José Portolés
«Pragmática y sintaxis»
Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación, n.º 16 (2003).
Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación | Universidad Complutense de Madrid | Facultad de Filología y Facultad de Ciencias de la Información | Departamento de Lengua Española y Teoría de la Literatura | Madrid | ESPAÑA
Se incluye a continuación un extracto de las páginas 1-2 y 13 de la publicación en PDF. Con licencia Creative Commons. Véanse referencias en la publicación original.
En la primera mitad del siglo pasado, el semiótico Charles W. Morris (1938) concibió el estudio de la teoría de los signos, o semiótica, a partir de tres disciplinas: la sintaxis, la semántica y la pragmática. La sintaxis atendería a la relación formal entre un signo y otro; la semántica, los vínculos entre los signos y los objetos a los que se refieren; y se ocuparía de la relación entre los signos y sus intérpretes, la pragmática. Esta última abarcaba todos los fenómenos psicológicos, biológicos y sociológicos que tienen lugar en el funcionamiento de los signos. Con palabras más sencillas, la pragmática estudiaría todo lo relacionado con el uso de la lengua.
Esta primera propuesta de pragmática no tuvo consecuencias inmediatas en el desarrollo de la lingüística. La necesidad de una disciplina que se ocupara del uso de la lengua nace de un hecho posterior. En la década de 1960, Charles J. Fillmore, George Lakoff, James D. McCawley y John Robert Ross, entre otros, intentaron desarrollar dentro de la nueva gramática generativa una corriente que se denominó «semántica generativa». Estos lingüistas pretendieron resolver como gramaticales problemas de significado que acababan de exponer filósofos del lenguaje como John Austin, John Searle, Peter F. Strawson o H. Paul Grice. Después de unos años de desarrollo, el fundador y guía de la escuela generativa, Noam Chomsky, atacó con firmeza los fundamentos de la semántica generativa y mantuvo que muchas de las cuestiones que se intentaba dilucidar quedaban lejos de las posibilidades de un estudio riguroso del lenguaje como el que él pretendía, esto es, un estudio fundamentado esencialmente en las propiedades sintácticas de la gramática. Por este motivo, desterró estos asuntos fuera de los confines de la gramática, a un terreno que ocupaba aquella disciplina que había propuesto la semiótica, pero que no se había desarrollado: la pragmática.
A partir de la década de 1970 los lingüistas que se han ocupado del estudio del uso de la lengua han procurado delimitar el objeto de la pragmática buscando unas bases teóricas con las que dar cuenta de los problemas que se les presentan. En la actualidad buena parte de esos investigadores considera que la pragmática no es un componente de la teoría lingüística como puedan ser la fonología, la morfología, la sintaxis o la semántica, tampoco pertenece a las disciplinas que relacionan el lenguaje con la realidad extralingüística como la psicolingüística, la sociolingüística o la neurolingüística. La pragmática, en su opinión, constituye una perspectiva de estudio que puede ocuparse de cualquiera de estas disciplinas.
[...]
La concepción de la pragmática como perspectiva tiene como piedra angular la idea de elección. Desde este punto de partida la gramática no es solo la estructura que permite levantar el edificio de una lengua, es también uno de los ámbitos de una lengua en los que el hablante puede elegir entre distintas opciones para comunicar lo que desea de una manera determinada. La elección de una forma lingüística u otra puede presentar unos mismos hechos como muy distintos a los ojos de nuestro interlocutor. En estas páginas nos hemos limitado a ver unos pocos ejemplos de un inmenso campo de estudio, tan amplio como la misma gramática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario