agosto 02, 2024

El alumno es construido en el propio libro por el sujeto de la escritura. Resta aún analizar los detalles de esta correspondencia


Salvio Martín Menéndez
«El discurso del libro de texto: un enfoque pragmático-discursivo»

Actas del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Madrid, 6-11 de julio de 1998), coord. Florencio Sevilla y Carlos Alvar, Madrid, Castalia, 2000; tomo III, Lingüística.

Extracto de páginas 515-519 y 522 de la publicación en PDF




INTRODUCCIÓN

Una de las representaciones de cuáles son y cómo se enseñan los contenidos de las diversas materias en la escuela puede encontrarse en los libros de texto. Estos adquieren en función de su importancia dentro del proceso educativo un valor de legitimación social de los conocimientos que trasmiten. Por esta razón constituyen, sin duda, un género discursivo de características particulares que permite un análisis desde el punto de vista de su uso en la compleja situación comunicativa para las que están pensados: la interacción en el aula del docente y el alumno, la interacción del alumno con el libro cuando el docente no está presente y la interacción del libro con el docente cuando organiza sus clases.

Por lo tanto, el «libro de texto» representa la legitimación de los saberes que una determinada comunidad ha seleccionado como válidos para la educación de su población. En última instancia muestra los alcances de una política educativa determinada que, a partir de él, puede reconstruirse. De este modo, el «libro de texto» pasa a ocupar un lugar socialmente determinante ya que opera como el medio entre los contenidos que deben ser enseñados y su instrumentación efectiva en el uso que de ellos deben hacer docentes y alumnos a partir de las modalidades que propone para trasmitirlos.

El «libro de texto» es, también, el espacio discursivo en el que se produce la construcción de una interacción «idealizada» entre el docente y los alumnos que potencialmente lo utilizarán. Esta «idealización» permite rastrear los supuestos que se manejan y las posibilidades de comunicación que efectivamente pueden producirse en función de los objetivos y condicionamientos de un intercambio de esta naturaleza. Por esta razón, lo elegimos como objeto de análisis. El marco general en el que inscribimos nuestra propuesta es el análisis pragmático del discurso.

Este se propone analizar el lenguaje en uso a partir del relevo de las estrategias discursivas que permiten abordar el análisis interaccional en términos de series discursivas. Las estrategias son planes de acción discursiva conformados por recursos de dos tipos: léxico-gramaticales y pragmático-discursivos. Analizar la interrelación entre estos recursos permite llevar a cabo una interpretación del género que podemos, tentativamente, denominar «discurso del texto escolar».

Organizaremos nuestro trabajo de la siguiente manera: en primer lugar, plantearemos los lineamientos generales del análisis pragmático del discurso que permite claramente delimitar no sólo nuestro objeto sino la unidad de análisis con la trabajamos y la metodología para dar cuenta de ella; en segundo lugar, describiremos el tipo particular de situación comunicativa que este género discursivo conlleva; en tercer lugar, analizaremos contrastivamente las estrategias de presentación de tres libros de octavo año de EGB (Educación General Básica) de circulación habitual en la República Argentina. Finalmente, sacaremos las conclusiones pertinentes.



EL ANÁLISIS PRAGMÁTICO DEL DISCURSO

Inscrito en la pragmática discursiva, el análisis pragmático del discurso ha definido su unidad de análisis básica, el discurso, en relación con las dos que la complementan y completan: la interacción y la serie discursiva. El principio metodológico que permite llevarlo a cabo es la reconstrucción, por parte del analista, de las estrategias discursivas que los hablantes, en tanto sujetos discursivos, utilizan con el fin de obtener o tratar de obtener una comunicación efectiva.

«Obtener o tratar de obtener» no pretende asegurar el éxito de la comunicación ya que no siempre las intenciones son reconocidas ni los presupuestos involucrados compartidos. Pretende, sin embargo, una aproximación a sus grados de efectividad en término de logros obtenidos. Si la comunicación es un proceso asimétrico no hay manera de asegurarla. Esto no impide, sin embargo, describir, explicar e interpretar tanto su éxito como su fracaso. Por lo tanto, un hablante, en tanto sujeto discursivo, produce un determinado discurso en el marco de una interacción que, a su vez, está inscrita dentro de una serie en función de diferentes tipos de relaciones discursivas de las que forma parte.

