Alexánder Arbey Sánchez Upegui
«Consideraciones sobre el artículo científico (AC): una aproximación desde el análisis de género y el posicionamiento»
Lingüística y Literatura, vol. 73, n.º 39 (2018).
Lingüística y Literatura | Universidad de Antioquia | Facultad de Comunicaciones | Departamento de Lingüística y Literatura | Medellín | COLOMBIA
Extracto de páginas 18-28 y 34 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.
Consideraciones sobre el artículo científico
El denominado artículo científico original (en adelante AC) surgió como respuesta a las necesidades de interacción entre los integrantes de comunidades discursivas disciplinares e investigativas, y ha evolucionado a lo largo de la historia a partir de la actividad retórica y creativa de los investigadores, las instituciones y las diferentes comunidades discursivas, así como del mismo desarrollo disciplinar, el crecimiento editorial de las revistas especializadas y el notable desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) que, mediante la posibilidad de publicación en línea, han generado un crecimiento sin precedentes de las revistas electrónicas, las bases de datos científicas y los denominados sistemas de indexación.
Otro hecho que ha contribuido a este crecimiento, por ejemplo, en el contexto colombiano, es que el número de artículos publicados en revistas científicas de alto impacto, así como el número de citaciones recibidas, es un indicador para valorar la productividad de los grupos de investigación, la calidad de programas académicos y de las instituciones. Puede decirse que, en la actualidad, en la industria del conocimiento, el AC es el género por excelencia, dada la inmediatez, la accesibilidad y la actualidad que conlleva en términos de resultados, estados de la cuestión, discusión y posibilidad de contacto con sus autores.
En sus inicios (siglo XVII), los reportes científicos correspondían a géneros como el epistolar, el ensayo y la escritura periodística, a los cuales recurrían los investigadores para intercambiar y divulgar sus trabajos empíricos. Al respecto, Robert Boyle, considerado el fundador de la química moderna, fue el primero en establecer lo que se denomina una retórica de la descripción experimental: él escribió y publicó en sus trabajos empíricos y de laboratorio (incluso los que terminaban en resultados negativos) de manera detallada los procedimientos, instrumentos utilizados y observaciones, y formó lo que hoy en día se conoce como grupo de investigadores; además tuvo un rol importante en la creación de la Sociedad Real Inglesa (English Royal Society) que, en 1665, publicó la primera revista científica en el mundo (Philosophical Transactions). Isaac Newton también ofrecía detalles sobre la metodología en sus trabajos experimentales, las condiciones en que estos ocurrían; y, además, sugerencias adicionales sobre cambios y experimentación.
En cuanto a sus características discursivas, en su historia temprana (siglos XVII-XIX), los artículos de investigación del siglo XIX se diferencian de los actuales en que los primeros eran reportes cortos de trabajos experimentales (alrededor de unas 5000 palabras), incorporaban menos referencias (unas diez por artículo), utilizaban más la primera persona y no contaban con una división interna subtitulada, esto vino a ser más frecuente a partir de 1950.
El químico Boyle, por ejemplo —dice Beke— pensaba que el uso de la voz pasiva era un recurso que reflejaba cierta arrogancia del investigador, dado que limitaba la posibilidad de una réplica directa e indicaba cierto distanciamiento.
A este respecto, la retórica personal ha estado presente en la escritura de los científicos, como el apartado que ejemplifica David Locke del texto Consideraciones cosmológicas en la teoría general de la relatividad de Einstein:
En este párrafo conduciré al lector por el camino que yo mismo he recorrido, más que por un camino quebrado y con viento, porque de otra manera no puedo esperar que se tome demasiado interés por el resultado final del viaje.
