la criminología y la seguridad”, como veíamos anteriormente.

»Tras el recuento de aciertos de cada uno de los estudiantes de nuestra muestra, si bien, en su mayoría, tuvieron problemas para la identificación de ciertas emociones [...], todos acertaron en más del 50 % de los casos, tanto los expertos como los no expertos, con la única ayuda del canal visual.

»Las diferencias observadas según el grado de experiencia de los encuestados en cuestiones de criminología y seguridad no parecen haber sido determinantes. De hecho, solo un grupo reducido de no expertos (un 8 %) obtuvo la puntuación más elevada (10 o más de 10 imágenes correctas, de un total de 12), por lo que, a pesar de que la mayoría hubiese aprobado el cuestionario, reconocer las EE del emisor, haciendo uso exclusivo de expresiones faciales, supone una tarea mucho más compleja de lo que las teorías de corte universalista querían hacernos creer.

»También pretendíamos “comprobar los resultados de analizar la expresión facial y corporal en fotografías, sin otras informaciones —de carácter verbal y pragmático— sobre los sujetos de las imágenes, para, de este modo, contrastarlos con los de Anta (2010), quien sí tuvo en cuenta todos estos datos”. Hemos visto cómo la falta de conocimientos personales sobre uno de los presos fotografiados inducía a error, por la confusión entre ira y tristeza. Asimismo, la simultaneidad de emociones en una misma expresión facial, como alegría y sorpresa, hace necesaria la observación de los gestos y movimientos corporales, del tono de voz y del lenguaje verbal, así como la atención a factores de naturaleza pragmática sobre los sujetos de las imágenes. Si desconocemos aspectos de tipo pragmático, como el contexto y el conocimiento del otro, puede producirse lo que Ekman (1988) denominaba Othello’s error —“el error de Otelo”—, quien confundió el miedo de Desdémona con señales de engaño.

»No quisiéramos concluir sin realizar una crítica a Anta (2010), por malinterpretar las palabras de Mehrabian (1971, 1981). Anta se basa en Mehrabian para defender que la comunicación verbal supone un 7 % del total del mensaje, frente al 55 % de la no verbal y el 38 % del paralenguaje (tono de voz, pausas, entonación, etc.). Sin embargo, lo que Mehrabian defendía es que “en situaciones en las que las actitudes expresadas por el lenguaje verbal y no verbal se contradicen, el segundo será determinante en la comprensión del mensaje” (Mehrabian, 1971: 140) y recomendaba, a su vez, no aplicar la ecuación 7 % / 38 % / 55 % a todos los contextos de forma indiscriminada.

»Por último, deseamos recalcar la importancia de que los miembros de los cuerpos de seguridad y funcionarios de prisiones reciban una formación especializada en lo referente a la detección de emociones en otros, que les sean útiles en su trabajo diario, para prever, por ejemplo, comportamientos conflictivos, ya que consideramos que el desarrollo de la inteligencia emocional (Goleman, 2006) resulta imprescindible en estos casos, razón por la cual defendemos un entrenamiento que incluya el fomento de técnicas que les preparen para una “lectura” de EE, no basada exclusivamente en el análisis facial y corporal, sino en la combinación de lenguaje verbal y no verbal con informaciones pragmáticas, puesto que hay ocasiones en las que no siempre una imagen vale más que mil palabras».






septiembre 05, 2022

«La ciudad de Sevilla como escenario. Releyendo a Ibn Sahib al-Salat»



Fátima Roldán Castro
«La ciudad de Sevilla como escenario. Releyendo a Ibn Sahib al-Salat»

Anaquel de Estudios Árabes, vol. 27, 2016

Anaquel de Estudios Árabes (@AnaquelUCM) | Universidad Complutense de Madrid | Facultad de Filología | Departamento de Estudios Árabes e Islámicos | Madrid | ESPAÑA


Extracto de páginas 180 a 187 del artículo en PDF. Véanse notas y referencias en la publicación original.




