Livia Santos de Souza
«Género, identidad y multilingüismo en la escritura chicana reciente de autoría femenina»
Revista Letral, n.º 28 (2022); dosier: «Nuevas escrituras multilingües latinoamericanas y latinas (2000-2020)», coord. por Ilse Logie y Maarten Geeroms.
Revista Letral | Universidad de Granada | Facultad de Filosofía y Letras | Proyecto Letral. Líneas y Estudios Transatlánticos de Literatura | Granada | ESPAÑA
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Véanse referencias y notas en la publicación original.
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Myriam Gurba Serrano (2023), fotografiada por Mariah Tauger, © Los Angeles Times, y Kali Fajardo-Anstine (2023), fotografiada en su perfil de Instagram.
RESUMEN
¿Qué papel juega el español en la obra de jóvenes autoras latinoamericanas nacidas en los Estados Unidos? ¿Qué impacto tiene esa doble pertenencia, identitaria y lingüística, en la producción de sus narrativas? El presente artículo ensaya respuestas para esas preguntas a partir del análisis de la obra de dos escritoras chicanas cuyos textos reflexionan sobre la relación entre lengua, género e identidad: Myriam Gurba y Kali Fajardo-Anstine.
En Mean, Gurba construye relatos que mencionan constantemente el tránsito lingüístico y que a veces se producen a partir de ese movimiento entre lenguas. Fajardo-Anstine, autora del volumen de cuentos Sabrina & Corina, elabora narrativas en que el español está presente como una fuerza latente. Ambas autoras reflejan en sus obras experiencias formativas de jóvenes latinas en Estados Unidos y la tensión lingüística, además de una función estilística, representa un nudo central para la comprensión de la intersección entre género e identidad.
Palabras clave: multilingüismo; translingüismo; literatura latinoamericana en Estados Unidos; escritura de mujeres.
As intermediaries between various mundos, las nepantleras «speakin tongues» —grasp thet houghts, emotions, languages, and perspectives associated with varying individual and cultural positions. By living on the slash between «us» and «others», las nepantleras cut through isolated selfhood’s barbed-wire fence. They trouble the nos/ otras division, questioning the subject’s privilege, confronting our own personal desconocimientos, and challenging the other’s marginal status. Las nepantleras recognize that we’re all complicit in the existing power structures, that we must deal with conflictive as well as connectionist relations within and among various groups.
Gloria Anzaldúa, Light in the Dark, 2015
INTRODUCCIÓN
La literatura chicana, como todo lo referente a esa comunidad, nace vinculada a una constante dualidad, al espacio liminal entre Latinoamérica y Estados Unidos. Ser chicano, por lo tanto, es ser a la vez mexicano y norteamericano y significa ocupar un espacio que muchas veces es visto como un no lugar, cuyo símbolo principal es la frontera. La frontera, tal como la presenta Anzaldúa (Borderlands/La Frontera, 1987), no es solo un lugar físico, sino un tercer espacio, una herida abierta, donde dos mundos se encuentran y sangran. Quizás debido a ese rasgo conflictivo, tradicionalmente visto como violento, lo que aquí llamamos frontera es también un lugar extremadamente sensible, complejo e inspirador, desde el cual se producen objetos culturales marcados por esa condición tan singular.
Esto gana especial fuerza en el campo lingüístico. La lengua chicana es, como también describe Gloria Anzaldúa, bífida, una lengua que incluye elementos del español, del inglés, de las lenguas de los pueblos originarios como el náhuatl, en suma, una lengua que niega la organización tradicional de los estados-nación identificados con un único idioma. En el caso específico de las mujeres chicanas, grupo especialmente relevante para este trabajo, es imprescindible añadir el factor «género» a la cuestión de la lengua. Cuando las escritoras chicanas toman la palabra, no solo cuestionan la jerarquía étnico-racial establecida en los Estados Unidos, sino que también exponen la posición secundaria en que muchas veces son ubicadas las mujeres en la propia cultura mexicana y, a su vez, en la cultura mexicano-estadounidense.