La retórica del tono anterior presenta una desviación con respecto al estilo oficial de la ciencia, puesto que aparece la voz real de un escritor que ha entrado al campo del discurso a dialogar con el lector, y a explicarle cómo ha realizado su trabajo científico. Actualmente, con el crecimiento de revistas y una visión «objetiva y precisa» de la ciencia, la retórica formal de este género textual ha cambiado, al igual que su estructura; así, la personalización y cualquier otro recurso lingüístico que se interprete como subjetivo es señalado como un aspecto negativo en la escritura. Sobre este particular —la retórica cambiante de los artículos de investigación a través del tiempo— Bazerman plantea la siguiente reflexión:
Scientific writing is no unitary and unchanging thing, defined by a timeless idea. Varieties of scientific writing have developed historically in response to different and evolving rhetorical situations, aiming at different rhetorical goals, and embodying different assumptions about knowledge, nature, and communication. The form of the experimental report, in particular, solves a changing rhetorical problem: given what we currently believe about science, scientists, the scientific community, the scientific literature, and nature, what kind of statement about natural events can and should we make? To treat scientific style as fixed, epistemologically neutral, and transcending social situation is rhetorically naive and historically wrong.
Estos cambios en la manera de escribir y concebir la ciencia en un momento determinado, y sus formas de comunicación, como el artículo científico, indican la dinámica del género en cuestión y las presunciones sobre lo que se considera ciencia, y en la manera de comunicarla, lo cual incide en el estilo retórico y en aspectos discursivos. Sobre este particular, una de las preguntas que emerge es la siguiente: ¿qué utilidad tiene para la ciencia escribir en primera persona o de manera impersonal?, pues como dice Bazerman, tratar el estilo científico como fijo, epistemológica y discursivamente neutro, e intentando trascender o abstraerse de cualquier situación social, es algo retóricamente ingenuo e históricamente equivocado; es decir, el posicionamiento y la interacción mediante la intertextualidad por parte de quien investiga y escribe son dos aspectos centrales y recurrentes en la escritura.
En relación con esto, diversos estudios lingüísticos han demostrado el carácter dialógico, retórico y subjetivo en la escritura del artículo científico, el cual, pese a ser rutinario en su estructura (la cual presenta variaciones fijadas o consensuadas en un determinado momento) y convencional en su registro estilístico y léxico-gramatical, «lleva a cabo su propia pequeña defensa de la novedad o, de lo contrario, no sería publicable. [Puesto que] Ninguna revista científica acepta colaboraciones que, en cierta forma, no lleven a la ciencia más lejos». Así las cosas, la escritura y sus estrategias retóricas permiten concebir una identidad discursiva por parte del autor (posicionamiento), construir, trasformar y comunicar conocimiento. Esta «ha moldeado e impulsado la actividad intelectual del hombre moderno».
También, explorar y analizar diferentes aspectos. Se trata entonces de un proceso constructivo y creativo. Por consiguiente, los artículos constituyen una muestra de lenguaje vital, orientados al conocimiento (o a la manera como se intenta construir), a la comprensión, la expresión y el posicionamiento. Y en esta actividad dinámica, no lineal, de construir significados, dice Bazerman que los escritores encuentran modelos para la solución de diversos problemas retóricos que se repiten y deben afrontar en la escritura científica, como es el caso de personalizarse o no en la escritura, cómo transmitir una presencia fuerte y creíble en su discurso, y de qué manera recurrir a la metaforización como estrategia discursiva, pues, como afirman Lakoff y Johnson, «la metáfora es uno de nuestros instrumentos más importantes para tratar de entender parcialmente lo que no se puede entender en su totalidad».
La metáfora implica razonar, discernir, realizar inferencias, determinar rasgos y categorizar, y, por supuesto, concebir creativamente una cosa en términos de otra (trasladar significados de un dominio a otro), y a todo esto le subyacen la experiencia, la comprensión y una intencionalidad o una serie de propósitos comunicativos, tanto del escritor científico como del género discursivo en cuestión.
