enero 04, 2022

«Las dificultades del lenguaje semántico, gramatical o prosódico generan grandes problemas para entender o hacernos entender. Incluso el aprendizaje de las lenguas requiere del interlocutor: es necesario observar la cara del otro»



Luis Ignacio Brusco (@IgnacioBrusco, @UBAonline @CONICETDialoga)
«Neurociencia del diálogo: instrumento social»
BAE Negocios (@BAENegocios)



«El diálogo es un instrumento que a través del lenguaje intersubjetivo sirve como base de la conducta social del humano. Es decir, comunicar ideas al otro, como interlocutor, si bien el pensamiento como idea constituye otro tipo de idioma, que es interno y utiliza otros paradigmas y sectores del sistema nervioso. Sin embargo, la ideación necesita de este instrumento para comunicar al otro. El diálogo, si bien retrasa la funcionalidad del pensamiento, permite engranar las ideas a través de códigos específicos de cada idioma pero también de otros componentes universales que se encuentran diseminados en todos los continentes y etnias.

»Pues requiere de una estructura más compleja que la gramatical para entendimiento del otro que le otorga peso social, si no carecería totalmente de valor sin la comprensión del interlocutor. Esta funcionalidad es necesaria para el contexto grupal y las relaciones humanas. Este dialogo es esencial para la transmisión de información aprendida y mejorada, como proceso de construcción acumulativo de la cultura, que puede redundar en el crecimiento intelectual e incluso en el crecimiento cerebral en el contexto de la mayor acumulación de información y tecnología. El entendimiento lingüístico entre personas y grupos será esencial en la base de este difícil proceso.

»En ese contexto el lenguaje requerirá de significantes como palabras y de una estructura que la administre (gramaticalidad), sumado a una musicalidad (prosodia) y de tiempos que lo regulen.

»Por ejemplo aplicaría “un silencio vale más que mil palabras”. Expresando dudas o también al espacio de reflexión acaecido entre interlocutores que dialogan. Tendrá diferentes fuerzas funcionales que mantendrán estructurada la conversación. Los especialistas Mark Dingemanse y Nick Enfield del Departamento de Lenguaje y Cognición del Instituto Max Planck de Psicolingüística de Nimega plantean que se requieren de “Turnos” (pensamiento, espera para hablar, y prevención de lo que probablemente nos dirán), “Aclaraciones” (pedido de aclaraciones) y “Enmienda” (correcciones que hacemos sobre la compatibilidad discurso-ideas) para hacernos aclarar.

»Quienes escuchan podrán también interpretar la originalidad por el acento, diferenciar preguntas de exclamaciones, admiraciones u ofensas a través de las prosodias. Aún sin incluir la complejidad de la calidad de la expresión semántica de las palabras; que por cierto puede variar complejizando el entendimiento. Es decir la música del lenguaje interviene en la comunicación como una reguladora del entendimiento. Esa musicalidad puede perderse en algunas enfermedades neurológicas que afecten centros musicales del cerebro, generando una “disprosodias” de expresión o de compresión, cuando se alteran áreas similares a las del lenguaje, pero que se encuentran del sector derecho del cerebro (no dominante en diestros).

»Las dificultades del lenguaje semántico, gramatical o prosódico generan grandes problemas para entender o hacernos entender, pudiendo incluso quedar enmascarado lo semántico (ideas). Incluso el aprendizaje de las lenguas requiere del interlocutor: es necesario observar la cara del otro. Posiblemente con gran colaboración de las neuronas en espejo, funcionales en el aprendizaje práxico-gestual interpersonal. Existiría así una intensa relación entre aprender el lenguaje con la cara del otro, tanto desde lo motor y lo empático.

»El grupo de Tanya Stivers (también del Max Planck y de Enfield) plantea que se requieren de tiempos en los diálogos. Son intervenciones que utilizan temporalidad, espera y turno para establecer cada comunicación, cumpliendo una funcionalidad social tácita del lenguaje que pareciera ser universal y que se repite en diferentes idiomas y etnias; pues se repiten en decenas de idiomas, diferentes regiones, etnias, continentes y estructuras gramaticales.

»Dingemanse y Enfield plantean que existe en promedio una interrupción del diálogo por minuto. Por lo general lo más frecuente es encontrar una palabra corta y económica como la palabra “¿Eh?” y “¿Huh?” en español o en inglés respectivamente, fonemas que establecen la interrupción de una conversación a la espera de una aclaración. Otra funcionalidad trascendente en pos del acuerdo social del Homo Sapiens.

»Existe así en las estructuras del diálogo este instrumento muy importante que es la temporalidad. Situaciones temporales son centrales para el entendimiento del otro. Por ejemplo, un mínimo silencio más largo de lo acostumbrado entre pregunta y respuesta puede implicar desaprobación o enojo.

»Pasamos la mitad de nuestra vida de vigilia en actividad social. El lenguaje corresponde a un instrumento clave para la capacidad gregaria según plantean Stivers y Enfield, autores que han estudiado decenas de diálogos en diferentes regiones. Presenta procesos universales que si bien aprendidos vendrían como una base funcional común en humanos. En cuanto a la espera en la respuesta es sugestivo, que se produce promedio en 200 milisegundos (es decir 0.2 segundos para responder), como un componente estructural normal. Durante este mínimo tiempo que es muy corto vamos pensando la respuesta. Es decir pensamos la respuesta mientras el otro habla.

»Pero si esos 200 milisegundos pasan a ser 500 (lo que sería medio segundo), la respuesta en un diálogo puede ser sospechable de falaz o que existiera algún tipo de duda o falta de sinceridad en lo respondido. Esto ha sido probado en diferentes idiomas, donde se observan características similares sobre la apreciación subjetiva de la temporalidad de la respuesta durante una conversación.

»Existen otros diálogos diferentes y específicos, por ejemplo cuando un orador expone una conferencia. Dice el fenomenólogo Alfred Schutz, que mientras habla el orador todos lo escucharan en forma coetánea, excepto él mismo que se pensara con un mínimo de retraso, pero cuando ya ha hablado. Dependiendo entonces de la memoria de trabajo o inmediata que genera lo que se conoce como “Bucle Fonológico” es decir el “hilo del pensamiento-lenguaje” mientras hablamos.

»Otro de los diálogos singulares es el que se observa en los niños pequeños normales, especialmente en edad preescolar; cuando establecen jugando charlas en voz alta. Muchos especialistas plantean que se basaría en una especie de prueba de ensayo error para la maduración de un diálogo adulto.

»Durante un diálogo primero sucede la idea en las cortezas cognitivas de asociación como el Lóbulo Prefrontal. Segundo se activan cortezas cerebrales del lenguaje (Wernicke y Broca) y tercero se usarán instancias cerebrales de lo social, como la Corteza Cingulada Posterior, la Amígdala que emociona y empatiza, y la corteza del Precuneo que activa funcionalidad sensorial de integración y contexto interno-externo (self y cognición social). Todas estas áreas se prenden en Resonancia Magnética Nuclear de cerebro en el contexto del diálogo social y se activan aún si se imagina una conversación.

»El diálogo es entonces un instrumento de lo social, se convierte en un proceso clave y universal del Homo Sapiens, como un acuerdo grupal inconsciente. Pudiendo a través del mismo desgranar ideas, pensamientos y premisas ocultas; pero que se contextualizan en la necesidad y el momento de la transmisión. Sirve para acuerdos y desacuerdos, y para la transmisión de la cultura siendo un componente central de la conducta gregaria».


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