Sin embargo, las políticas lingüísticas llevadas a cabo en los Estados Unidos en las últimas décadas han sido ampliamente responsables de una significativa pérdida de ese multilingüismo (al cual llamé anteriormente «lengua bífida») tan esencial para la propia comprensión de lo que es ser chicano. Eso lleva a una cuestión central para el presente trabajo, ¿cómo se procesa el multilingüismo en obras de autoría chicana reciente, específicamente en el caso de escritores cuyos trabajos se dan a conocer directamente en el universo editorial mayoritariamente anglófono?
Para reflexionar sobre esa cuestión, elegí dos obras recientes, escritas en inglés por jóvenes autoras de origen mexicano: Mean, conjunto de narrativas cortas autobiográficas de Myriam Gurba publicado en 2017, y el volumen de cuentos Sabrina & Corina, publicado en 2019 por Kali Fajardo-Anstine. La elección obedece a que ambas obras presentan una intensa relación con la identidad chicana y, a su vez, con la lengua española, aunque lo hacen de forma muy distinta.
Otro punto común en las dos obras es que se opta por narrar la experiencia de ser parte de una población percibida como minoritaria desde una perspectiva femenina. Tanto Gurba como Fajardo-Anstine aportan a sus narrativas el elemento distintivo del género. Herederas de una considerable tradición de escritoras chicanas como Sandra Cisneros, Ana Castillo, Estela Portillo-Trambley y Gloria Anzaldúa, las jóvenes autoras piensan la condición de las mujeres identificadas con ese grupo en el mundo contemporáneo.
Por lo tanto, para este trabajo busco acercarme a dos producciones literarias recientes para reflexionar sobre temas como multilingüismo e identidad a la luz de la tradición crítica de los estudios chicanos y de los trabajos sobre escrituras translingües y literaturas migrantes. Con este fin, adopto como marco teórico las consideraciones de pensadoras tradicionalmente identificadas con el feminismo chicano, como Anzaldúa, de autoras de títulos más recientes que también se vinculan a ese grupo, como T. Jackie Cuevas, y de investigadoras que se dedican al multilingüismo desde una perspectiva literaria, como Yasemin Yildiz y Evelyn Nien-Ming Ch’ien.
La lengua bífida hoy: género y tensiones lingüísticas en la literatura chicana autobiográfica escrita por mujeres
En su estudio sobre escrituras contemporáneas, Yildiz define el «postmonolingualism» como «a field of tension where monolingual paradigm continues to assert itself and multilingual practices persist or reemerge». Al subvertir el sentido común e identificar al monolingüismo como un fenómeno relativamente reciente, la autora reflexiona sobre los intentos llevados a cabo por autores multilingües en los siglos XX y XXI para contrarrestar esa determinación de una única lengua materna como norma. El prefijo post- gana, en ese contexto, un sentido histórico, pero conlleva también un sentido de oposición. Así, hablar de postmonolingüismo no implica haber superado el paradigma monolingüe, sino dislocar la mirada y enfocarla en los cuestionamientos que se pueden hacer a este paradigma desde la literatura.
Aunque elaborada a partir de referencias europeas, la idea del postmonolingüismo como concepto que condensa los esfuerzos de los escritores multilingües, en un mundo que presenta como establecido el monolingüismo, puede ser sumamente productiva para una reflexión sobre la presencia del español en textos escritos mayormente en inglés por autores chicanxs hoy. Cabe resaltar que hablar de «prácticas multilingües», tal como lo ha formulado Yildiz, tampoco hace referencia, necesariamente, al uso simultáneo de dos o más códigos lingüísticos.
El repertorio reunido por la autora abarca igualmente obras escritas por autores que migraron siendo todavía muy jóvenes y adoptaron la lengua de su escolarización como vehículo literario, textos de escritores que ya en la adultez eligieron una lengua literaria diferente de su primera lengua, o aun de escritores que se identifican con más de una lengua nativa.
Así, se hace necesario repensar y resignificar la propia noción de lengua materna, problematizando en especial los enfoques que consideran necesario poseer un único idioma como forma principal de identificación lingüística y que, por lo tanto, no toman en cuenta toda la multiplicidad de relaciones que alguien pueda mantener con una o más lenguas. Si pensamos en específico en la literatura chicana, hay toda una gama de variantes lingüísticas que van, desde el uso del inglés y del español en sus formas más estandarizadas, hasta manifestaciones híbridas que incorporan elementos de ambas lenguas y de otros orígenes. Glissant afirma que el escritor contemporáneo está en contacto con todas las lenguas. Esa declaración, lejos de negar la existencia de las tradiciones literarias asociadas a una o más lenguas, lleva a pensar que en alguna medida el multilingüismo es la regla, no la excepción. Sin embargo, cuando se abordan obras de escritoras que tienen en sus orígenes una relación tan íntima y tensa como la que marca la realidad México/Estados Unidos, el contacto (y el conflicto) entre lenguas asume un rol fundamental para cualquier ejercicio crítico que intente reflexionar sobre esa literatura.
