mayo 13, 2014

Construcción y organización del texto


Si nos acercamos a la disciplina que es la Lingüística textual, con la intención de empezar por este lado a conocer o ampliar nuestras posibilidades para construir un texto o discurso que comunique, vamos a encontrar un desarrollo de dicha disciplina o ciencia y, a su lado, una negación de que exista (Brownyn Davies y Rom Harré, «Posicionamiento: La producción discursiva de la identidad», Athenea Digital, n.º 12 (otoño de 2007), traducido del original inglés por César A. Cisneros Puebla). En los últimos años, la cresta de la ola pertenece a las disciplinas y tendencias que niegan existencia a todo lo que dicen estático —lengua y norma, en definitiva, por tanto, sintaxis, semántica, etc.— y únicamente admiten como existente el acto de habla; en coherencia, lo que está ligado a él, como el contexto, por ejemplo.

Aun dentro del desarrollo que pretende darse a la Lingüística textual a través de trabajos académicos, encontraremos que, por ejemplo, no son pocos los que ofrecen balbuceos y rodeos retóricos, bibliográficos, etc. para compartir que no se tiene claro qué es un párrafo, que no se sabe, que sus límites no están identificados.

¿Por qué mencionar este ejemplo? Porque lo primero que vemos en un discurso o texto es que consiste en un conjunto de líneas, renglones, con algunos espacios en blanco en su interior con los que se establecen distancias entre sus elementos en determinados puntos, mediante punto y aparte.

Al crear nuestra vida escrita —llamemos así a estos conjuntos de líneas y letras—, la ciencia o conocimiento común nos acompañará en una muy pequeña parte del camino, esto es lo que cabe destacar de la discordancia entre las aportaciones en torno al lenguaje. Una muy pequeña parte, pero de valor insustituible: el tramo necesario para asegurar la comprensión de nuestro discurso en la comunidad de hablantes, así como el aprovechamiento, o conocimiento al menos, del mayor número posible de resortes que interviene en esta maquinaria que llamamos texto, discurso, escrito...

Situados ante el hecho de tener que ofrecer un texto, la tarea por delante es doble: construir y organizar.

A efectos de la praxis comunicativa, construir un texto es crear sus unidades de significado; organizar un texto es crear la secuencia en la que vamos a ofrecer las unidades de significado.

En esta tarea debemos satisfacer unos requisitos básicos, y empecemos por considerar «básico» como equivalente a «sine qua non». No nos perdamos en divagaciones o adornos cuando estamos creando un texto con el deseo de lograr un fin o efecto determinado.

Estos requisitos básicos en construcción y organización del texto son el qué, el cómo y el para qué. Qué ofrecemos, pretendemos, etc., cómo lo ofrecemos y para qué. Con estas tres coordenadas, mis profesoras de química y bioquímica me enseñaron a redactar los objetivos con los que debía comenzar todo informe de prácticas de laboratorio, cuando comencé los estudios universitarios. No los he olvidado, sino que, al contrario, he tratado siempre de cultivarlos. Aunque no ha sido fácil, he llegado a descubrir que son el camino por el que algún día se llega a experimentar aquello de sentirse como pez en el agua, en este caso, comunicando propuestas, ya que previamente se han elaborado bien y, antes de esto, se han clarificado las ideas y los conocimientos necesarios. Es una experiencia que comparto por ser plenamente trasplantable a cualquier terreno. Al respecto, es recomendable esta aportación reciente de la experiencia de Ada Caridad Cabrera González, profesora en la Facultad de Arquitectura del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, en Boyeros (La Habana): «Los procesos de análisis, comprensión y construcción del discurso científico‐técnico desde una óptica interdisciplinaria» (Ingeniería Mecánica, vol. 16, n.º 3 (2013)). Es una buena propuesta para elaborar descripciones de todo género, desde conocimientos científicos a productos manufactureros.

Como todo esto se refiere a textos prácticos, no hay que olvidar, como en los informes de laboratorio mencionados, el incluir nuestro nombre y datos identificativos. Si te parece ocioso este recuerdo, busca, por favor y por ejemplo, el nombre, actividad y datos de contacto en sitios web de cualquier tipo. No te sorprendas si no aparecen o si los encuentras tras un rato de búsqueda, en lugar de haberlos hallado a la primera.




No hay comentarios:

Publicar un comentario