octubre 20, 2016

«Otros modelos de empresa en la economía solidaria: entre la retórica y la práctica»



Juan Carlos Pérez de Mendiguren y Enekoitz Etxezarreta Etxarri
«Otros modelos de empresa en la economía solidaria: entre la retórica y la práctica»

Lan Harremanak. Revista de relaciones laborales, n.º 33, 2016
Número temático: «Propuestas y resistencias al poder de las empresas transnacionales»

Lan Harremanak. Revista de relaciones laborales | Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea | Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social | Leioa | Bizkaia | ESPAÑA


Extracto de apartados «Introducción» y «Conclusiones» de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original.




«Este artículo propone una reflexión crítica sobre la factibilidad de construir en la teoría y en la práctica otros modelos de empresa en el marco de lo que se ha venido a denominar Economía Solidaria, concepto que se está consolidando como una referencia habitual en los debates sobre la construcción de alternativas económicas al modelo actual, tanto a nivel internacional, como en contextos nacionales, regionales y locales.

»Como hemos argumentado en anteriores trabajos (Pérez de Mendiguren y Etxezarreta, 2015a, 2015b; Pérez de Mendiguren et al., 2009; Pérez de Mendiguren, 2014), con el término Economía Solidaria se hace referencia a un conjunto heterogéneo de enfoques teóricos, realidades socio-económicas y prácticas empresariales que desde el último cuarto del siglo XX vienen desarrollando un creciente sentido de pertenencia a una forma diferente de entender el papel de la economía y los procesos económicos en las sociedades contemporáneas. Frente a la lógica del capital, la mercantilización creciente de las esferas públicas y privadas y la búsqueda de máximo beneficio, la Economía Solidaria persigue construir relaciones de producción, distribución, consumo y financiación basadas en la justicia, la cooperación, la reciprocidad y la ayuda mutua. Frente al capital y su acumulación, la Economía Solidaria aboga por situar a las personas y su trabajo en el centro del sistema económico, otorgando a los mercados un papel instrumental siempre al servicio del bienestar de todas las personas y de la reproducción de la vida en el planeta (Pérez de Mendiguren et al., 2009).

»Además de obvios vínculos históricos y conceptuales con la Economía Social [NOTA 1], la Economía Solidaria reúne en su cuerpo teórico conceptos e ideas con origen en Latinoamérica y Europa (Guerra 2011, 2010; Da Ros, 2007) y se refiere a un conjunto heterogéneo de prácticas que se manifiestan en todas las esferas del proceso económico, (i.e. producción, distribución, financiación y consumo) que buscan garantizar la seguridad de los medios de vida de las personas y democratizar la economía y los procesos económicos (Coraggio 2011; Laville y García, 2009).

»No existe una definición comúnmente aceptada sobre el concepto. Sin embargo, y a pesar de las diferencias, existe en la todavía escasa literatura sobre el tema cierto consenso en relación el carácter multidimensional del concepto (Coraggio, 2012, 2011; Guerra 2013, 2010; Martínez y Álvarez, 2008), que recogería al menos tres dimensiones complementarias.

»Cabe identificar en primer lugar una dimensión teórica interesada en construir un paradigma alternativo sobre la economía, que parte de la crítica al paradigma convencional. Los referentes teóricos sobre los que sustentar esta visión alternativa son de naturaleza diversa e incluyen tanto contribuciones de la antropología y la sociología critica como de las diferentes corrientes de la economía crítica europea y latinoamericana (Laville, 2009, 2004; Martínez y Álvarez, 2008; Hintze 2010, Coraggio, 2009).

»La segunda dimensión se refiere a la idea de Economía Solidaria como una propuesta política de transformación social hacia un modelo socio-económico alternativo al derivado de la lógica capitalista. Los mecanismos de transformación y las dinámicas que adoptan estas propuestas de superación del capitalismo, no se presentan como modelos cerrados, sino como tránsitos hacia horizontes posibles, en los que los procesos económicos estén al servicio de la reproducción de la vida y sometidos a procesos democráticos participativos e inclusivos. En función de los autores, estos procesos en construcción vinculan la Economía Solidaria con la construcción de una “Economía Plural” (Laville, 2010), “Economía del Trabajo” (Coraggio, 007), “Economía Matrística” (Arruda, 2005, 2004) o alguna modificación o derivado de los anteriores (Guerra, 2011).

»La tercera dimensión identifica la Economía Solidaria con un tipo específico de empresa basada en la democracia, la autogestión y el empresariado colectivo (Martínez y Álvarez, 2008), y que busca funcionar con una lógica diferente a las de las organizaciones mercantiles tradicionales. En este sentido, muchas de las organizaciones o empresas de que se identifican como de Economía Solidaria, adoptan discursos y formas institucionales típicas de la Economía Social clásica aunque no exclusivamente [NOTA 2]. Desde el punto de vista geográfico, están localizadas tanto en países y regiones del llamado Norte Global como en países del Sur Global, y su actividad puede estar relacionada con cualquiera de las esferas del proceso económico (Martínez y Álvarez, 2008; Askunze, 2013, 2007).

