agosto 27, 2014

Uso de los topónimos pertenecientes a territorios con lengua cooficial con el castellano: catalán, euskera y gallego


Esta cuestión es sencilla y breve. Si vamos a establecer una comunicación pública de cierto alcance, y deseamos aportar un enfoque y técnica profesionales, hemos de atenernos a las normas y códigos de mayor alcance social, que, por lo mismo, facilitarán la efectividad de dicha comunicación. De ahí que recurramos a la normativa más amplia posible, como la académica o, como ahora veremos en unos ejemplos, las leyes estatales.

La mayor parte de topónimos de territorios con lengua cooficial tiene como único nombre oficial el que les da esta lengua, sea catalán, euskera o gallego. Este es el hecho y la tendencia aceptada por el conjunto de la sociedad. Esta oficialidad de los topónimos se ha establecido mediante leyes promulgadas para todo el Estado español, de modo que, antes de la fecha y firma de cada una, veremos que estas leyes terminan como las demás: «Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta Ley».

El hablante puede elegir hablar como prefiera («Debajo de mi manto, al rey mato»), pero si va a establecer una comunicación en un nivel público, oficial, etc. y desea expresarse con propiedad, habrá de elegir las formas en catalán, euskera o gallego que correspondan. Es decir, la propiedad lingüística motiva el uso del nombre oficial. A nuestro criterio queda, como se ha mencionado, el decidir qué grado de propiedad debe alcanzar el uso del lenguaje en nuestra comunicación. Por descontado, previamente habremos de documentarnos y verificar cuál es ese nombre legal establecido oficialmente.

Veamos varios ejemplos de esta normativa lingüística procedente de las Cortes.

La Ley 2/1998, 3 de marzo, sobre el cambio de denominación de las provincias de La Coruña y Orense establece que se denominan única y oficialmente como A Coruña y Ourense.Se publicó en el Boletín Oficial del Estado número 54, de 4 de marzo de 1998, contrafirmada por José María Aznar López.

Otro tanto, en el homólogo euskera, rige para la denominación de las provincias vascas según la Ley 19/2011, de 5 de julio, por la que pasan a denominarse oficialmente «Araba/Álava», «Gipuzkoa» y «Bizkaia» las demarcaciones provinciales llamadas anteriormente «Álava», «Guipúzcoa» y «Vizcaya». Se publicó en el Boletín Oficial del Estado número 160, de 6 de julio de 2011, contrafirmada por José Luis Rodríguez Zapatero.

Anteriores a ambos cambios, y en el homólogo catalán cooficial en los territorios catalán y balear, fueron los sancionados mediante la Ley 2/1992, de 28 de febrero, por la que pasan a denominarse oficialmente Girona y Lleida las provincias de Gerona y Lérida, publicada en el Boletín Oficial del Estado número 52, de 29 de febrero de 1992, contrafirmada por Felipe González Márquez, y la Ley 13/1997, de 25 de abril, por la que pasa a denominarse oficialmente Illes Balears la provincia de Baleares, publicada en el Boletín Oficial del Estado número 100, de 26 de abril de 1997, contrafirmada por José María Aznar López.



Estas cuatro lenguas son otra más de las riquezas del territorio ibérico hispano, además de la vecindad con la lengua portuguesa.

El euskera se cuenta entre las lenguas más antiguas del mundo y aún hoy su origen es controvertido; sin embargo, sabemos que era lengua romance hablada desde los mismos tiempos que el castellano; ambos aparecen en uno de los dos primeros documentos que se conservan del uso escrito de la lengua del pueblo: las Glosas Emilianenses. En esta página del Monasterio de San Millán de la Cogolla puedes ver fotografías de estos euskera y castellano primitivos.

Deseo también destacar otro hito del gallego y del catalán.

Así, en los orígenes del gallego está la obra poética las Cantigas de Santa María, de Alfonso X El Sabio quien, al mismo tiempo, en su castellano materno se convertía en el padre de la prosa castellana. Aún más, sobre diferencias de raza, lengua y religión, unió en la que fue segunda etapa de la Escuela de Traductores de Toledo a cristianos, judíos y musulmanes para crear una obra cultural en la que el monarca ofició como corrector y editor técnico, además de mecenas, en la creación y edición de libros que marcaron un hito en la cultura de su tiempo y han permanecido hasta hoy como parte de nuestra cultura.

Y del catalán lo primero que me viene a la mente es la poesía al mundo rural de Joan Maragall, acreedora por sí sola de que exista todo un idioma, por su vivencia de la naturaleza, del pequeño y gran milagro de la vida, del amor a las personas y, a través de la contemplación, a los demás seres. Su tiempo fue el final del siglo XIX y el comienzo del XX, cuando se cultivaban y recuperaban obras literarias en todas las lenguas y dialectos de España, que se hablaban con naturalidad y libertad. Era cuando la capital del mundo se encontraba en París y el idioma francés del cosmopolitismo encontraba acogida junto con códigos lingüísticos tan dispares como la jerga caló entre las inquietudes de conocimiento y cultivo personal.






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