Este sujeto discursivo, en su intento comunicativo, produce su discurso a partir de la utilización de los recursos que le proveen los diferentes códigos. La combinación de estos recursos es la que le permitirá conformar estrategias discursivas. Ellas constituyen un principio de organización que el sujeto discursivo pone en funcionamiento para la producción de su propio discurso. La reconstrucción de su conformación y de los efectos que pretenden lograr es la tarea que el analista del discurso; desde esta perspectiva, debe llevar a cabo a partir de la descripción formal, la explicación del uso de las formas en contexto para, finalmente, proveer una interpretación del intercambio discursivo que analiza.

El concepto de estrategia discursiva tiene dos vinculaciones evidentes. Por un lado, con la sociolingüística interaccional de base antropológica desarrollada por Gumperz y continuada parcialmente, puesto que los supuestos y los alcances no son exactamente los mismos, por Brown y Levinson. Por el otro, la lingüística cognitiva que ha desarrollado modelos estratégicos en relación con el proceso de comprensión discursiva. Un desarrollo fundamental se encuentra en Van Dijk y Kintsch.

Desde nuestro punto de vista, es central el relevamiento estratégico porque permite claramente diferenciar dos dimensiones precisas dentro del análisis pragmático del discurso. Estas son:

a) la textual, que es de naturaleza semántico-gramatical y,
b) la discursiva, que es de naturaleza pragmático-estratégica.


Si bien son interdependientes, sus límites pueden establecerse. De acuerdo con nuestra caracterización, las estrategias discursivas son el principio metodológico del análisis pragmático del discurso. Su establecimiento depende de haber, previamente, fijado las relaciones cohesivas que permiten asignar el significado semántico del texto, y por ende, del discurso. Analizar pragmáticamente un discurso es básicamente operar sobre la planificación de las acciones (discursivas) que los sujetos intentan llevar a cabo.

Por esta razón, la interpretación depende de la comprensión del uso de las estrategias que supone, a la vez, una adecuada descripción y explicación de los recursos que las componen. En el análisis discursivo, como ya hemos dicho, reconocemos dos perspectivas. La perspectiva discursiva es estratégica y la textual es gramatical. Esto se debe fundamentalmente a que tanto las explicaciones semánticas como las interpretaciones pragmáticas privilegian las acciones que los sujetos producen sobre la organización del producto, es decir, sobre la estructura textual; por eso, nuestro enfoque permite establecer un complemento entre la organización del texto y su planificación discursiva, a partir, justamente, de este principio estratégico. Se puede, por lo tanto, caracterizar una estrategia discursiva en relación con el fin de la comprensión e interpretación pragmática, como un plan (pre)programado para la ejecución de una secuencia de pasos con el objeto de que el resultado final sea óptimo en relación con los otros usuarios de la lengua.

Las estrategias discursivas son representaciones globales de los medios que utilizamos para obtener determinado fin; son, en definitiva, modos particulares de combinar recursos de distinta naturaleza para lograr una finalidad de la manera más eficaz posible. Es importante destacar cómo operan los recursos que las conforman ya que de esto dependerá su posibilidad de análisis discursivo. Los recursos son las marcas de los diferentes códigos que interactúan en la constitución de una estrategia discursiva.

Son, básicamente, de dos tipos:

a) gramaticales: inscritos en el texto a partir de las distintas marcas léxico-gramaticales;
b) pragmático-discursivos: inscritos en el sujeto discursivo y a partir de él representan la situación comunicativa en la que este se inscribe.


A su vez, dentro de los recursos pragmático-discursivos reconocemos:

b.1.) pragmático-verbales: son los que tienen una relación directa, por su naturaleza, con los aspectos verbales del discurso, pero no están directamente inscritos en la gramática ya que dependen del sujeto discursivo y de su situación comunicativa. Por ejemplo: las fuerzas ilocucionarias;
b.2.) pragmático-no verbales: son los que tienen una relación directa por su naturaleza con los aspectos no verbales del discurso que dependen del sujeto discursivo en la situación comunicativa de la serie que se elige analizar. Tienen, además, un amplio alcance. Por ejemplo: los recursos proxémicos en la oralidad, los diferentes tipos de diseño gráfico en la escritura.


