febrero 02, 2024

Resulta interesante ver la conexión entre el uso de marcadores discursivos de poder y cómo permiten a una persona posicionarse en sociedad


María Isabel Martínez Mira
«Los marcadores discursivos y la negociación de poder en testamentos masculinos y femeninos españoles (siglos XVI-XVIII)»

Tonos digital, n.º 27 (junio de 2014).

Tonos digital. Revista electrónica de estudios filológicos | Universidad de Murcia | Facultad de Letras | Murcia | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto de las páginas 2 a 7 de la publicación en PDF. Véanse referencias en la publicación original.
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Marco teórico. Marcadores del discurso

El estudio de los marcadores discursivos ofrece una más que interesante perspectiva para estudiar no solo los valores morfosintácticos y semántico-pragmáticos del discurso en sí, sino además otros factores tales como las inferencias e implicaturas comunicativas, la distancia social/solidaridad o la jerarquía social, tal y como se intentará demostrar en el siguiente trabajo. Semejante afirmación tiene su origen en la propia definición de qué se puede considerar e identificar como marcador discursivo. Según Zorraquino y Pórtoles Lázaro (1999:4057), los marcadores discursivos son: «unidades lingüísticas invariables, [que] no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional –son, pues, elementos marginales— y poseen un cometido coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación».

Es precisamente esta función de guía para determinar inferencias comunicativas la que nos interesa para analizar el tema al que hace referencia el título de este trabajo: estudiar los mecanismos de cohesión llevados a cabo por la presencia de marcadores discursivos en textos legales —en nuestro caso, testamentos— escritos tanto por hombres como por mujeres. El estudio de los elementos y mecanismos que logran conexión y cohesión textual/discursiva en el documento legal puede ofrecernos importantes conclusiones sobre cómo se organiza el discurso legal masculino en relación al femenino y cómo, a través del testamento, se puede estudiar la manera en la que aparecen representadas las relaciones de poder y jerarquía predominantes en la sociedad de la época que nos interese.

Antes de adentrarnos en el tema, conviene aclarar lo siguiente: determinar qué palabras en español pueden funcionar como marcadores discursivos puede resultar una tarea complicada por cuestiones tanto de forma como de fondo. Debido a la naturaleza de los propios marcadores, resulta complicado hacer una distinción entre qué es un marcador discursivo, conector, conectivo, término de enlace, etc. [Nota 1]. Schiffrin (1987), por ejemplo, sugiere que los marcadores discursivos no encajan fácilmente en una categoría lingüística determinada y su análisis es «parte de un análisis más general de la coherencia discursiva —cómo los hablantes y oyentes integran formas, significados y acciones para entender de manera general lo que se dice» (1987:49; traducción propia).

Tal y como afirma Díaz (2007:64), «estas unidades gramaticalmente invariables [que] se llaman marcadores del discurso (1), no cumplen función sintáctica, ni tienen capacidad de contenido referencial, pero son capaces de mostrar un significado de procesamiento contribuyendo, en el nivel interdiscursivo, a realizar las inferencias para la comprensión del discurso». Martín Zorraquino y Portolés (1999:4056) proponen una lista de palabras (adverbios, interjecciones, locuciones adverbiales, etc.) que pueden englobarse bajo la etiqueta de marcador discursivo, por ejemplo. Portolés (1998:135-46), además, establece una clasificación de los marcadores discursivos en cinco categorías: estructuradores de la información (pues, por una parte... por otra, bien, etc.), conectores (además, pues, en cambio, etc.), reformuladores (o sea, es decir, en conclusión, etc.), operadores discursivos (en realidad, por ejemplo, bueno, etc.) y, por último, marcadores de control de contacto (hombre, mira, vamos, anda, etc.). Como se puede observar, cada categoría engloba un grupo de marcadores con funciones específicas y, en palabras de Silva Corvalán (2004:216), «una de las preguntas centrales que se plantea la pragmática es la de cómo se infieren mensajes o significados a partir de las expresiones lingüísticas empleadas en la comunicación. Los marcadores del discurso tienen un papel importante en la determinación de estos mensajes».

En el caso del documento legal testamentario que nos ocupa, los marcadores discursivos son los encargados de ordenar, de forma sucesiva, las exposiciones argumentativas que configuran el hilo temático del documento: la expresión de la última voluntad y cómo, a través de ésta, hombres y mujeres se posicionan socialmente y determinan la imagen con la que quieren ser recordados. Para cumplir esta función, los marcadores discursivos vinculan las diferentes partes de las que se compone el documento y permiten a los interlocutores procesar y conectar las intenciones ilocucionarias del significado que intentan transmitir (Heidar 2011:1480). Al tratarse de un formato de carácter legal donde los participantes negocian el uso del lenguaje (entre otros) con el uso e implicaciones comunicativas de sus marcadores, nuestro estudio ofrecerá la comparación entre los dos tipos testadores/testadoras para comprobar cómo presentan «acciones contextualizadas institucionalmente» (Schiffrin 1992:308) al mismo tiempo que definen su lugar en la sociedad.

Desde la perspectiva de documento legal, Heidar (2011:1481-2) establece los valores que definen el uso/presencia de marcadores discursivos en el ámbito del texto jurídico. Según este autor, los marcadores discursivos se caracterizan e identifican por los siguientes criterios:

(1) Posición: la gran mayoría de marcadores discursivos en documentos legales aparecen en posición inicial en la frase, aunque también pueden aparecer en mitad de al frase para conseguir focalizar más la atención del lector.

