diciembre 29, 2023

Las redes sociales, como sistema comunicativo, ya son entes retóricos



Inmaculada Berlanga Fernández, Juan Salvador Victoria Mas y Jordi Alberich Pascual
«Facebook y la metáfora. La comunicación retórica en las redes sociales digitales»

Signa, n.º 25 (2016).

Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica | Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) | Facultad de Filología | Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura | Madrid | ESPAÑA.

Extracto de páginas 414-415 y 428-430 del artículo en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




En estos años hemos asistido a la rápida evolución de las redes sociales on line como un nuevo formato de comunicación interpersonal, con una progresiva penetración en muy diferentes ámbitos de la sociedad y entre el grueso de la población en general. Nuevo formato que cuenta a su vez con unos factores y posibilidades que influyen o pueden influir positiva y negativamente en la mejora de la comunicación entre sus usuarios. Desde los prolegómenos de esta investigación, en 2007, percibimos la presencia de numerosas figuras retóricas en las intervenciones del muro del usuario y el empleo de otras estrategias persuasivas, con distinciones y matizaciones, bien si se trataba de interacciones de gente joven, bien si se conversaba con usuarios de más edad y en circunstancias distintas. Intuíamos así que la Retórica clásica, entendida como un instrumento social, tenía cabida en esta nueva forma de comunicación. En 2010 publicamos un artículo en el que se recogían los fundamentos de esta investigación en un estado incipiente, y que a su vez fue el punto de partida para diversos trabajos actualmente publicados en revistas científicas de impacto. Concretamente otros dos artículos que tratan directamente la convergencia de estos dos espacios.

Con todo, esta percepción de la Retórica como un instrumento social, atemporal, necesario para una mejora en la comunicación interpersonal, choca con el desconocimiento generalizado de esta disciplina o con el prejuicio extendidísimo de que los recursos retóricos son algo del mundo de lo literario. Este rechazo persiste a pesar de las ya clásicas consideraciones al respecto que van desde Roland Barthes, a Umberto Eco o a Antonio López Eire; otras veces la Retórica se relega al mundo de la escritura analógica, error que nos muestra con total evidencia, por ejemplo, cualquier anuncio publicitario.

En el presente artículo nos proponemos entrelazar hasta fundir dos realidades cuyos orígenes distan casi veinticinco siglos, esto es, la Retórica clásica y las redes sociales on line. Interés también por sus repercusiones en aras de humanizar los discursos y los espacios de ocio, muy vinculados hoy día a las redes a través de acciones comunicativas multimedia.

Creemos que, a pesar de la amplia distancia que las separa en la línea del tiempo, Retórica y redes sociales aparecen como dos realidades convergentes y análogas. El hombre por naturaleza es ser social y, en su constante búsqueda por satisfacer cada vez mejor su necesidad de relacionarse, idea geniales medios comunicativos. Así, nos sumergimos en el mundo en red, eslabón de este vertiginoso proceso que caracteriza a la comunicación actual y, también en este contexto, encontramos universales que trascienden espacio y tiempo, en los que se fundamentan los principios persuasivos manifestados en cada sociedad con las características que les son propias, pero que han conservado a lo largo de los siglos sus elementos rectores: estrategias, operaciones, creativas desviaciones del lenguaje. En nuestro viaje a través del tiempo y de la Red, comprobamos una vez más que nuestro pasado configura y alumbra nuestro presente. Un presente mediado por la explosión de las redes como nuevo paradigma comunicativo. Con todo, es este un tema sobre el que son pocos los estudios científicos de rigor.

Si la unión entre Retórica e Internet ya ha propiciado y producido interesantes estudios y foros de debates, la aplicación de estos principios retóricos a las redes sociales on line se nos presenta como un campo aún incipiente. Sirva como ejemplo de acercamiento tangencial a nuestro objeto de estudio el artículo de Isabel de Salas que relaciona de pasada y citando a Gamonal la actividad desarrollada en las redes sociales con la actividad de los antiguos griegos en el ágora. También el libro de Mazzara y otros, Social networks and collective intelligence: A return to the Agora, defiende y argumenta más concretamente el acercamiento entre estos dos ámbitos: Retórica y redes sociales digitales.

En este trabajo nos centramos solo en uno de los amplios aspectos de la Retórica: el uso de figuras, especialmente de metáforas, en la comunicación en red. Obviamente esta presencia responde a las propias características del lenguaje en los medios digitales: un discurso que comparte rasgos tanto del discurso oral como del escrito; una comunicación interpersonal que recoge el carácter eminentemente persuasivo del uso conversacional del lenguaje; en definitiva, una comunicación mediada por soportes tecnológicos que da lugar a un uso particular del lenguaje, condiciones todas que exigen una revisión crítica de los modelos al uso.

Un estudio sistemático de la preeminencia de la metáfora, así como el presentar el elenco de las figuras retóricas más utilizadas en la comunicación en red, aporta un grano de arena a las líneas abiertas en los estudios neorretóricos. Investigaciones a las cuales, como apuntó Mortara Garavelli, aún «les falta mucho para estar completas». Conocer los entresijos de este lenguaje nos posibilita entablar comunicaciones más humanas, eficaces y creativas.

[...]

La Retórica tiene una intensa presencia en la acción comunicativa que se genera en las redes sociales, donde también encontramos las categorías y los componentes retóricos fundamentales. Concebimos la Retórica como un fenómeno universal, no circunscrito a una cultura determinada. Si la Retórica forma parte de los elementos básicos de la cultura, si el discurso retórico es el discurso de la persuasión de cada momento y los procedimientos persuasivos se fundamentan sobre universales que trascienden espacio y tiempo, es posible hablar de una teoría general de la Retórica, que incluye las formas de comunicación emergentes y las que puedan surgir. Estos universales en los que se fundamentan los principios persuasivos hacen que se manifieste en cada sociedad con las características que les son propias, y lo hace conservando a lo largo de los siglos sus elementos rectores (estrategias, operaciones, desviaciones creativas del lenguaje).

