mayo 23, 2022

La conciencia pragmática de adultos con síndrome de Asperger (SA)


Francisco José Rodríguez Muñoz
«La conciencia pragmática de adultos con síndrome de Asperger (SA)»
Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología,
vol. 32, n.º 01, enero 2012-marzo 2012.

Extracto de los apartados «Introducción» y «Discusión».

La bibliografía citada se encuentra al pie del texto.




«Introducción

»A partir de las contribuciones fundacionales de Lorna Wing (Wing, 1981) se extiende la denominación trastornos del espectro autista (TEA), que puede equipararse a la de trastornos generalizados del desarrollo (TGD), utilizada en la actualidad por los sistemas de clasificación para el diagnóstico clínico; esto es, la CIE-10 (OMS, 1992) y el DSM-IV (APA, 2000).

»El síndrome de Asperger (SA) presenta algunas similitudes con el autismo clásico o nuclear —principalmente las limitaciones sociales y las estereotipias: patrones de conducta, actividades e intereses restringidos— pero se distancia de este en cuanto a las habilidades intelectuales —las personas con SA poseen un CI normal o superior a la media— y, muy especialmente, en el plano comunicativo. Sin embargo, la comunidad científica no ha llegado a un acuerdo en relación con las habilidades lingüístico-comunicativas —verbales y no verbales—, en las que los individuos afectados por SA pueden acusar dificultades significativas. En nuestra opinión, la investigación sobre los déficits pragmáticos supone un aspecto crucial y revelador tanto para el diagnóstico como para la intervención terapéutica, útil para detectar las necesidades y priorizar los objetivos que ayuden a mejorar la calidad de vida de estas personas.

»Como primer paso en el estudio del comportamiento comunicativo de adultos con SA, nos proponemos conocer cuál es la percepción que tienen las personas diagnosticadas sobre su propia conducta comunicativa. A partir de la elaboración de un cuestionario sobre conciencia pragmática, pretendemos desarrollar una herramienta de evaluación dimensional del lenguaje y, en definitiva, un material complementario que pueda tener aplicabilidad en los procesos de prediagnóstico y/o valoración clínica. Asimismo, nos interesa someter a una prueba comparativa las respuestas a los ítems que consideramos en el test entre adultos jóvenes con desarrollo típico (DT) y SA.

»La conciencia metalingüística ha sido un concepto tratado desde múltiples vertientes y perspectivas, a menudo vinculado a la noción de metalenguaje. En el ámbito de la lingüística, destacan las aportaciones pioneras de (Jakobson, 1956), quien reconoce haber tomado el término del lógico polaco Tarski. Según estas primeras formulaciones, el metalenguaje podría definirse como el lenguaje que hace del lenguaje su objeto de reflexión. En cambio, es poco el contenido que aporta esta definición de la función metalingüística en la que subyace una teoría de tipo filosófico.

»En la tradición sociolingüística se ha desarrollado la idea de creencias y actitudes sociolingüísticas asociadas a la valoración social de determinados fenómenos y usos lingüísticos. Desde este punto de vista, la conciencia lingüística se manifiesta en el uso que los hablantes hacen de su lengua y en los juicios que emiten sobre dichos usos en todas las dimensiones de su vida; así, por ejemplo, los juicios que expresan sobre los sonidos de la propia lengua se explicitarían en la conciencia fonológica (Defior y Serrano, 2011).

»Nuestra concepción de la conciencia pragmática participa, en cierta medida, de los planteamientos que han servido para definir la conciencia sociolingüística. Sin embargo, conviene matizar algunos aspectos de nuestra aproximación que, por su carácter cognitivo y en la línea de la exploración psicolingüística, prescinde del peso que puedan tener las variables o factores sociales (sexo, edad, nivel sociocultural o profesión) en la conciencia lingüística de sujetos que, en nuestro caso, presentan déficits pragmáticos, como son los adultos diagnosticados con SA. El enfoque cognitivo sobre la forma en que representa su conducta pragmático-comunicativa el propio hablante es el que prevalece sobre cualquier otro en esta investigación.

»No obstante, aprovechamos algunas de las contribuciones procedentes de la antropología lingüística, de las que destacamos las propuestas de (Silverstein, 1993), para quien la actividad metalingüística se fundamenta en la metapragmática; esto es, un proceso reflexivo más general que tiene que ver con la funcionalidad comunicativa de los enunciados y sus condiciones de uso. Además, Silverstein considera que la metapragmática está fuertemente implicada en los componentes gramaticales que estructuran la lengua, incluidas las categorías semánticas. En este sentido, (Gumperz, 1982) ya había expuesto la importancia de los procesos inferenciales en la conversación.

»Algunos autores van aún más lejos y afirman que la pragmática “se ha convertido en un depósito de todo tipo de consideraciones extragramaticales y de los efectos de esos factores en la forma gramatical y léxica” (Horn, 1990).

