febrero 13, 2023

Lejos de una aparente ausencia, la identidad del autor-periodista sale a la luz a través de un conjunto de opciones textuales que quedan impresas en sus artículos


Dolors Palau Sampio
«Estilo y autoría en la información. Una aparente ausencia de identidad»

Estudios sobre el Mensaje Periodístico, n.º 15 (2009).

Estudios sobre el Mensaje Periodístico | Universidad Complutense de Madrid | Facultad de Ciencias de la Información | Departamento de Periodismo y Comunicación Global | Madrid | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto de las páginas 356 a 358 y 363 a 364 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la publicación original. Licencia Creative Commons.



Si como decía Genette no hay texto sin estilo y este, el estilo, revela un modo de ver las cosas, cabe preguntarse cómo queda reflejado en los textos periodísticos. En definitiva, en qué elementos se manifiesta esta presencia del autor-periodista, dónde es posible localizar su rastro, en qué medida las diversas formas de ver la realidad tienen un reflejo, una expresión lingüística que puede ser analizada desde una metodología pragmaestilística. Abordar el estudio del estilo en los textos periodísticos plantea la necesidad de tener presente esta inscripción, no de los rasgos biográficos o de las pulsiones íntimas del autor, sino de su punto de vista a la hora de configurar una realidad que contribuye a designar y crear a partir de una serie de marcas lingüísticas observables y analizables.

Los textos periodísticos conservan en buena medida esa esencia de muñecas rusas que Kerbrat-Orecchioni atribuye a los enunciados, esa «fascinación perversa», como la denomina, la fascinación del abismo al que aboca una exploración que parece no acabar nunca. Los múltiples matices que presentan las piezas publicadas en los medios de comunicación constituyen un motivo de interés, pero también de incertidumbre, a la hora de afrontar un análisis que combina una mirada microlingüística con la voluntad de no perder el horizonte donde se inscriben las diferentes realizaciones periodísticas. La aproximación a ellas requiere, de entrada, el diseño de un método de estudio que sea capaz de filtrar las diversas maneras de ver la realidad que quedan patentes en los textos.

La juventud de los estudios de comunicación obliga a importar de otros ámbitos con mayor bagaje teórico y metodológico las herramientas para acercarse con garantías a los textos periodísticos, al menos para traspasar las veleidades prescriptivas. Así, la lingüística y la estilística se convierten, como han puesto de manifiesto diversos autores, en soportes fundamentales para iniciar una reflexión empírica. Lejos de cualquier tentación autárquica, el análisis del estilo en los textos periodísticos debe situarse en el terreno de una pragmática que contemple los factores lingüísticos y extralingüísticos que han intervenido en su producción. De aquí la elección de la pragmaestilística, la vertiente de estudio del estilo —heredera de la tradición estilística— en el marco de la lengua en uso, siguiendo a L. Hickey, como método adecuado para la investigación. Su objetivo no se limita a conocer el significado de un texto, sino a analizar su carácter de unidad comunicativa.

La propuesta de análisis de la inscripción del punto de vista, de la presencia del periodista en el texto resulta necesariamente fragmentaria e incompleta, teniendo en cuenta la diversidad de elementos enunciativos e ideológicos que entran en juego. Sin embargo, más allá de estas salvedades, es posible establecer, como se detalla a continuación, una serie de parámetros de estudio que muestran claramente algunos elementos lingüísticos que pueden analizarse, ligados a las diferentes tareas que realiza el periodista. Con esta finalidad, los indicadores se han distribuido en cinco grupos, que pretenden recoger las especificidades del trabajo periodístico, dar cuenta de las acciones en las que el periodista-autor deja, inevitablemente, su particular huella.

Estas acciones van desde la selección de hechos y protagonistas, que dispone estratégicamente siguiendo la voluntad de dar relieve a unos u otros datos, desplazando elementos o añadiendo operadores argumentativos, hasta los mecanismos de cohesión que implican al periodista en la textura discursiva, y hacen que, al tiempo que asegura el engranaje y el vínculo entre las oraciones, filtre su particular punto de vista. Su presencia queda patente como enunciador que escoge los operadores de modalización léxicos, fraseológicos o ligados a la sintaxis y la morfología, que permiten que aflore la subjetividad del autor del texto periodístico. Pero la suya no es la única voz que se escucha.

Más aún, esta tarea de reportador de discursos no se limita a la de mero altavoz, a la de vehículo neutro de canalización de la palabra de otros, sino que comporta una implicación evidente. Por el hecho de escoger unas y dejar otras fuera, pero también por el modo en que estas, las palabras, se insertan en el texto del periodista, por los matices que rodean al verbo de dicción o la particular forma de incluir la cita indirecta. Finalmente, en contra de la anatematización que lanzan manuales, libros de estilo y otros guardianes de las esencias «objetivistas», el periodista se muestra también como creador, artífice de figuras retóricas que, lejos de ponerse al servicio de un falso embellecimiento, de una ornamentación vacía, comunican con eficacia y transmiten una visión del mundo y de la realidad que presentan.


[...]


Conclusiones

El análisis empírico de los textos periodísticos muestra cómo, más allá de las estrategias de impersonalidad, destinadas a negar la presencia del periodista en sus escritos, es posible descubrir el rastro del sujeto que los compone y elabora. Así pues, lejos de una aparente ausencia, la identidad del autor-periodista sale a la luz a través de un conjunto de opciones textuales que quedan inevitablemente impresas en sus artículos, como huellas que es posible analizar y recomponer con la ayuda las herramientas que proporcionan disciplinas como la lingüística.

De este modo, el llamado estilo periodístico –en singular–, prescrito en los libros de estilo y entendido como ardid objetivador, se muestra más como un corsé de fórmulas y recetas de redacción que como un auténtico escudo protector contra las veleidades subjetivas. Estas surgen a poco que se abandonen [...] las posturas prescriptivas por un acercamiento empírico que contemple las implicaciones que conlleva la elección del léxico, la distribución y composición de los elementos de la oración, los procedimientos para el mantenimiento y la transformación del referente o las fórmulas de introducción de otras voces en el discurso.




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