mayo 15, 2018

«El conflicto entre identidad y otredad en los nombres comerciales en Venezuela»



Alexander Mosquera
«El conflicto entre identidad y otredad en los nombres comerciales en Venezuela»

Sapientiae. Ciências sociais, Humanas e Engenharias, vol. 3, n.º 2 (2018)

Sapientiae. Ciências sociais, Humanas e Engenharias | Universidade Óscar Ribas (UÓR) | Luanda | ANGOLA


Extracto de apartados resumen y conclusiones en páginas 232-233 y 245-245 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Este trabajo pretende explicar el porqué de la presencia en Venezuela de nombres comerciales escritos en otro idioma diferente del español, desde una perspectiva antroposemiótica. Para ello se utilizó la noción de identidad de García Gavidia (2005) y de Andacht (2001), así como la de violencia y eficacia simbólica de Bourdieu (2005, 2009), además de la Semiótica de la cultura de Lotman (1996, 1998, 1999, 2000). Se hizo un abordaje a partir del enfoque epistemológico racionalista-deductivo (Padrón Guillén, 2001, 2003) y empleando el método hipotético-deductivo, para analizar un corpus representado por los nombres comerciales extranjeros observados en Venezuela, el cual sirvió como mecanismo de control empírico de la deducción (Chacín y Padrón, 1996). Entre los resultados se tiene que tales nombres son expresión del conflicto identidad/otredad, a la par que se pueden considerar un texto cultural que irrumpe violentamente en otro texto ya establecido, por actuar dentro del campo de una semiosfera que los convierte en un dispositivo con memoria cultural.



»A manera de conclusión: el nombre como reconfiguración de la identidad

»Según se puede apreciar, la presencia en Venezuela de nombres comerciales escritos en otro idioma diferente del español (principalmente el inglés) da cuenta del conflicto identidad/otredad, toda vez que esos nombres representan un texto cultural que irrumpe violentamente en otro texto ya establecido, como expresión de la tensión existente entre las estructuras nucleares y periféricas de una semiosfera; que además funcionan como un dispositivo con memoria cultural, al impulsar la creación de nuevos textos.

»Para decirlo de otra manera, ese conflicto o tensión hace que tales nombres extranjeros impulsen un proceso de reconfiguración de la identidad del venezolano, que se puede manifestar a través de tres fases ilustradas por Andacht (2001) con las metáforas de la penetración, la clonación y la adicción. De hecho, este investigador considera que “las tres imágenes verbales son sendas maneras comunes, compartidas, de configurar esta trama identitaria regional” (Andacht, 2001: 226).

»Haciendo alusión a la noción lotmaniana de intrusión de un texto en otro texto, Andacht pone de manifiesto la penetración cultural/televisiva de lenguaje a la que está expuesta una determinada sociedad (gracias al accionar simbólico de la industria cultural), con el resultado de un creciente sometimiento cultural en el lenguaje cotidiano, que se evidencia en el uso de esos nombres extranjeros en Venezuela. “De esta manera, nos encontramos viviendo una nueva penetración del American way of life, a través de sus símbolos” (Baena citado en Andacht, 2001: 227).

»Ante esa penetración de los nombres en inglés en la cultura nacional, era inevitable pasar a la siguiente fase de la clonación del otro, que especialmente “rige el discurso identitario juvenil (…) y opera así en prácticamente todos los grupos” (Andacht, 2001: 235). De ahí que sea tan fuerte la presencia de tales nombres comerciales extranjeros en el país (y también de expresiones en inglés que integran la lengua cotidiana o nombres adaptados que se los ponen a las personas), aunque en ocasiones esa clonación resulte un tanto defectuosa, en vista de que, por ejemplo, se copia mal la estructura sintagmática del inglés (o la ortografía) y a veces surgen los híbridos lingüísticos con partes de ambos idiomas (espanglés) que ya se mencionaron más arriba.

