enero 25, 2018

«Una reeducación crítica: emergencia de revistas literarias digitales chilenas en el transcurso de la primera década del siglo XXI»



Paulina Soto
«Una reeducación crítica: emergencia de revistas literarias digitales chilenas en el transcurso de la primera década del siglo XXI»

Estudios Avanzados, n.º 28 (2018)

Estudios Avanzados | Universidad de Santiago de Chile | Instituto de Estudios Avanzados | Santiago de Chile | CHILE


Extracto del apartado en páginas 126- de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Confluencias digitales: hacia una reinscripción del acto lector

»La cuestión a la que apunta la reflexión literaria ya no es la instrucción, ni la crítica en su connotación judicial. Esta implica la producción de umbrales creativos cuyo objetivo es proponer la apertura de relaciones erógenas diversas respecto a la sociedad de consumo. Como plantea Walter Benjamin, se atisba la imposibilidad del lugar artístico de la asimilación o mediación sociopolítica. Se reconoce que, de seguir esa cadena de producción, el texto se juzga como subsidiario a otras discursos sin que el poeta encuentre lugar posible para su quehacer. La creación –tal como muestran estas nuevas publicaciones- requiere una ingeniería de suyo.

»El autor es un productor por sí mismo que, siguiendo la aproximación de Benjamin, se desentiende del antinómico mito del arte espiritualista versus burgués. Por el contrario, su oficio se entiende como la creación de una ingeniera destinada al desarrollo de su propia poiesis. Desmitificar mitos como el erguido entre este binomio, vanguardismo versus lucha por el progreso posdictatorial yergue uno de las campañas. No hay producción que no conciba a un lector y por ende, una técnica de producción de su escritura (Benjamin 11). La tecnología y las nuevas formas de comunicación e interacción hacen lo suyo pero también el disfraz del crítico como lector.

»En ocasiones, los escritores se presentan como investigadores. Como cualquier sujeto anónimo, que se enfrenta a la lectura desprejuiciada una obra determinada. En esta línea, Lilian Elphick, editora de Letras de Chile, declara que dado que la crítica pura sobre un texto o un autor le aburre, prefiere entender la literatura como una forma de contemplar de forma mágica el mundo. La lectura le permite “tener una pantalla, un tarot: el mío es la literatura” (Elphick, Cuestionario).

»60 wattscoincide en la metáfora del lente existencial literario con una simbología diversa. La literatura es vital como una ampolleta, pero sus watts, tal como una tirada de tarot, solo iluminan márgenes ocultos a ser expandidos: “La idea que está involucrada es la de la precariedad: la literatura es un hacer marginal, una lucha por una luz que es escasa. No se trata de ser “marginal” porque sí, ni como una pose, sino de iluminar elementos de la literatura, la música, el arte que en general pasan desapercibidos”.

»El encuentro con las obras se propone como una experiencia espontánea sujeta a movimientos, transformadora. Los textos se explayan en narrar la experiencia de encuentro con la misma, a través del peregrinar reflexivo por las fronteras del tomo de un volumen y luego en el recogido presuroso de sus páginas y las impresiones relevadas en ellas. Con frecuencia se indican los parajes del deambular lector. La entrada deslumbrada o dubitativa y paulatina por las primeras escenas, el tránsito desconcertado o monótono que media el transcurrir de la fábula y sus paisajes y, finalmente, el punto de salida que se caracteriza por implicar sugerencias no taxativas sino que más bien contemplativas.

»El crítico, quien parece desnudarse de su capital cultura, se presenta como un lector conmovido o desconcertado frente a las voces que susurran a través de su lectura. Actúa como un extranjero que descubre un nuevo espacio de alteridad. En ocasiones posee una firma reconocida, pero eso no afecta este estilo.

»De hecho, el proceso narrativo traviste la noción de lectura lineal y transforma el ejercicio instructor en un acto lúdico, laberíntico, relacionado con una búsqueda existencial personal. Se escribe a modo de confesión íntima y si se consigna el gusto o disgusto por el autor pero solo como capricho personal.

