febrero 01, 2022

«Entramos negros y salimos afrodescendientes»: contingencia del retórico «afro-»



Silvia Valero
«La crítica literaria frente a las narrativas afrohispanoamericanas: generalizaciones y racialización»

Cuadernos de Literatura, vol. 20, n.º 39, 2016

Cuadernos de Literatura | Pontificia Universidad Javeriana | Facultad de Ciencias Sociales | Departamento de Literatura | Bogotá | COLOMBIA


Extracto de páginas 43-45 y 50-51 del artículo en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




«Difícilmente, como adelantábamos en otro trabajo, quien pronunció la frase “Entramos negros y salimos afrodescendientes”, luego de la Conferencia Preparatoria de las Américas en Santiago de Chile en el año 2000, habrá previsto el avasallante movimiento socio-político-cultural, y fundamentalmente epistemológico, que se avecinaba (Campos García, Introducción 15). El cambio de (auto)denominador no se limitó solo a ello, es decir, a reemplazar el significante colonial “negro” y diferenciarse, al mismo tiempo, del término “African American”, usado para designar a los descendientes de africanos nacidos en Estados Unidos, sino que, y en función de lo que interesa a este artículo, desarrollaría una serie de condicionantes, características y categorías que permearían el campo literario, sobre todo en lo que se refiere a la producción de subjetividades. Al mismo tiempo, impulsaría un despegue de trabajos críticos e investigativos no existentes hasta pocos años antes en el ámbito literario hispanoamericano. Esta apertura, sin embargo, no se produciría inmediatamente, debido, en particular, al poco espacio dedicado por la academia a la literatura afrohispanoamericana.

»En una investigación que llevé a cabo en el año 2005, titulada Hacia una genealogía “afrodescendiente” para la literatura colombiana: problemas de identidad y corpus, concluía en que fue en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, a través de académicos norteamericanos en vínculo directo con su propia realidad en materia de blackness, que algunos escritores comenzaron a ser reunidos en una categoría que incluía lo “afro” (afrocolombianos, afrovenezolanos, afrocostarricenses, etc.) obteniendo, así, una plataforma crítica que los “descubrió”, sobre todo en Estados Unidos, en tanto los primeros libros solo fueron publicados allí y en inglés. Paradójicamente, poco y nada podía hallarse dentro del campo académico de este lado del continente aún en los inicios del siglo XXI en cuanto a estudios sistemáticos de la literatura, afrocolombiana en el caso que estudiaba, pero que bien podía ser extendido más allá de esos límites nacionales (Valero, “¿De qué hablamos...”). Mucho de ello ha cambiado, y vertiginosamente en los últimos años, en los que, además de incrementarse las publicaciones críticas, la creación literaria misma ha tomado un cauce que la ubica como uno de los discursos más significativos dentro de los correspondientes al sostenimiento de la retórica cultural afrodescendiente [véase NOTA 1].

»Ahora bien, el terreno que ha ido ganando el campo crítico se me aparece, en algunas ocasiones, desbordado por dicha retórica, cuando se la asume de un modo tal que es pasada por alto su contingencia, en tanto producto de un momento histórico preciso asociado a las políticas de identidad y al giro multicultural. De este modo, se formulan propuestas/respuestas cuyo resultado es la naturalización de un “ser afro”, que, por un lado, reproduce aquello mismo que se busca destruir, es decir, folklorizaciones y estereotipias, y, por otro, con la repetición casi automática de determinados conceptos, produce una banalización de los mismos. La reproducción del campo semántico que sostiene el discurso que hegemoniza las producciones de identidades políticas produce aquello sobre lo cual se alertaba desde otro campo de investigación, esto es, la no diferenciación entre alteridades históricas e identidades políticas transnacionales:

»“[...] estas últimas son un producto de la globalización por dos caminos posibles: 1) pueblos que estuvieron siempre constituidos y bastante aislados [...] y que ahora se ven empujados a “visibilizarse”, “etnificarse” y racializarse en términos que les son novedosos; y 2) segmentos de la sociedad con la marca racial de la negritud y, en algunos casos, portadores de tradiciones diferenciadas, cuya identidad pasa ahora a obedecer la pautas de un guión fijo introducido por el proceso de globalización y endosado por los estados nacionales bajo la presión de los agentes globalizadores, inspirados en concepciones de raza de los Estados Unidos [...].” (Segato 63)

[...]

»En otras palabras, la investigadora argumenta que se crea un lenguaje desde el cual se conforma una hegemonía de sentido, es decir, se convierte en una articulación que define los términos desde los que debe pensarse la afrodescendencia. Así, en la medida en que la literatura es también una fuente de recepción y producción de plataformas identitarias, tiene sentido pensar de qué manera la práctica literaria, tanto desde la creación como desde la crítica, se constituye en torno a la “cuestión etno-racial” en estas décadas. Ello, en cuanto condicionante tanto de los modos y términos de la representación, como en la recepción de esta por parte de los agentes que conforman el campo literario: lectores, críticos, academia.