En el proceso de convergencia de estas dos realidades —Retórica y redes— se observan diferencias estructurales y formales de los elementos retóricos tal y como lo entendieron y describieron los oradores grecorromanos, con respecto a las matizaciones que los estudiosos de esta disciplina han añadido a lo largo de la historia de la Retórica; y más recientemente se han puntualizado las particularidades que estos elementos desarrollan en la Red. La Red actual y los distintos servicios de la Web 2.0, por sus peculiaridades comunicativas, suponen una potenciación del diálogo entre productores y receptores, con la consiguiente explicitación de algunas claves de la comunicación retórica.

De esta forma ofrecen a esta vieja disciplina nuevas dimensiones para realizarse, con lo que podemos hablar de la Ciberretórica como la última evolución de la Retórica clásica, pero que sigue manteniendo la proximidad a los principios y al sistema de la Retórica histórica. Por su parte, las redes sociales, como sistema comunicativo, ya son entes retóricos. Por tanto, las redes sociales on line y la Retórica clásica y su recepción por las posteriores generaciones nos muestran un claro y permanente entrelazamiento.

En la descripción de los objetivos de nuestra investigación se planteaba el enfoque de estas plataformas como un nuevo espacio retórico en parangón con lo que suponía el ágora en la antigüedad clásica. Con la salvedad de que la Red no es un espacio físico ambos espacios comparten algunas características esenciales:
a) el ser un espacio público, abierto, donde acuden las diferentes clases sociales e interactúan entre sí a través de la palabra;
b) su carácter social; y
c) algunas restricciones en su acceso: a pesar de que ambos espacios se desarrollan en un contexto de democracia, la actividad en el ágora estaba vetada a mujeres y esclavos.

También hoy día Internet y los servicios de la web 2.0 cuentan con la llamada «brecha digital» que afecta a gran parte de la geografía actual.

El discurso de los usuarios de redes sociales está pleno de figuras retóricas. La densidad o frpodemecuencia de uso de figuras retóricas en el discurso de los usuarios de Facebook es alta (2,7 figuras de media por intervención en el muro), es un factor común en todos los perfiles y no depende de la edad ni de la formación. Sin embargo, la diversidad o mayor variación de uso de tipos de figuras es más elevada en las redes de usuarios de edad más avanzada (mayores de 40).

Las figuras retóricas más frecuentes y comunes en el discurso de los usuarios de redes sociales son la metáfora, la insistencia, la sinécdoque, la onomatopeya, la elipsis y la agramaticalidad. La clara preeminencia de la metáfora, fruto más característico de la Retórica, confirma a las redes como espacio retórico y a esta figura como expresión típica del habla cotidiana. Esta doble concepción de la metáfora como recurso connatural del ser humano y como desvío ornamental del lenguaje —concepción que ya fue tratada por Aristóteles— nos lleva a concluir que la capacidad de pensar metafóricamente es nuestra manera más común de pensar. El resto de las figuras más usadas, esto es, insistencia, onomatopeya, elipsis, agramaticalidad, símbolo, silencio e hipérbaton, responde a un lenguaje contagiado por las características de la conversación oral y condicionado por el medio, es decir, caracterizado por la rapidez y por la solvencia interpretativa de los participantes. En términos generales, el empleo de figuras aporta expresividad, creatividad y profundidad a la comunicación.

El uso recurrente de la metáfora en nuestra comunicación actual, tal y como hemos demostrado en estas páginas, subraya la preeminencia que autores han otorgado a este tropo. Concretamente, en consonancia con Paul Ricoeur, observamos que en la comunicación del mundo en red, pleno de metáforas, hay un predominio del pathos: el usuario se mueve entre amigos. Y la redescripción metafórica, afirma nuestro autor, rige, más bien, en el campo de los valores sensoriales, estéticos, axiológicos y relativos al pathos que hacen que el mundo resulte habitable. Y también ponen en valor, una vez más, la presencia de la retórica en los medios de comunicación emergentes y por ende, las potencialidades que esta vieja disciplina desplegaba: construir el discurso de la verdad de un tiempo y un espacio determinados, el discurso de lo que era más útil para una sociedad dada; por otro, ofrecer los mecanismos de un auténtico servicio de comunicación social.




diciembre 22, 2023

Dado que el discurso de la igualdad se materializa en ciertas figuraciones privatizadas de la ciudadanía gay, es relevante escuchar la resistencia a la homogeneización



Cristián Alexis Cabello Valenzuela (@Uchile, @FCEIUchile)
«No hay cuerpo sin imagen. Visualidad gay y política virtual en tiempos liberales»

Universitas Humanística, vol. 81, n.º 81, 2016.
Número monográfico: «Prácticas comunicativas, creatividad y nuevos desafíos».

Universitas Humanística | Pontificia Universidad Javeriana | Facultad de Ciencias Sociales | Departamentos de Antropología y Sociología | Bogotá | COLOMBIA


Extracto del apartado «Conclusión», en páginas 81-84 del artículo en PDF. Véanse más referencias en la publicación original.
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Imagen compartida por la Fundación Iguales en sus redes sociales, tomada por la usuaria Isa Fernández.


Conclusión: La privatización de la imagen sexual

En esta investigación se analizaron los usos que la comunicación política hace del significante gay, para explicar la plusvalía que esta sexualidad adquiere en tiempos de derecha. A través de distintos dispositivos y fragmentos de la comunicación viralizados en internet, redes sociales y televisión, se describió un modo liberal de producir una subjetividad político-sexual: traumas, miedos, ideales y estrategias políticas son descritos como ejes que funcionan como el marco de las visualidades de lo gay liberal (Butler, 2010; Chihu, 2010).

