Academia Española de la Lengua
Diccionario panhispánico de dudas
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s.v. laísmo
LAÍSMO
1. Es el uso impropio de la(s) en función de complemento indirecto femenino, en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS, 1).
2. Los pronombres la, las proceden, respectivamente, de las formas latinas de acusativo illam, illas. El acusativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de estas formas para dicha función: «LA busqué [a Constancia] en los tres pisos» (Fuentes Constancia [Méx. 1989]); «Estas cosas muchos no LAS quieren creer» (Vanguardia [Esp.] 6.7.94). No son correctos los usos ejemplificados a continuación, en los que la forma la funciona como complemento indirecto: «Cuando abrió la Marcelina, LA dijeron: ¿Vive aquí Marcelina Domínguez?» (JmnzLozano Grano [Esp. 1988]); «Yo LA di un beso a Josefa» (Pombo Héroe [Esp. 1983]).
3. El laísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona, como el leísmo y el loísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media (para las razones de su aparición, → LEÍSMO, 3), pero no consiguió extenderse a la variedad del castellano andaluz, por lo que no se trasladó al español atlántico (Canarias e Hispanoamérica). El área propiamente laísta se circunscribe básicamente a la zona central y noroccidental de Castilla. Aun así, por influencia de la norma culta estándar (→ [véase punto anterior n.º] 2), es patente la voluntad de los hablantes cultos de esas zonas y, sobre todo, de los escritores, de ajustarse al uso etimológico.
4. Hay ocasiones en que las incorrecciones o vacilaciones en el uso de los pronombres átonos de tercera persona no se deben a la tendencia dialectal señalada en el párrafo anterior, sino a la duda del hablante sobre el tipo de complemento —directo o indirecto— que rigen algunos verbos. Así, hay verbos que, incluso en zonas en las que los pronombres átonos distinguen funciones gramaticales, unas veces se construyen con pronombres de complemento directo —lo(s), la(s)— y otras con pronombres de complemento indirecto —le(s)—, dependiendo de distintos factores (→LEÍSMO, 4a, b, c y d); otros verbos están inmersos en un proceso de cambio de intransitivos (verbos que nunca se construyen con complemento directo) a transitivos (verbos que exigen la presencia de un complemento directo), y viceversa (→ LEÍSMO, 4e). Para resolver estos casos, debe acudirse a las entradas correspondientes a cada uno de los verbos que habitualmente plantean dudas. En cuanto a las oraciones impersonales con se seguido de pronombre átono (Se le/la considera la mejor), → LEÍSMO, 4f. Para casos de laísmo con semilocuciones verbales (echar un vistazo, prender fuego, etc.), → LOÍSMO, 5.
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