diciembre 15, 2023

¿Cómo se manifiesta la conciencia tipográfica de los escritores y, a la inversa, la conciencia literaria de los gestores de lo escrito? (Arte literario y arte impresor en el Siglo de Oro)


Anne Cayuela
«“Esta pobre habilidad que Dios me dio”: Autores, impresores, editores en el entuerto de la publicación (siglos XVI-XVII)»

Tiempos modernos. Revista Electrónica de Historia Moderna, vol. 8, n.º 31, 2015

Tiempos modernos. Revista Electrónica de Historia Moderna | Universidad Carlos III de Madrid | Madrid | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto de las páginas 296, 298-299, 306 y 308 de la publicación en PDF. Véanse referencias en la publicación original.
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Reproducción digital facsímil del impreso original conservado en la Biblioteca Nacional de España. Sig. R/10644. (Foto publicada en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).


La naturaleza ambivalente, dual del libro a la vez producción intelectual, artística, y producto manufacturado, industria y comercio [NOTA 1], esta hibridez intrínseca constantemente señalada por los agentes del libro en el Siglo de Oro —sean autores, sean impresores, sean editores, cada uno intentando justificar su preeminencia sobre los demás—, ha originado una dicotomía en los estudios y en las líneas de investigación que hasta épocas muy recientes centraban su atención en «el producto» en términos históricos o «el texto» en términos literarios. En este nuevo siglo van surgiendo investigaciones que aúnan atención a la materialidad e interés hacia «los mecanismos que ponen en funcionamiento el libro en el seno de la vida social y como elemento fundamental de mediación en la dialéctica de producción y consumo, de oferta de escritura y demanda de lectura» [NOTA 2].

Si bien los balances generales señalan los logros obtenidos gracias a nuevos enfoques, la interdisciplinariedad cada vez mayor, los avances en la metodología de la historia del libro [NOTA 3], quedan todavía campos por explorar y muchos libros por abrir: José Manuel Lucía Megías señala, por ejemplo, como campo todavía virgen (o casi) en la bibliografía hispánica el que tiene como objeto de estudio los problemas ecdóticos del texto en el paso por la imprenta, indicando las escasas excepciones que representan los estudios reunidos en Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro [NOTA 4].

Este vacío, que poco a poco se está reduciendo [NOTA 5] se explica en parte por las reticencias conceptuales en admitir que el texto literario no es uno sino varios, que el lector accede a él a través de una materialidad, resultante de una serie de operaciones materiales, de intervenciones sobre el texto, que han producido un texto en múltiples estados. Este enfoque relativamente nuevo ha logrado modificar considerablemente las investigaciones sobre la producción del libro impreso en España, así como la metodología aplicada a ese campo de estudio.

Como recomienda José María Micó, no conviene sacralizar al autor y al texto, en tanto que entidades virtuales, sino que conviene interesarse por los diferentes autores reales, los que contribuyeron a la realización material del texto, que intervinieron en una de las múltiples etapas de la cadena de operaciones.

[...]

El libro forma parte de un mercado cuyas características se van dilucidando de manera cada vez más precisa a través de una serie de publicaciones recientes. Para el siglo XVI se está modificando la apreciación de los investigadores sobre la vitalidad del mercado del libro. Vicente Bécares Botas afirma contundentemente que «hoy, que empezamos a vislumbrar las redes de producción y distribución librera en el espacio europeo, que conocemos el volumen y contenido de librerías y de bibliotecas públicas y particulares, desde las profesorales hasta las estudiantiles, quien hable de penuria bibliográfica en aquel siglo, tendrá que explicarse» [NOTA 17].

Asistimos en estos últimos años a una revisión de conclusiones un tanto esquemáticas tales como que los textos mayores de la historia literaria, fueron producidos en un mercado flojo y pobre [NOTA 18].

Tanto Pedro Rueda Ramírez como Manuel Peña señalan que «el comercio de libros en la Edad moderna está pendiente de una revisión completa» [NOTA 19], revisión de un enfoque demasiado «endógeno y rígido» [NOTA 20]. El interés de una Historia del libro atenta a la historia del comercio es obvio: convendría saber con más precisión cómo se ha estructurado, y cómo ha evolucionado la difusión del libro español en el marco del comercio europeo siguiendo las pistas abiertas por Jaime Moll y Klaus Wagner [NOTA 21].

Hasta los trabajos más recientes, los historiadores insistían considerablemente en los factores negativos que pesaban sobre la producción y circulación del libro en los siglos XVI y XVII: las trabas administrativas, la censura y el control del Santo Oficio, la situación periférica de la península en la geografía de la imprenta, las prensas poco competitivas frente a las fuertes industrias tipográficas de Alemania, Francia, Italia y los Países bajos, el comercio limitado al mercado local, los problemas económicos y técnicos, así como la carencia de personal cualificado, la penuria de papel, y la reticencia a la edición a escala internacional. Si ya algunas voces como la de François López señalaban una opinión discordante en 1981 al recalcar las bazas del mercado español [NOTA 22], las investigaciones más recientes sobre el comercio de libros coinciden con esta valoración positiva.