»La revista Plagio entrega especial valides y visibilidad a la vocación de resignificar el acto lector. Como es común en algunas de estas revistas, Plagio se conforma por un equipo interdisciplinario que integra a gestores culturales, sociólogos, diseñadores, realizadores audiovisuales, programadores web y periodistas, entre otros. Carmen García, integrante del equipo fundador de la publicación, apunta a una experiencia lectora que comprende y adopta diversos discursos. Prepondera en ella el desarrollo de un tipo de empatía que no puede ser subsumida a discurso alguno más que a la expansión de la idea del diálogo lector (García, Cuestionario).

»Asimismo, el blog de Letras.s5, http://opinaenletras.blogspot.cl comprende la lectura como una experiencia de incertidumbres y encuentros. Letras.s5, paralelamente archivo crítico que eleva un modelo para diversas publicaciones posteriores, enfatiza su desvinculación de las revistas académicas. Luis Martínez, fundador, abre a la ciudadanía un archivo inédito, gratuito, plural. El lenguaje utilizado es accesible pues integra géneros segregados del canon como entrevistas, comentarios o breves artículos. Martínez recoge “pequeñas partículas creativas” para de ese modo,

»conformar este verdadero “patrimonio”, con los pareceres y pensamientos, análisis e ideas de los creadores literarios. En estos fragmentos se expone al creador a la pregunta cotidiana, a la explicación del hacer rutinario de su oficio, a su pensamiento político, a sus odios y sus amores, junto a dar a conocer su realidad como hombre o mujer de oficio creador, sus tribulaciones y demandas en un mundo cargado de conflictos y que ve en él un referente, un hacedor de opiniones, una guía que ilumina el camino a la redención y el entendimiento colectivos. (Luis Martínez, Cuestionario)


»A pesar de que, en ocasiones, en las revistas se cuelan juicios taxativos sobre determinadas obras, la renuncia logocéntrica es general. Juan Uriarte de 60 watts, reseña El Tercer Reich de Roberto Bolaño. En el fragmento declara su parcialidad en tanto admirador del autor, evita el uso de metalenguaje acostumbrado en la academia y declara, a priori, que entre el canon de Bolaño no es su obra favorita. Insiste en explicar que no es su deseo negar autoritariamente el valor de la obra. Su tendencia taxativa es un tic visceral, una tentación que intenta, infructuosamente, combatir. El Tercer Reich explica,

»nos lleva a buscar paralelismos entre lo que sucede en el campo de batallas del wargame con lo que pasó en la Historia, para ver si aquí Bolaño apela a algún juego con el simbolismo, pero el combate nos saca de esa suposición y nunca termina de colmar las ansias de cierto éxtasis que sí se vive en diversos pasajes de otras obras de este autor, incluso de épocas cercanas a la de este volumen. No busco ser taxativo y afirmar que esta novela es pésima, olvidable. Sí pretendo, aún desde la posición de admirador –por no decir fanático–, relativizar las pasiones que todo nuevo libro de Bolaño desata. Salir a anunciar a los cuatro vientos la genialidad de El Tercer Reich es una mentira del tamaño de la esperanza de Borges, es decir, gigante. (Uriarte, “Bolaño, la transparencia”)


»En otras ocasiones, la retórica usada adquiere ribetes surrealistas. Se privilegia la discusión de obras no realistas, que integren, en cambio, figuraciones extrañas, oníricas, uncanny. También en 60 watts, Diego Zúñiga escribe sobre “Un monstruo maravilloso y vulnerable…”. Enfatiza que lo importante de la obra, no es la profundidad de los personajes, ni las reflexiones morales o la originalidad de la novela, sino las escenas proyectadas inexplicables y surrealistas que despiertan la emoción. Así, Zúñiga desafía al lector a superar los prejuicios sobre la seriedad de la pluma literaria. Lo invita a que se entregue al ejercicio de juegos que se abren a través de puertas liminares a desconocidos mundos contiguos. Describe la novela mediante una retórica de instantáneas que van develando el inexpresable sentimiento de sorpresa lectora que experimenta a través de