«Desde las primeras líneas de nuestro texto, como se ha dicho, destaca el continuo interés del historiador por ensalzar a la dinastía almohade, por dejar descrita la huella indeleble de sus éxitos, de sus intervenciones mediante las que se perseguía —según se deduce— establecer orden y armonía, y también las huellas de sus esfuerzos por mantener vivo el espíritu califal, signos que daban muestras de las prerrogativas que se suponen a dicha dignidad en su incesante lucha por atender tanto a los asuntos del Estado como a las normas impulsadas en su día por Ibn Tûmart. Cuando Ibn Ṣāḥib al-Ṣalāt se refiere a la construcción del puente sobre el Guadalquivir o al proyecto de la construcción de los palacios de la Buḥayra desea reflejar los ideales dinásticos que confieren a la ciudad espacios funcionales que son símbolos de poder y que serán objeto de propaganda política. Los gobernantes almohades crearon civilización a través de la ciudad, utilizaron este ámbito para dar forma a un paisaje urbano cargado de connotaciones y elementos significativos, muchos de los cuales, pasado el tiempo se perderían porque los elementos que entonces fueron significativos más tarde dejarían de serlo y, por lo tanto, serían objeto de un diferente nivel de apreciación de la realidad circundante. Aunque los perfiles de definición del paisaje urbano de la Sevilla almohade fueron puestos en valor por geógrafos y viajeros en el XVIII y XIX, llegando al máximo de su apreciación como ejemplos de urbanismo y monumentalismo árabe medieval.

»En otro orden de cosas Ibn Sâhib al-Salà, en un discurso construido absolutamente dentro de los cánones de una crónica cortesana, persigue perfilar los rasgos del gobernante perfecto en la figura del soberano al que también retrata como hombre piadoso al extremo, ejemplo digno de admiración. El segundo califa almohade, que se estableció en Sevilla desde 1155 se convirtió en ella en “hombre cultísimo”, en palabras de María Jesús Viguera, el más interesado por la cultura de todos los califas almohades, al que se atribuye la construcción de una biblioteca similar a la de Al-Hakam II y cuyo nombre permanece ligado al de Averroes, protagonista de “retratos excelentes en lo físico y en lo moral”, aparece en nuestro texto como modelo que hace recordar a los bien definidos ulemas de Al-Andalus.

»El historiador ofrece el catálogo de las actuaciones previstas por el califa durante el año 1171-1172 y de forma organizada enumera decisiones políticas, militares y constructivas que va desarrollando en un proceso de ida y vuelta a lo largo del texto. El cronista hace especial hincapié en la generosidad de su soberano y en los beneficios otorgados a un tiempo a ciudadanos y Estado, cosa que se ejemplifica en la construcción del primer puente sobre el Guadalquivir, que proporcionaba fluidez al ejército y comodidad a los ciudadanos. Con ello subraya de forma sublime el contraste entre las intervenciones urbanas llevadas a cabo por la dinastía precedente, la almorávide, con respecto a la cual deseaban los almohades establecer una amplia distancia y un papel preponderante. La construcción de este primer puente que habría de unir las dos orillas del río, daba expansión a la ciudad y unía sus márgenes ampliando un territorio que ahora salvaba el límite natural marcado por el cauce fluvial, a esto se unía el hecho de que con presupuesto estatal se regalaba a la ciudad una vía de conexión sin que supusiera un esfuerzo impositivo para sus habitantes. Con este gesto, subrayado por el autor, se enaltece una vez más la figura del califa, se magnifica su acción social y se marca la diferencia con respecto a la ya destruida dinastía precedente.

»Al hecho excepcional de construir el primer puente sobre el río de Sevilla como innovadora obra de orden público, añade el autor el servicio que suponía para los ciudadanos que habitaban a uno y otro lado del cauce, el que hasta hacía poco habrían de cruzar con la intervención de barqueros que, a cambio de un pequeño estipendio, transportaban de una orilla a otra a militares y gente de la ciudad, víveres o mercancías. Este puente de nueva construcción sin duda significó un gran avance para agilizar el trasiego militar que marchaba a través del Aljarafe hacia la zona occidental de la Península. Pero el cronista insiste en que la obra de acondicionamiento de una nueva Išbilīya, capital desde 1172, favoreció sobremanera a los habitantes de la ciudad porque además cruzaban sin necesidad de pagar tasa o impuesto alguno. Disposición que es signo de progreso indiscutible en una sociedad tributaria como esta lo que convertía el hecho en motivo de éxito con grandes consecuencias populares. Actitud intencionada, positiva, que cualificaba el espacio en el que se actuaba confiriéndole sentido de orden, que marcaba además la gran distancia que separaba a los almohades de cualquier otra dinastía anterior. Y por tratarse de una intervención urbana de importantes consecuencias, el cronista adorna la inauguración de la pasarela con gran solemnidad subrayando “el redoble de tambores y [...] también la presencia de regimientos y soldados, así como el despliegue de banderas y estandartes”. No pasa desapercibido el escenario que describe nuestro autor poniendo de relieve distintos signos de “aparato” o “emblemas de realeza”, como los define Ibn Jaldún. Según afirman los cronistas de esta etapa, el máximo grado de ostentación y fastuosidad se alcanzaría en la segunda mitad del siglo XII durante los califatos del segundo y el tercer califa almohade, quienes pusieron en funcionamiento una fastuosidad digna de grandes soberanos a los que acompañaban tambores y estandartes en momentos señalados; signos de boato que contrastan, sin duda, con la austeridad promulgada por el fundador de la dinastía. De la misma forma nuestro cronista enfatiza la recepción del hermano del califa, Abû Hafs, que se realizó “con grandiosa aparatosidad y gran dicha, y a continuación hicieron una solemne entrada en la ciudad”. En este sentido, no es posible obviar el relato de Ibn ‘Idârî en el Bayân, tal como señala R. Castrillo, donde se detallan las procesiones que acompañaban a Abû Ya‘qûb en sus desplazamientos realizados en “cabalgadas lentas y reposadas con estandartes blancos y banderas de colores” que lo antecedían, así como el transporte de importantes Coranes cubiertos de baldaquín rojo, alguno de los cuales mostraba incrustaciones de piedras preciosas, también lo acompañaban sus hijos con sus hermanos los sayyides que iban también detrás de él [...].

