Begoña Regueiro Salgado
«Poesía juvenil pop: temas, recursos formales y estrategias para llegar al lector joven»
Ocnos, vol 17, n.º 1 (2018).
Ocnos. Revista de estudios sobre lectura | Universidad de Castilla-La Mancha | CEPLI (Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil) | Cuenca | ESPAÑA
Se reproduce el texto de la publicación en PDF. Véanse las referencias y las notas en la publicación original.
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Queda en manos de la crítica el valorar hasta qué punto estos nuevos poetas transmiten unos mensajes positivos o, como señalan Molina y Velasco, reproducen modelos heteropatriarcales y cosifican a la mujer; hasta qué punto esta poesía contribuye a la formación de lectores y a la educación artística y literaria, cuando no están del todo claros sus rasgos de poeticidad. En resumen, si consideramos que la literatura infantil y juvenil ha de servir como iniciación al mundo de la cultura literaria y al diálogo cultural, debemos cuestionarnos si estos poemarios cumplen dicha función.
RESUMEN
Se suele decir que la poesía es un género minoritario; sin embargo, últimamente, estamos viendo cómo ciertos libros de poesía destinados a un público juvenil están alcanzando grandes cifras de ventas. En este artículo se ha verificado la cercanía de los lectores jóvenes a los autodenominados «jóvenes poetas» a partir de encuestas realizadas a 56 personas, donde el 90 % de los encuestados no llegaban a los 30 años. A continuación, se ha analizado qué nuevos rituales de lectura y qué características temáticas y formales de estos versos propician la identificación de los lectores entre 19 y 29 años con autores como Marwan, Carlos Salem, Diego Ojeda o Luis Ramiro.
INTRODUCCIÓN
La idea de que la poesía es un género minoritario ha sido repetida durante mucho tiempo. La existencia de poetas culturalistas (como los Novísimos) que plagan sus textos de referencias culturales, los juegos verbales de corte vanguardista que dificultan la comprensión lógica, o el desvío de la norma que, según muchos teóricos, da lugar a la poeticidad, pueden ayudarnos a entender que no todos los lectores se hayan sentido atraídos por este género. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI, la poesía se ha convertido en un fenómeno de masas que atrae a miles de lectores, pero ¿de qué tipo de poesía estamos hablando?, ¿de qué tipo de lectores?
En las VI Jornadas de Iniciación a la Investigación de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, Molina hablaba de la «bestsellerización» de la poesía actual refiriéndose a Marwan «y sus satélites», entre los que mencionaba nombres como Elvira Sastre, Defreds, Loreto Sesma, Teresa Mateo, Sergio Carrión, Diego Ojeda, Sara Búho, así como los de los cantautores Luis Ramiro, Rayden, Ismael Serrano, Vanesa Martín y Nacho Vega. Se trata de autores que el público ya conoce, bien por su trayectoria musical, bien por su actividad en redes sociales como YouTube, Instagram o Twitter, de manera que, cuando su nombre aparece plasmado en la portada de un libro, ya cuentan con suficientes seguidores y lectores potenciales para asegurar el éxito de mercado. Sus altas cotas de ventas (60 000 o 40 000 libros vendidos por Defreds o Marwan respectivamente, según sus editores) o sus millones de seguidores en redes sociales (14.7 k en el caso del Instagram de Carlos Salem o 170 k en la cuenta de la misma red social de Defreds) no tienen relación, sin embargo, con la calidad poética de sus libros y, así, ante la innegable aceptación de sus versos, la crítica especializada ha comenzado a subrayar la escasa validez literaria de sus textos. De esta manera, Velasco define esta poesía como:
textos [...] de carácter confesional en los que predomina la temática amorosa expresada desde la efusión sentimental, en una horquilla que va de la cursilería aterciopelada a la procacidad sexual. La composición de la mayoría de los poemas obedece a un esquema sencillo: la yuxtaposición de estados de ánimo, desprovista de configuración métrica, puntuada ocasionalmente por rimas cacofónicas. Es también recurrente el uso de imágenes seudoingeniosas (construidas a partir de un léxico estereotipado y cotidiano) [...] que funcionan de manera similar a la vieja idea de lo metafórico (p. 9).