(2) Multigramaticalidad: las palabras que se pueden identificar como marcadores discursivos pertenecen a diferentes categorías: adverbios conectivos, conjunciones subordinantes, frases preposicionales, etc.

(3) Indexicalidad: los marcadores discursivos pueden establecer un «vínculo lógico» (Heidar (2011:1481) entre el discurso actual del hablante y el discurso que viene a continuación.

(4) Opcionalidad: los marcadores discursivos son gramatical y semánticamente opcionales: su uso no tiene ninguna repercusión y/o influencia en la veracidad de las proposiciones que acompañan.

(5) Referencialidad: los marcadores discursivos establecen cohesión entre diferentes elementos de los que configuran el discurso, ya sea mediante coordinación, contraste o disyunción, por ejemplo.

(6) Categoría estructural: los marcadores discursivos son los encargados de marcar vínculos y transiciones entre temas.

(7) Categoría cognitiva: en el ámbito textual, los marcadores discursivos nos informan del estado cognitivo de la persona que escribe el documento y cómo él/ella categoriza y establece relaciones de dependencia entre las diferentes proposiciones.


Esta variedad de funciones llevadas a cabo por los marcadores discursivos en textos legales (o en cualquier otro tipo de texto) permite apoyar el modelo multifuncional de coherencia discursiva establecido por Schiffrin (1987) según el cual los marcadores del discurso actúan en diferentes ámbitos discursivos simultáneamente al establecer relaciones entre diferentes planos: el textual, el enunciado y los interlocutores. Como afirma Silva Corvalán (2004:236), «texto y contexto son, pues, inseparables. No es posible interpretar adecuadamente uno sin hacer referencia al otro, así como tampoco parece ya posible hacer lingüística sin considerar cómo se usan las unidades lingüísticas en el discurso».

Especialmente en el caso de los testamentos que nos ocupa, esta simbiosis del texto y el contexto resulta crucial para estudiar el tema de las relaciones de poder y cómo hombres y mujeres se posicionan en la sociedad que los rodea y para ello, como afirma Silva Corvalán, el estudio de unidades lingüísticas tales como los marcadores discursivos ofrecen una importantísima información para determinar y entender dichas relaciones jerárquicas.

El estudio de la relación entre marcadores discursivos y poder aparece en la literatura sobre el tema. Existen ejemplos en los que se puede ver cómo se pueden establecer marcas de poder/prestigio por medio de marcadores discursivos. El trabajo de Winkler (2009), por ejemplo, da fe de ello. En su estudio sobre datos orales del criollo limonense [Nota 2], la autora encuentra evidencia de cómo el uso de marcadores discursivos del español en el discurso femenino representa la variante de prestigio; en concreto, refleja el vínculo entre el (dominio del) uso de la variedad de prestigio y los beneficios sociales asociados a la misma (2009:53). Tal y como afirma la autora, dadas las circunstancias histórico-sociales en las que se enmarca el uso del criollo limonense en una situación de bilingüismo como la que existe en la isla de Limón, dicho bilingüismo «ha hecho posible el uso de marcadores del discurso en español en el criollo limonense (Winkler, 1988). Son doblemente prestigiosos por el hecho de ser marcadores del discurso y por ser en español» (2008:58; traducción propia). A continuación se muestra uno de los ejemplos utilizados por la autora. Dat’s it! Dat’s what we call, I say... You’d say... bueno, ellos (them)!

El estudio de estos datos orales permite a la autora corroborar lo expresado por Cameron (1992): las mujeres son el colectivo que muestra mayor tendencia a utilizar y producir formas lingüísticas asociadas a un mayor prestigio, de ahí que sea en su producción oral en la que más abunden los marcadores discursivos tomados del español y así se pueden «presentar» como un colectivo que, poco a poco, va consiguiendo más poder y prestigio en su comunidad [Nota 3]. Es cierto que nuestro objeto de estudio no son datos orales, sino escritos y pertenecientes al ámbito jurídico-legal, pero aun así resulta interesante ver la conexión entre el uso de marcadores de poder y el establecimiento de relaciones jerárquicas y cómo permiten a una determinada persona posicionarse en sociedad; para explicar este punto se combinará el estudio de marcadores discursivos con los postulados de Pierre Bourdieu que se analizarán en las próximas secciones.


NOTAS

[Nota 1] Para más información sobre el tema de la nomenclatura, clasificación y distinción terminológica, véase Portolés (1993) o García Romero (2005).

[Nota 2] El criollo limonense es una variedad del criollo jamaiquino hablado en la costa caribeña de Costa Rica. Para más información, véase Winkler (2002, 2003, 2008). El estudio al que aquí se hace referencia tiene su base en el corpus de grabaciones que la autora utilizó para la realización de su tesis doctoral y posteriores investigaciones. El corpus lo componen entrevistas y grabaciones informales (véase Winkler 2008:60).

[Nota 3] Los datos de Winkler también parecen corroborar el hecho de que los hombres usan un criollo limonense más «puro» (es decir, con menor presencia de préstamos del español) por cuestiones de prestigio encubierto (Trudgill 1987) y por permitirles establecer una mayor «solidaridad masculina» e identidad étnica.




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