»Por lo tanto si bien el significante Economía Solidaria alude a significados que trascienden el ámbito puramente organizativo-empresarial, es indudable que mucho del interés que el término suscita se debe a su relación directa con procesos y organizaciones que tratan de construir otra economía partiendo de otra forma de ser y hacer empresa. Como hemos argumentado en anteriores trabajos (Pérez de Mendiguren, 2014, 2013) esta relación explícita entre el proyecto político post-capitalista y las dinámicas organizativas de corte empresarial permite distinguir entre este concepto y otros relacionados como los de Empresa Social (o Emprendimiento Social) que, si bien comparten la preocupación por la generación de modelos alternativos de empresa, no se vinculan tan claramente a la necesidad de trascender el modelo económico capitalista [NOTA 3].

»Esta cuestión es relevante para entender por qué este artículo (en el contexto de este número especial) se interesa particularmente en los procesos y modelos de empresa identificados con la Economía Solidaria, aunque en algunos casos haga referencia a los aprendizajes derivados de los otros modelos de empresa vinculados a los conceptos de Empresa Social, Emprendimiento Social y/o Economía Social.

»En cuanto a las lógicas discursiva y metodológica que guían este trabajo, ambas ofrecen una doble vertiente. Con respecto a los elementos discursivos, el artículo comienza con un breve repaso a la realidad, y al potencial de la Economía Solidaria en la generación de nuevos modelos de organización/empresa con vocación de contribuir a la construcción de dinámicas transformadoras del sistema. Sin embargo, tratamos a su vez de recoger la preocupación de Utting (2015) que alerta sobre la tendencia de la literatura sobre el tema a generar visiones excesivamente románticas sobre las experiencias de Economía Solidaría, que ocultan la contradicciones y tensiones que se experimentan, en particular cuando se trata de aumentar la escala de operación y capacidad de incidencia en la sociedad de estos emprendimientos. En el ámbito de la Economía Social, esta preocupación ha sido también señalada por Heras (2014) en un reciente artículo sobre la experiencia cooperativa de Mondragon, en el que apunta a la existencia de una tradición académica clásica4 que no toma en consideración las paradojas y tensiones generadas por la experiencia, y que tiende a presentarla como un caso de éxito gerencial, elevado a la categoría de mito monolítico, ejemplo de aplicación de métodos democráticos y participativos a la gestión de organizaciones empresariales (Heras, 2014: 647).

»En este sentido, nuestro trabajo quiere huir de esta tendencia a los relatos míticos, introduciendo en la discusión aquellas tensiones, contradicciones y disyuntivas que se generan en el marco de organizaciones que quieren generar alternativas al sistema operando desde el interior del mismo, y con las herramientas de gerencia y administración que han sido generadas para atender a su propia lógica de reproducción.

»Por último, y refiriéndonos ya a la lógica metodológica utilizada en el artículo, si bien estamos ante una reflexión fundamentalmente teórica, hemos tratado de enriquecer la argumentación proponiendo un viaje de ida y vuelta entre la teoría y realidad empírica. Así, tanto el epígrafe sobre las potencialidades y oportunidades como el que versa sobre el análisis de los retos y contradicciones, introducen discusiones vinculadas a los diferentes intentos de teorizar la Economía Solidaria en sus múltiples vertientes, y también referencias a la todavía relativamente escasa evidencia empírica sobre las organizaciones y procesos de Economía Solidaria.


»[...]


»La constatación empírica de otros modelos organizativos vinculados a la Economía Solidaria necesita de un ejercicio de teorización que huyendo de visiones excesivamente románticas o mitificadoras, sistematice de alguna forma la diversidad de prácticas organizativas entorno a una serie de ideas fuerza. La consolidación de estas ideas-fuerza, que constituyen finalmente el “ADN” de las entidades de Economía Solidaria, sirve no sólo a un nivel retórico o moralizador, sino que es un elemento fundamental para afrontar, permítasenos la expresión, la batalla de la legitimidad, tanto teórica como organizacional. Esta batalla de la legitimidad con respecto a otras formas organizacionales más capitalistas, es fundamental si estas prácticas aspiran a ser hegemónicas en ese tránsito hacia esa otra economía.

»Sin embargo, esta batalla tiene lugar con unas reglas de juego tremendamente complejas para las entidades de la Economía Solidaria, complejidad que se deriva de su carácter de “organizaciones frontera”. Esta ubicación fronteriza les presiona doblemente en la medida en que han de mostrar una consistencia en términos de sostenibilidad económica pero también en términos de coherencia discursiva y organizacional. Es decir, su legitimidad se ve cuestionada en dos direcciones opuestas: deben ser proyectos alternativos que sean económicamente viables y sostenibles, pero este hecho de poco serviría si fuera resultado de procesos progresivos de desacople entre retórica y práctica organizacional.