Aun así, esta poesía que sus mismos autores han calificado como «juvenil» o «adolescente», porque se trata de «textos fáciles que enlazan muy bien con una población lectora muy, muy joven», es digna de estudio como fenómeno social. Tal vez, su éxito entre lectores no especializados se deba a que esta poesía pop o popular, esta poesía «fácil», solo tiene una interpretación frente a las varias capas de significación que tiene la que la crítica considera literatura culta. Igualmente, como señalan Velasco y Molina, no podemos desdeñar la importancia que las estrategias de mercado, inscritas en la sociedad neoliberal, han tenido para favorecer su difusión. Por otro lado, como señala Álvarez Miguel, es posible que este público ya hubiera sido creado por otros medios como la música, el cine o las series de televisión; y, quizá, su éxito tiene que ver con el desarrollo emocional de los nativos digitales que apunta Velasco. Sin embargo, también hay que apuntar que estos poetas, de mayor o menor calidad literaria, han conseguido atraer a los jóvenes al apelar a características intrínsecas a la adolescencia.
MÉTODO
El objetivo de este trabajo es explicar la relación entre la nueva poesía y el público juvenil a partir de tres caminos: la revisión bibliográfica de los primeros estudios acerca de estos autores, encuestas que nos permitan dibujar el perfil de los lectores y lectoras que se acercan a los «jóvenes poetas»; y el análisis de cuatro poemarios representativos de esta tendencia, a saber: Te odio como nunca quise a nadie, de Luis Ramiro (2015); #Follamantes, de Carlos Salem (2014); Mi chica revolucionaria, de Diego Ojeda (2016) y Todos mis futuros son contigo, de Marwan (2015). Cruzando los resultados de los dos últimos procesos podremos vislumbrar qué características temáticas, formales o, incluso, de rituales de lectura hacen que estos poetas lleguen al público juvenil y a los lectores no especializados en poesía.
RESULTADOS
Las encuestas
Comenzamos diciendo que ciertos libros de poesía se han convertido en un fenómeno de masas a finales de la segunda década del siglo XXI. El número de lectores o seguidores, así como las indicaciones que aparecen en las portadas de los libros de Frida Ediciones y que hablan de «más de 18 000 libros vendidos» (caso de Luis Ramiro) o «más de 10 000 libros vendidos» (en relación a Carlos Salem) serían muestra de ello, aun teniendo en cuenta que las cifras que ofrecen las editoriales pudieran responder a una técnica de mercadotecnia. Sin embargo, el que exista un amplio público lector no significa que la poesía se haya convertido en un género mayoritario. Así, en una encuesta realizada a 56 personas, en su mayoría no especializadas en literatura, de entre 19 y 45 años, donde el 90 % de los sujetos se encuentra en la franja de edad entre los 19 y los 29 años, el porcentaje de quienes afirman leer poesía con frecuencia es del 30.9 %, frente al 69.1 % que dice no leerla.
Si nos centramos en los poetas con mayor número de lecturas podemos ver que, dentro de una lista de veinte poetas del siglo XX con representantes destacados de distintas generaciones y corrientes poéticas, tanto el más conocido como el más leído es Marwan. En el primero de los casos, el cantautor palestino es conocido por un 34.7 % de los encuestados y le siguen Dulce Chacón, con un 28.6 %, y Carlos Salem, con un 24.5 % (Gráfica 1). En el caso de la lectura, la diferencia de Marwan con el resto de los poetas es mayor, pues tiene un 31.8 % de lectores, al que le sigue muy de lejos el 18.2 % de Gioconda Belli (Gráfica 2).
Con relación a estas cifras, es interesante observar que, a pesar de los datos, si nos fijamos en las encuestas de manera individual, podemos constatar que, en la franja de edad entre 30 y 45 años, el 55.5 % de los encuestados no conoce a Marwan, y, entre el 44.5 % restante que sí lo conoce, solo el 50 % lo ha leído por iniciativa propia. Si esto ocurre con el más reconocido de todos, los porcentajes disminuyen considerablemente en el caso de los otros poetas jóvenes, como Luis Ramiro, al que solo conoce el 22.2 %, pero al que no ha leído ninguno de los sujetos mayores de 30 años.