»En cualquier caso, aquí nos acogemos al marco que proporciona en la actualidad la metapragmática (Caffi, 1998, Reyes, 2002, Verschueren, 2002), entendida como el estudio del uso reflexivo del lenguaje que hacen los hablantes. En otras palabras, la competencia metapragmática se refiere al conocimiento que tiene el propio usuario de las relaciones existentes dentro del sistema y entre el sistema lingüístico y el contexto comunicativo en el que se produce. Por lo tanto, esta competencia es la que permite al enunciador distinguir el mensaje lingüístico del contexto extralingüístico y establecer conexiones entre ambos (Gombert, 1999, Pratt y Nesdale, 1984).

»Para (Portolés, 2004), la conciencia metapragmática se relaciona, igualmente, con la capacidad que tienen los hablantes para elegir enunciados que lleven al interlocutor a un estado mental afín con la intención que se pretende comunicar. Los conocimientos pragmáticos de los que más o menos es consciente el usuario permiten escoger formulaciones lingüísticas adecuadas a un contexto comunicativo determinado. La conciencia metapragmática se concretaría en la capacidad de selección de una formulación apropiada para cada momento de la enunciación.

»En resumen, cuando hablamos de conciencia pragmática nos estamos refiriendo a la capacidad auto-reflexiva y crítica que tienen los hablantes para someter a juicio el uso que hacen de su propia lengua. Esto es, la autovaloración de sus destrezas y habilidades lingüístico-discursivas y, en definitiva, de su comportamiento comunicativo cuando utilizan el lenguaje en sus prácticas sociales. [...]



»Material y métodos

Participantes

En este estudio participaron 36 adultos jóvenes (n=36), con edades comprendidas entre los 20 y los 35 años, con una media de 27,4 años. Debido a la dificultad para encontrar mujeres diagnosticadas con SA y teniendo en cuenta el dimorfismo lingüístico entre sexos, todos los sujetos fueron hombres sin tratamiento farmacológico asociado a su patología. En total, la muestra quedó compuesta por 18 adultos con diagnóstico reconocido de SA y 18 adultos con DT, sin antecedentes neurológicos ni psiquiátricos conocidos. [...]



»Discusión

»Los resultados del análisis factorial sugieren una estructura tridimensional para el CCP [...]. Estas tres dimensiones coinciden con el modelo teórico propuesto por (Gallardo, 1995, Gallardo, 2005) en el que la autora defiende la existencia de tres pragmáticas. Este paradigma pretende dar cuenta de todo el conjunto de elementos que intervienen en la comunicación y su puesta en práctica en situaciones reales (performance), ya que es precisamente en la actuación lingüística donde se evidencia más claramente la interdependencia que se produce entre los aspectos más formales del lenguaje (fonología y gramática) y los rasgos semánticos y de alcance pragmático o de adecuación al contexto (Gallardo, 2005).

»En la ordenación de los ámbitos pragmáticos que lleva a cabo (Gallardo, 2006a) se describen tres esferas que dan prioridad al emisor (pragmática enunciativa), al mensaje (pragmática textual) y al receptor (pragmática interactiva). Este enfoque está enmarcado en la lingüística perceptiva (López-García, 1989) y, a pesar de prestar atención a determinados aspectos del lenguaje que coinciden con cada una de estas tres instancias comunicativas, en todo momento tiene presente la confluencia del hablante, del mensaje que es transmitido y del oyente en los procesos de comunicación.

»De acuerdo con el sistema de clasificación que presenta (Gallardo, 1995, Gallardo, 2005), las categorías y principios pragmáticos que se distribuyen en cada una de estas dimensiones son:

»• Pragmática del enunciado. Las categorías a las que atiende son acto de habla, implicatura, presuposición/foco, inferencia trópica, sobreentendido e interjección, centrándose en los criterios de ilocutividad y orientación interactiva. Según (Gallardo, 2006b), “la ilocutividad se corresponde con la intención del hablante, mientras que la orientación interaccional se refiere a las posibles obligaciones que la emisión impone (o no) al oyente”. Tal y como muestra nuestro análisis factorial por componentes principales, las categorías que incluye esta dimensión surgen por considerar cada enunciado como una acción intencional del hablante; de este modo, los actos de habla son examinados a través de la inteligibilidad y del fenómeno paralingüístico (entonación, ritmo, pausas y volumen de la voz). Por otro lado, los significados inferenciales son abordados a partir de la valoración de las implicaturas conversacionales generalizadas (máximas de pertinencia y cantidad) y anómalas (humor, ironía y expresiones ambiguas), así como de inferencias trópicas lexicalizadas, es decir, usos figurados que se han lexicalizado.