A falta de una articulación social, el liberalismo facilita estrategias de comunicación para generar una política virtual que contenga una ciudadanía gay. Al mismo tiempo, estos contenidos son compartidos en redes sociales, también denominadas «tecnologías de la proximidad» (Reguillo, 2012), donde cada usuario comparte contenidos que generan redes de amistad político-social. Así, en «la interface Youtube/Facebook, no se comparte solamente la música, sino además una clave de lectura que la o el posteador propone a sus interlocutores o “amigos”» (Reguillo, 2012). Las redes sociales median la comunicación de la política gay donde implícitamente se construye la imposibilidad de rechazar estos contenidos, ante la obligatoriedad de una ciudadanía virtual rápidamente amistosa con el ciudadano gay. Esta subjetividad liberal, que hace ingresar «lo gay» virtualmente en el espacio político, olvida y omite las historias de violencia estatal, social y política que —al igual que con otras víctimas cuyos derechos humanos no han sido reconocidos— aún constituyen a las personas no-heterosexuales en Chile. Este aún es muy importante, ya que la discusión pública de lo gay, especialmente el modo de puesta en escena respetuoso y tolerante, busca instalar la idea de que, en Chile, el tiempo de la tortura contra gays y lesbianas «ya fue», «ya pasó».

La homosexualidad liberal aspira a la formación de la familia y a la constitución del hogar, y aspira a poseer la dimensión de lo privado-íntimo. Es justamente lo contrario a lo que articuló el feminismo del norte a mediados del siglo XX, desde el cual se entendió que «el paraíso doméstico funcionaba como una arquitectura penitenciaria en la que las mujeres eran encerradas de por vida y mantenidas a distancia de la esfera política» (Preciado, 2010, p. 49). Estos spots de la Fundación Iguales visibilizan una etapa «primaria» e inicial de emancipación, ejercida en la intimidad y el espacio privado, precisamente porque lo homosexual, si fuera asociado a la dimensión del trabajo, sería incluso más problemático. Esta ubicación de lo político homosexual a través de la visualidad de la Fundación Iguales está ligado y coincide con un tópico económico y político contemporáneo de «politización y mercantilización de la vida privada» (Preciado, 2010, p.43).

A modo de conclusión política y ética, sugiero que esta vuelta de página de las representaciones del odio homofóbico y la omisión de la violencia actual contra las comunidades homosexuales es uno de los hallazgos político-comunicacionales más preocupantes ante la inclusión liberal de «lo gay». Nadie nos asegura, y menos todavía con estas representaciones light de lo sexual en tiempos de derecha, que no vendrá una ola homofóbica en Latinoamérica en contra de «lo gay». En este panorama, urge abogar por hacer visible al homosexual no como víctima, sino a las violencias y daños cotidianos sociales que generan las desigualdades de las comunidades de gay, lesbianas y transexuales. El ciudadano gay es una figura que da vuelta a la página en la política, que presenta «nuevos» desafíos y es encantadoramente nuevo para nuestra democracia, y que quiere desentenderse de las huellas de un pasado que pesa sobre sus cuerpos.

Rescato el concepto de simulación utilizado por Pecheny (2002) para describir la protección de la representación social de las personas gay para evitar ser discriminados. Como grupo social y político, anteponen el lugar de la defensa y la protección para evitar ser discriminados. Esto implica regular sus representaciones bajo modelos de vida liberal y privatizada. Reconocer cómo una agenda familiar se vincula a la representación y a los discursos político comunicacionales es un carácter cualitativo que intenta asegurar la no conflictividad de «lo gay», ya que se hace visible mediante el respeto de las formas de una heterosexualidad que instala a la familia como un lugar protagónico. Las sociedades homofóbicas obligan a mantener en secreto estas sexualidades. Hay «tolerancia a cambio de la discreción y la invisibilidad» (Pecheney, 2002). Se separan las esferas públicas y privadas y se privatiza lo público. Porque el ciudadano gay ocupa las calles, pero de un modo «privado», en secreto. No se quiere más burla, sino más bien una homosexualidad correcta y obediente.

Respecto al cuerpo escenificado en una imagen afectiva, es importante en tanto que es el territorio donde se expresan afectos, gestos y posiciones públicas. Se concluye que «lo homosexual», en Chile, tiene un lugar donde la identidad gay política es más legitimada en tanto se exprese la afectuosidad amorosa que la regula. Son estos valores familiares y afectivos los que edulcoran los conflictos políticos. Hay un particular trato de la política con lo gay liberal, a diferencia de otras corporalidades excluidas del campo político y que luchan por algún tipo de inclusión. Un trato especial y más afectivo que se corresponde con representaciones de este «nuevo trato» liberal hacia lo gay, que no es, paradójicamente, más lastimero o victimizante, siendo que no busca inferiorizar o insultar estereotípicamente unas vidas, sino que resuelve privatizar esta sexualidad, darle un lugar específico, un derecho a vivienda simbólica en el terreno de la esfera política. Esto se evidencia en los spots políticos, donde el sujeto homosexual está resguardado en su cuarto propio y en el afecto de su familia, y en las políticas pro matrimonio gay que insisten en legitimar y relevar instituciones que privatizan la sexualidad en la seguridad de un cuarto propio familiar.

Dado que el discurso de la igualdad se materializa en ciertas figuraciones privatizadas de la ciudadanía gay, es relevante escuchar esa resistencia a la homogenización que propone este modo de la política sexual liberal. ¿Es posible ser un igual en el sur? ¿Es posible ser tratado como un igual en ese escenario? La pregunta cobra aún más importancia cuando [...] las identidades LGTTTBIQ se transforman en existencias enlatadas listas para consumir, o en lockers de fronteras lindantes con la mismidad, o que se diluyen bajo una retórica pudorosa, conservadora, que asépticamente desexualiza la diversidad al despojarla de su cualidad de «sexual» (Flores, 2013, p. 315).

Como cuestionaba ya Wendy Brown (2006) a partir de análisis de casos norteamericanos, la tolerancia es un discurso problemático porque, más que acercar, distancia una experiencia sexual en el plano político, al privatizar un género e inmunizar la sobreprotección normativa de estas sexualidades. En Chile, este discurso público de la tolerancia se traduce y se impone en la narrativa política —adecuándose muy bien con los «consensualismos» democráticos y antiantagonismos sociales— y se traduce en un lenguaje comunicacional político que se sobrerecoge y cuida al momento de referirse a la ciudadanía gay.