En relación con este punto, por ejemplo en investigación, el método ha sido metaforizado como un camino, tal vez por la etimología del término investigar que significa ir tras las huellas o los vestigios. Acerca de lo anterior, dice Perelman en su tratado El imperio retórico. Retórica y argumentación:
Hay diversas maneras de utilizar una misma metáfora; cada una pone en evidencia diversos aspectos y por ello llega a diversas consecuencias. Es así como el método frecuentemente se describe como un camino, lo que nos recuerda la etimología de la palabra «método», pero cada pensador [investigador] se servirá de esta analogía a su manera.
Sobre este particular, un aspecto por resaltar es que la metodología evidencia un adecuado «encadenamiento de las ideas»; es decir, que no falte ningún eslabón de la cadena, que no haya omisiones o vacíos en el proceso. En otras palabras, recurrir al rigor expositivo (informar y explicar), pero también trazar y recorrer el camino con afrontamiento creador. En este punto, razón y creación se conjugan en la tarea investigativa para fortalecer este constructo discursivo que se denomina artículo de investigación, entre otros géneros.
Luego de esta digresión sobre la metáfora como dimensión retórica presente en la manera de concebir el proceso investigativo y como estrategia en la escritura, regreso a un punto referido anteriormente en relación con que los escritores encuentran y utilizan modelos para su actividad escritural; por consiguiente, dado que estas soluciones se van volviendo familiares y aceptadas, devienen en modelos disciplinares a través del uso repetido, y de esta forma, adquieren fuerza institucional. Así, aunque el género discursivo emerge fuera del contexto, este se convierte en parte del contexto para futuros trabajos; es decir, en modelo de escritura. Por consiguiente, es deseable que todo artículo científico anuncie su propia revolución, aunque sea mínima, y su retórica debe reflejar este aspecto.
Concepción y estructura del artículo científico original
El artículo científico es un género retóricamente dinámico que no se circunscribe a una sola estructura global (estructura esquemática o superestructura) ni a una distribución uniforme de sus movidas retóricas. Sus características discursivas, así como sus aspectos textuales y formales, varían en el tiempo y según las culturas académicas, los contextos y las disciplinas, conformando una colonia de géneros.
A este respecto, Bhatia alude a conceptos (en principio similares) tales como: conjunto de géneros (genre set), sistema de géneros (systems of genres), géneros disciplinares (disciplinary genres), supergéneros (super genres), para luego denominarlos de una forma más precisa como colonia de géneros afines, para referirse a lo que él mismo llama una constelación de géneros individuales y diferenciados, pero que exhiben similitudes en sus contextos disciplinarios y profesionales. Así las cosas: «Every disciplinary community has its own typical set of genres, which are used by most of its members in the achievement of the professional objectives».
El concepto de colonia de géneros en relación con el artículo científico remite a la idea de variantes de una misma clase. Para el caso de esta reflexión, es oportuno recordar que el corpus inicial de investigación se conformó por artículos publicados en una revista de ciencias sociales y humanas, cuya estructura corresponde a la denominación de artículo científico original, cuya estructura prototípica es Introducción, Metodología, Resultados, Discusión y Conclusiones (en adelante IMRDyC). Dichas secciones realizan unas determinadas movidas.
El artículo científico es uno de los géneros que mayor relevancia tiene en la comunicación de resultados de investigación. Se trata de un género discursivo considerado como un indicador central en cuanto a la producción del conocimiento, el avance científico, el desarrollo disciplinar, y como un elemento que confiere reconocimiento a las instituciones. Cabe destacar que entre las características del AC está la originalidad en el sentido de comunicar nuevo conocimiento o explicitar su contribución, lo cual se ubica en una gradiente de mayor (+) a menor novedad/contribución (-), dependiendo de múltiples factores, tales como: el diseño, el objetivo y alcance investigativo, las características institucionales y el contexto de la investigación, los recursos, los tiempos, la experticia de los investigadores, la pertinencia del proyecto y sus resultados, y la apropiación social y académico-disciplinar de estos.