Al incluir en la muestra a los menores de 30 años, estos poetas mejoran sus porcentajes, con un 15.9 % de lectores para Carlos Salem, un 11.3 % para Diego Ojeda y un 4.5 % para Luis Ramiro. Asimismo, entre los más jóvenes, observamos que, en la casilla de «otros poetas que lees», aparecen más nombres relacionados con la nueva poesía, como Loreto Sesma, Defreds, Rayden o Irene X.
Estos datos parecen confirmar que el lector ideal de estos poetas son jóvenes en la veintena. En declaraciones de Marcus Versus, el poeta amplía el público lector a adolescentes de entre 13 y 15 años, pero una encuesta realizada a alumnos y alumnas de segundo y tercero de Educación Secundaria no apoya esta afirmación, puesto que casi ninguno de los estudiantes encuestados tenía la lectura de poesía entre sus hábitos y ninguno conocía a los autores en cuestión.
Vistos estos datos, parece relevante conocer los hábitos de lectura juveniles para entender de qué manera los cambios en estos rituales han favorecido la simpatía por los «jóvenes poetas». Según la encuesta realizada, el formato de lectura preferido sigue siendo el libro analógico, con un 57.1 %, pero muy de cerca le siguen las redes sociales (Facebook, Twitter, blogs, Instagram...), con un 49 %, y si a estas les sumamos los porcentajes de los que también «leen» en YouTube o Spotify, podemos ver cómo una amplia mayoría lee en formatos digitales, pues estos lectores alcanzan el 69.4 %. Asimismo, un 14.3 % se acerca a la poesía por medio de los cantautores y un 4.1 % recurre a los libros-discos con frecuencia (Gráfica 3).
Si atendemos ahora a las franjas de edades, entre los mayores de 30 años, todos leen en formato analógico y el 50 %, además, lee en formatos digitales; es decir, un 50 % solo lee en formatos tradicionales. Por el contrario, entre los sujetos comprendidos entre los 19 y los 29 años, el porcentaje de los que solo leen en formatos analógicos se reduce al 33.3 %, mientras que el 27.5 % solo lee a través de las redes sociales. Si a esto les sumamos el 3.9 % que solo lee a través de YouTube y el 3.9 % que solo escucha canciones de cantautores, comprobamos que entre los que llamamos nativos digitales, el 35.3 % nunca lee libros en formatos analógicos.
Estos resultados ya justifican el hecho de que los poetas más conocidos y leídos en esta franja de edad sean aquellos que se mueven y publican en estas plataformas, pero, además, existen rasgos temáticos y formales que generan la identificación autor-lector tan necesaria en una lectura poética adolescente o juvenil.
Análisis temático
Para el análisis temático, se han tenido en cuenta cuatro poemarios: Te odio como nunca quise a nadie, de Luis Ramiro (2015); #Follamantes, de Carlos Salem (2014); Mi chica revolucionaria, de Diego Ojeda (2016) y Todos mis futuros son contigo, de Marwan (2015). Ya desde el título, se puede ver que son libros donde el amor y el desamor son los tópicos fundamentales y en los que solo contados poemas se acercan a otras temáticas. En general, se trata de visiones del amor estereotípicas, poco novedosas y llenas de lugares comunes, ya sea dentro de los parámetros del amor idealizado o bien de un amor desmitificado que, en poemas de Luis Ramiro, llega incluso al cinismo, y en Marwan, teme la permanencia y la estabilidad entendidas como «usurpadoras de la pasión». La única salvedad sería Carlos Salem, en el que el amor y el sexo se funden en una única acción en su obra, «follamar», que se alza contra la rutina, la monotonía, la represión, la muerte, el tiempo e, incluso, la realidad:
la ciudad, el Estado, el planeta, están llenos de follamantes clandestinos [...], que hacen de sus cuerpos arsenales y de sus sexos armas siempre cargadas de deseo; que con las manos desnudas [...], podrían estrangular a la Solemnidad o matarla de risa a base de cosquillas; que su propio desamparo, su falta de Cordura, su irreverencia ante la Muerte, los vuelve inmortales.