«Cuando lo común-comunitario se ve sacrificado por la compulsión privatizadora de una economía de mercado», señala Richard (2013), desde Chile, en una reflexión que hace explícito el rol del carisma o charming del género en la figura de la presidenta Michelle Bachelet: «la disposición anímica de la sociedad puede volcarse hacia los “afectos” de lo femenino para rehumanizar lo que deshumanizó la tecnicidad de lo político-administrativo» (Richard, 2013, p. 206). Concordamos con el rol de los afectos en esta rehumanización, que se expresa en la activación ciudadana que propone el sujeto político gay, donde lo femenino es muy importante en la seducción. Sobresale así el rol de los afectos y las emociones de los cuerpos sexuales en estas imágenes de propaganda política. El sentido afectivo, amoroso y seductor de la imagen política del ciudadano gay hace visible la operación de las emociones en el éxito social de esta política gay, más blanqueada y apegada a valores nacionales y liberales, donde la familia privada es lo más importante.


Referencias en el texto anterior

Brown, W. (2006). Regulating Aversion. Tolerance in the Age of identity an Empire. New Jersey: Princenton University Press.

Butler, J. (2010). Marcos de Guerra. Vidas Lloradas. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Chihu, A. (2010). El framing del spot político. México D.F.: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

Flores, V. (2013). Interrupciones. Ensayos de poética activista. Neuquén: Editora La Mondonga Dark.

Pecheny, M. (2002). Identidades discretas. En Arfuch, L. (Comp.) Identidades, sujetos y subjetividades (pp.125-148). Buenos Aires: Prometeo libros.

Preciado, B. (2010). Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría. Barcelona: Anagrama.

Reguillo, R. (2012, julio-diciembre). Navegaciones errantes. De músicas, jóvenes y redes: de Facebook a Youtube y viceversa. Nueva época, (18), 135-171.

Richard, N. (2013). Crítica y Política. Santiago: Palinodia.




diciembre 15, 2023

¿Cómo se manifiesta la conciencia tipográfica de los escritores y, a la inversa, la conciencia literaria de los gestores de lo escrito? (Arte literario y arte impresor en el Siglo de Oro)


Anne Cayuela
«“Esta pobre habilidad que Dios me dio”: Autores, impresores, editores en el entuerto de la publicación (siglos XVI-XVII)»

Tiempos modernos. Revista Electrónica de Historia Moderna, vol. 8, n.º 31, 2015

Tiempos modernos. Revista Electrónica de Historia Moderna | Universidad Carlos III de Madrid | Madrid | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto de las páginas 296, 298-299, 306 y 308 de la publicación en PDF. Véanse referencias en la publicación original.
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Reproducción digital facsímil del impreso original conservado en la Biblioteca Nacional de España. Sig. R/10644. (Foto publicada en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).


La naturaleza ambivalente, dual del libro a la vez producción intelectual, artística, y producto manufacturado, industria y comercio [NOTA 1], esta hibridez intrínseca constantemente señalada por los agentes del libro en el Siglo de Oro —sean autores, sean impresores, sean editores, cada uno intentando justificar su preeminencia sobre los demás—, ha originado una dicotomía en los estudios y en las líneas de investigación que hasta épocas muy recientes centraban su atención en «el producto» en términos históricos o «el texto» en términos literarios. En este nuevo siglo van surgiendo investigaciones que aúnan atención a la materialidad e interés hacia «los mecanismos que ponen en funcionamiento el libro en el seno de la vida social y como elemento fundamental de mediación en la dialéctica de producción y consumo, de oferta de escritura y demanda de lectura» [NOTA 2].

Si bien los balances generales señalan los logros obtenidos gracias a nuevos enfoques, la interdisciplinariedad cada vez mayor, los avances en la metodología de la historia del libro [NOTA 3], quedan todavía campos por explorar y muchos libros por abrir: José Manuel Lucía Megías señala, por ejemplo, como campo todavía virgen (o casi) en la bibliografía hispánica el que tiene como objeto de estudio los problemas ecdóticos del texto en el paso por la imprenta, indicando las escasas excepciones que representan los estudios reunidos en Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro [NOTA 4].

Este vacío, que poco a poco se está reduciendo [NOTA 5] se explica en parte por las reticencias conceptuales en admitir que el texto literario no es uno sino varios, que el lector accede a él a través de una materialidad, resultante de una serie de operaciones materiales, de intervenciones sobre el texto, que han producido un texto en múltiples estados. Este enfoque relativamente nuevo ha logrado modificar considerablemente las investigaciones sobre la producción del libro impreso en España, así como la metodología aplicada a ese campo de estudio.

Como recomienda José María Micó, no conviene sacralizar al autor y al texto, en tanto que entidades virtuales, sino que conviene interesarse por los diferentes autores reales, los que contribuyeron a la realización material del texto, que intervinieron en una de las múltiples etapas de la cadena de operaciones.

[...]

El libro forma parte de un mercado cuyas características se van dilucidando de manera cada vez más precisa a través de una serie de publicaciones recientes. Para el siglo XVI se está modificando la apreciación de los investigadores sobre la vitalidad del mercado del libro. Vicente Bécares Botas afirma contundentemente que «hoy, que empezamos a vislumbrar las redes de producción y distribución librera en el espacio europeo, que conocemos el volumen y contenido de librerías y de bibliotecas públicas y particulares, desde las profesorales hasta las estudiantiles, quien hable de penuria bibliográfica en aquel siglo, tendrá que explicarse» [NOTA 17].

Asistimos en estos últimos años a una revisión de conclusiones un tanto esquemáticas tales como que los textos mayores de la historia literaria, fueron producidos en un mercado flojo y pobre [NOTA 18].

Tanto Pedro Rueda Ramírez como Manuel Peña señalan que «el comercio de libros en la Edad moderna está pendiente de una revisión completa» [NOTA 19], revisión de un enfoque demasiado «endógeno y rígido» [NOTA 20]. El interés de una Historia del libro atenta a la historia del comercio es obvio: convendría saber con más precisión cómo se ha estructurado, y cómo ha evolucionado la difusión del libro español en el marco del comercio europeo siguiendo las pistas abiertas por Jaime Moll y Klaus Wagner [NOTA 21].