Por lo tanto, lo que sostengo en este trabajo es que no existe una escritura chicana monolingüe, dado que sus manifestaciones siempre suponen en mayor o menor medida, de distintas formas, algo de contacto y de tránsito entre lenguas. En este artículo me interesa tratar cómo ese multilingüismo se produce en las obras de jóvenes escritoras chicanas en la segunda década del siglo XXI, todavía escasamente exploradas por la crítica. Pienso aquí en el papel del español en textos de mujeres que se insertan en el campo literario mayoritariamente a partir de la lengua inglesa. Así, el presente ejercicio de investigación busca asociar género y lenguaje, identificando intersecciones entre esos dos recortes.
Mean de Gurba puede considerarse un libro autobiográfico, aunque su estructura fragmentada lo aleja de lo que se espera tradicionalmente del género. También se observa una hibridez formal: hay capítulos que se estructuran narrativamente como cuentos, otros que se asemejan más al formato convencional del relato autobiográfico y aun pasajes más experimentales, que se acercan a la prosa poética. En el libro se escucha una voz narrativa (alter ego de la autora) que traza episodios desde su niñez hasta la vida adulta. La historia de la vida de Gurba, hija de madre mexicana y padre de orígenes mexicanos y polacos, coincide básicamente con la trayectoria de una chica de clase media que crece en un hogar bilingüe en California.
El carácter fragmentario del libro, así como su tránsito constante entre géneros, inscriben Mean en la tradición de autobiografías escritas por mujeres latinas, estudiada por Lourdes Torres. A la vez, hay una innegable contemporaneidad en el libro de Gurba, por lo que cabe decir que la autora en alguna medida actualiza el género, revisitando estrategias y temas de esa tradición. En este sentido, me parece fundamental reconocer cómo cuestiones centrales en la obra de escritoras de origen mexicano ya establecidas, como Sandra Cisneros, ganan nuevos tintes en el siglo XXI, afrontando la compleja experiencia de crecer formando parte de una minoría en los Estados Unidos o de lidiar con una sexualidad no heteronormativa.
El texto de Gurba está marcado por un humor que en no pocas ocasiones intimida al lector. Capaz de hacer chistes con temas serios, desde violencia de género al racismo, la autora no permite que en ningún momento se la compadezca. Autoidentificada como queer, Gurba hace de Mean también un libro sobre la experiencia de asumirse lesbiana, aunque describa el proceso de forma liviana, en un tono bastante alejado de otras narrativas de autoras chicanas que trataron el tema en las décadas de los 80 y 90 como la propia Anzaldúa y Cherríe Moraga. Un concepto fundamental para la comprensión de esa escritura chicana, anterior a la producción que se estudia en este artículo, es la idea de «borderlands», los espacios fronterizos que dan título al clásico libro de Anzaldúa.
Frontera en ese sentido es una palabra que no representa solamente un elemento geopolítico, sino un límite simbólico que evoca una serie de dualidades y expone desigualdades. Así, se nota que Gurba revisita temas y conflictos propios de la escritura femenina chicana a partir de nuevos puntos de vista. En un intento por definir estos nuevos enfoques, T. Jackie Cuevas, formula el concepto «postborderlands», buscando de alguna forma dar cuenta de esa producción que parte de la herencia dejada por el pensamiento de Anzaldúa:
In the post-borderlands world, characters may be suggested to be Chicana but do not necessarily struggle with what that may mean to them. They are also queer but do not necessarily struggle much with that either. Their struggles tend to coalesce around issues of nonnormative gender expression or gender identity.