Además, se asume que el AC no es tal si no ha sido publicado; es decir, la divulgación en medios especializados como son las revistas científicas e indexadas, es la condición para que este género cumpla su propósito cultural, disciplinar e institucional; esto es, el círculo de la investigación está necesariamente relacionado con la aplicación o transferencia del conocimiento, la cual tiene como requisito la publicación. A lo anterior podemos agregar otras características retóricas de este género y sumar, a la constelación o variantes del artículo científico, otros géneros de carácter investigativo. En esta perspectiva, también se destaca la evaluación, no solo como un requisito editorial, sino como una importante validación y prolongación del proceso científico mediante los cambios y reconsideraciones que los escritores realizan a partir de dicha valoración.
También, puede decirse que uno de los factores relevantes para la publicación es la noción de resultados finales (no parciales) de investigación e innovación, mediante la forma de artículo científico, de revisión y/o reflexión. Es de anotar que esta aserción orienta en buena medida las políticas editoriales de revistas, las guías de autores y evaluadores, y, por supuesto, las prácticas de escritura en cuanto a estructuras textuales. Ahora abordemos algunas definiciones desde el ámbito de la investigación lingüística.
Swales, en su libro Genre Analysis: English in Academic and Research Settings, con respecto a este género, dice:
The research article or paper (henceforth often RA) is taken to be a written text (although often containing non-verbal elements), usually limited to a few thousand words, that reports on some investigation carried out by its author or authors. In addition, the RA will usually relate the findings within it to those of others, and many also examine issues of theory and/or methodology. It is to appear or has appeared in research journal or, less typically, in a edited book-length collection of papers-
En esta propuesta de Swales (1990) se destaca el carácter de informe en el sentido de informar o dar cuenta de un proceso de investigación finalizado, así como su extensión relativamente corta, y su relación directa con el saber precedente en términos de discusión teórica, metodológica y, agregamos, de resultados.
Por su parte, Bazerman, pionero en el estudio de la retórica científica de los artículos experimentales y su evolución, con respecto al artículo de investigación experimental dice:
The experimental report seems central to many conceptions of the sciences as empirical inquiry. The experimental report has developed as a favored solution of the problem of how to present empirical experience as more than brute fact, as a mediated statement of inquiry and knowledge.
En esta concepción de Bazerman se destaca la concepción del AC como una estrategia para presentar evidencias empíricas; es decir, resultados, y como una mediación en la forma de escribir la investigación y dar cuenta del conocimiento, lo cual indica la importancia de este género en la construcción y desarrollo de las diferentes disciplinas. En este sentido, Bolívar y Bolet, en su investigación sobre las introducciones y conclusiones en artículos de investigación, plantean que este género discursivo es el «producto de convenciones disciplinares y de acuerdos establecidos entre los miembros de determinadas comunidades discursivas».
Con respecto a su organización formal y estructural más prototípica, conocida como IMRDyC (por las iniciales de sus partes constituyentes), esta data de manera más institucionalizada a partir de 1962 con la publicación por parte de la Unesco de los criterios para la publicación de artículos científicos, la cual fue actualizada posteriormente en 1968 y reeditada en 1983 por dicha entidad. Por su parte, en 1972 el American National Standards Institute (ANSI) asume dicha estructura (IMRDyC) como criterio para la escritura de artículos científicos, cuya caracterización la plantean Regueiro y Sáez como un [g]énero académico de unas 20 páginas que se publica en revistas especializadas, es un escrito expositivo-argumentativo aunque con mayor peso en la argumentación, ya que el autor ofrece los resultados originales de su revisión teórica o su investigación científica original, de sus hallazgos, con el propósito de conseguir la aprobación y la validación de la comunidad científica universal a la que pertenece.
Con relación al proceso de construcción y validación de dicho conocimiento, Bruno Latour y Steve Woolgar estudiaron la construcción social del conocimiento científico como resultado de la lectura y la escritura de artículos orientados a la persuasión; es decir, un hecho científico es también un proceso retórico que consiste en generar artículos cuyo destino depende de la interpretación posterior del editor, del evaluador y de los lectores.