[e]sos hilos a la deriva, esa saturación de la que hablaba Patricia Espinosa tienen coherencia en una obra como la de Patricio Jara. Y un oso pardo en mitad del mar es similar a las ranas volando desde el cielo en la película Magnolia, de Paúl Thomas Anderson: cosas reales que no pasan en la realidad, pero que emocionan.

»Momentos epifánicos que nuestra narrativa ha olvidado por temor a ser incomprendida, pero que finalmente son esos instantes que el lector nunca olvida, que el lector consigue conectarse con algo que va más allá de cualquier convención. Ahora ya no se trata de recibir un mensaje, de saber si la estructura es novedosa o si los personajes están bien delineados.

»Tampoco se trata de que la novela plantee grandes reflexiones acerca de la vida y la literatura. Esto, un oso en mitad del mar, es un quiebre como los que uno percibe en los cuentos de Borges, en la poesía de Juan Luis Martínez, en las novelas de Kafka: un lugar en el que realidad y ficción se cruzan para no volver a juntarse nunca más. Un lugar que todo lector, por un instante, busca encontrar y quedarse ahí, conmovido, sorprendido, desahuciado.


»El tono de estas críticas se desea amplio y congregante. Junto a Grínor Rojo, Patricia Espinosa es frecuentemente apuntalada como exponente de un paradigma anquilosado de crítica que no da pie a diálogos intersubjetivos que amparen guiños afectivos.

»En Letras de Chile, Ramiro Rivas escribe sobre El Cumpleaños de Rolando Rojo. Describe el personaje protagónico de esta nouvelle: Alberto, el narrador, que mediante una suerte de corriente de conciencia, va exponiendo, desarrollando y cuestionando una existencia fallida, fracasada y sin sentido. Rojo pondera que, para entender esta obra y comprender a cabalidad al personaje, resulta ineludible recurrir al absurdo sartreano. Sartre nos asegura que nuestro ser es absurdo en su término y en su origen.

»La realidad humana es “conciencia desgraciada, sin posibilidad alguna de sobrepasar el estado de desgracia”. La narrativa de Rolando Rojo se caracteriza por esta posición nihilista de la vida. Desde la primera línea de la narración expresa que “Todo el mundo sabe que morirá, lo que desconoce es cómo y cuándo. Solo el suicidio tiene claro su fin” (Rivas, “El cumpleaños de Rolando Rojo”).

»No hay puerta de salida para este sujeto que enfrenta al mundo como un inadaptado, abandonado por su mujer y sus escasos amigos, despreciado hasta por la prostituta Soraya que se desenvuelve en el mayor de los desamparos

»La historia suena demasiado conocida, pero Rivas se ve dominado por el espíritu fraternal que caracteriza a estas revistas y culmina felicitando la novela. “Creemos que Rolando Rojo, con esta nouvelle, da un nuevo paso de consolidación en su carrera literaria. Desde sus primeros cuentos sociales, signados por un realismo duro, ha devenido en una escritura de mayor hondura filosófica. Esta nueva novela lo confirma y enaltece” (Rivas, “El cumpleaños…”).

»Ahora bien, más allá de las redes de compañeros elevadas por este quehacer literario, formadas sea por el reconocimiento o el simple nepotismo, resignificar el acto lector no implica, más allá del ámbito, un proceso fácil. Se trata de lidiar con un proceso de reconciliación entre agentes históricamente estigmatizados y categorizados. Se enfrenta el genio patrio a un lector caracterizado por índices colindantes a su analfabetismo. Aquellos lectores denominados competentes, por su parte, pueden verse afectos a un sentimiento de extrañamiento. La noción de cultura patria, de pretensiones épicas y emblemáticas, posee larga tradición narrativa y lírica.