»• Pragmática textual. Las categorías vinculadas a esta dimensión son superestructura textual, conector pragmático, deixis (fórica, correferencial, etc.) y tópico/comento, y están regidas por los principios de coherencia y cohesión. Estas categorías están íntimamente ligadas a la naturaleza gramatical del mensaje lingüístico. Según nuestro análisis, existe una dimensión en el CCP que presta especial atención a la cohesión (léxica, sintáctica y morfológica), a la coherencia (superestructural y macroestructural) y, finalmente, a la competencia léxica de los hablantes.

»• Pragmática del receptor. Esta dimensión aprovecha categorías conversacionales como turno e intervención, par adyacente, intercambio, secuencia y gestión temática y está gobernada por los principios de prioridad y predictibilidad. Siguiendo a (Gallardo, 1996), la predictibilidad “es un principio de carácter interno que afecta al vínculo establecido entre una intervención y las intervenciones inmediatas”. La prioridad, que “aparece en la etnometodología con el término de ‘preferencia’, es por el contrario un principio de carácter externo que regula el encadenamiento y la construcción de las intervenciones teniendo en cuenta las expectativas sociales que se van generando” y, en consecuencia, “se relaciona con la imagen social de los interlocutores”. De acuerdo con los resultados de nuestro análisis, esta dimensión, claramente focalizada en el receptor, responde igualmente a aspectos de orden pragmático-conversacional (adecuación estilística, mantenimiento conversacional, cambio temático, agilidad de turno e interrupción conversacional), proxémico (proximidad y contacto físico con el interlocutor) y kinésico (movimientos, postura corporal, mirada, gestos y expresión facial). De hecho, el comportamiento proxémico y kinésico de los usuarios produce efectos decisivos sobre el oyente y resulta fundamental en la construcción de la imagen social de los hablantes (Mehrabian, 1972).


»Tras comparar las medias de los 18 adultos con SA y los 18 sujetos con DT, encontramos que la conciencia pragmática de las personas con TEA se encuentra sustancialmente por debajo de la que presentan los hablantes sin problemas del desarrollo que participaron en la prueba.

»Ahora bien, las medias se equiparan en las respuestas a los ítems que examinan la conciencia en cohesión y competencia léxica, en cohesión morfológica y sintáctica y, finalmente, en la coherencia de superestructuras textuales. Todas ellas son categorías que están presididas por los principios de coherencia y cohesión y, por tanto, las que componen la dimensión que hemos denominado pragmática textual. No podemos sostener lo mismo en cuanto a la categoría relacionada con la coherencia de macroestructuras, es decir, la adecuación de los temas al propósito comunicativo. Si bien es verdad que se trata de un aspecto vinculado a la dimensión pragmática textual, la conciencia que muestran los adultos con SA al respecto es deficitaria. El motivo por el que esta última categoría puede quedar fuera de esta dimensión, teniendo en cuenta la comparación de medias, se halla en su también estrecha relación con la máxima de pertinencia, a pesar de que las diferencias entre los dos grupos sean más extremas al analizar esta última categoría. [...]

»De cualquier forma, según nuestros resultados, la conciencia pragmática centrada en el hablante (enunciativa) y la que se coloca del lado del receptor (interactiva), en general, se muestra significativamente por debajo en las respuestas de los adultos con SA. En consecuencia, los déficits pragmáticos de los que parecen ser conscientes las personas diagnosticadas con este tipo de TEA se concretan principalmente en estas dos dimensiones pragmáticas, pero queda intacta la dimensión textual, a excepción del ítem consignado a la coherencia macroestructural.

»Estos resultados no contradicen en absoluto la afirmación de que el dominio léxico y gramatical de las personas con SA responde al patrón de un hablante típico. De hecho, es la conciencia pragmática referida a la capacidad textual en la elaboración de mensajes lingüísticos la que no muestra diferencias importantes si se pone en relación con la percepción que de sí mismos tienen los informantes con DT. Antes bien, debido a la evidente interrelación que mantienen los distintos planos lingüísticos, el manejo léxico-gramatical repercute indudablemente en la deficitaria capacidad de adecuación estilística al contexto y al interlocutor; esto es, supone en gran medida las limitaciones y el deterioro de sus relaciones con los demás. En otras palabras, la corrección gramatical extrema y el afán por la precisión léxica en el desarrollo discursivo son particularidades que, en combinación con otros rasgos lingüísticos, confieren al interlocutor cierta sensación de pedantería o pomposidad lingüística; tal vez la característica más popularizada del SA.

»Como señala (Barrett, 2008), son “más que pequeños profesores” cuando se expresan. Son brillantes en cuanto al grado de corrección lingüística que prematuramente alcanzan, pero esto no es una cualidad social, sus áreas temáticas son estrechas y sus conversaciones están orientadas a los tópicos que mejor conocen y dominan, condicionando a menudo el fracaso en las interacciones sociales. [...]



»Bibliografía

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