En el post anterior dedicado a pragmática, tema de los viernes en la etapa actual del blog, compartí unas sencillas experiencias, o más bien, recuerdos de experiencias, que pueden situarnos en el ejercicio de equilibrismo, en el que se convierte la comunicación textual, siempre que pasamos a considerar la cuestión de los sobrentendidos.
El viernes pasado mencionaba el sencillo criterio de no dar nada por sobrentendido, a riesgo de que aquello que consideramos que se sobrentiende sea ignorado y entonces nuestra comunicación naufrague.
Hoy nos ponemos en la otra orilla, en la de valorar qué sobrentendidos pueden desprenderse de nuestro texto, qué presuposiciones permitimos que nuestro lector, oyente, público, etc. infiera de lo que decimos.
Ayuda a reflexionar esta entrada del Diccionario de términos clave de ELE del Centro Virtual Cervantes. Omito la última parte, específicamente dedicada a pautas de la enseñanza-aprendizaje del español como lengua extranjera.
«Presuposición»
«Se entiende por presuposición un tipo de información que si bien no está dicha explícitamente, se desprende necesariamente del enunciado.
»El concepto técnico de ‘presuposición’ procede de la filosofía. Levinson (1983) presenta un amplio recorrido histórico sobre la concepción del término. Entendida en principio como un concepto propio de la lógica semántica, desde el análisis del discurso se ha indagado en otro tipo de presuposición que escapa del análisis estrictamente lógico, ya que se basa en el conocimiento previo que se da por supuesto y compartido por las personas que participan en el acto comunicativo. Este tipo de presuposición se conoce con el nombre de presuposición pragmática o implicatura.
»Como características lógicas fundamentales de la presuposición se señalan normalmente las siguientes:
»1. La presuposición permite dar cuenta de la veracidad del enunciado del que forma parte. Así, por ejemplo ante un enunciado como [Alberto ha dejado de quererme] se presupone [Alberto me quería]; idea que debe ser cierta para que también lo sea el enunciado desde el que se deriva la presuposición.
»2. La presuposición sigue siendo válida aun negando el enunciado del que se deriva. Así, [Alberto no ha dejado de quererme] sigue presuponiéndose que [Alberto me quería].
»3. Las presuposiciones, por ser significados convencionales de las expresiones, no se pueden fácilmente anular, sin que el hablante se contradiga. [Alberto ha dejado de quererme, pero nunca me quiso].»
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