diciembre 05, 2017

«Un par de consideraciones, entre las muchas que se derivan del carácter lingüístico sui géneris del material fraseológico»



Alfredo Matus Olivier
«Lexicografía del discurso formulístico, la experiencia chilena»

Boletín. Academia Chilena de la Lengua, n.º 81 (2013-2014)

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Extracto de páginas 568-570 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




««Un par de consideraciones, entre las muchas que se derivan del carácter lingüístico sui géneris del material fraseológico



»Variación y desautomatización

»El carácter “formulístico” y “prefabricado” que se ha atribuido a estas piezas lingüísticas parece verse negado por la potente creatividad que ellas exhiben. Dejando de lado la creatividad genética (diacrónica) que las produjo, que está, por lo demás, en la base de todo el hablar humano, el proceso fraseológico posee un valor heurístico indudable para el estudio de la creatividad lingüística en general.

»Uno de los aspectos más desatendidos por las investigaciones fraseológicas ha sido el de la “desautomatización”, término tomado por Alberto Zuloaga de los formalistas rusos. Llamada también “deslexicalización” por García Page (1989), este es un fenómeno que pertenece a la orientación creativa dinámica de la fraseología y está en relación directa con la variación lingüística. Tomando como referencia una unidad fraseológica de base (unidad originaria), Mena 1989 reconoce, como tipos variacionistas de ella: desviaciones (usos incorrectos), variantes (contaminaciones y variantes diatópicas institucionalizadas, que deben aparecer en los diccionarios) y unidades modificadas, desautomatizadas, y define la desautomatización como

»“[...] el proceso que se desencadena en algunas UFs cuando se les ha aplicado de forma intencionada cualquier procedimiento de manipulación o modificación creativa”


»y agrega que:


»“La UFM (unidad fraseológica modificada) es una unidad en parte producida y en parte reproducida por el hablante, esto es, es el resultado de un acto creativo y voluntario dentro de los límites de un lenguaje relativamente fijo y establecido”.


»Algunas modificaciones pueden institucionalizarse (en Chile, “no importarle un coco” por “no importarle un bledo”). Todas las unidades freaseológicas pueden ser objeto de modificación y, por tanto de desautomatización, pero de un modo especial las locuciones, objeto primordial del DIFRUECh.



»Primado de la metáfora

»En la enseñanza de la fraseología en una segunda lengua, se ha puesto de relieve la importancia de la dimensión metafórica de las unidades fraseológicas, a la que, sin embargo, se ha dado poca importancia en la enseñanza de la lengua materna. Esto resulta llamativo, considerando su muy relevante ocurrencia en el hablar cotidiano.

»Ha resultado muy productivo, en este terreno de alta complejidad, el marco teórico de la lingüística cognitiva, derivado fundamentalmente de la clásica obra de Lakoff y Johnson (1998), que, como afirma Pérez (2004),

»“permite entender la fraseología como parte de un sistema coherente, que obedece a ciertas reglas generales, posiblemente universales y no como el reducto por excelencia de la idiosincrasia y el genio de la lengua [...]”.


»Gran parte de la fraseología se puede tipificar según los esquemas metafóricos de la cognición, lo que permite establecer un ordenamiento en este universo “multiforme y heteróclito”, método particularmente fecundo en la enseñanza de L1 y L2, que evita el aprendizaje memorístico por estipulación, y una pauta para la selección de los lemas de un diccionario fraseológico, cual es, en esta oportunidad, nuestro interés específico.

»“La metáfora —dice Pérez (2004)— es una de las herramientas cognitivas más utilizadas y un principio incisivo de la comprensión humana. Sería un modo penetrante de la comprensión mediante el cual proyectamos patrones de una esfera de experiencia con el propósito de estructurar otra esfera”;


»confróntense, por ejemplo, la riquísima dicotomía “erotismo” y “misticismo”, ese “decir inefable”, de tanta representatividad en la literatura y las artes en general (por no señalar los ámbitos del psicoanálisis, la filosofía, la teología, entre otros).

»A partir de la metáfora como mapping se realizan las expresiones metafóricas y de estas, las fraseológicas; como dice Pérez, siguiendo a R. Gibbs y a C. Cacciari,

»“[...] la interpretación de la unidad fraseológica implica el rescate de la metáfora conceptual” [...] el significado metafórico de “tocar el cielo” no se aprendería como un significado literal más sino que implicaría la activación del esquema metafórico subyacente, según el cual lo bueno está arriba y lo malo está abajo con todo lo que esto implica”.


»La aplicación de la teoría de la metáfora permite estructurar y tipificar los enunciados fraseológicos, facilitar su aprendizaje en L1 y L2 y, en perspectiva comparada, poner de manifiesto su sensibilidad al relativismo lingüístico (cuestión fundamental en la enseñanza de lenguas).

»Por la vocación pedagógica de la Academia Chilena de la Lengua, manifestada en sus trabajos (por ejemplo, en el Diccionario de uso del español de Chile), el DIFRUECh privilegiará, en su primera versión modular, las expresiones fraseológicas con alto grado de motivación (que se pueden interpretar por esquemas metafóricos subyacentes y constituyen las semánticas más transparentes en cuanto a su motivación metafórica).

»Algunas metáforas que se han explicitado en el análisis, prescindiendo de su subcategorización clásica (en orientacionales, ontológicas y estructurales) son:

»LA CÓLERA ES UN LÍQUIDO CALIENTE, LA CÓLERA ES FUEGO, LAS PERSONAS ENOJADAS SON ANIMALES PLEIGROSOS, MENOS ES ABAJO MÁS ES ARRIBA, CONOCER ES AGARRAR ALGO, CONOCER ES VER, LA VIDA ES UN VIAJE, EL CEREBRO ES UN RECIPIENTE, EL CUERPO ES UN RECIPIENTE, LA IRA ES CAMBIO DE COLOR, EL TIEMPO ES ORO, LA DISCUSIÓN ES UNA GUERRA, y un largo etcétera.


»Para los fines lexicográficos, resulta operativo el modelo clásico de las “metáforas de la vida cotidiana”, de Lakoff y Johnson. A pesar de los desarrollos críticos posteriores, como el de los “modelos icónicos” y las “archimetáforas” de Iñesta y Pamies (2002), la perspectiva diccionarística no precisa las subcategorizaciones propuestas. No hay que olvidar, por otro lado, que los esquemas metafóricos solo son productivos para una parte de la fraseología).»






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