»En la poesía hegemónica postdictatorial la temática es el país de la melancolía. En estos escritos, Chile naufraga entre teleologías de progreso moderno, las ruinas golpistas y, al mismo tiempo, fatuas esperanzas de porvenir. No hay salida, el imperio neoliberal profana la sociedad y el valor del conocimiento. El poeta es un exegeta frente a una corte que pareciera corrompida por falsas deidades que el lector ha sido instruido a reconocer (Rivas, “El cumpleaños...”).

»Desprovisto de claves de lectura, tales como la animosidad imperialista norteamericana, la nueva tendencia, en ocasiones, produce virulencia. En la interacción de comentarios de lectores que permite el soporte web son comunes los alegatos a la “superficialidad” de la prosa y el estilo de los reseñistas. En respuesta al escrito de Juan Uriarte sobre El Tercer Reich comentado más arriba, se acusa la “carga egocéntrica del autor”. Pero con todo y estas reacciones, la poética persevera. Los escritores no ilustran, ni condescienden en síntesis explicativas y como resultado reciben, como en el caso de Uriarte, el oprobio de los lectores: “Qué crítica tan mal escrita [continua el lector] No entra nunca a la profundidad de los temas planteados en el libro, se queda solo en la superficialidad de la forma y el estilo. Además de una alta carga egocéntrica por parte del autor que honestamente a nadie le interesa. Cero aporte”.

»Uriarte se justifica; él puede escribir desde su gusto o rechazo de una obra, siempre y cuando señale que es una apreciación personal: “hay modos de abordar los libros, un lugar desde el cual entrar en ellos”, y en algunos casos sale ‘naturalmente’. La escritura es un ejercicio personal tan memorable como el que puede desarrollar cualquier ciudadano. Uriarte aclara:

»Mi visión de mundo, Mi ejercicio de lectura, los juegos inmanejables de MI memoria me llevaron a eso que vos llamás “alta carga egocéntrica” y que te empujó, a vos también, a opinar sobre lo escrito con esa destructividad tan sincera… fui entrando al texto. No me gustó, y a partir de ahí se construyó la nota. Además, en ningún lado apunto que estuviera mal escrita. ¿Podría haber hecho otra lectura de El Tercer Reich? ¡Por supuesto! Deben haber millones de variables muchísimo más válidas que la MÍA, pero no salió; no soy “crítico” en el sentido más académico de la palabra, y me dejo llevar por el dictado del momento...


»El malentendido es recurrente. Los lectores no logran dialogar asertivamente. En La Calle Passy, Carolina Melys realiza una lectura de “Las playas de fuego” de Bárbara Délano. Bárbara Délano, poeta chilena, sigue la fila de la mitificación de poetas como Sylvia Plath. Vueltas a asesinar en sus obras a través de lecturas heteronormadas que subliman tópicos impresionistas de su biografía en sus textos.

»A contrapelo de esta corriente, Melys dialoga con la tradición crítica de Délano. Desea desmitificar la asociación de su poesía y el accidente aéreo que la llevó a la muerte. Su pluma traza un tono culposo casi de confesión recurrente en las publicaciones. “Escribo estas líneas [explica Melys] para escapar a los sueños de muerte, a las interpretaciones que ajustan esta poesía a moldes caprichosos en tanto surrealistas”. Lo que desea Melys es rescatar el potencial político de la obra de Délano.

»Pero frente al análisis de Melys sobre la poeta, un lector tiende a erotizar a la misma Melys y a su escritura como un acto de seducción. El confundido comentarista reflexiona sobre la apertura de las aguas míticas que separan la polis de las ínsulas creativas en las que habitaría Melys. Melys, por ende, pasa a habitar la isla de las musas en la que Délano aún parece residir.

