Extracto de: Maritza Álvarez Rodríguez, «Propuesta didáctica basada en las técnicas de Gianni Rodari y los Juegos de Edward de Bono para la producción de textos literarios creativos», Revista de Comunicación de la SEECI [Sociedad de Española de Estudios de la Comunicación Iberoamericana], 33 (marzo de 2014).
«La Literatura es un vehículo de acceso único al poder de la lengua, a poder de apropiación de la realidad que las habilidades lingüísticas confieren, como decía Heidegger “es apropiarse del más peligroso de los bienes”. En este sentido se analizan los aspectos más importantes de lo que se denomina “escritura creativa” relacionadas con las técnicas presentadas por Gianni Rodari en su libro Gramática de la Fantasía. Se entiende por escritura creativa a todo proceso que genere ideas novedosas orientadas al desarrollo del conocimiento a través de la actividad escritural en combinación con los juegos didácticos creativos propuestos por De Bono (2007).
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»El déficit en la producción de textos en los estudiantes universitarios es un abismo inhóspito porque no se les da la oportunidad de escribir en libertad por las exigencias de algunos cursos donde solo se evalúan los aspectos formales de la escritura, destrezas que no se desarrollan ni en la escuela, ni en los liceos y mucho menos en las universidades venezolanas, donde no se propician espacios para la escritura creativa, es aquí donde la investigación cobra relevancia puesto que propone la producción de textos creativos en literatura infantil y este trabajo aspira cubrir las necesidades de formación literaria en los futuros maestros de la patria.
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»La Aventura Literaria
»Es una herramienta novedosa que permite abordar el mundo de la literatura desde una perspectiva integradora tanto de los conceptos fundamentales de la materia como de sus posibilidades expresivas en un formato que cuenta por sí mismo con un gran poder de atracción sobre los usuarios y usuarias, responde a una situación habitual entre el estudiante que cursa la Educación Universitaria. Este colectivo se enfrenta a la literatura como quien es abandonado en medio de un frondoso bosque sin mapa ni brújula ni guía de ningún tipo. Algunos salen indemnes gracias a su intuición o a su buena suerte, otros se pierden en una febril actividad que nos les conduce a ninguna parte, pero otros muchos se dejan abatir por la falta de perspectiva global, la maraña terminológica, la espesura de los conceptos o la dificultad de alcanzar los objetivos propuestos. Para unos y para otros debe haber una formación común y básica que les permita orientarse, procurarse recursos y salir airosos de la situación en más o menos tiempo, en función de las capacidades de cada uno; a la vez, será necesario disponer de rutas alternativas de aprendizaje para quienes deseen disfrutar del trayecto y hasta para aquellos que, dotados de un espíritu más emprendedor, se atrevan una exploración personal para dar con una solución creativa y original al reto planteado.
»Los autores, sin ocultar la dificultad de la tarea que supone dominar los conceptos básicos de la literatura, pretenden ofrecer un banco de propuestas que haga compatible el deseo de explorar lo desconocido con la obligación de formarse. Es decir, la aventura literaria se integra en un proyecto más amplio: aprender a aprender en el seno de una sociedad compleja y cambiante que pone al alcance de sus miembros herramientas cada vez más sofisticadas. Dominar esas herramientas, los medios informáticos, es un modo para facilitar la formación integral del aprendiz y su integración en la comunidad cultural, de hechos y de valores, que la lengua de esa comunidad vehicula.
»La aventura literaria no pretende dar más de lo mismo, sino organizar la materia de una manera más atractiva, aprovechar la motivación añadida que las nuevas tecnologías ofrecen para facilitar la integración social del aprendiz y desarrollar su creatividad.
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»El código escrito no se limita a plasmar mediante signos lo que hablamos sino que constituye un código completo e independiente del código oral. Cuando nos expresamos por escrito debemos tener en cuenta la adecuación, la estructura del texto, la organización jerárquica de las ideas, la corrección gramatical, además de la ortografía y la caligrafía. Todo esto supone una gran cantidad de conocimientos que, según Frank Smith y Stephen Krashen, no pueden ser aprendidos conscientemente con ejercicios de gramática porque la lengua es excesivamente compleja, sino de manera inconsciente mediante la lectura. Para aprender a escribir hay que leer como un emisor (escritor), y de este modo aprender a usar el lenguaje escrito de la misma manera que lo usan los buenos escritores.
»Un texto bien escrito tiene que tener unas características específicas de organización que se engloban bajo los términos de coherencia y cohesión. La coherencia es una propiedad de los textos bien formados que permite que sean vistos como un todo unitario, de manera que las ideas secundarias aporten la información precisa relacionada con el tema central. Un escrito es coherente cuando su tema es claro y está desarrollado ordenadamente con progresión en la información y sin enunciados contradictorios; mientras que la coherencia es una cuestión semántica, la cohesión es una cuestión lingüística y gramatical puesto que trata de la relación sintáctica entre las partes del discurso para que este sea coherente».
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