Aunque Mean sea un libro abiertamente autobiográfico, en sintonía con otras mujeres que deciden hacer de sus propias vidas materia literaria, Gurba asume en diversos momentos en su narración tintes colectivos, como si al hablar sobre sí misma intentara también manejar una experiencia más amplia. Otra autora chicana, Cherríe Moraga, llama la atención sobre la complejidad del ejercicio autobiográfico en la escritura de mujeres que se identifican a la vez con un conjunto muchas veces contradictorio de elementos identitarios.
En la obra de Gurba eso resulta especialmente evidente en los fragmentos en que habla sobre un episodio de violencia sexual que sufrió a los 19 años. En esas ocasiones, la autora menciona también a las otras víctimas del mismo criminal, con las cuales comparte el origen mexicano, pero extiende esa experiencia a todas las mujeres:
A stranger chose me to rape.
There was no nepotism involved.
Basically, I got raped for real. (I’m being cheeky here.)
Stranger rape is like the Mona Lisa.
It’s exquisite, timeless, and archetypal.
It’s classic. I can’t help but think of it as the Coca-Cola of sex crimes.
Por lo tanto, queda claro que para la comunidad chicana las escrituras del yo tienen un marcado carácter político y comunitario. Norma Cantú lo atribuye al hecho de que esos géneros otorgan voz a grupos históricamente silenciados. Así, al hablar sobre ese episodio, Gurba no solamente denuncia la violencia a la que fue sometida, sino que también resalta su recurrencia y la banalidad con la que pasa por experiencias semejantes.
La obra de Fajardo-Anstine no se presenta como autobiográfica; sin embargo, hay una frecuente recuperación de experiencias personales y familiares en sus cuentos. En una entrevista al sitio web de PEN America, la escritora afirma que uno de los momentos más dolorosos como creadora fue lidiar con un trauma familiar que transcribió en «Sisters», uno de los cuentos de Sabrina & Corina.
Ese movimiento de elaboración de traumas, específicamente aquellos que se relacionan con la violencia de género, es un punto común en la producción artística de las dos autoras. En alguna medida, este uso de la literatura como forma de catarsis también es algo que conecta distintas generaciones de escritoras chicanas. Es posible notar en esa escritura un elemento de denuncia, pero ese ejercicio nunca se limita a la mera descripción de hechos violentos. Cuando estamos frente a esa literatura chicana, la sensación es de una constante invitación al ejercicio de la empatía.
La historia personal de Kali Fajardo-Anstine es bastante distinta a la ya presentada biografía de Myriam Gurba. Nacida en Denver, Colorado, la autora viene de un entorno familiar que abandonó la lengua española hace algunas generaciones. Fajardo-Anstine se considera, por lo tanto, hablante monolingüe de inglés. Afirmarlo, sin embargo, no significa negar su identidad chicana o latinx, para usar un término corriente y polémico en los Estados Unidos actuales, sino marcar su posibilidad, aunque su relación con el español no corresponda al bilingüismo tradicionalmente asociado con la comunidad chicana.
Del multilingüismo en Mean
Así como la lengua española juega papeles muy distintos en las biografías de Gurba y Fajardo-Anstine, sus textos también procesan al idioma de manera muy diversa. En Mean, la presencia de la lengua española es, con cierta frecuencia, muy explícita. Así, varios de los capítulos del libro, por ejemplo, tienen títulos en español, como «Señorita», «Siluetas», «Magdaleno» y «Burrito». Sin embargo, es en uno de los capítulos que recibe un título en inglés, «English is Spanish», donde la autora construye un retrato literario de su experiencia en la adquisición del lenguaje:
I began as an only child with an only language. This language was English and Spanish.
My English and Spanish came from a pact my parents made. My father, a green-eyed American, agreed to speak to me in English. My mother, a Mexican by birth, a feminist by choice, promised to speak to me in her native Romance language peppered with Nahuatl.
Their pact gave me lots of words. Folger’s crystals. Asshole. Aguacate. Tiliche. Cadillac. Smart. Girl. Sanguich. That’s Mexican for sandwich.
La cita deja bastante clara la filiación lingüística de Gurba. Más que presentarse como hablante de dos lenguas, en su relato ella muestra que la mezcla, el tercer espacio, la frontera es lo que naturalmente consideraba su lengua. Su lengua materna ya se presenta bífida, desvinculada de cualquier jerarquía. Sin duda, la noción tradicional de lengua materna o aun de bilingüismo no sirve para caracterizar esa situación. Además de hablar sobre su lengua híbrida, Gurba también incorpora en su escritura el multilingüismo. La lista arbitraria de palabras en el ejemplo evoca la sonoridad de los nombres, en un movimiento poético que imita al niño que juega con las palabras sin conocer su significado.
