Gabriel Martínez García y Sonia Díaz Jiménez (Colectivo Un mundo feliz)
«Tipografías desobedientes»
Tropelías, n.º 26 (2016); número temático: «De palabras escritas y otras impureza visuales: creadores españoles a la deriva entre la escritura y la imagen»
Tropelías. Revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada | Universidad de Zaragoza | Facultad de Filosofía y Letras | Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada | Zaragoza | ESPAÑA
Extracto de páginas 155 a 158 de la publicación en PDF
«DESOBEDIENCIA
»Un diseño crítico
»La tipografía no funciona de manera independiente. La cultura visual y material de nuestro tiempo nace de las interrelaciones y los contextos (Julier, 2010). El diseño activista adquiere su sentido en la práctica y la circulación de los mensajes en el espacio público. La creación de valor que propone no es la ortodoxa, centrada en lo comercial, sino la cultural, social y política. Se presenta como un ejercicio de valor simbólico crítico.
»Siguiendo los estudios de Malpass (2012: 15) podemos observar tres tipos característicos de prácticas: el diseño asociativo que nace de las formas políticas radicales y del anti-diseño, cuya finalidad es desarrollar un mecanismo de subversión y experimentación propio del arte conceptual; el diseño especulativo que camina de la mano de la ciencia y las tecnologías emergentes, y permite la construcción de teorías socio-científicas; y el diseño crítico que da lugar a una crítica socio-cultural, es distópico y en sus prácticas visualiza una utopía negativa a través de comentarios sociales.
»Los diseñadores “críticos” se plantean incorporar su trabajo dentro de una práctica general que supere las fronteras del diseño comercial (Fallman, 2008) [Fig. 1]. Su posición se propone como una práctica democrática, enfocada al debate y superadora de la creatividad más personal. Este modelo se mueve por una voluntaria insubordinación crítica y plantea una alternativa contra la producción capitalista donde está integrada (Thackara, 2000: 22). El diseño crítico propone romper el marco a través de la investigación sobre la percepción y el funcionamiento de los diseños y su uso. Dunne y Raby en su texto Towards a Critical Design destacan que estas prácticas críticas son profundamente especulativas y no tienen nada que ver con lo comercial o el marketing sino que hay que observarlas desde una perspectiva filosófica y reflexiva. La potencialidad del diseño crítico se define en su funcionamiento como facilitador entre público y expertos, como generador de debate entre consumidores-ciudadanos, como constructor de escenarios y futuros alternativos. En este sentido, la función del diseño especulativo y crítico es hacer pensar y ayudarnos a plantear los futuros más deseables.
Fig. 1. El triángulo de la investigación del diseño de interacción.
Fuente: Fallman, 2008.
»Activismo!
»Para Tim Jordan, la ética “activista!” contiene un compromiso con una democracia radical que tiene visión de futuro. El “activismo! es esencialmente algo hecho junto a muchas personas” (Jordan, 2001: 12) que comparten una identidad y se solidarizan en la búsqueda de la transgresión. Esta solidaridad es la que hace que las personas conecten sus miedos, esperanzas, ira y cualquier otra emoción mientras están comprometidas en una acción transgresora des/organizada. Gavin Brown y Jenny Pickerill (2009: 34) destacan la importancia de una “sostenibilidad emocional” para que se pueda mantener un equilibro entre los sentimientos personales y los colectivos en la práctica del activismo. Alberto Melucci (1996: 70) plantea que esa construcción social que nace de la acción colectiva de los movimientos sociales adquiere identidad gracias a un “constructivismo” emocional y solidario, y George Katsiaficas, que el nuevo activismo se guía por una gramática de la autonomía, desmercantilización y solidaridad denominada “efecto eros” que desata una energía erótica que es capaz de unir a las personas mediante unos fuertes lazos de intimidad solidaria (Katsiaficas, 2010: 17).
»La protesta y persuasión noviolentas
»La comunicación visual es un modo de acción política noviolenta que tiene lugar a través de los mensajes y las imágenes que se han expandido, principalmente, de manera informal mediante manifestaciones, talleres, exposiciones y galerías on-line. Así, cada colectivo político e incluso cada activista defienden una forma de expresión propia. La comunicación visual se sitúa frente a la información mediática y entiende que la creatividad visual, si no toma parte de un proceso comunicativo adecuado no es útil a las causas. Es un ejercicio de presión noviolento que se enmarca dentro de “una estrategia de acción política” (Castañar, 2010: 13) a la que sirve de complemento. Para Gene Sharp el activismo gráfico está incluido dentro de su lista de métodos de persuasión y protesta noviolentas que denomina “comunicación con un público más amplio” y está constituido por distintas manifestaciones como son las “consignas, caricaturas y símbolos (escritos, pintados, dibujados, impresos, ademanes, hablados, o fingidos). Estandartes, carteles y desplegados. Volantes, folletos, libros. Periódicos y revistas” (Sharp, 2014: 30).
