noviembre 17, 2016

«La disputa por el mar. El soft power boliviano ante organismos multilaterales»



Loreto Correa Vera y Lidia Vera Vega
«La disputa por el mar. El soft power boliviano ante organismos multilaterales»

Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, vol. 11, n.º 1, 2016

Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad | Universidad Militar Nueva Granada | Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad | Bogotá | COLOMBIA


Extracto del apartado conclusión de la publicación en PDF. Ver las referencias bibliográficas en la publicación original.




«En los discursos analizados se repiten las palabras integración, vivir bien/ buen vivir, solución pacifica de las controversias (componentes propios del soft power boliviano), y las palabras reintegración marítima y mar/ Océano Pacífico. Como se aprecia, ambas autoridades bolivianas no se refieren al problema marítimo como reivindicación marítima pues estiman que el acceso soberano al mar es un derecho intrínseco al pueblo boliviano y no una mera solicitud de acceso.

»El soft power boliviano ha sido la herramienta determinante en su política exterior. El cuadro 2 introduce al lector en los términos claves sobre los cuales insiste el discurso. En esta línea comunicacional, el pleito instalado ya en La Haya, representa una alternativa más por parte de Bolivia. Ahora, ¿qué tan efectivo para las pretensiones del gobierno de Bolivia puede resultar aplicar en el soft power en el contexto internacional latinoamericano, cuando la tradición internacional de los conflictos insiste en el hard power o el statu quo? Veamos los elementos en juego.

»A nuestro entender presenciamos el peor momento de las relaciones de los dos países en más de un siglo. En efecto, la dinámica de las declaraciones bolivianas advierte una construcción discursiva progresiva. Dicho actuar de la política exterior se efectúa con el propósito de formar un imaginario victimizado sobre la relación con Chile, sentando, explícita o implícitamente, un apego hacia cierta “política de Estado” que tiene pilares concretos. Bolivia ha logrado incorporar en todas las agendas internas —de prensa, pública y política— el tema de la reivindicación marítima en los últimos años. Por ello, en los discursos analizados, se demuestra que la política ha ido de menos a más en el nivel de insistencia respecto de la demanda marítima.

»De los insistentes llamados al diálogo, o a poner el tema en la agenda de los 13 puntos -que marcaron el período de Bachelet/Morales (2008-2010), se pasó a la descalificación durante el gobierno de Piñera en todos los términos y en todos los foros donde pudo plantearse el “problema” boliviano. En efecto, como la demanda no podía solamente articularse desde la vía bilateral, el tema se trasladó a la esfera multilateral. El cuadro 2, evidencia un encadenamiento del discurso, que toma como eje, un aspecto de la política exterior latinoamericana: la integración. Para y por ello se repiten las palabras integración, vivir bien/ buen vivir, solución pacifica de las controversias (componentes propios del soft power boliviano), así como las palabras reintegración marítima y mar/ Océano Pacífico. Sin embargo, claramente ambas controversias no son iguales ni en su origen ni en su evolución.

»El derrotero que marca Bolivia demuestra una estrategia: el soft power a través de la instalación de key words claves en el discurso. La muestra máxima de esta estrategia se dio en la reunión de Cochabamba el año 2012, cuando Bolivia intentó infructuosamente lograr una declaración pro apoyo a su demanda en el marco de la OEA.

»En esta línea comunicacional, el pleito instalado ya en La Haya, representa una alternativa más por parte de Bolivia. Sin embargo, a nuestro entender, “Hayalizar” el problema no soluciona el problema de fondo, esto es el acceso soberano al mar, pero es lo que se ha hecho. La reiterada insistencia boliviana respecto del tema marítimo ha generado una “guerra comunicacional”, que ha contrariado a Chile, no sólo por el fondo, sino particularmente por la forma. Para el Presidente Morales, no hay calificativo, ni epíteto vedado para referirse al mandatario chileno en el 2012-2013.

»Este artículo pretende así llamar la atención sobre el daño permanente que se le infringe a la relación bilateral, daño que contradice la construcción del discurso integracionista. Así la práctica boliviana ha consistido hasta aquí, en multilateralizar la demanda marítima en los foros macro regionales e internacionales, con un efecto colateral adicional en la cautela manifiesta de Chile en su relación con UNASUR, foro de discusión política activo a nivel sudamericano.

»Bolivia opta por una estrategia de aproximación indirecta, evitando enfrentar el tema con Chile y poniendo en el centro del discurso un requisito indispensable: el tema de la soberanía a cambio del restablecimiento de las relaciones. A ello se suman dos temas conexos: no aceptar lo que firmó en 1904, por considerarlo fruto del colonialismo e incorporar la noción de incumplimiento por parte de Chile del Tratado de 1904 en relación al libre tránsito, confundiendo este último con gratuidad. En el medio, nada es útil y beneficioso en la relación binacional. Así la dinámica binacional oscila entre statu quo chileno o la demanda boliviana.

»En consecuencia, el problema constituye una negociación imposible, bilateral o multilateralmente, condición que surge en escenarios de conflictos asimétricos en el que el más débil se obliga a lograr apoyos y aliados y el más fuerte se mantiene rígido en su posición. Con ello, el conflicto no cambia de sino, más bien se agudiza y perpetúa en el tiempo.»








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