Este sexo que, en Carlos Salem, se une al amor para crear una nueva realidad expresada por el neologismo «follamar», en el resto de los poetas aparece desprovisto de estas connotaciones y se presenta como un acto físico no necesariamente relacionado con el amor y, a veces, explícitamente disociado de él. Así, por ejemplo, Luis Ramiro dice: «Te imagino ahora, / sustituyendo mis dedos / por / el / agua / caliente / de tu ducha», o «Mi boca encuentra oro en su entrepierna». En el caso de Diego Ojeda, en el que el sexo sí aparece vinculado al amor en ocasiones, también hallamos poemas donde no lo está o en los que la actividad sexual se relaciona con las características de la «chica revolucionaria» que da título al libro y que se define como una de las que «andan sueltas, / vuelan sin bragas / y llevan en el bolso / un libro de poemas». Así, leemos «cuando me chupa / la aprieto fuerte / y nos entendemos, / cuando se corre / es un seísmo sin escalas». En otros poemas, el poeta habla de «masturbarme pensando en nosotros» o de «correrme en tu boca / —aunque sea por teléfono y no te guste». También Marwan alude con frecuencia al sexo, casi siempre relacionado con una persona en concreto, como vemos en el poema «La palabra María»:
Es una palabra [...] que anula a otras palabras como «decepción», «condena», «sed», «ausencia», «venganza». Las borra todas cuando acerca su boca hasta mi sexo y asciende preguntando si me gustó.
Como se ve, aunque en algún caso, especialmente en Carlos Salem o Diego Ojeda, el sexo se asocie a la revolución o el inconformismo, este tema no oculta un espíritu contestatario o subversivo como el que Zepeda analiza en la poesía de Calle Trece en el artículo «Sexo puerco, sucio: Calle 13 y la poesía subversiva», pues los autores estudiados no buscan ser desobedientes, polémicos ni especialmente provocadores.
En los pocos poemas que no tratan sobre amor o desamor, el tema predominante es la política. En este caso, la voz de los «jóvenes poetas» recoge las consignas del 15M en una crítica enfurecida y generalizada a todos los políticos, con alusiones a las manifestaciones y las mareas verde y blanca en defensa de la educación y la sanidad pública. En el caso del poemario de Carlos Salem, la crítica a la sociedad actual va de la mano de la reivindicación de los «follamantes», que encarnan los valores opuestos a los del sistema. Por su parte, Luis Ramiro dedica a este tema el poema «Derribar el imperio» en el que, tras hablar de «idiotas, lameculos, comemierdas / así va la política y el mundo», reivindica la dignidad de un «nosotros» que incluye a los lectores: «Después de tanta crisis y derrota / nos queda dignidad al fin y al cabo, / vencer aunque lo hagamos solo en sueños».
Son Diego Ojeda y Marwan, no obstante, los que más espacio dedican a la política y a la reivindicación social. En el primero, se pueden encontrar alusiones ya desde el título, pues esa chica revolucionaria manda al infierno «a los dictadores, / al sindicato, / a los polis malos, / a la alcaldesa, / ... »; y habla de «manifestaciones, / de revoluciones, / de romperlo todo / de marcharse de España». También la pareja se define en términos de oposición al sistema en el poema «Cuando viajo sin ti» que comienza con los versos «Voy a escribir un poema social / que hable de nosotros» y en el que se reivindica el ser protagonistas de revoluciones que incluyen «escupirle en la cara a los ministros, / insultar al presidente, / lanzar piedras contra la corona, / fugarnos del país / después de poner una bomba / en la junta anual de tu empresa». En el mismo tono, el poeta vuelve a hablar de manifestaciones en Génova, con una clara alusión al Partido Popular, y hace críticas explícitas a la política educativa y cultural en el poema «Voy en el metro rimando». Por su parte, Marwan dedica un apartado entero del libro Todos mis futuros son contigo al tema de la política. Así, en «It’sallaboutmoney», que se abre con citas de Nicanor Parra, Nach, George Steiner y Elie Wiesel, encontramos doce poemas en los que se repiten las mismas ideas relacionadas con la crisis y la corrupción política. A estas, se añaden referencias a la Guerra Civil y a la memoria histórica en el poema «España», y a la situación palestina, en el poema «Vergüenza». Por lo demás, volvemos a leer críticas a la política educativa y sanitaria, con menciones a la marea blanca y a las huelgas y manifestaciones, que, de nuevo, nos transportan al espíritu del 15M.