Una estrategia discursiva, entonces, se compone de una combinación de, por lo menos, un recurso gramatical y uno pragmático-discursivo. No es necesario que sea solamente una relación uno a uno, pero no puede dejar de haber uno de cada uno de los tipos mencionados.

La perspectiva discursiva es un punto de vista complementario del textual. El análisis discursivo, desde el punto de vista del analista, supone el análisis textual. Una vez que se ha llegado a describir y explicar la conformación del texto, puede intentarse la asignación de una interpretación a partir de las operaciones que lleva a cabo el sujeto discursivo con ese texto, es decir, a partir de la conformación del discurso como tal en función de sus estrategias discursivas.

Describir esta combinación de recursos es dar cuenta de una planificación discursiva particular. Luego de explicar esa planificación, es posible llevar a cabo una interpretación discursiva dentro del marco de una serie particular que crea su contexto discursivo7 a partir de la relación interdiscursiva entre interacciones particulares: en este caso, es la propuesta por los diferentes «libros de texto».



LA SITUACIÓN COMUNICATIVA

La interacción discursiva supone el intercambio, al menos, de dos discursos puestos en funcionamiento por dos hablantes que, en tanto sujetos discursivos dotados de una intencionalidad determinada, producen textos. El caso especial del discurso del libro de texto muestra esta situación duplicada.

Por un lado, están él/la o los/las productores/as del libro que devienen sujetos discursivos productores de un texto que organizan condicionados por un receptor ideal (el alumno) que debe procesar ese material. Pero esta instancia se ve, a su vez, duplicada, por la presencia física del profesor que actúa como mediador en esta situación y ocupa el lugar de otro sujeto discursivo que reorganiza el discurso original del libro de texto.

El profesor es otro sujeto discursivo que interviene y, si bien no produce el texto, actúa como un productor sustituto porque propone el modo en que se lo debe utilizar; es decir, sobre un texto que no escribe, produce un discurso diferente en función de su interpretación de ese discurso original que es, justamente, el del libro de texto. Las instancias, por lo tanto, se duplican en el sentido mencionado. En términos de la producción discursiva, tenemos un sujeto discursivo duplicado constituido por un sujeto de la escritura (sujeto discursivo original), que produce el material didáctico, y por un sujeto de la oralidad (sujeto discursivo sustituto), que lo reorganiza.

Este segundo sujeto es, en definitiva, el que determina el modo en que se lo debe leer. Hay, en términos de organización, un cambio de intencionalidades representadas textualmente por el cambio de canal. En términos de la recepción discursiva, hay un sujeto discursivo idealizado (el alumno que el libro de texto construye) y un sujeto receptor concreto (el alumno que utiliza el texto). Esta instancia se caracteriza por el pasaje de la idealidad a la concreción. La situación es, por cierto, compleja ya que los roles comunicativos descriptos no son discretos sino graduales.

Esto implica que, necesariamente, hay distintos grados de efectividad en el proceso comunicativo. Además, el sujeto de la escritura sabe que su texto va a ser utilizado por otro y planifica (o debería hacerlo) en consecuencia. [...]



CONCLUSIONES

El análisis llevado a cabo es parcial y supone una contrastación mayor y elaboración posterior. Pero ya puede detectarse una característica en la construcción del alumno ideal de este género discursivo a partir de la estrategia discursiva analizada: poder manejar, en esa idealidad, gran cantidad de presupuestos que le permiten llevar a cabo operaciones complejas para comprender conceptos básicos.

Esto se pone de manifiesto en el tipo de recursos que se utilizan para presentar los libros de textos. La paradoja se hace evidente: la simplicidad debe abordarse a partir de la complejidad. El léxico es un ejemplo paradigmático al respecto. De hecho, el libro es la representación de esta idealidad que encuentra su correlato específico en el alumno que en el propio libro es construido por el sujeto de la escritura. Resta aún analizar los detalles de estas correspondencias y su relación específica con el uso que del libro se hace en su contexto de uso, el aula.




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