Hasta los trabajos más recientes, los historiadores insistían considerablemente en los factores negativos que pesaban sobre la producción y circulación del libro en los siglos XVI y XVII: las trabas administrativas, la censura y el control del Santo Oficio, la situación periférica de la península en la geografía de la imprenta, las prensas poco competitivas frente a las fuertes industrias tipográficas de Alemania, Francia, Italia y los Países bajos, el comercio limitado al mercado local, los problemas económicos y técnicos, así como la carencia de personal cualificado, la penuria de papel, y la reticencia a la edición a escala internacional. Si ya algunas voces como la de François López señalaban una opinión discordante en 1981 al recalcar las bazas del mercado español [NOTA 22], las investigaciones más recientes sobre el comercio de libros coinciden con esta valoración positiva.

[...]

Situar a los impresores y libreros en el mundo de las letras y de las artes y valorar adecuadamente su papel no es tarea fácil. La Historia del libro, en tanto que «historia social y cultural de la comunicación por el intermediario de la imprenta» [NOTA 59] suele presentarlos como artesanos y hombres de negocios cuyo motor principal fue el sacar un provecho económico de sus actividades profesionales [NOTA 60], y no como agentes de la cultura o actores o autores de la misma.

No es tarea fácil porque hay todavía muchas incógnitas sobre su origen social, su formación intelectual y profesional, su personalidad, sus creencias, y sus ambiciones. Cuando impresores y libreros afirman que pertenecen al mundo del arte liberal esta reivindicación no aspira sino a un mayor reconocimiento de su creatividad [NOTA 61], de su capacidad intelectual y de su responsabilidad.

La intervención del impresor o el editor va más allá de una simple colaboración, es un acto de creación. Para tomar la medida exacta de ese acto de creación y escribir una nueva historia —no de los textos sino de los libros— convendría reunir los textos preliminares escritos por editores e impresores (prólogos, dedicatorias, poesías laudatorias) [NOTA 62] y constituir una antología que revelaría su talento literario y les conferiría una dignidad autorial [NOTA 63].

Quedan también por estudiar las marcas de impresor, hasta ahora sólo descritas, pero no consideradas en el marco de esta escritura editorial, e interpretadas como reivindicación de una autorialidad del editor, manifestación de una ética de artista a través de la elección de una empresa [NOTA 64]. Y por fin queda por rastrear el texto que escriben o reescriben mediante su intervención siguiendo las enseñanzas de la textual bibliography.

[...]

Hace unos pocos meses Roger Chartier publicó una recopilación de artículos suyos ingeniosamente titulada La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur [NOTA 73] en la que cuestiona la complejidad del proceso de publicación a través de un doble enfoque. El quiasmo presente en el título sugiere que «si bien cada decisión tomada en el taller tipográfico, incluso la más mecánica, implica el uso de la razón y del entendimiento, a la inversa, la creación literaria siempre se enfrenta con una materialidad inicial, la de la página a la espera de la escritura» [NOTA 74]. Las palabras inscritas en esta materialidad inicial, pronto abandonarán el manuscrito autógrafo, para trasladarse a otra copia, el original enviado a la imprenta, que se verá sometido a una serie de operaciones de la mano del corrector, del componedor, para convertirse en pruebas de nuevo controladas por el corrector (y el autor), y supervisadas por el impresor-editor.

Esta serie de operaciones sometidas a la «forma», en sentido figurado y propio conduce a unas modificaciones del texto original operadas por el componedor que desembocan en supresiones, añadidos, modificaciones exigidas por el espacio impuesto por la caja de escritura [NOTA 75]. Es decir que el espacio técnico impone y produce una nueva escritura, que es el fruto de una decisión humana y que engendra en algunos casos una nueva escritura literaria del productor material.


[NOTAS]

NOTA 1. Véase Pierre BOURDIEU, «Le champ littéraire», en Actes de la recherche en sciences sociales, n.° 89, 1991, pp. 4- 46.

NOTA 2. Pedro RUIZ PÉREZ, Juan MONTERO, «El libro en el Siglo de Oro», Etiópicas, n.° 2, 2006, p. 42.

NOTA 3. Remitimos por ejemplo a los balances generales que aparecen en el volumen coordinado por François LÓPEZ, Jean-François BOTREL, Víctor INFANTES, Historia de la edición y de la lectura en España (1472-1914), Madrid, Fundación Germán Ruipérez, 2003, a la síntesis bibliográfica de José Manuel LUCÍA MEGÍAS, «Bibliografía comentada», Aquí se imprimen libros (Con DVD), Madrid, Ollero y Ramos, 2005 o el completísimo estado de la investigación que trazan Pedro RUIZ PÉREZ y Juan MONTERO, op. cit., pp. 15-108. Con respecto a los retos de la historia del libro se recomienda la lectura de Michael F. SUÁREZ, «Historiographical problems and possibilities in Book History and National Histories of the Book», en Studies in Bibliography, vol. 56 (2003/2004), pp. 141-170.

NOTA 4. Francisco RICO, Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro, Valladolid, Centro para la edición de los clásicos españoles, 2000. Véase el libro clásico de José SIMÓN DÍAZ, El Libro español antiguo: análisis de su estructura, Madrid, Reichenberger, 1983, reedición en 2000, y el artículo de Fermín de los REYES GÓMEZ, «La estructura formal del libro antiguo español», Paratesto, 2010. n. 7, pp. 9-59. Véase también José Manuel MEGÍAS: «Escribir, componer, corregir, reeditar, leer (o las transformaciones textuales de la imprenta)», en Libro y lectura en la Península ibérica y América (Siglos XIII a XIV), ed. Antonio CASTILLO GÓMEZ, Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2003, pp. 209-242; ÍDEM, «El autor ante la imprenta: textos para un manual», Edad de Oro, XXVII, 2009, pp. 177-196.

NOTA 5. En 2008, el seminario internacional Edad de Oro reunió a especialistas en torno al tema de Imprenta manual y edición de textos áureos. Véase Edad de Oro, XXVIII, 2009.

NOTA 17. Vicente BÉCARES BOTAS, Guía documental del mundo del libro salmantino del siglo XVI, Segovia, Instituto castellano y leonés de la lengua, 2006, p. 22.