[...]

Situar a los impresores y libreros en el mundo de las letras y de las artes y valorar adecuadamente su papel no es tarea fácil. La Historia del libro, en tanto que «historia social y cultural de la comunicación por el intermediario de la imprenta» [NOTA 59] suele presentarlos como artesanos y hombres de negocios cuyo motor principal fue el sacar un provecho económico de sus actividades profesionales [NOTA 60], y no como agentes de la cultura o actores o autores de la misma.

No es tarea fácil porque hay todavía muchas incógnitas sobre su origen social, su formación intelectual y profesional, su personalidad, sus creencias, y sus ambiciones. Cuando impresores y libreros afirman que pertenecen al mundo del arte liberal esta reivindicación no aspira sino a un mayor reconocimiento de su creatividad [NOTA 61], de su capacidad intelectual y de su responsabilidad.

La intervención del impresor o el editor va más allá de una simple colaboración, es un acto de creación. Para tomar la medida exacta de ese acto de creación y escribir una nueva historia —no de los textos sino de los libros— convendría reunir los textos preliminares escritos por editores e impresores (prólogos, dedicatorias, poesías laudatorias) [NOTA 62] y constituir una antología que revelaría su talento literario y les conferiría una dignidad autorial [NOTA 63].

Quedan también por estudiar las marcas de impresor, hasta ahora sólo descritas, pero no consideradas en el marco de esta escritura editorial, e interpretadas como reivindicación de una autorialidad del editor, manifestación de una ética de artista a través de la elección de una empresa [NOTA 64]. Y por fin queda por rastrear el texto que escriben o reescriben mediante su intervención siguiendo las enseñanzas de la textual bibliography.

[...]

Hace unos pocos meses Roger Chartier publicó una recopilación de artículos suyos ingeniosamente titulada La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur [NOTA 73] en la que cuestiona la complejidad del proceso de publicación a través de un doble enfoque. El quiasmo presente en el título sugiere que «si bien cada decisión tomada en el taller tipográfico, incluso la más mecánica, implica el uso de la razón y del entendimiento, a la inversa, la creación literaria siempre se enfrenta con una materialidad inicial, la de la página a la espera de la escritura» [NOTA 74]. Las palabras inscritas en esta materialidad inicial, pronto abandonarán el manuscrito autógrafo, para trasladarse a otra copia, el original enviado a la imprenta, que se verá sometido a una serie de operaciones de la mano del corrector, del componedor, para convertirse en pruebas de nuevo controladas por el corrector (y el autor), y supervisadas por el impresor-editor.

Esta serie de operaciones sometidas a la «forma», en sentido figurado y propio conduce a unas modificaciones del texto original operadas por el componedor que desembocan en supresiones, añadidos, modificaciones exigidas por el espacio impuesto por la caja de escritura [NOTA 75]. Es decir que el espacio técnico impone y produce una nueva escritura, que es el fruto de una decisión humana y que engendra en algunos casos una nueva escritura literaria del productor material.


[NOTAS]

NOTA 1. Véase Pierre BOURDIEU, «Le champ littéraire», en Actes de la recherche en sciences sociales, n.° 89, 1991, pp. 4- 46.

NOTA 2. Pedro RUIZ PÉREZ, Juan MONTERO, «El libro en el Siglo de Oro», Etiópicas, n.° 2, 2006, p. 42.

NOTA 3. Remitimos por ejemplo a los balances generales que aparecen en el volumen coordinado por François LÓPEZ, Jean-François BOTREL, Víctor INFANTES, Historia de la edición y de la lectura en España (1472-1914), Madrid, Fundación Germán Ruipérez, 2003, a la síntesis bibliográfica de José Manuel LUCÍA MEGÍAS, «Bibliografía comentada», Aquí se imprimen libros (Con DVD), Madrid, Ollero y Ramos, 2005 o el completísimo estado de la investigación que trazan Pedro RUIZ PÉREZ y Juan MONTERO, op. cit., pp. 15-108. Con respecto a los retos de la historia del libro se recomienda la lectura de Michael F. SUÁREZ, «Historiographical problems and possibilities in Book History and National Histories of the Book», en Studies in Bibliography, vol. 56 (2003/2004), pp. 141-170.

NOTA 4. Francisco RICO, Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro, Valladolid, Centro para la edición de los clásicos españoles, 2000. Véase el libro clásico de José SIMÓN DÍAZ, El Libro español antiguo: análisis de su estructura, Madrid, Reichenberger, 1983, reedición en 2000, y el artículo de Fermín de los REYES GÓMEZ, «La estructura formal del libro antiguo español», Paratesto, 2010. n. 7, pp. 9-59. Véase también José Manuel MEGÍAS: «Escribir, componer, corregir, reeditar, leer (o las transformaciones textuales de la imprenta)», en Libro y lectura en la Península ibérica y América (Siglos XIII a XIV), ed. Antonio CASTILLO GÓMEZ, Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2003, pp. 209-242; ÍDEM, «El autor ante la imprenta: textos para un manual», Edad de Oro, XXVII, 2009, pp. 177-196.