Acerca del análisis de dicho género, Kanoksilapatham, en su trabajo sobre la organización retórica de artículos de bioquímica, resalta que la investigación del artículo de investigación «have provided valuable insights regarding the rhetorical moves conventionally employed in each of the four internal sections (introduction, methods, results, discusión)».
Este tipo de estudios también revelan las variaciones específicas de las disciplinas, lo cual sugiere que la organización retórica de los artículos de investigación se ve condicionada por las convenciones académicas y por las expectativas de las comunidades discursivas específicas. De ahí que para «caracterizar el artículo de investigación como género discursivo, es necesario enmarcarlo en la situación comunicativa en la que se ubica».
Esta perspectiva contribuye —como lo expresan Kuteeva y Negretti en su investigación sobre las estrategias retóricas que aplican los estudiantes en la escritura de introducciones de artículos científicos— a fortalecer la enseñanza de la escritura académica con base en el establecimiento de las diferencias disciplinares y el concepto de género discursivo en el marco de la lingüística aplicada.
En términos generales, a partir de lo precedente puede caracterizarse el artículo científico como una construcción discursiva en la que el autor ejerce posicionamiento (aspecto que abordaré de manera descriptiva a continuación) e interactúa, en diferentes niveles, con la teoría o conocimiento disciplinar alcanzado hasta el momento, la configuración del objeto de estudio, los resultados y su aplicabilidad, transferencia e innovación, la manera de valorar y discutir el proceso investigativo, sus aplicaciones y recomendaciones, y la explicitación de cómo el contexto ha incidido, favorablemente o no, en el desarrollo científico o del proyecto que ha dado origen al artículo.
El posicionamiento
Cuando escribimos podemos ejercer la opción de señalar lingüística y discursivamente nuestra actitud y compromiso ante el conocimiento y los lectores; es decir, indicar la postura, la actitud, tomar partido, distanciarse o enfatizar. Para estas autoras, el posicionamiento, como macrofunción valorativa, es una acción social que se refleja textualmente en tres dimensiones articuladas entre sí: lo objetivo (se concibe y evalúa algo, el objeto y/o las ideas), lo subjetivo (el escritor se posiciona a sí mismo, el yo) y lo intersubjetivo (el autor se ubica en relación con el editor, los evaluadores y los lectores).
En otras palabras, mediante esta macrofunción (el posicionamiento), «el autor se presenta a sí mismo y comunica juicios, opiniones y responsabilidades y se muestra como autoridad frente a lo que dice»; también, como alguien que evidencia actitud científica a través del lenguaje matizado o mitigado. En primer lugar, entonces, el posicionamiento es un haz de estrategias retóricas que le permiten al escritor del artículo inscribirse discursivamente en su texto para interactuar y comunicar de forma personal y/o impersonal (matizada) el conocimiento, e interactuar con el lector.
A partir de este recurso lingüístico (el posicionamiento en el marco de la interacción), el escritor configura y transmite una imagen de sí mismo (ethos) como investigador (experticia y actitud científica) y experto disciplinar frente a su audiencia. En segundo lugar, el compromiso tiene que ver con las posiciones que asume el escritor en relación con el desarrollo temático del texto, con la manera de involucrar y guiar al lector, de formular preguntas y explicitar un conocimiento compartido con la audiencia. Hyland concibe ambos conceptos de la siguiente manera:
Stance. They express a textual ‘voice’ or community recognized personality which, following others, I shall call stance. This can be seen as an attitudinal dimension and includes features which refer to the ways writers present themselves and convey their judgements, opinions, and commitments. It is the ways that writers intrude to stamp their personal authority onto their arguments or step back and disguise their involvement.
Engagement. Writers relate to their readers with respect to the positions advanced in the text, which I call engagement. This is an alignment dimension where writers acknowledge and connect to others, recognizing the presence of their readers, pulling them along with their argument, focusing their attention, acknowledging their uncertainties, including them as discourse participants, and guiding them to interpretations.
