julio 25, 2022

«Para imponer un determinado sentido de la noción #RSC, los profesionales empresariales repelen en un plano manifiesto significaciones vinculadas al campo semántico de la caridad y en otro velado, a las relacionadas con la compensación»



Guacimara Gil Sánchez
«Análisis discursivo del relato empresarial sobre responsabilidad social corporativa. Coordenadas narrativas y prácticas discursivas»

RECERCA, n.º 20 (2017)

RECERCA. Revista de Pensament i Anàlisi | Universidad Jaume I de Castellón | Departamento de Filosofía y Sociología | Castellón | ESPAÑA


Extracto de los apartados de introducción y conclusiones de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




«La responsabilidad social corporativa es, además de un conjunto heterogéneo de iniciativas empresariales, un artefacto conceptual desbordado de significaciones y sentidos. Su significado hegemónico ha dependido del escenario de fuerzas ideológicas que han determinado, en cada momento, cómo debe ser organizada la economía para controlar el poder de las empresas.

»Así, las posturas ideológicas más proclives a defender una mayor regulación e intensidad democrática de la economía suelen concebir la RSC como una medida que debe limitar y compensar el poder corporativo.

»En cambio, aquellas que suelen situarse en el espacio más próximo al libre mercado y a la mercantilización de los derechos sociales tienden a defender una RSC centrada en crear valor para sus accionistas y grupos de interés o stakeholders, –y que en otro lugar hemos denominado neoliberal (Gil, 2016a, 2016b)–. Desde los años setenta hasta hoy, ha predominado en el contexto anglosajón y europeo esta última acepción de la RSC, que la concibe como una estrategia capaz de reforzar la competitividad de la empresa y, a su vez, crear valor para las sociedades en las que estas operan (Porter y Kramer, 2006, 2011).

»Una RSC que siempre es voluntaria y que se define como la obligación de ocuparse de ciertos deberes, asumir ciertas cargas o mantener determinados comportamientos en las esferas del desempeño económico, social y laboral de las empresas. En España, el mundo de los negocios ha defendido mayoritariamente esta noción en todos los espacios públicos y privados de promoción o divulgación en los que ha participado (Gil, 2016a). No obstante, pocos estudios se han adentrado en el análisis de las ideas, representaciones y estrategias que permiten este posicionamiento, tarea que vamos a presentar en este artículo. Concretamente, nos centraremos en el análisis del campo de la discursividad que el mundo de los negocios construye al significar determinadas prácticas como "socialmente responsables" (Laclau y Mouffe, 1987).


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»Para imponer un determinado sentido de la noción RSC, los profesionales empresariales trazan las coordenadas narrativas desde las que se va a situar la conversación y levantan las fronteras que van a expulsar aquellos significados que no forman parte del ideario empresarial construido en torno a la RSC. Como hemos visto, esas fronteras repelen en un plano manifiesto aquellas significaciones vinculadas al campo semántico de la caridad y en otro velado a las relacionadas con la compensación.

»Con este ejercicio de “expulsión” discursiva, la élite empresarial española connota de ingenuas y fraudulentas tanto la idea de que “la racionalidad económica debe controlar la social, pero ceder parte de sus beneficios” (donaciones, mecenazgo, acción social, caridad –filantropía empresarial–) como la de que “la racionalidad económica debe ser controlada por la social” (derechos, regulación, impuestos, negociación colectiva, etc. –significante keynesiano–).

»Asimismo, la élite empresarial española establece un determinado orden del discurso que incorpora a la aculturación de determinadas críticas, el protagonismo de la innovación como símbolo. Dentro de este orden, los directivos aparecen como “jardineros”, capaces de crear una empresa y un grupo humano creativos, que responden a las expectativas de los grupos de interés dentro de las posibilidades estructurales que la compleja realidad global impone.

»Este convencimiento colectivo de la élite empresarial española, incluye lo que parece ser una nueva identidad empresarial, que se construye en la tensión entre el reconocimiento, explícito y velado, de los límites estructurales que el “sistema” impone y la defensa de la presunción de complejidad de las empresas.

»Esta nueva identidad, que toma cuerpo en lo que hemos llamado la franqueza de la innovación y hemos calificado de cínica pragmática, es probable que incluya la aculturación de nuevas formas de organizar y pensar lo económico, como todas aquellas propuestas relacionadas con el bien común o la economía colaborativa. No obstante, y como hemos señalado en el cuerpo del texto, esta interpretación requiere de una validación mayor, que deberá ser asumida en futuras investigaciones».






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