NOTA 5. En 2008, el seminario internacional Edad de Oro reunió a especialistas en torno al tema de Imprenta manual y edición de textos áureos. Véase Edad de Oro, XXVIII, 2009.

NOTA 17. Vicente BÉCARES BOTAS, Guía documental del mundo del libro salmantino del siglo XVI, Segovia, Instituto castellano y leonés de la lengua, 2006, p. 22.

NOTA 18. Pedro RUIZ PÉREZ, «El libro en el Siglo de Oro», op. cit. p. 42

NOTA 19. Pedro J. RUEDA RAMÍREZ, Negocio e intercambio cultural: El comercio de libros con América en la carrera de Indias (siglo XVII), Sevilla, CSIC, 2005, p. 27.

NOTA 20. Manuel PEÑA DÍAZ, «El comercio, la circulación y la geografía del libro», Historia de la edición y de la lectura en España […], op. cit., p. 85.

NOTA 21. Klaus WAGNER, «Imprenta y libro en la España del siglo XVI y su entorno europeo», Ex-Libris, Universitatis: el patrimonio de las bibliotecas universitarias española, Madrid, Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, 2000, pp. 73-81. Jaime MOLL, «El siglo XVII español ¿abierto a Europa?: consideraciones sobre la industria editorial española», Ex-Libris Universitatis: el patrimonio de las bibliotecas universitarias españolas, Madrid, Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, 2000, pp. 83-93.

NOTA 22. Las discusiones consecutivas a las ponencias presentadas durante el coloquio celebrado en la Casa de Velázquez Livre et lecteur en Espagne et en France sous l’Ancien Régime han sido transcritas de la manera siguiente: «François Lopez se déclare en désaccord avec l’assertion de Jaime Moll suivant laquelle le marché intérieur était insuffisant en Espagne. Cela serait en contradiction avec la nécessité d’association de la part des étrangers pour le fournir [...]. En fait l’espagnol du XVIe était très moderne [...]. De plus les étrangers s’hispanisent. En fait il lui semble que les hommes et les capitaux existaient [...]. La conférence de Péligry lui démontre que le marché espagnol était très intéressant [...]. Il insiste sur le fait que la Castille du XVIe siècle était une des sociétés les plus cultivées du monde». Livre et lecteur en Espagne et en France sous l’Ancien Régime, colloque de la Casa de Velázquez, Paris, Editions A.D.P.F., 1981, p. 94-95.

NOTA 59. Robert DARNTON, «Qu’est-ce que l’histoire du livre», en Gens de lettres, gens du livre, Editions Odile Jacob, 1992, p. 190.

NOTA 60. Así lo afirma en su artículo Clive GRIFFIN, «La carrera del impresor en la edad moderna», op. cit., p. 383.

NOTA 61. Este discurso impreso en la oficina de Lucas Antonio de Bedmar y publicado en Madrid en 1675 reivindica para el oficio de impresor la condición de «arte liberal» y, por tanto, la exención de impuestos para los libros. Melchor CABRERA NÚÑEZ DE GUZMÁN, Discurso en prueba del origen, progresos, utilidad, nobleza y excelencias del arte de la imprenta, Introducción de Amalia SARRIÁ RUEDA, Madrid, Instituto de España, Biblioteca Nacional, 1993.

NOTA 62. Véase por ejemplo el prólogo del Buscón de Roberto Duport, o la dedicatoria de Robles. Cf. Francisco RICO, «A pie de imprentas. Páginas y noticias de Cervantes viejo», Bulletin hispanique, 2002, p. 673-702.

NOTA 63. Vicente BÉCARES BOTAS alude a «los impresores y libreros humanistas, autores, editores o traductores ellos mismos, en quienes se daban la mano la sensibilidad cultural y la ganancia como Hugo Helt, autor de la versión latina de la Declaración y uso del reloj español y traductor de Gregorio Niseno, Vicente de Millis de Polidoro Virgilio, Andrea Pescioni de las Historias prodigiosas de Pierre Bovistau, de lo que dejaron constancia en portadas y prólogos (Andreas de Portonaris en su Eliano)». Vicente BÉCARES BOTAS, Librerías salmantinas […], op. cit. p. 25.

NOTA 64. Existe una base de datos de marcas utilizadas por algunos impresores en el fondo antiguo de la Universidad de Barcelona: http://eclipsi.bib.ub.es/imp/impcat.htm. Ver también el artículo de Rosa Margarita CACHEDA BARREIRO, «Aproximación iconográfica a la figura del impresor a través de sus marcas tipográficas. una visión emblemática del siglo XVI», Cuadernos de arte e iconografía, 11, n.° 21, 2002, pp. 49-76

NOTA 73. Roger CHARTIER, La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur, Paris, Gallimard, 2015.

NOTA 74. Ibidem, p. 16. La traducción es nuestra.

NOTA 75. Sobre este proceso véase José Manuel LUCÍA MEGÍAS, «Escribir, componer, corregir reeditar, leer (o las transformaciones textuales en la imprenta», Libro y lectura en la península ibérica y América, Antonio Castillo Gómez (ed.), Junta de Castilla y León, 2004, pp. 216-217.




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