Escribir, redactar... decimos, y acometemos esta actividad porque debemos ofrecer una presentación, entregar un informe, etc. ¿Una arenga retórica? ¿Claridad meridiana, inmediata? Atraer, demostrar, explicar... Y para todo esto utilizamos el lenguaje, ¿el lenguaje? No, primero, nuestro cerebro, y no solo para reflexionar qué y cómo vamos a expresar, sino mucho antes: para conocer y clarificar, poner en orden nuestros pensamientos... (Otro tema es que nuestro cerebro usa el lenguaje como materia prima para todo esto).
Este proceso que realizamos desde nuestro interior previamente a redactar o escribir es la técnica de la composición. Sí, con este término que evoca la música y muy justamente, porque texto y partitura comparten como base el tempo, un tempo que creamos y acotamos de muy diversas formas: con las ideas, la puntuación, etc.
Habrá ocasiones, la mayoría, en las que no tengas más que hacer que mimetizarte con un estilo discursivo propio de la empresa donde trabajas, o de tu colectivo profesional, etc. Esto también requiere su buena dosis del talento de haber aprendido y ejercitado lo necesario, pero es muy diferente cuando tenemos que crear algo propio.
A continuación puedes leer una introducción en este campo de la composición. Es un fragmento de un trabajo de Luis Achaerandio titulado «Reflexiones sobre la composición de textos escritos» (VER NOTA AL PIE DE ESTA PÁGINA). Podrás comprobar que es además una buena fuente para estimular tanto la creatividad libre como la linealidad de un razonamiento que puede requerir un texto, cualquiera que sea su fin o extensión. Y si deseas leer el trabajo completo, no tienes más que pinchar en el enlace y te llevará al PDF que lo contiene.
Luis Achaerandio (Universidad Rafael Landívar, Guatemala):
«Reflexiones sobre la composición de textos escritos»: «Introducción»
«Aunque la “Lectura Comprensiva” (L.C.) y la “Escritura Madura” (E.M.) son dos competencias distintas en los seres humanos cultivados, sin embargo, tienen rasgos parecidos. El objetivo de la L.C. es construir significados, mediante la interacción entre los conocimientos previos del lector y la información que ofrece el texto que se lee; en la L.C. se prescinde de informaciones poco pertinentes, se generaliza, se integra, se evalúa, etc.
»De modo semejante, la E.M. es una competencia reconstructiva que genera pensamiento y lo traduce en palabras; el escritor interrelaciona sus conocimientos previos con los saberes de los posibles lectores, elige lo pertinente, rechazando lo inútil o poco interesante; integra significados y reflexiones; autoevalúa los procesos, etc. También coinciden ambas competencias en que, tanto la L.C. como la E.M., son dos poderosos medios para lograr aprendizajes significativos y desarrollar las competencias de alto nivel y las estructuras mentales. El que los seres humanos, en su gran mayoría, no estén capacitados para la E.M. se debe principalmente a que la escuela o el colegio no enseñan a escribir a niveles superiores de “transformación del conocimiento”; y los estudiantes quedan toda su vida en una “edad de escritura”, típica de los 10 años o menos.
»Para entendernos, hay, según los autores, dos niveles de Escritura: El inferior que se reduce a poner por escrito, linealmente, los contenidos previos que se recuerdan y se bajan de la “memoria a largo plazo” al texto escrito; el escritor de este nivel no reconstruye significados, simplemente copia lo que le dicta su memoria; no planifica, no fija el objetivo de la escritura, no organiza la información, apenas usa recursos retóricos para expresarse. Por otro lado, el escritor hábil o de nivel superior sabe que escribir maduramente es como resolver problemas generalmente poco definidos y que, para eso, tiene que seguir, y sigue, una secuencia que suele ser la siguiente:
»– Hacerse una como representación inicial del tema o tarea sobre la que escribir.
»– Pensar un plan, previendo qué decir o qué contenidos manejar; para qué lectores va a escribir; y qué recursos retóricos va a usar.
»– Redactar el texto y revisarlo.
»Son pocos los alumnos de Secundaria y de universidad que saben escribir a nivel superior. Según Scardalia y otros (1984), están en este nivel de “escritores hábiles” los que, antes de escribir y mientras escriben, “transforman el conocimiento”; dicho de otra manera, en sus escritos, no se reducen como los escritores novatos, a decir o repetir idea tras idea, dato tras dato, la información que retienen en su memoria a largo plazo, sino que, antes de escribir y durante su escritura, reconstruyen creativamente sus conocimientos y sus reflexiones relacionándolos con sus habilidades retóricas; es decir establecen objetivos, organizan mentalmente sus contenidos antes de escribir, tienen en cuenta los conocimientos y gustos del público que va a leerles; construyen puentes entre el que escribe y sus posibles lectores. Así como se habla de “analfabetos funcionales” que sólo pueden leer lineal y superficialmente sin entrar al contenido profundo de los textos, así pudiéramos hablar de “analfabetos académicos” (son la mayoría) que, en expresión de Scardalia, simplemente transcriben o “dicen el conocimiento”, es decir copian, en sus cuartillas, lo que tienen fijado en su memoria; pero no lo reconstruyen ni lo transforman.
»Estos escritores de nivel inferior pierden la gran oportunidad de aprovechar las poderosas potencialidades que tiene la escritura para desarrollar el propio pensamiento y las competencias cognitivas de alto nivel, como son: el análisis crítico sobre sus propios conocimientos; el hacer síntesis constructivas y el precisar y enriquecer los contenidos conceptuales, etc.
»La E.M. es un complejo proceso de problemas poco definidos, y de soluciones provisionales. Para escribir a nivel superior, evidentemente tiene que haber algo que decir; por eso los autores comentan que la E.M. presupone presaberes o contenidos previamente asimilados mediante no pocos aprendizajes significativos».
NOTA. Documento interno, preparado para la asignatura 1 del Programa Centroamericano de Formación de Educadores en Servicio, y publicado en [2010], en Guatemala, Universidad Rafael Landívar. (Referencia: Flor de María Crispín Orellana, Propuesta de programa para padres en el uso de métodos para desarrollar el proceso lector en sus hijos que presentan bajo rendimiento en esta área, tesis de licenciatura, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2012).
Disponible también en Google Drive de plaka logika).
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