Además de los temas señalados, existe algún texto dedicado a la poesía, entendida como expresión de sentimientos o como reflejo de la mirada del poeta. En cualquier caso, el concepto de poesía que manejan estos autores y que merece ser estudiado aparte, enlaza con la inmediatez de lo vivido y lo sentido, muy en la línea de los poemas que casi todos los adolescentes escriben y que no incluye ningún tipo de consideración formal o desvío de la norma en aras de la poeticidad.
En cuanto a la forma, en la obra de estos autores encontramos una serie de recursos y estrategias comunicativas que favorecen su recepción por parte de un público joven. En primer lugar, el lenguaje empleado es sencillo, no se aparta de la norma y, salvo alguna imagen o metáfora, no incluye figuras retóricas que puedan dificultar la comprensión. Del mismo modo, se emplea un registro coloquial que incluye palabras de argot juvenil y vulgarismos como «coño», «acojonado», «joder», «follar», «dando por culo», «gilipollas», «kelly», «tanguita», «piercing», «mojabragas», «hasta los huevos», «puta», «cabrón», «correrse», etc. Estas palabras no se usan con voluntad formal para enfatizar conceptos, sino que se corresponden con el estilo conversacional que parece definir la poética de estos autores, pues en el artículo de Álvarez Miguel «Tras el boom de los nuevos poetas, llega la poesía», dos de ellos afirman: «yo no sé lo que es el ritmo, yo no busco nada de eso, yo escribo mis cosas y a la gente le gusta» o «la poesía rimaba y era muy compleja y nosotros hemos inventado un lenguaje nuevo donde podemos decir puta y palabras malsonantes que antes no se podían decir y que llegan mucho más a la gente».
Igualmente, las referencias culturales y cotidianas entroncan directamente con el imaginario y la cultura juveniles. Así, salvo las citas que encabezan las secciones de los poemarios de Diego Ojeda y Marwan, donde se mezclan escritores con políticos, pensadores, músicos o twitteros, las referencias intertextuales más abundantes aluden a poetas de su misma corriente, como Pedro Andreu, Elvira Sastre, Nach, Escándar, Irene X o referencias cruzadas entre ellos mismo: Diego Ojeda, Carlos Salem, Luis Ramiro y Marwan. Este universo textual que, en muchas ocasiones, empieza y acaba en sí mismo, genera un espacio textual, un ambiente, metafóricamente hablando, que casi podríamos comparar con Aleatorio Bar o Los Diablos Azules (a los que también mencionan) y que da lugar a la sensación de encontrarse entre amigos. Asimismo, las alusiones a músicos y cantautores, como Silvio Rodríguez, Aute, Serrat, Calamaro, Sabina, Lennon o Antonio Vega, abundan en los libros, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta la condición inicial de cantautores de muchos de los poetas de los que hablamos, caso de Marwan, Diego Ojeda o Luis Ramiro.