NOTA 18. Pedro RUIZ PÉREZ, «El libro en el Siglo de Oro», op. cit. p. 42

NOTA 19. Pedro J. RUEDA RAMÍREZ, Negocio e intercambio cultural: El comercio de libros con América en la carrera de Indias (siglo XVII), Sevilla, CSIC, 2005, p. 27.

NOTA 20. Manuel PEÑA DÍAZ, «El comercio, la circulación y la geografía del libro», Historia de la edición y de la lectura en España […], op. cit., p. 85.

NOTA 21. Klaus WAGNER, «Imprenta y libro en la España del siglo XVI y su entorno europeo», Ex-Libris, Universitatis: el patrimonio de las bibliotecas universitarias española, Madrid, Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, 2000, pp. 73-81. Jaime MOLL, «El siglo XVII español ¿abierto a Europa?: consideraciones sobre la industria editorial española», Ex-Libris Universitatis: el patrimonio de las bibliotecas universitarias españolas, Madrid, Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, 2000, pp. 83-93.

NOTA 22. Las discusiones consecutivas a las ponencias presentadas durante el coloquio celebrado en la Casa de Velázquez Livre et lecteur en Espagne et en France sous l’Ancien Régime han sido transcritas de la manera siguiente: «François Lopez se déclare en désaccord avec l’assertion de Jaime Moll suivant laquelle le marché intérieur était insuffisant en Espagne. Cela serait en contradiction avec la nécessité d’association de la part des étrangers pour le fournir [...]. En fait l’espagnol du XVIe était très moderne [...]. De plus les étrangers s’hispanisent. En fait il lui semble que les hommes et les capitaux existaient [...]. La conférence de Péligry lui démontre que le marché espagnol était très intéressant [...]. Il insiste sur le fait que la Castille du XVIe siècle était une des sociétés les plus cultivées du monde». Livre et lecteur en Espagne et en France sous l’Ancien Régime, colloque de la Casa de Velázquez, Paris, Editions A.D.P.F., 1981, p. 94-95.

NOTA 59. Robert DARNTON, «Qu’est-ce que l’histoire du livre», en Gens de lettres, gens du livre, Editions Odile Jacob, 1992, p. 190.

NOTA 60. Así lo afirma en su artículo Clive GRIFFIN, «La carrera del impresor en la edad moderna», op. cit., p. 383.

NOTA 61. Este discurso impreso en la oficina de Lucas Antonio de Bedmar y publicado en Madrid en 1675 reivindica para el oficio de impresor la condición de «arte liberal» y, por tanto, la exención de impuestos para los libros. Melchor CABRERA NÚÑEZ DE GUZMÁN, Discurso en prueba del origen, progresos, utilidad, nobleza y excelencias del arte de la imprenta, Introducción de Amalia SARRIÁ RUEDA, Madrid, Instituto de España, Biblioteca Nacional, 1993.

NOTA 62. Véase por ejemplo el prólogo del Buscón de Roberto Duport, o la dedicatoria de Robles. Cf. Francisco RICO, «A pie de imprentas. Páginas y noticias de Cervantes viejo», Bulletin hispanique, 2002, p. 673-702.

NOTA 63. Vicente BÉCARES BOTAS alude a «los impresores y libreros humanistas, autores, editores o traductores ellos mismos, en quienes se daban la mano la sensibilidad cultural y la ganancia como Hugo Helt, autor de la versión latina de la Declaración y uso del reloj español y traductor de Gregorio Niseno, Vicente de Millis de Polidoro Virgilio, Andrea Pescioni de las Historias prodigiosas de Pierre Bovistau, de lo que dejaron constancia en portadas y prólogos (Andreas de Portonaris en su Eliano)». Vicente BÉCARES BOTAS, Librerías salmantinas […], op. cit. p. 25.

NOTA 64. Existe una base de datos de marcas utilizadas por algunos impresores en el fondo antiguo de la Universidad de Barcelona: http://eclipsi.bib.ub.es/imp/impcat.htm. Ver también el artículo de Rosa Margarita CACHEDA BARREIRO, «Aproximación iconográfica a la figura del impresor a través de sus marcas tipográficas. una visión emblemática del siglo XVI», Cuadernos de arte e iconografía, 11, n.° 21, 2002, pp. 49-76

NOTA 73. Roger CHARTIER, La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur, Paris, Gallimard, 2015.

NOTA 74. Ibidem, p. 16. La traducción es nuestra.

NOTA 75. Sobre este proceso véase José Manuel LUCÍA MEGÍAS, «Escribir, componer, corregir reeditar, leer (o las transformaciones textuales en la imprenta», Libro y lectura en la península ibérica y América, Antonio Castillo Gómez (ed.), Junta de Castilla y León, 2004, pp. 216-217.




diciembre 09, 2023

Es necesario que los pensadores y los artistas abandonen la zona de confort y se zambullan en el aprendizaje de las herramientas tecnológicas para que el progreso nos conduzca hacia un mundo más humano: Mónica Nepote (@neponita)



Juan M. Zafra (@prensa14): «Mónica Nepote (@neponita): “La tecnología permite expandir las prácticas artísticas”»

Entrevista en TELOS (Revista de Pensamiento, Sociedad y Tecnología) (@revistatelos), n.º 112 (diciembre de 2019), número temático: «Humanidades en un mundo STEM».


«Me resulta muy complicado discernir lo virtual y lo real», reconoce Mónica Nepote durante la conversación. Su labor consiste en promover la literatura electrónica, nuevos formatos y soportes para el libro. Afirma que llegó a la tecnología de la mano de la escritura, actividad por la que ha conseguido varios reconocimientos, y de la edición. Le preocupan los sesgos que introducen los algoritmos y la inteligencia artificial y subraya la necesidad de que los pensadores y los artistas abandonen la zona de confort y se zambullan en el aprendizaje de las herramientas tecnológicas para que el progreso nos conduzca hacia un mundo más humano.



Mónica Nepote. (Foto: Andrea Tejeda, @chispitabrown).