»Mmm... el Jardín de los duraznos desnudos, que belleza, seguro no solamente la palabra habita ahí en plenitud, también un innombrable contentamiento arrobadoramente iluminador. Lo que más me gusto de tu pequeño ensayo, es que en él estabas tú, hasta diría que casi es más revelador de ti que de Bárbara. Entonces, por un momento, el otro mar, aquel que separa al lector de quien escribe, se abrió como otras antiguas aguas míticas, y me sentí cruzar hasta tu orilla. Gracias.


»En el transcurso de la década del 2010, a pesar de estos obstáculos, para la sociedad se comienza a desmitificar la idea de que la crítica literaria está escondida en la academia, media temerosa, casi clerical y purgadora, media elitista, arrinconada, llevándose a periódicos, revistas y blogs de circulación masiva. En este proceso la noción ficcional que se imprime a los mismos análisis es clave. Al modo de fábulas, los escritores –a través de sus exégesis- se ven perdidos en el frondoso bosque de los textos y el lector recibe, tácitamente, la dádiva de guiarlo, de crear rutas creativas.

»Sobrelibros establece esta aproximación directamente. La lectura crítica es creación literaria, “no juicio ni prejuicio ni valoración” y lo que buscan es “propiciar reflexiones literarias subjetivas, explícitas, creativas y singulares, de manera intensa, extendida, abierta y sin presiones inmediatas en torno a libros de poesía, narrativa, ensayo y dramaturgia publicados en idioma castellano en Chile y en otros países del mundo.

»Siguiendo esta tónica, las revistas dan vida a instancias de discusión literaria colectiva, conversatorios, certámenes. “Santiago en cien palabras”, inicialmente extensión de Plagio genera gran impacto. La Calle Passy, por otra parte, da cabida a “Antología en movimiento” que reinscribe la idea de lanzamiento editorial como encuentro de presentación, debate y análisis de publicaciones recién salidas del horno, “en movimiento”. También de la mano de estos colectivos se observa un exponencial incremento de microeditoriales. La pretensión es introducir y validar un canon alterno, inédito, que despierte la pasividad lectora.

»Para el 2014, La Furia del Libro, fundada el 2010, 14 que reúne buena parte de las editoriales germinadas desde estas revistas, reúne a miles de personas motivadas por la integración de nuevas formas de expresión, tales como el comic, los libros juveniles, los diarios, antes segregados del canon. Así se ha potenciado competencias lectoras y creativas en un público no habituado a esa naturaleza de interacción. La inteligencia chilena muta, se vuelve hibrida y cobra –aun admitiendo disputas internas– cierta potencia comunitaria.

»Claudia Apablaza, escritora de visibilidad en la década, sintetiza la tensión transformadora que proponen estas revistas digitales y colectivos. Para la escritora, finalmente, se trata de grupos que tratan de superar los “egos intelectuales que dominaron el campo”. Destaca este trabajo como uno establecido

»desde la resistencia, un intento de comenzar a hacer crítica literaria desde la honestidad básicamente (que para mí es exactamente lo mismo que resistencia), y eso implica por añadidura una oposición al sistemilla pactado que es muy perversillo y no es nada de honesto. Para esto creo que hacen el doble ejercicio de cuestionarse los sitiales que se ganaron algunos en peleas de medio pelo o por políticas de poder sospechosas en algunos periódicos y a la par de este cuestionamiento, ellos van instalando sus textos, abiertos a comentarios, diálogos, etc.


»De este modo, si bien la crítica literaria, como sugiere Ismael Gavilán, se haya en pleno proceso de reconfiguración y evaluación, la tendencia vindica la cultura lectora por sobre jerarquías positivistas, herederas del progresismo letrado. Así amplia canales para el diálogo intersubjetivo y aún incluso más allá, transfronterizo. La reproducción de imágenes de encuentro con la alteridad promovida por estas críticas posee una importancia excepcional. Se presenta como contrapunto al progresismo neoliberal de la inteligencia heredada. En este sentido, se invita a un índice de diferencia –de género, raza y patria– que amenaza el horizonte de lectura heredado.»





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