En lo que se refiere a lo cotidiano, los ele¬mentos que pueblan los poemas son también los que habitan la vida diaria de los jóvenes y adolescentes (especialmente de los madrileños, pues las apariciones de la capital como escenario son profusas). Así, Hipercor, Mercadona, Fnac, Starbucks o el metro y, junto a ellas, otras que se identifican más con lectores de una franja de edad concreta, como la «Complu» o la «Facultad» de las que habla Diego Ojeda. Mención aparte merecen las abundantísimas alusiones a las redes sociales, que entran de lleno en el mundo de los nativos digitales en el que estos autores se han dado a conocer y encuentran su mayor difusión. Así, tanto las redes como Facebook, Twitter o Whatsapp como los soportes digitales, tales como iPads o iPhones, los chats, las páginas web o el mismo Internet, están presentes en los libros de estos autores que, además, convierten el léxico asociado a estas redes en léxico habitual, como hace Marwan cuando habla de «hacer unfollow» a «las esperanzas defraudadas / al ministro y sus despidos». Por último, el hecho de que en algunos de los libros, como el de Diego Ojeda o el de Marwan, existan códigos QR hace que, ni siquiera en el formato analógico, estos poetas sean analógicos del todo.
Para terminar, es importante señalar las apelaciones directas a los lectores jóvenes dentro de los poemas o en paratextos como prólogos o epílogos. En muchas ocasiones, la exhortación se hace a modo de consejos implícitos, como en el poema «Vivir», de Luis Ramiro, que constituye casi un canto al carpe diem, o en el epílogo que Pedro Andreu escribe al libro de Diego Ojeda; otras veces, la llamada es más clara, como en el caso de Marwan, que dedica un apartado de su libro Todos mis futuros son contigo a dar «Consejos de supervivencia para jóvenes sensibles». En los veintidós poemas que conforman ese apartado, el poeta se dedica a dar pautas sobre la felicidad, la vida, el amor o, incluso, la paternidad, en un tono que, a veces, recuerda a libros de autoayuda. Así, en el poema «¿No te cansaste?», el cantautor da consignas como «mira a la crítica a los ojos», «recuerda que alguien solo se va de tu lado / cuando ya has aprendido en su compañía / todo lo que tenías que aprender», «Recuerda que cuando algo duele demasiado / es porque una y otra vez no aprendiste / lo que tenías que aprender», «No te escudes en las puertas que te cierran», «No escuches demasiado a quien no permita que te caigas» y, con una clarísima alusión a los padres: «Recuerda que quien más te quiere / también puede estar equivocado / y solo intentan que no sufras tú / lo / que sufrieron ellos / y eso no es posible».
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
A partir de lo visto, podemos afirmar que estos poetas son mayoritariamente conocidos y leídos por jóvenes entre los 19 y los 29 años, que los han llevado a los puestos más altos en ventas.
Las razones son múltiples, comenzando por el hecho de que, de una muestra de 50 sujetos en esa franja de edad, el 35.3 % solo lee en formatos digitales o se acerca a la poesía a través de los can¬tautores, de modo que no tendrá acceso a poetas que solo publiquen en formatos tradicionales y leerá, sobre todo, aquello que se actualice y nutra cada día, como las cuentas de Twitter o Instagram.
Asimismo, la lectura en redes sociales enlaza con otra realidad fundamental en el panorama actual: los «prosumidores», es decir, aquellos «no solo leen, sino que producen a partir de lo que leen, aunque solo sea por medio de la reproducción en sus perfiles de lo que les ha gustado o de los comentarios a aquello que les entusiasma. Son los chicos y chicas de los que habla Lluch que «publican en blogs, participan por escrito en foros y escriben en Twitter; y lo hacen para compartir los sentimientos que les provoca un libro o la opinión que tienen sobre el último relato que han leído». Esta lectura, que deja de ser algo íntimo para convertirse en un acto colectivo, enlaza con la necesidad que tienen los adolescentes de compartir lo que experimentan y de sentirse incluidos en un grupo, especialmente, un grupo en el que no haya mediación adulta ni guía de padres o maestros. En relación a esto, Lluch señala que «navegar es una actividad autónoma para los menores, con marcado carácter social y escasa mediación adulta: internet supone una experiencia de uso social, compatible con amigos e iguales» que se van ampliando según el modelo «thefriends of myfriends are myfriends» analizado por García Jiménez, López de Ayala y Gaona Pisonero. Así, se generan los grupos de adolescentes con gustos comunes que, tal como señala Ruiz Rodríguez, favorecen la autonomía personal y la autoafirmación a través del grupo. En el momento en el que el adolescente rompa con su familia y se rebele contra sus padres dentro de su proceso de maduración psicológica, serán esos grupos los que constituyan su entorno principal y la identificación con los pares sustituirá a las figuras de autoridad.