Escritora, editora, guionista, pensadora. Mónica Nepote nació en Guadalajara (Jalisco, México). Habita en Ciudad de México, la cuarta ciudad más poblada del planeta, donde dirige el proyecto E-Literatura del Centro de Cultura Digital. Es un claro exponente de artista que reconoce, estudia y emplea la tecnología para expandir la creatividad humana. Estudiosa y formadora, es consciente de las oportunidades que genera la colaboración entre el humano y la máquina y también de la necesidad de poner en marcha modelos educativos y creativos en los que la formación sea «un cruce de habilidades técnicas, conocimientos científicos y artísticos».


¿Cree posible la creatividad de las máquinas, una creatividad artificial?

Pienso en esa creatividad en las máquinas como el sueño ancestral del ser humano de inventar esa máquina que por sí misma genere lenguaje, escritura o arte y me remito a distintos momentos de la historia: las ideas de Georg Philipp Harsdörffer en el siglo XVII para generar palabras nuevas o a los autómatas de Jaquet-Droz en el XVIII, que eran capaces de escribir, dibujar y tocar el piano; pienso en eso como aproximaciones a lo que vemos ahora, como esa obsesión por desarrollar inteligencias independientes a lo humano y también pienso que eso es lo que vemos en distintos artistas y escritores-programadores permeados por una idea: la colaboración entre humanos y máquinas.


¿Habrá siempre un ser humano a los mandos?

Si bien existe software que escribe o genera información, objetos artísticos, esto no es posible sin la cabeza humana que las diseña y las alimenta (con bases de datos, por ejemplo) y en ese diseño vemos cómo está atravesado por ideología, por posturas políticas, por cuestiones de género y de visión del mundo.

Hace poco revisaba un libro impreso con los relatos generados por un software de escritura, un sistema de inteligencia artificial, que generó una serie de historias a partir de los datos con que fue alimentado y con un complejo sistema de asociación de datos. Había en él líneas profundamente patriarcales, las acciones narrativas generadas en el caso de los personajes masculinos subrayaban valentía, enemistad, batallas...; los adjudicados al personaje femenino eran de corte romántico, un ser que buscaba ser tratado de cierta forma y que era objetivo de seducción.

¿De quiénes son estas ideas sino de la cultura? ¿De dónde provienen si no de la forma de entender el mundo de su creador? La tecnología es ese espacio en el que extendemos nuestra visión de mundo, las tecnologías tienen todavía la agencia humana, o la no agencia, o la agencia del patriarcado, que es aún peor. No hay tecnología inocente, ni una que no refleje a quien la programa.


Ese es un aspecto clave. Se ha impuesto una visión catastrofista del futuro que parece determinado por la tecnología o por el miedo a los cambios que trae consigo. Como si no fuéramos los humanos quienes construimos las máquinas y las dotamos de un propósito.

En otra línea tendríamos que hablar de cómo los algoritmos están preparados para mecanizarnos, pero este proceso tiene que ver con nuestra ignorancia respecto al uso de las herramientas o a su programación, o la poca injerencia que tenemos en estas, si cedemos nuestra relación al enfoque corporativo y mercantilista.

El mundo proyectado por nosotros a través de esas tecnologías se parece demasiado al mundo capitalista; esas tecnologías «creadoras» están marcadas por la inequidad y tienen un corte profundamente consumista y con fines políticos de vigilancia y control. Habría que fantasear entonces con máquinas que hagan otros mundos, pero empezando por nuestra propia agencia, por nuestra propia construcción de otras posibilidades de mundo antes de soñar con tecnologías distópicas.


¿Es ese el espacio que le queda al pensamiento, a las artes, a la literatura, a la filosofía, a las Humanidades en un momento como el que vivimos, dominado por las disciplinas STEM —las ciencias, las telecomunicaciones, las ingenierías y las matemáticas—?

Pienso que el espacio que queda es el que queramos que ocupen. Por un lado, hay diversas iniciativas, proyectos y obras que desde hace años entretejen arte y tecnología. Me parece que las artes como las pensamos desde el romanticismo —el genio creador, la inspiración, la originalidad— han quedado a un lado. La forma en que concebimos el arte, la filosofía o la literatura están pensadas en el contexto contemporáneo desde un cruce de disciplinas y de conocimientos técnicos, manejo de software y hardware.

Es algo que no nos preguntamos con relación a la música o al cine, donde difícilmente podríamos imaginarnos su existencia sin tecnología, de alguna forma sin ingeniería, y todo lo que está detrás de las formas en que se producen y se trabajan. El asunto es que, en el mundo académico, las disciplinas siguen manteniendo categorías basadas en las distancias y la distribución jerárquica de las ciencias, por un lado, y de las artes, por otro. Sin embargo, en otros espacios no académicos, esos encuentros suceden.


.../... Continuar leyendo en TELOS (Revista de Pensamiento, Sociedad y Tecnología).



diciembre 02, 2023

Crowdfunding en las bibliotecas


Ricardo Enrique Ortiz
«#BiblioCrowdfunding: Una biblioteca que ofrece conocimiento en 360 grados. Entrevista a Simone Belli»

Infotecarios, 20 de febrero de 2017.
Creative Commons.


Verónica Maigua, presidenta de la Asociación Nacional de Bibliotecarios Eugenio Espejo (ANABE), y Soraya Campos, directora de Asuntos Bibliotecarios de la Biblioteca de la Universidad de las Artes. (Foto de la Universidad de las Artes).



Imaginen por un momento que su biblioteca, archivo o museo tenga un programa o una actividad a desarrollar y que la comunidad donde esté haya financiado todo el proyecto. ¿Lo han visualizado alguna vez? Seguro que sí.

En los últimos años, el crowdfunding ha hecho que surjan varios espacios en los cuales los emprendedores pueden lograr que sus proyectos de negocio sean financiados no por entidades, sino por personas.

Ahora bien ¿Esto se puede aplicar a las unidades de información? La respuesta es: «Sí, sí se puede». Por esto, Simone Belli, profesor del Departamento de Ciencias Sociales e Innovación de Yachay Tech, nos explica un poco como la biblioteca, el archivo o los museos pueden trabajar bajo esta modalidad como una nueva vía de financiación de proyectos.


Para Simone Belli, ¿qué es el crowdfunding?