El inglés-español de la autora se acerca a lo que Evelyn Nien-Ming Ch’ien denomina «weird English»: «barely intelligible and sometimes unrecognizable English created through the blending of one or more languages with English». Gurba lleva al registro escrito formas híbridas que durante décadas estuvieron limitadas a la oralidad y fueron identificadas como formas desprestigiadas. El peso que ese movimiento asume en su obra, sin embargo, es otro. Hablando desde su experiencia como hija de padres escolarizados y de estudiante proveniente de una universidad de elite, el hablar una lengua híbrida no representó nunca para ella una fuente de vergüenza. Así, Gurba politiza su multilingüismo en el siglo XXI a partir de otro espacio, bastante distinto al lugar ocupado por muchas de las escritoras chicanas que publicaron en las últimas décadas del siglo XX, para quienes el hablar una lengua híbrida estaba más directamente relacionado a formas de discriminación.
Que la autora traiga al terreno creativo otra relación con el español y con el bilingüismo no significa, sin embargo, que ella no haya sufrido represión en ese sentido. No sorprende que la escuela sea el espacio castrador que impone el monolingüismo, o que al menos intenta dividir y organizar esa lengua doble. Las instituciones educacionales se volvieron los principales vehículos de lo que Yildiz denomina «el paradigma monolingüe»:
On my first day, yo hablé con mis nursery school maestras usando palabras como éstas because I assumed we all had the same words. I didn’t know I was spewing ciphers fed to me by a foreigner. I didn’t know Mexicans were Mexicans, a category some mistake for subhuman, a category my grandfather mistakes for divine. I thought of myself as a person, and I understood people.
People were people, and people talked, and talking was for everyone. Today, I understand that words are for everyjuan, but that not everyjuan is for every word, so please, dear reader, si no te molesta demasiado, pass me the metaphorical french fries as you whisper what you wish had been the first un-American words to pass through your uncorrupted lips.
Se presenta aquí un ejemplo significativo de la elaboración multilingüe del texto de Gurba. La autora mezcla las dos lenguas no solo a partir del léxico, sino también mediante la incorporación de elementos sintácticos del inglés y del español y a través de la creación de neologismos híbridos como everyjuan, término que juega con la pronunciación de la lengua inglesa y con una grafía hispánica. Aunque en alguna medida la autora representa una mezcla lingüística que se usa cotidianamente, se nota en el texto que el objetivo de esa elaboración multilingüe es, en gran medida, estético. En el caso específico de everyjuan además del juego con la sonoridad, se produce un efecto paródico, ya que Juan es el nombre masculino hispánico más común, añadiendo así esa capa de sentido al término.
Más que una estrategia que posibilita poner en escena la lengua fluida de un sector de la población menos escolarizado, el multilingüismo se convierte aquí en un elemento fundamental de la poética escritural de la autora, imprimiendo musicalidad y lirismo a la narrativa. Como afirma Yildiz, en su análisis de los escritores postmonolingües: «they are daring to transcribe their communities and thus build identities».
Una última consideración sobre el multilinguismo en Mean, el libro puede leerse doblemente como obra queer; en un primer nivel esa designación se justifica por la temática del texto, ya que tiene como uno de sus asuntos centrales el proceso de elaboración de una sexualidad lesbiana, y, en un segundo nivel, por su trato con el cambio lingüístico. Jones, al analizar la obra de otra autora multilingüe, Giannina Braschi, observa cómo de manera análoga a la deconstrucción del binarismo sexual operada por la teoría queer, el tránsito lingüístico inglés/español también desestabiliza concepciones puristas sobre esas lenguas. En sus textos, Gurba se posiciona de manera muy semejante, cuestionando y desafiando binarismos, ya sean sexuales o lingüísticos.