»Este artículo ha tratado de sintetizar los puntos distintivos y los principales retos que distintos autores atribuyen a las experiencias de la Economía Solidaria desde la propia evidencia empírica. Así, para los autores mencionados en este artículo las prácticas organizacionales de la Economía Solidaria se distinguen por distintos motivos: por su capacidad transformadora, por el hecho de hibridar recursos y aunar demanda y oferta en la misma estructura, por aunar asimismo una lógica emprendedora y una lógica solidaria, por ser experiencias intensivas en Factor C, o por su capacidad de intercooperar a través de redes de colaboración solidaria, por mencionar algunos.

»Sin embargo, estos elementos distintivos que son al mismo tiempo sus prin-cipales fuentes de legitimación organizacional, se desarrollan en un contexto que es extraño y muchas veces antagónico a sus propias lógicas de actuación. El hecho de actuar en mercados capitalistas y el tener que adaptarse a este entorno para ser proyectos sostenibles, puede generar una serie de presiones internas muy fuertes en estas entidades. Presiones que tienen que ver con procesos de degeneración de las prácticas autogestionarias y de las dinámicas participativas, procesos que generan un “enfriamiento democrático”, o que generan liderazgos que agravan estos procesos degenerativos. La dependencia financiera que condiciona la actividad de estas organizaciones genera procesos de isomorfismo de mercado y de estado, en la medida en que éstas pueden empezar a replicar o a someterse en exceso a lógicas de eficiencia económica capitalista o lógicas de burocratización.

»Estos procesos de desacople entre retórica y práctica ya han sido ampliamente documentadas para otro tipo de experiencias más vinculadas a la Economía Social y de ellas podríamos extraer algunos aprendizajes interesantes para las entidades de la Economía Solidaria.

»La teoría institucionalista (Meyer y Rowan, 1977) concluye que estos procesos de desacople no siempre ocurren por un distanciamiento de la estructura gerencial o por una apatía de las base social con respecto a las ideas fundacionales, sino que muchas veces ocurren por ser funcionales para el conjunto de la organización. Así, la retórica alternativa serviría para ganar legitimidad externa, mientras que el desacople dotaría a las organizaciones de cierta flexibilidad interna para acometer problemas de carácter más práctico. Estos procesos de desacople también deben ser entendidos en un contexto social muy determinado, contexto marcado por tendencias individualizadoras y destructoras de lazos sociales que hacen que las prácticas solidarias de carácter autogestionario se desarrollen en condiciones adversas.

»Por lo tanto, la capacidad para gestionar las contradicciones que se generan por la necesidad de aunar objetivos de corte social con objetivos financieros y dinámicas de corte mercantil es clave en las organizaciones de Economía Solidaria. Conseguir mantener la coherencia interna, la participación y la legitimidad en un contexto de competencia en el mercado y de dificultad de acceso a fondos públicos es un reto complejo. Las experiencias investigadas apuntan a que una cultura de la experimentación, sensata pero sin complejos por el miedo a cometer errores, la capacidad de reforzar lazos internos a través de los liderazgos grupales, la transparencia en la toma de decisiones y la revisión abierta y continua de las estrategias propuestas a la luz de los principios organizativos suponen el camino más sensato. Además de esto, la generación de una red densa de vínculos y capacidad de trabajo con otras organizaciones, y la vinculación al territorio y al entorno social de la experiencia, son elementos fundamentales para hacer frente a las situaciones de crisis.



[NOTAS]

»[NOTA 1] A diferencia del anterior, el concepto de Economía Social goza de una amplia tradición en la literatura académica (Monzón y Chaves, 2012, 2011; Monzón, 2003; Chaves et. al, 2003; Etxezarreta y Morandeira, 2012). Las organizaciones clásicas de la Economía Social (cooperativas, mutualidades y asociaciones) comparten compromiso fundacional con una serie de valores y principios de actuación que estructuran su lógica organizativa y su actividad empresarial en base a los siguientes elementos: a) una clara preeminencia de las personas sobre el capital (tanto en la toma de decisiones como en el reparto del excedente); b) la apuesta por la autonomía y democracia en la gestión; c) la solidaridad (interna y externa); y d) la prioridad del servicio a sus miembros y a la comunidad por encima de la consecución de beneficios.

»[NOTA 2] La estrecha relación entre los conceptos de Economía Social y Economía Solidaria, así como los debates asociados a la generalización del término Economía Social y Solidaria, ha sido ampliamente abordada por los autores de este artículo en trabajos anteriores. Ver en particular: Pérez de Mendiguren y Etxezarreta, 2015; Pérez de Mendiguren, 2014.

»[NOTA 3] En el caso del concepto de Economía Social, la distinción no está tan clara ya que la posición varía en función de si se mira al proyecto originario de la Economía Social, o al resultado de la progresiva institucionalización que este concepto ha experimentado a lo largo del siglo XX. Para una discusión detallada de este extremo ver también Laville y García (2009); Moulaert y Ailenei (2005); Laville (2004).»





No hay comentarios:

Publicar un comentario