»Los ciudadanos-diseñadores pueden aportar sus conocimientos ―reflexión autónoma― y energía ―estado emocional― para influir en la percepción e interpretación de la opinión pública ―consenso con los demás―. Según Gene Sharp (1988) el diseño de carteles, símbolos, pancartas y folletos es una herramienta muy importante para ejercer la protesta y persuasión noviolentas, porque permite la comunicación con un público más amplio. Opinar es una manera de responder, desde el encargo o de forma independiente y libre, mediante el uso de la libertad de expresión a cuestiones que preocupan al diseñador en una sociedad democrática. El diseño puede servir para provocar procesos de crítica. El artista islandés Olafur Eliasson (2012) considera que cualquier estructura debería tener un pequeño parlamento, un lugar para la confrontación y el debate; que el museo, la universidad y el estudio del diseñador/artista deben ser plataformas de discusión.
»Desde las experiencias colectivas del 68, el diseño gráfico ha mantenido una tradición humanista aplicada al campo del servicio público que hoy día está tomando una importancia inusitada. En la actualidad, los diseñadores se implican de forma personal o en grupo para mostrar y distribuir sus trabajos involucrados al servicio de una verdad comprometida con la cohesión social y la protesta política. Los propios diseñadores se han convertido en agentes que estimulan la difusión e intercambio de ideas y promueven el surgimiento de un pensamiento social crítico; saben que su opinión es importante porque puede influir en la percepción de la sociedad acerca de diferentes cuestiones que están en la agenda social y política. Nos lo recuerda Jorge Frascara (2004: 23) cuando afirma que “el diseño de comunicación visual se ocupa de la construcción de mensajes visuales con el propósito de afectar el conocimiento, las actitudes y el comportamiento de la gente”. Por ello es importante destacar que los diseñadores cuando actúan como activistas se convierten en productores de subjetividades.
»El ciudadano-diseñador
»La desobediencia no es sólo una cuestión que atañe al individuo, es un asunto colectivo que corresponde al bien común. Según el colectivo activista francés Formes Vives, el diseño es un trabajo que aúna la investigación y la crítica, un paso fronterizo para una práctica lúcida de la comunicación visual y política. El ciudadano-diseñador utiliza sus diseños aplicándolos a los “intereses públicos, intereses generales”. Ellos proponen una práctica desobediente con los cánones comerciales y los intereses privados de manera que se puedan cuestionar conceptos tales como el espacio público, el interés público y la comunicación pública. Lo ejemplifican al analizar la imagen de la política y señalar cómo “los creadores de las imágenes municipales, con frecuencia, tienen la tarea de embellecer el orden, cuando deberían iniciar el desorden de los intereses públicos y generales” (Formes Vives, 2008). La responsabilidad del ciudadano-diseñador es cuestionar la representación y nunca sentirse impotente. En un mundo que está configurado por una ingente cantidad de imágenes, no hay una única verdad y las formas de intercambio social se cambian e inventan con cada nuevo paso que damos.
»Si consideramos esta perspectiva, la tipografía puede ser una forma política de practicar la comunicación visual no-comercial. Una tipografía que se crea y se utiliza desde la perspectiva del uso público: instituciones, colectivos activistas y diseñadores que producen su trabajo alejándose de los tópicos del mercado. Ciudadanos-diseñadores que buscan propuestas expresivas y discursos donde lo político, lo social y lo cultural caminen de la mano sin complejos. Una forma tipográfica insolente que trata de legitimar una posición anti-comercial, es decir, resistente a la lógica liberal de la sociedad de consumo, y propone una práctica lúcida e imaginativa de la comunicación visual y política (Formes Vives, 2008). Esta manera de entender que el diseñador es un ciudadano mantiene los valores heredados de la Revolución Francesa y es promovida de manera ejemplar por diseñadores y colectivos franceses como Gérard Paris-Clavel/Ne pas plier, Vincent Perrottet/les Graphistes Associés, Sebastian Marchal/la Nuit Debout y el colectivo Formes Vives».
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