El español como vestigio en Sabrina & Corina
Kali Fajardo-Anstine también transcribe a su comunidad de forma muy intensa y a la vez muy distinta. Su libro de cuentos Sabrina & Corina, de 2019, reúne once textos cortos que tienen en común el hecho de que son narrados desde el punto de vista de niñas o jóvenes mujeres de origen mexicano. En general, el libro se centra en experiencias de crecimiento; una chica y madre ausente en el primer cuento «Sugar babies»; una adolescente recién salida de un período de encarcelamiento que vuelve a integrarse en la vida familiar, en «Tomi»; o una joven encargada de maquillar el cadáver de una prima muy cercana, en «Sabrina & Corina», que da título al libro.
Las estrategias narrativas del libro nos dan a veces la sensación de estar leyendo una novela, ya que todos los textos que componen el volumen comparten cierto tono, marcado por una melancolía constante. Así, sale de escena el humor ácido de Gurba y su trato confrontativo con los traumas cotidianos y gana fuerza un tono intimista. Los cuentos de Fajardo-Anstine son piezas bien armadas con personajes complejos que lidian con la identidad chicana/latina sin dejar espacio para simplificaciones o para el fortalecimiento de clichés. También en sintonía con la idea de post-borderlands de Cuevas, los jóvenes personajes de Sabrina & Corina se identifican como chicanas, sin que eso necesariamente gane centralidad en las tramas.
Fajardo-Anstine también establece evidentes lazos con las generaciones anteriores de escritoras chicanas. Un elemento fundamental en ese sentido es la construcción de delicadas y muy complejas relaciones entre madres e hijas. Como afirma Herrera: «Mother and daughter characters abound in writings by Chicanas, highlighting the significance of the maternal relationship in the lives of women of color and the ways in which this central relationship informs their writing». En los cuentos de Sabrina & Corina esa relación aparece de distintas formas y desde ángulos muy diferentes también. En el cuento que abre el libro, «Sugar babies», observamos la relación de una niña y una joven madre ausente que aparentemente entra y sale de la vida de la hija con alguna frecuencia. En otro de los cuentos, «Chessman Park», la narradora vuelve a la casa de su madre después de ser violentamente agredida por un amante. En todos los relatos del libro se pueden leer las relaciones abuela/madre/hija como un elemento central.
Así, se nota que la autora recupera ese tema tan fundamental para la escritura de autoría femenina chicana, ya trabajado por autoras como Sandra Cisneros, Ana Castillo y Denise Chávez, solo por mencionar algunos nombres. Fajardo-Anstine, sin embargo, lo hace contemplando los dilemas de la maternidad en el siglo XXI. Las madres chicanas en Sabrina & Corina no siempre comparten con sus antecesoras los estereotipos del género, no siempre son las guardianas de las costumbres y de la lengua (aunque a veces asumen ese papel, como es el caso de la abuela en el cuento «Remedies»). La escritora trata un tema tradicional, pero de alguna manera capta algo de la creciente horizontalidad que existe hoy en la relación madre/hija. No hay espacio en el libro para una mirada romántica hacia la maternidad.
En la gran mayoría de los cuentos las hijas asumen el protagonismo, pero en muchas ocasiones las madres, aunque momentáneamente, ganan centralidad justamente para demostrar una fragilidad que solo parece posible hoy. En este punto, la obra de Fajardo-Anstine presenta gran afinidad con las discusiones feministas contemporáneas sobre la maternidad, en distintas situaciones los personajes se permiten cuestionar una cierta obligatoriedad de la maternidad que todavía es culturalmente muy fuerte. En una escena particularmente sensible, la madre ausente en «Sugar babies» le dice a su hija: «“Can you believe that when you were born I was only three years older than you are now?”. She forced a laugh, dropped her gaze to the carpet. “I had to stop going to school”», construyendo así una cercanía con la hija que vuelve a asomarse en otros cuentos del libro.
Pese a que la maternidad y sus conflictos ocupan un lugar muy significativo en la obra, no son el único nudo narrativo que merece ser destacado. La intersección entre raza, clase y género está en el centro de todos los textos. Los conflictos con la maternidad y la sexualidad, la violencia doméstica y las dificultades de inserción en el mercado laboral son tratados por la autora con sensibilidad y fuerza, hecho que hace de sus cuentos unos textos potentes para una reflexión sobre los espacios ocupados por mujeres chicanas/latinas, tradicionalmente minorizadas en los Estados Unidos de hoy.
