octubre 17, 2022

«Un condicionamiento pragmático característico de la escritura es el hecho de que una vez escrito el discurso se ha vuelto algo fijo, conservable, permanente, se ha materializado»


José Ángel García Landa (Universidad de Zaragoza, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filología Inglesa y Alemana)
Acción, relato, discurso: estructura de la ficción narrativa
. Libro disponible en acceso abierto en SSRN.

Se incluye a continuación el apartado «Pragmática y escritura». Las referencias pueden consultarse en la publicación original.




«Pragmática y escritura

»Es fácil generalizar indebidamente sobre los condicionamientos pragmáticos característicos de la escritura si nos acercamos a ella desde un punto de vista literario; inversamente, es difícil en un análisis de la narración literaria aislar los condicionamientos que provienen específicamente de su carácter escrito. Veamos un ejemplo:

»“In written discourse, the conditions of action are altered in obvious ways: the audience is dispersed and uncertain; there is often nothing but internal evidence to tell us whether the writer has beliefs and feelings appropriate to his acts, and nothing at all to tell us whether he conducts himself appropriately afterwards. Nonetheless, writing is parasitic upon speech in this, as in all that matters”. (Ohmann, “Speech” 248).

»Es evidente que Ohmann debería decir “literatura” donde dice “discurso escrito”, pues nada de lo que dice se aplica, por ejemplo, a la correspondencia por escrito. Tampoco nos parece satisfactoria la última frase. Por supuesto, tiene que haber algún rasgo esencial de la escritura que la identifique frente a la oralidad, o al menos una familia de rasgos que operen en contextos diferentes. Pero esta vaguedad en la definición es muy frecuente. De manera similar a Ohmann, Sanford y Garrod señalan cómo la comunicación escrita obedece a grandes rasgos a las mismas estrategias pragmáticas que la comunicación oral, a pesar de la gran divergencia de su material semiótico. Sin embargo, creemos que no llegan a definir la esencia de la escritura frente a la oralidad:

»“Just as the participants in a conversation must try to refer to a common situational model, and each participant expects this, so it is with writing. The major difference between the conversational and written methods of communicating is seen not as being one of modality (oral/aural versus writing / visual), but as being one of opportunities for interaction. With conversation, interruption by the hitherto silent participant is possible, if necessary, in order to clarify the common discourse model (or domain of reference). With writing, it is not. Beyond that, there is no reason to suppose any major differences in the psychological processes undelying the two”. (Sanford y Garrod 208).

»Sanford y Garrod proponen pues otra ecuación: oral / interactivo versus escrito / no interactivo. Diríamos, más bien, que la incapacidad de interacción inmediata es algo muy ligado a la comunicación escrita. Pero el ver en ello la esencia de la escritura es otra precipitación, y eso tanto en un sentido como en otro. No toda comunicación escrita es no interactiva, y no toda comunicación no interactiva es escrita. Tampoco hay que identificar comunicación oral con comunicación interactiva: los asistentes a un discurso solemne de un político no interactúan con el hablante como lo hacen en una conversación. En algunas variedades de comunicación escrita, como en la oral, los interlocutores pueden dirigirse personalmente uno a otro; en otras, podemos tener una comunicación unilateral que no espera respuesta del lector; es el caso de una carta frente a un libro (cf. 3.1.3 infra ). Hay, pues, toda una variedad de situaciones comunicativas que utilizan la escritura.

»A los participantes en la comunicación escrita no les está negada por definición la interacción comunicativa. Pueden incluso estar en presencia uno de otro, de manera que el intercambio comunicativo sea casi inmediato. Por supuesto, esto rara vez se da, y la distancia temporal y espacial entre interlocutores es uno de los rasgos que se suelen asociar a la mayoría de situaciones en que se usa la comunicación escrita. El texto escrito suele así ser más independiente del contexto inmediato que el texto oral (cf. Segre, Principios 41); no es accidental que (en las culturas desarrolladas) los textos de exhibición (3.1.3 infra) sean mayormente textos escritos.

»Otro condicionamiento pragmático más característico de la escritura es el hecho de que una vez escrito el discurso se ha vuelto algo fijo, conservable, permanente, se ha materializado. Ha dejado de ser un proceso, y se ha convertido en un objeto. Para Castilla del Pino, escribir es algo intermedio entre el hablar y el actuar:

»“La permanencia de lo escrito, la individualidad de la grafía, convierte a la escritura en una objetivación personal, una prolongación objetiva de nuestra persona. [...] Lo escrito es ya permanentemente nuestro, difícilmente puede ser desdicho, es la constancia de lo que somos por lo que fuimos capaces de escribir. Por eso es difícil escribir todo lo que, no obstante, pese a la enorme resistencia, puede ser oralmente verbalizado”. (“Psicoanálisis” 284).

»La materialización de nuestra palabra hace posible su que se multiplique el acto comunicativo, al poderse reproducir (manual o mecánicamente) el texto según procedimientos estandarizados; la escritura puede dirigirse a una masa enorme de individuos, y no solo a una persona o un grupo (cf. 3.1.3 infra). En este sentido, los medios audiovisuales y de comunicación de masas han venido a crear formas intermedias entre la palabra y la escritura tradicionales. Cada uno de ellos tiene sus propios condicionantes: por ejemplo, los programas de radio quedan “escritos” en cierto modo al grabarse y ser recuperables o citables literalmente; la escritura electrónica de las redes informáticas permite nuevos tipos de interacción, como el establecimiento de conexiones hipertextuales, etc.

»El discurso escrito, en cualquiera de sus formas, se vuelve además accesible a otros tipos de acción que la simplemente interpretativa. Tendremos así que distinguir entre el texto como objeto físico y el texto como objeto semiótico. El primero es la manifestación inmediata accesible a la actuación (no necesariamente comunicativa), el nivel de manifestación inmediata: unas hojas de papel, una corriente electrónica, una imagen... El texto como objeto semiótico puede pasar a considerarse a su vez doblemente: texto como significante y texto como significado, y éste podría desglosarse aún en varios niveles más (cf. 1.1 n. 4 supra; Ruthrof 12, 25) hasta llegar, en el caso de la narración literaria, a los niveles específicamente narrativos que son objeto de nuestro estudio».






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