Simone Belli. En mi opinión, se trata de una dinámica horizontal para que la entera comunidad pueda colaborar en financiar un proyecto innovador haciendo que esta se beneficie.


Se entiende el crowdfunding como la cooperación colectiva, llevada a cabo por personas que realizan una red, para conseguir dinero u otros recursos y se suele utilizar Internet para financiar esfuerzos. ¿La biblioteca puede estar dentro de este universo?

S. B. Sí, la biblioteca debe estar dentro de este universo, como cualquier otra institución colaborativa y coparticipativa, con el objetivo de beneficiar a la sociedad y mejorar sus condiciones.


¿Independientemente de que el beneficio no sea económico o monetario?

S. B. El beneficio de un proyecto de este tipo es de 360 grados. Tanto a nivel comunitario como económico. Mientras mayor sea la participación por parte de la comunidad y de los actores sociales, mayores serán los ingresos para realizar proyectos que a su vez serán prioritarios tanto para la institución como para la comunidad. Debe ser un sistema que se retroalimenta por los mismos usuarios, donde ellos son los que van a sacar mayor beneficio y provecho, y así la biblioteca se convertirá en un espacio para compartir y dialogar de una manera bidireccional.

[...]


¿Cómo se puede crear una biblioteca bajo la modalidad crowdfunding?

S. B. La biblioteca debería promover proyectos que beneficien a su comunidad, y también «escuchar» cuáles proyectos la misma comunidad quiere promover. El usuario de estos espacios debe sentirse «actor» principal en esta elección, para poder contribuir a tener un espacio innovador que pueda estar al paso de la sociedad en la que la biblioteca se inserta.

Las bibliotecas a través del crowdfunding no están limitadas a recibir presupuesto institucional y gubernamental, sino que están más libres a la hora de elegir proyectos innovadores autofinanciados por sus propios usuarios. Como podrían ser proyectos de naturaleza editorial o de nuevas plataformas culturales. De esta manera, vamos a tener un espacio de intercambio de servicios y de herramientas que pueden competir con el sector privado y neoliberal.

Pensamos en una biblioteca que nos ofrece conocimiento, cultura y entretenimiento a 360 grados para poder satisfacer las necesidades de su comunidad. No todas las bibliotecas necesitan los mismos servicios y el mismo catálogo; una biblioteca universitaria será diferente de una biblioteca municipal, como son diferentes los usuarios que las frecuentan. Por esta razón, el crowdfunding que promueven va justamente en la dirección de poder solventar las necesidades que sus usuarios tienen.


Usted menciona algo muy importante: «Escuchar proyectos que la misma comunidad quisiera promover». ¿Cuáles ideas o proyectos cree usted que la comunidad pudiese aportar?

S. B. La dinámica del crowdfunding se basa en la democracia. Los proyectos deben ser evaluados por los mismos usuarios, y de allí solo van a salir a la luz los que más interesantes resulten para aquella comunidad. Por ejemplo, la biblioteca de Yachay Tech es un espacio donde la mayoría de los usuarios no sobrepasan los 25 años de edad, y la juventud ecuatoriana no deja de sorprendernos de manera positiva cada día por la cantidad de ideas y proyectos que tiene en la cabeza. Recientemente, descubrí un blog coordinado por dos jóvenes ecuatorianas, llamado El Cráneo de Pangea, que a nivel internacional está teniendo un gran éxito. Se trata de un espacio donde solo poetas hispanohablantes nacidos entre los ochentas y noventas pueden publicar de manera libre sus obras.

Proyectos de este tipo hay muchos, sobre todo en la ciudad de Quito. Son proyectos que se mueven lejos de los círculos tradicionales de la cultura y de los medios de información, pero son mucho más interesantes e innovadores.

Cité un ejemplo de poesía, pero también hay de audiovisuales, teatro, literatura y música que a través de prácticas de crowdfunding podrían tener mayor impacto en la sociedad ecuatoriana. Nuestros mismos estudiantes son parte activa de muchas de estas iniciativas.


¿Es rentable o tendrá buenos resultados crear una biblioteca con esta modalidad de trabajo?

S. B. Hay ejemplos exitosos que hacen bueno el esperar en obtener buenos resultados con esta modalidad de trabajo. Lo importante es crear una cultura para que los usuarios confíen en estas dinámicas. Una dinámica horizontal donde son los mismos usuarios quienes se van a beneficiar.

Pensamos simplemente en la compra de una cámara para realizar cortos y que la biblioteca nos puede proporcionar esta herramienta a través del crowdfunding de su entera comunidad. O también una película o un videojuego, bienes de consumo cultural que pueden ser compartidos y utilizados para todos.

Estos son solo unos ejemplos, pero hay que pensar mucho más allá, de manera innovadora, y estoy seguro de que los mismos responsables de estos espacios tienen proyectos aún más innovadores que se podrían promover a través de la práctica del crowdfunding.

[...]


¿Ha escuchado de algún proyecto de biblioteca bajo la figura del crowdfunding?

S. B. Hay muchos proyectos de crowdfunding realizados por biblioteca. En Reino Unido, las bibliotecas son espacios que no solamente se entienden como un lugar para compartir y difundir conocimiento a través de textos, sino también a través de otras prácticas y herramientas.


Los proyectos de donación de libros, las llamadas «Bibliotecas de calle» o los programas de promoción de lectura ¿Pueden entrar en esta modalidad?

S. B. Estos proyectos deben estar presentes en el espacio de la biblioteca, tanto dentro como fuera. Es decir, pensar una biblioteca de calle que se encuentre en sitios donde antes difícilmente había libros. Plazas, restaurantes, tiendas, y también en el mundo online. En el pasado, mis estudiantes de Innovación y Emprendimiento han trabajado en aplicaciones para dispositivos móviles para incentivar los hábitos de lectura de la sociedad ecuatoriana.

Estos mismos estudiantes observaron que Ecuador tiene la más baja media de libros leídos por habitante de la entera región. Entonces, hay que desarrollar una serie de estrategias para que leer libros se convierta en una de las actividades más comunes, pero sin que se perciba como obligación, sino como placer. Quienes normalmente leen libros saben de lo que estamos hablando.