»Desde entonces la huella que este puente dejó en la ciudad sigue viva a pesar de las intervenciones sucesivas, de mayor o menor envergadura, que han cambiado el aspecto de la pasarela sobre el río, la cual dotó y sigue dotando a la ciudad de una particular fisonomía absolutamente cristalizada.

»En efecto, Abū Yāqūb se servía de todos los medios a su alcance para propagar y cuidar imagen e ideología. Es este un soberano que nos recuerda a los califas omeyas o a los régulos de la etapa taifa más que al fundador de la dinastía incluso, como leemos en el texto seleccionado “los supera”, que rápidamente congenió con el espíritu andalusí dejando atrás el aire de sus antepasados. De ahí que se esmere en configurar la urbe que habría de ostentar el estatus de sede o capital del Estado a este lado del Estrecho. En ella habrían de residir los más altos dirigentes dinásticos de manera que, aparte de configurar un modelo urbano que atendiese a las necesidades institucionales y civiles de una medina, habría de erigirse en el contexto andalusí como urbe dotada de monumentalidad, a modo de ciudad escaparate, excepcional por su singularidad dando una imagen culturalmente ordenada de la realidad. También la construyó como escenario privilegiado en el que desarrollar una puesta en escena que no habría de circunscribirse al ámbito palatino o al concepto de ciudad-palacio como fue el caso de Medina Azahara. A Sevilla llegarían numerosos diplomáticos y embajadas que distribuirían sus gestiones entre esta ciudad y Marraquech, ciudades que habrían de poner en funcionamiento similares signos de solemnidad y boato. Numerosos Secretarios atendían las necesidades administrativas y las gestiones de gobierno como parte de un complejo sistema jerárquico de cargos especializados en los asuntos del Estado.

»Ibn Ṣāḥīb al-Ṣalàt, uno de dichos Secretarios, buen ejemplo de la intelectualidad formada en el seno de la ideología almohade, fue un activo y complaciente defensor de las estructuras del Alto Poder. Así lo demuestra el tono encomiástico en las referencias directas al califa y a su hermano el sayyid Abū Ḥafṣ, ejes esenciales de la política almohade en esta etapa floreciente. Es sabido que Abū Ya‘qūb sentía especial predilección por esta ciudad, seguramente por haber residido en ella durante años como gobernador, así que en el momento de la mayor efusión de la dinastía coincidiendo también con una coyuntura favorable en la natural evolución de su ideología política, se decidió a transformarla ascendiéndola en su categoría, como se dijo, de medina a capital y la hizo crecer sobremanera con respecto a sus límites precedentes al tiempo que ordenaba levantar edificaciones que la ennoblecieran convirtiéndola en modelo de excepción. En ella lo urbano, la naturaleza circundante y el paisaje, entendido como apreciación consciente del entorno, se convirtieron en la expresión más visible del patrimonio cultural y de identidad del momento. Y, conscientes o no, los representantes de esta emprendedora dinastía, llevaron a cabo con todas sus consecuencias la transformación de un espacio que preexistía, otorgando nuevos significados y valores al lugar que habitaron. Nuestro cronista conocedor del poder de persuasión de sus palabras dejó claro que no bastaba con lo objetivo de la información porque la descripción de un territorio, una ciudad o un jardín, la construcción del paisaje, urbano o rural, habría de reunir inevitablemente características subjetivas que, en nuestro caso se subrayan con fines meditados. Bien es verdad que bajo el aspecto servil de las palabras del autor afloran sentimientos sinceros de admiración y orgullo.