El multilingüismo se presenta en la obra de Fajardo-Anstine de forma menos evidente de lo que se observa en la narrativa de Gurba. De manera general, la presencia del español se limita a la indicación de nombres familiares o elementos lexicales de traducción compleja, como nombres de comida o de lugares. Sin embargo, en todos sus cuentos se puede observar una presencia latente de esa lengua:
«This was on our tree», Doty said in Spanish, setting the flyer on the table and taking a seat.
Before Grandma Estrella died, she gave me a booklet of all her remedies. Inside, with an unsteady hand she had drawn pictures of plants and, beneath them, their Spanish names, their scientific names, and just for me, their English names.
I thought of something my father used to say in Spanish, You cannot straighten the trunk of a crooked tree.
[...] woman in a pink frock, her back slightly curved, emerged from behind a beaded curtain. She stepped onto a wooden box, standing tall at the long counter with display cases of fresh cow hearts and dried cobra skins. «¿Les puedo ayudar en algo?».
Alicia only spoke enough Spanish to bump her way through a sales transaction. When she was growing up, Abuela Lopez sometimes spoke to her in a southern Colorado dialect, almost archaic.
Ana remembers a few fragments of Great-Grandpa Desi. The fuzzy way her face reflected in his glasses, his warm skin, waxy and cracked, the fragrance of his tobacco and Old Spice, the lullaby sounds of his languages, Spanish and something else. «He died when I was so little, Mom».
Las voces narrativas de Kali Fajardo-Anstine actúan como traductoras, que ponen en escena en inglés diálogos que en el universo ficcional se dieron en español. De ese modo, esa otra lengua se vuelve un vestigio, algo como una ruina o cicatriz de esa lengua perdida. Sus narradoras son también en alguna medida mediadoras, que atraviesan constantemente el espacio entre sus comunidades y el mundo anglo, y por lo tanto, observan de forma muy atenta y dolorida las distancias que todavía existen entre esas dos dimensiones. Así, esa mediación no se convierte de ninguna manera en algún tipo de conciliación.
Asumir ese papel de mediación o traducción interna a la narrativa es también una forma legítima de cuestionar el paradigma monolingüe tal como lo describe Yildiz. Una vez que las políticas lingüísticas vigentes reiteradamente pusieron al español en una posición subalterna al inglés, en un movimiento que muchas veces implica la gradual pérdida de esa primera lengua por migrantes de segunda y tercera generación, insistir en mencionarla es hacerla presente, evidenciando la fragilidad del ideal del monolingüismo compulsorio. Así, la presencia, aunque vestigial del español, en los cuentos deja claro que sigue existiendo una conexión identitaria con el idioma.
La lengua española emerge en la narrativa también a partir de la mención de objetos culturales producidos en esa lengua y consumidos por los personajes:
Silhouetted against the low light, Joey turned to Doty, asking what sort of music she liked, his face cloaked in shadow. «Bet you like a lot of that Spanish junk», he said.
The other theater never played pictures in Spanish, and Doty suspected that, as usual, Tina had found her a date with a white man.
They were speaking softly and sipping beers, listening to Spanish songs on the radio, a strumming, sad guitar.
La presencia de esas menciones a canciones o películas en español también ayuda a crear una ambientación bilingüe en los cuentos, reforzando la sensación de que se están leyendo narrativas internamente traducidas al inglés. Ese ejercicio permite comprender que aun los textos aparentemente monolingües pueden expresar realidades lingüísticamente mucho más complejas.
En última instancia, sostengo aquí que el tránsito lingüístico explícito, a partir de construcciones que utilizan el code-switching, por ejemplo, no es la única estrategia encontrada por grupos minorizados para intentar dar cuenta de su diversidad lingüística en la literatura.
Hay también un otro tipo de situación en la cual las referencias al español surgen en el texto de Fajardo-Anstine: los momentos en que los personajes pasan por situaciones de discriminación. En ese ámbito, el español se vuelve un signo de extranjería, una forma nada sutil de insinuar la no pertenencia de los personajes:
Certainly, and Mass is performed in Spanish two times per day.
Noon and five o’clock.
«We speak English», Alana said, matter-of-factly.