Tanto el posicionamiento (discurso modalizado) como el compromiso (involucrar al lector) son estrategias retóricas que realizan funciones comunicativas específicas que se pueden realizar a través de movidas, las cuales son identificables mediante rasgos léxico-gramaticales con función discursiva o diferentes pistas lingüísticas —actitud del escritor frente al conocimiento que comunica y ante los lectores—. En el marco de las consideraciones precedentes, la interacción en escritura académico-investigativa se relaciona de manera directa con el posicionamiento o la adopción de un punto de vista, y el compromiso (o solidaridad/adhesión que genera en el lector) con lo que se escribe mediante el uso de determinados mecanismos lingüísticos o estrategias retóricas, entre otros, los modalizadores, los aproximadores, los enfatizadores, los marcadores de actitud, la voz propia y la impersonalización.
Modalizadores
La modalidad es una categoría lingüística o elemento descriptivo de carácter léxico, semántico y pragmático que expresa las distintas posiciones del hablante en sus enunciados, con respecto a la verdad del contenido y la actitud de los participantes en el acto de enunciación. Dicho de otra manera, la modalidad (entre otras posibilidades) representa la expresión del grado de certeza del emisor (escritor) sobre lo enunciado. También, todo juicio posee una determinada modalidad.
La modalización está presente en la actividad discursiva, puesto que tiene que ver con la manera como se comunican las cosas. Es un fenómeno subjetivo relacionado directamente con la postura del emisor o del escritor ante el contenido de su texto o lo que transmite de manera explícita o implícita. La modalización es un concepto que se refiere a la perspectiva o el modo como el locutor considera lo que dice o escribe.
Los tipos de modalizadores que atenúan la fuerza de los enunciados permiten mitigar o reducir la fuerza comunicativa de las proposiciones y mostrar cierta provisionalidad o relatividad en el saber científico que proyecta el escritor. Ampliando lo anterior, explica Beke que los mitigadores o matizadores indican la decisión que toma el autor de no comprometerse totalmente con la proposición expresada, de manera que la información puede ser presentada como una opinión y no como un hecho. Conviene aclarar que la mitigación dada por would y should en inglés corresponde al morfema verbal –ía– asociado al tiempo condicional en español; ambos, desde el punto de vista pragmático, marcan distanciamiento del autor frente a su proposición.
En suma, la modalización es un mecanismo lingüístico que permite, mediante marcas modales o pistas lingüísticas, indicar certeza, seguridad, probabilidad, posibilidad, creencia, obligación, permiso, deseo, duda, predicción, valoración, afectividad, indeterminación, aproximación, etc. Morales, en su investigación sobre artículos de revisión en odontología, presenta los siguientes tipos de modalizadores, cuya denominación, clasificación y terminología es variable en la literatura.
Para finalizar
En la escritura del AC, el posicionamiento ocurre mediante el uso consciente de diferentes recursos lingüísticos, tales como los atenuadores o modalizadores, la modalidad epistémica, la evidencialidad que consiste en la expresión de la forma como el conocimiento ha sido adquirido, los enfatizadores y marcadores de actitud, entre otros, que indican la postura o disposición (en este caso) del escritor del artículo ante lo que escribe, las fuentes citadas, el conocimiento y el lector o la forma de comunicación con respecto al interlocutor.
De esta manera, en la escritura académica e investigativa el posicionamiento se realiza mediante diferentes estrategias de carácter retórico que los autores utilizan en sus textos para lograr sus propósitos comunicativos; por ejemplo, que sus artículos, y ellos mismos en cuanto autores, sean aceptados por las comunidades discursivas de orden académico-investigativo.
En la perspectiva del posicionamiento como estrategia discursiva, la retórica se asume como un texto calculado para influir sobre un auditorio a partir del control sobre la actividad simbólica; es decir, cómo los investigadores usan el lenguaje para alcanzar sus metas de inclusión en comunidades discursivas especializadas y cumplir actividades.
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