»El ímpetu constructivo de Abū Ya‘qūb es uno de los asuntos reseñables en este texto porque, de hecho, la magnificencia de su poder encontró un medio de expresión a través de sus numerosas edificaciones. En el sector de las obras públicas, aunque no descrito por Ibn Ṣāḥīb al-Ṣalàt, se puso en marcha un nuevo lenguaje defensivo que proponía un sistema de seguridad sin igual, que hacía frente a las tácticas militares del momento con dobles cercas y desarrollos en profundidad, corachas y torres albarranas, como la Torre del Oro, poderosas torres poligonales que dibujarían un paisaje urbano completamente nuevo en la antigua Išbilīya. Es ahora con la construcción del puente que se menciona en nuestro texto, asentado sobre barcas como se deduce por los avances de ingeniería de la época, cuando se culmina el espacio portuario de una ciudad que habría de potenciar la navegabilidad de un río que unía las dos secciones de un imperio, de la misma forma que se ponían en marcha las segundas activas atarazanas estatales que servían ahora a las necesidades de una potente flota. Este puente habría de potenciar igualmente la relación de la ciudad con el agro por el oeste habida cuenta de la importancia de huertos y campos de cultivo, olivares y viñedos que, como señalan con insistencia los geógrafos andalusíes y orientales de la Edad Media, se extendían a lo largo del Aljarafe cubriendo grandes extensiones ininterrumpidas hasta el territorio de la cora de Niebla. La construcción del primer puente sobre el Guadalquivir colaboró también en el diseño del paisaje urbano de la ciudad por el oeste, zona en la que se establecería también una trascendente actividad naval y humana. De hecho, las antiguas atarazanas se transformaron en otras más potentes que servían al Estado con fines militares y comerciales, para transporte civil y mercancías, así como para el servicio de correos entre otros. En ellas se llevarían a cabo procesos de construcción y reparación de embarcaciones, así como alquiler de navíos entre otras actividades. En este puerto actuarían una nutrida escuadra naviera, una importante flota mercante más otros tantos barcos destinados a participar en las faenas propias del puerto. El continuo ir y venir de numerosos comerciantes procedentes de los más importantes puertos de Al-Andalus, norteafricanos o de Oriente y la significativa actividad comercial de Al-Andalus con otras potencias del Mediterráneo, en especial con Italia, antes de que se perdiera frente a la competencia cristiana, aseguraba una intensa actividad al puerto sevillano. Evidentemente, el trasiego de una a otra capital del Imperio, confería protagonismo al río navegable que además de asegurar una rápida salida al mar permitía una mayor capacidad de protección para la nueva capital. Circunstancias que sin duda participaron en la elección de esta urbe como sede en Al-Andalus. La construcción de la torre albarrana —Torre del Oro—, como baluarte defensivo desde el río, cerraría el conjunto y convertiría el escenario portuario de la ciudad en una excepción en la época.

»Nuestro texto destaca las potencialidades de los espacios rurales y periurbanos de Sevilla: al oeste el Aljarafe, espacio significado por su máxima potencialidad agrícola, y al este un territorio de prados, vergeles y huertos que se sucedían en una zona pantanosa en proceso de desecación entre fuentes de agua, pozos, estanques, acueductos y canalizaciones, construidos unos por civilizaciones precedentes, elevados otros por la dinastía en el poder. En esta zona, la que después se denominó “Huerta del Rey”, se construyeron los palacios que en torno a un hermoso estanque o alberca dio nombre al conjunto, la Buḥayra, como almunia o palacio de recreo en el mismo espacio en que, como se vio más arriba, se localizaron unas construcciones lúdicas ajardinadas en época de al-Mu‘tamid. Importantes consideraciones se infieren del hecho de la construcción de esta singular almunia a las afueras de la ciudad, documento que muestra una vez más el interés de los cronistas por abundar en el esfuerzo constructivo de los almohades en Al-Andalus. Y significativa es la denominación “Huerta del Rey” con la que se la denominó pasado el tiempo, cosa que la asimila al concepto de propiedad real que siempre significó.