»En consonancia con lo anterior, si consideramos el giro que han dado algunos conceptos claves como “raza”, “conciencia racial”, “ser negro”, y particularmente, “ser afrodescendiente”, entre otros, me interesa detenerme en cierta mirada que explora la producción cultural afrodescendiente —en este caso, la literatura— en las últimas dos décadas. Pero esto implica, particularmente, reconocer que esta renovación conceptual responde a posicionamientos y epistemologías propias de la época y que, por ende, imposibilitan su utilización retrospectivamente para establecer una tradición literaria afrohispanoamericana que responda a premisas actuales.

»Mi punto de partida, por consiguiente, es la consideración de que las redefiniciones de aquellos conceptos favorecieron la creación de un escenario en torno al cual se define lo que es ser o no ser “afro”, y que el campo de las representaciones literarias contribuye a reforzar, en cuanto se produce una retroalimentación teórico-descriptiva que enmarca los lineamientos a partir de los cuales se va narrando el contenido de dicha identidad.

»Con la perspectiva de lo expuesto hasta aquí, el propósito de este artículo se concentrará en responder las siguientes preguntas: ¿qué dificultades se impone a sí misma la crítica con sus propuestas/respuestas racializadas? ¿De qué manera aquellas redefiniciones en torno a categorías vinculadas a identidades “afro” dan lugar a un espacio en tensión dentro del mismo campo?

[...]

»Desde mi perspectiva, esta deshistorización de la etnicidad, en el sentido de constituir grupos que perfilan una continuidad identitaria a través del tiempo y el espacio, no tienen en cuenta las condiciones de existencia de estos escritores y, en algunos casos, sus cambios de posicionamientos, lo cual debería llevarnos a desconfiar de la universalización de cierto clivaje de carácter étnico, en el sentido de asignarle un peso invariable a esa diferenciación (Briones, La alteridad 110).

»En los dos casos antes expuestos, se está en presencia de una selección acrítica en la que aspectos controvertidos y de variada índole, como el color de la piel, el fenotipo, la imaginación de una comunidad de origen e histórica, operan generalizando reductivamente, aunque suene paradójico, en cuanto se ignoran diferencias, matices, contextos, procesos históricos, y se evitan, así, las distinciones que, seguramente, pondrían en cuestionamiento tales filiaciones. Pero, sobre todo, se corre el riesgo de perder de vista la riqueza que distingue a cada narrador, poeta o dramaturgo (al reproducir siempre las mismas instancias). En el caso de la segunda dificultad por generalización, esto es, los procesos de exclusión-inclusión dentro del mismo campo literario afrohispanoamericano, el “ser o no ser afro/negro” [véase NOTA 3] se pone de manifiesto de manera explícita en expresiones críticas como las siguientes:

»“[...] hoy no es raro encontrar a intelectuales y escritores negros asalariados que no quieren saber nada de lo negro que ellos mismos son [...]. Dichos escritores afrodescendientes quieren ser aceptados por la cultura institucional y escriben como los blancos para los blancos, con la ilusión de ser aceptados entre los blancos, a pesar de todo.” (Ruiz 174)

[...]

»Entiendo aquí que el proceso de articulación entre la sujeción y la subjetivación, tal como la concibe Stuart Hall, queda fuera de juego en tanto la binariedad yo/otro o nosotros/ellos deviene necesaria y reproduce y valoriza la existencia de un sujeto unificado bajo el significante “negro” o “afrodescendiente”, es decir, se concibe una hiperbólica unidad dentro de categorías sociales como “etnicidad” o “raza”, al mismo tiempo que inexpugnables diferencias entre personajes pertenecientes a uno y otro grupo.

»Así, la crítica literaria termina estableciendo espacios de tensión en el seno mismo de estas prácticas cuando adopta políticas de generalización basadas en la racialización y con dinámicas de exclusión-inclusión, ambas conducentes a naturalizar un “ser afro”. De allí también que el pretender que existe una común vivencia de imágenes desde la esclavitud hasta el presente que vincula la experiencia cultural de los escritores, determine una visión estática y descontextualizada de los mismos.

[NOTAS]

»[NOTA 1] Extiendo estas reflexiones en la presentación del dossier dedicado a las literaturas afrolatinoamericanas del siglo XXI de Revista de Crítica Literaria Latinoamericana Nro. 81 (2015), “Literatura y ‘afrodescendencia’: identidades políticas en la literatura afrolatinoamericana del siglo XXI”. Para el vínculo entre políticas de identidad y discursos desde y sobre la afrodescendencia, ver Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: auto-identificación, ancestralidad, visibilidad y derechos.

»[NOTA 3] No se puede pasar por alto las diferentes tradiciones epistemológicas que informan estos dos términos. La indistinción de la que hago uso en esta frase obedece a que el mismo autor del párrafo transcripto los utiliza de manera intercambiable. En cualquier caso, entiendo que ambos conceptos cargan, para dicho autor, con el mismo significado en cuanto a lo ya enunciado en este trabajo: comunidades de origen, históricas y actuales.»






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