Así, la relación con la lengua pone a los personajes en una delicada posición. Por un lado, cuando no conocen el español como se espera que lo hagan, tienen su identidad relativizada en la comunidad (movimiento que afecta a la propia autora, Fajardo-Anstine lo menciona en entrevistas), por otro, la relación con esa lengua no siempre conocida es utilizada como forma de estigmatización fuera de la comunidad.
Esa relación doble evidencia toda la violencia simbólica contenida en el paradigma monolingüe y, de hecho, es un signo del movimiento de asimilación que promete una integración en la cultura hegemónica que jamás llegará a cumplirse. Cabe reflexionar también aquí el papel que juega la traducción para la circulación de estas obras; Sabrina & Corina fue recientemente publicado en japonés, antes incluso de tener una versión en español, hecho que evidencia la complejidad de las dinámicas lingüísticas en el caso de las literaturas identificadas con poblaciones minorizadas.
Myriam Gurba y Kali Fajardo-Anstine representan, por lo tanto, la figura de la «nepantlera», término que Anzaldúa acuñó para designar a una mujer capaz de comunicar entre mundos, de construir espacios fronterizos a partir de su escritura. El tránsito lingüístico es, sin dudas, uno de los elementos que posibilita esa actitud mediadora.
CONSIDERACIONES FINALES
Analizar obras contemporáneas siempre constituye un desafío, sea por la escasez de bibliografía secundaria sobre los textos o por la posición de inestabilidad que los autores jóvenes ocupan en el campo literario. Sin embargo, se pueden observar, especialmente en la prensa, publicaciones que representan una posibilidad de acercamiento a obras recientes. En el caso de los textos que forman el corpus de este artículo, merecen destacarse las reseñas del New York Times tanto para Mean como para Sabrina & Corina.
Con alguna frecuencia se cuestiona la permanencia de esos nombres, la validez de dedicar tiempo y esfuerzo intelectual a escritores que mañana pueden haber sido best sellers de una única obra o sencillamente olvidados. A mí, esta posibilidad de olvido me parece una condición especialmente incentivadora para el ejercicio crítico. Si no estoy segura de que en el futuro estas obras despierten interés y si, por otro lado, estoy convencida de que esos textos hablan de cuestiones importantes del presente, entonces me arriesgo a afirmar que esas son las obras que más urgentemente necesitan atención.
Así, lejos de agotar las posibilidades de análisis y de comparación entre las obras de Fajardo-Anstine y Gurba, este trabajo buscó abrir caminos para un debate sobre las formas del tránsito lingüístico en la literatura chicana reciente. En ese sentido, cabe analizar con especial dedicación las diversas formas encontradas por las autoras para poner en escena las tensiones entre el inglés y el español, sea a partir de una poética que explora lo multilingüe como juego experimental, siendo este el caso de Gurba, o de una elaboración literaria que lidia con el multilingüismo como vestigio, el caso de Fajardo-Anstine. Más que identificar y lamentar la pérdida del español como lengua materna, para muchas de esas escritoras resulta fundamental comprender esos otros espacios que puede ocupar esa lengua en la literatura chicana contemporánea.
Pensar el multilingüismo literario chicano desde la perspectiva de escritoras contemporáneas también se reveló un ejercicio crítico muy necesario. En un mundo en que las migraciones se vuelven cada vez más femeninas, es fundamental considerar que mujeres identificadas con grupos minorizados pasan por situaciones de discriminación y violencia en las que se articulan esas dos dimensiones; género y etnia. En ese sentido propongo la lectura del texto literario como forma de resistencia a una realidad tan violenta. Esa respuesta pasa por incluir, de distintas formas como ya se presentó en esas consideraciones finales, justamente a ese español que se buscó apagar en los Estados Unidos.
De esta forma, a partir del análisis de las obras, se buscó evidenciar que el multilingüismo chicano se refiere menos a una multiplicidad de lenguas y más a una lengua múltiple, a la elaboración de un lenguaje literario que aun cuando suena monolingüe trae en sí rastros, marcas, cicatrices de los embates entre lenguas. En un tiempo en que cantar el himno nacional estadounidense en español se vuelve un elemento marcadamente político, hablar de un lugar también latinoamericano, como hacen Gurba y Fajardo-Anstine, en un inglés que guarda esa memoria del español es también un signo identitario legítimo.