»Esta, al igual que otras construcciones similares edificadas por los soberanos almohades y precedentes, responde al modelo de finca palatina que combinaba el interés lúdico con el productivo, que por lo general se construyó con fondos estatales y pertenecía al patrimonio particular del soberano (mustajlas). Si bien es verdad que este tipo de almunias o casas de recreo, no siempre respondieron a espacios de connotaciones palatinas, de hecho, leemos en las fuentes que se levantaron construcciones similares como parte del patrimonio de familias aristocráticas. Por lo general dichas fincas estaban asociadas a jardines o vergeles en los que se cultivaban plantas de todo tipo donde, como se indica en nuestro texto referido a la Buhayra, se plantaban los más variados árboles frutales y especies exóticas, valorados unos y otras por su belleza y dulzura, como las traídas de Guadix o Granada hasta Sevilla, así como otros tipos de árboles de altas posibilidades productivas, como los olivos transportados desde el Aljarafe. Hay que subrayar también que se trataba de espacios de regadío en los que, aparte de constituirse un particular escenario palatino, se experimentaba con nuevos sistemas de plantíos e injertos y todo ello llevaba asociado el desarrollo de tecnologías hidráulicas que en Al-Andalus lograron importantes avances. La traída de agua desde Alcalá de Guadaíra a través de la reconstrucción de un acueducto romano restaurado cuyo trazado se amplificó hasta llegar al interior de la ciudad, no sin antes pasar por la mencionada finca, facilitaba las necesidades de regadío que el lugar precisaba. No olvidemos que la gestión, el control y la traída del agua también colaboraron en la descripción del poder.

»Es sabido que Sevilla fue la ciudad más favorecida por la política edilicia almohade, de manera que “a finales del siglo XII y comienzos del XIII, Sevilla parecía una ciudad para ser sede de residencias palatinas”, y en este contexto, en 1171 el califa Abu Ya‘qûb ordenó la construcción del mencionado “complejo residencial” habiendo expropiado a los dueños de aquellos terrenos no sin haberlos compensado económicamente. En el texto traducido se detallan los acontecimientos relacionados con la fase previa a la construcción de esta almunia que sin duda pertenecía al patrimonio privado (mustajlas) del soberano, como afirma E. Molina.

»En otras ciudades de Al-Andalus debieron construirse complejos similares que, aparte de responder a las funciones ya comentadas, expresaban con suficiente elocuencia el interés productivo y lúdico, así como la magnificencia del Alto Poder. El califa almohade al-Mansûr, cuando desempeñaba el cargo de sayyid en la ciudad de Málaga, ordenó la construcción de un alcázar o almunia a las afueras de la ciudad, en zona de huertas junto al río Guadalmedina. Al parecer su esplendidez se mantuvo hasta al menos principios del siglo XV pues allí se alojaron algunos de los sultanes nazaríes. A finales de dicho siglo se le conocía, al igual que ocurrió con el caso sevillano, como “Huerta del Rey”, lo que vuelve a indicar que “se trataba de una propiedad real, primero de los almohades, y después de los nazaríes, integrantes por fincas colindantes como en la que fue enterrado Muhammad IV, el alcázar y su huerta, así como varias propiedades anejas [...].

»Una vez más cabe insistir en la importancia de la consideración de la ciudad como escenario. Es sabido que el paisaje es el espacio del acontecer humano, donde el hombre se encuentra a sí mismo, y es igualmente espejo cuantitativo, cualitativo y estético de la Historia. En las palabras de nuestro cronista reconocemos una cultura y una sociedad nuevas que hacen suyo el espacio y juntas expresan en él nuevas identidades, porque en este paisaje urbano se hace posible la teatralización de ciertos ideales que tienen como intérpretes a personajes importantes, con rostro, con presencia real, en la cúspide de la pirámide que domina en jerarquía a otros tantos personajes integrados en los distintos grupos sociales que daban vida al lugar. Y aunque no se incluye en nuestro texto, cabe recordar que es ahora, en esta etapa, cuando se comienza la construcción de una de las mayores mezquitas de Al-Andalus, que habría de culminar en tiempos del tercer califa almohade Abū Yūsuf Ya‘qūb, cuya torre mencionarán cronistas, geógrafos y viajeros a través del tiempo, torre que en su singularidad manifiesta un discurso propio en la particular expresión decorativa de sus cuatro caras, como ha puesto de manifiesto el profesor JC. Rodríguez Estévez. Esta torre actuó no sólo como alminar cuya finalidad fue algo más que la convocatoria ritual a la oración, actuó como faro iluminador en el imponente espolón urbano de esta ciudad y se convirtió en el alminar probablemente más emblemático de todo el país, que además cerraba el triángulo simbólico que conformaba junto a otras dos torres almohades de fisonomías paralelas, la Kutubīya de Marrakech y la torre Ḥasan de Rabat. Este alminar, como es sabido, se convirtió en reclamo entonces y fue asimismo acicate para los viajeros del XVIII y XIX; hoy es emblema representativo de la ciudad, uno de sus mayores atractivos turísticos. Muchas otras referencias arquitectónicas se describen en nuestra obra, pero, como se advirtió al principio, serán objeto de traducción, estudio y análisis en trabajos venideros».