En el caso de la poesía joven, el sentimiento de pertenencia y de guía no solo se produce por el tipo de lectura en red, sino que los poetas, con las recomendaciones a los lectores adolescentes y las alusiones a sus «amigos poetas», están creando esa sensación de grupo en la que, además, el escritor se erige como «hermano mayor» que da consejos mientras rechaza los que da «quien más te quiere» que, como vimos en palabras de Marwan, «también puede estar equivocado». De esta manera, el nuevo modelo, el poeta, se acerca al joven por medio de una temática y un lenguaje próximo a él. Como señala Casanueva Hernández, la necesidad de potenciar en el adolescente el autoconcepto y la autoestima, lo llevan a actitudes como la transgresión o el interés por la sexualidad, a lo que Ruiz Rodríguez añade la rebeldía y unos hábitos opuestos a los establecidos que lo convierten en un ser «único, original, revolucionario». De ahí que la profusión de imágenes sexuales, las actitudes contestatarias o las chicas revolucionarias que incluso aparecen en los títulos de los poemarios hallen el público propicio en estos jóvenes.
Igualmente, el tipo de lenguaje empleado por los «jóvenes poetas» favorece la identificación del lector adolescente. En primer lugar, se trata de un vocabulario cercano, pero, además, el argot juvenil como característica de las obras no canónicas, según señala Casanueva Hernández, sitúa estas obras fuera de lo académico, muy lejos de lo que los chicos y chicas tendrán que leer en institutos y universidades y, por lo tanto, cerca de lo que eligen por sí mismos para definir y reclamar su autonomía.
Por último, debemos prestar atención a la relación de estos autores con la música. De los cuatro poetas analizados, tres son cantautores que ya tenían un público antes de escribir poemas. Esta vinculación es relevante pues, según el estudio de Ruiz Rodríguez, la música es la actividad cultural a la que los adolescentes dedican más tiempo, pues el 83 % de los 118 alumnos de Educación Secundaria consultados afirmaba escuchar música habitualmente y dedicarle tiempo a diario. Esta preferencia, que se debe a la capacidad socializadora y diferenciadora de la música, se potencia por el hecho de que los cantautores a los que nos referimos pueden considerarse minoritarios en la industria discográfica, frente a las canciones del verano o las melodías que saturan la televisión o la radio. Tal como señalan Hormigos y Martín Cabello:
Los estilos musicales catalogados con la etiqueta de minoritarios, [...], han conseguido alejarse de los lugares comunes, de los terrenos de las mayorías y se encuentran [...] en lugares en los que es más fácil encontrar seguridad integradora, disipando el temor al encasillamiento que tanto preocupa a los jóvenes.
Además, como también recogen estos autores, en la actualidad, el componente verbal de la canción se ha convertido en el prioritario y en el que se objetiviza el mensaje musical, lo cual facilita el paso de la canción al poema que han dado Diego Ojeda, Marwan y Luis Ramiro.
Podemos concluir, pues, que existen múltiples razones por las que los adolescentes se reconocen en los poemas que escriben estos «jóvenes poetas». Igualmente, está claro que debe valorarse el que se haya acercado la poesía a lectores noveles que no sentían ninguna afinidad por ella. Sin embargo, queda en manos de la crítica el valorar hasta qué punto estos nuevos poetas transmiten unos mensajes positivos o, como señalan Molina y Velasco, reproducen modelos heteropatriarcales y cosifican a la mujer; hasta qué punto esta poesía contribuye a la formación de lectores y a la educación artística y literaria, cuando no están del todo claros sus rasgos de poeticidad. En resumen, si consideramos que la literatura infantil y juvenil ha de servir como iniciación al mundo de la cultura literaria y al diálogo cultural, debemos cuestionarnos si estos poemarios cumplen dicha función.
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