junio 18, 2014

Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico


Un aspecto que más de una vez nos habrá ocupado, al cuidar especialmente un texto. ¿Decir «Le llamé a Pedro para que viniera» es plenamente aceptable y correcto o está marcado por la pertenencia al registro familiar, coloquial, menos elaborado? ¿Es preferible y más correcto omitir «le» y decir «Llamé a Pedro para que viniera»?

Mira lo que expone al respecto la Academia de la Lengua española en su Diccionario panhispánico de dudas. Anticipemos que el criterio académico es que sí se puede manejar esta duplicación, sin que esto el uso plenamente correcto y especialmente cuidado que deseemos hacer en un momento dado. Pero como siempre, no olvidemos que el sistema (el idioma o lengua) y la norma (el criterio académico) son dos de los elementos del uso lingüístico y en el uso, como tal y como su nombre indica, la última palabra corresponde al hablante. A su gusto personal y estilo propio, al contexto específico en el que transmita su mensaje o texto, etc., y el texto de la Academia ofrece reflexiones en esta línea de valorar motivos de elección y contextos. En conclusión, una vez más, queda un ancho campo para la creatividad tras hacer uso del elemento técnico.

Por último, recordemos que la cursiva o itálica de los ejemplos y de la cita de palabras no es normativa, sino un criterio de edición. Las abreviaturas de las referencias que encontramos citadas se encuentran desglosadas en esta nómina de Fuentes citadas.



«Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico. En español, los pronombres átonos aparecen a menudo dentro de la misma oración junto con el complemento tónico al que se refieren: Me dijo a mí que me callara; Lo sabe todo. La duplicación del complemento indirecto a través del pronombre átono es siempre posible y, en algunos casos, obligatoria, mientras que la del complemento directo está sujeta a muchas más restricciones. En el español general culto la coaparición del pronombre átono y el complemento tónico responde a las pautas siguientes:

»– Si el complemento tónico es también un pronombre personal, la coaparición del pronombre átono es obligatoria, tanto si el complemento es directo como indirecto: Me castigaron a mí; A ti te dieron el premio (no *Castigaron a mí; *A ti dieron el premio). Aunque son posibles, en estos casos, oraciones idénticas sin el complemento tónico (Me castigaron; Te dieron el premio), existen diferencias expresivas de importancia entre ambas posibilidades: la presencia del complemento tónico denota un propósito de contraste o discriminación, ausente de la oración en la que solo aparece el pronombre átono; así, en Me castigaron a mí, frente a Me castigaron, se subraya el hecho de que ha sido solo a mí, y no a otros igualmente merecedores de ello o más culpables que yo, a quien se ha castigado.

»– Si el complemento tónico no es un pronombre personal y aparece antepuesto al verbo, también es obligatoria la coaparición del pronombre átono, tanto si el complemento es directo como indirecto: A tu hermano lo vi en el cine (no *A tu hermano vi en el cine); La tarta la llevo yo (no *La tarta llevo yo); A mi madre le he dicho la verdad (no *A mi madre he dicho la verdad); A Juan le han denegado la beca (no *A Juan han denegado la beca). Deben diferenciarse estas construcciones, con el complemento tónico antepuesto y coaparición del pronombre átono, de aquellas en que la anteposición del complemento es enfática, contrastiva, en las que no coaparece el pronombre átono: Un libro te daré, y no dos (y no *Un libro te lo daré, y no dos).


»Pero si el complemento tónico aparece pospuesto al verbo, las condiciones para la coaparición del pronombre átono son diferentes según que el complemento sea directo o indirecto:

»a) En el caso del complemento indirecto, la coaparición del pronombre átono es normalmente opcional y suele ser lo más frecuente, especialmente en la lengua oral: No (les) da importancia a los problemas; (Les) he contado nuestro secreto a unos amigos; (Le) han denegado la beca a Juan; (Le) he dicho la verdad a mi madre. E incluso hay verbos, como gustar, encantar y sinónimos, que exigen la presencia del pronombre átono junto con el complemento tónico: ¿Le gustan a tu hermana los bombones? (y no *¿Gustan a tu hermana los bombones?). En general, suele ser necesaria la duplicación en los verbos cuyo complemento indirecto designa, no al destinatario de la acción, sino al que la experimenta, como ocurre con los llamados verbos de «afección» (psíquica o física), como molestar, divertir, interesar, cansar, etc., y con muchos otros, como parecer, resultar, convenir, etc.: Le molestó a tu padre que no vinieras; Le ha cansado a la abuela el paseo; Le pareció bien al jefe nuestro plan; No le conviene al niño comer tantos dulces. No obstante, cuando la función de complemento indirecto es desempeñada por los cuantificadores universales todo, nadie o similares, la presencia del pronombre átono no resulta siempre necesaria: Su decisión no (le) gustó a todo el mundo; Sus palabras no (le) molestaron a nadie; (Les) cansó a todos con su discurso.

»b) En el español general, el complemento directo tónico pospuesto al verbo no suele admitir la coaparición del pronombre átono, salvo que se trate también de un pronombre personal, caso en el que es obligada (→ [Ver arriba, apartado “Si el complemento tónico es también un pronombre personal...”]). Solo es normal la duplicación en todo el ámbito hispánico cuando el complemento directo tónico es el pronombre todo: Lo sé todo; (Las) conozco a todas; cuando, con referente animado, el complemento directo es un numeral precedido de artículo: (Los) invité a los cuatro; o cuando se trata del indefinido uno y su referente es la persona que habla: Si la ven a una vacilar, enseguida se aprovechan. También favorecen la duplicación del complemento directo las oraciones de carácter enfático, como Ya lo creo que vendrá o ¡Vaya si las castigo a las niñas! La duplicación del complemento directo en otros casos (Lo vi a Juan; La saludé a María) es ajena a la norma culta de gran parte del ámbito hispánico, pero es normal en algunas regiones americanas, especialmente en los países del Río de la Plata: «Al pasar la madre cerca del baño la vio a Mariana tomando comprimidos» (Rausch/Bay Anorexia [Arg. 1990]).»






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