»De lo anterior se deduce que, con la reconfiguración de la identidad en estos términos, se corre “el riesgo de volverse ellos, de dejar de ser nosotros, y pasar a ser solo una pura reiteración, una triste duplicación sin un ser propio” (Andacht, 2001: 235). Ese peligro que señala Andacht parte del hecho de que una cosa es tomar un elemento proveniente de otra cultura e integrarlo a la propia (para así hablar de un proceso de transculturación) “y otra muy diferente es entregarse a un proyecto explícita y decididamente clónico” (Andacht, 2001: 249), ya que de esta forma se estaría imponiendo un proceso de aculturación.

»Finalmente, el uso reiterativo de esos nombres comerciales extranjeros pone en evidencia la metáfora de la adicción a ese otro que es irresistiblemente seductor, por estar investido de todo lo que no posee y desea poseer el nosotros de pertenencia (Andacht, 2001). Es decir, ese texto representado por los nombres (la parte) remite a un texto más amplio (el todo) encarnado por la cultura estadounidense con su deseado American way of life y por eso se vuelve adictivo (produce una dependencia exagerada y dañina del otro), reiterativo (presencia avasallante de ese otro) y clónico (la copia o imitación del otro). Además, tampoco se puede obviar la utilidad que tales nombres significan para el mundo comercial, en la medida en que igualmente remite al viejo mito insertado en el imaginario venezolano, de que todo lo que suene a extranjero es de buena calidad: una vez más, la parte remite al todo.

»En conclusión, ese proceso de reconfiguración de la identidad, que se expresa a través de los nombres comerciales extranjeros, se convierte realmente en un desequilibrio identitario, personal y colectivo, que

»se agudiza cuando se es avasallado por el otro (penetración), o cuando se sucumbe voluntariamente a la fusión con el otro y se lo reproduce obsesiva y compulsivamente (clonación), o cuando se siente que, sin su presencia modélica, poco se puede hacer o ser de modo autónomo (adicción) (Andacht, 2001: 257).


»De todas maneras, vale resaltar que los nombres comerciales extranjeros se vuelven una herramienta que impulsa la construcción del sujeto, por la vía de un imaginario que involucra el querer/desear ser y el no poder ser en la vida real. De ahí que surja la imagen especular de la que habla Lacan (1977) en su ensayo sobre “La etapa del espejo” (Themirrorstage), para expresar el sentimiento de carencia con el cual nace el hombre y que no existía cuando estaba unido a su madre hasta la temprana infancia, pero que luego lo enfila hacia ese querer/desear ser. Esto lo hace como una tendencia natural a superar dicha carencia durante el proceso de construcción de su identidad, con el fin de restaurar ese imaginario de unidad y completitud que entonces poseía (Bignell, 1997) y que aspira a alcanzar a través de ese otro, cuya imagen refleja el espejo como esos nombres extranjeros.

»En definitiva, se trata de una alteridad con la que el sujeto confronta su sí mismo, pues a decir de Silva (2002), primero se forma el no mismo y después el sí mismo. Pero, en todo caso, esa imagen siempre será una mera representación; una imagen de esa totalidad anhelada, una imagen distorsionada del sí mismo (que incluso lo pone en riesgo de aniquilación) y con la que el individuo se identifica. En síntesis, una imagen especular, que no es más que una copia o imitación (la clonación andachtiana), según se traduce del latín speculum: espejo y también, precisamente, copia.

»Este es básicamente el rol desempeñado por esos nombres comerciales extranjeros presentes en Venezuela, lo que da cuenta de la eficacia simbólica ejercida en el país por la industria cultural o industria del control del pensamiento estadounidense, al lograr su objetivo de imponer ese querer/desear ser otro, pues gracias a la mediación de los sistemas simbólicos, “las estructuras mentales se corresponden con las estructuras sociales, y así las atraviesan de relaciones de poder y de lucha política por la imposición de un modo de definir y de actuar legítimamente en el mundo social” (Martínez en Bourdieu, 2009: 19). De hecho, ese es el leitmotiv de dicha industria y así lo hace saber Zallo (1988), al describirla como un

»conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinada finalmente a los mercados del consumo, con una función de reproducción ideológica y social (Zallo, 1988: 9, las cursivas son propias del investigador).


»Un papel que han cumplido y cumplen a cabalidad esos nombres comerciales extranjeros que se observan en Venezuela, gracias a la influencia a la que han estado sometidos los países de Latinoamérica durante muchas décadas (hoy acentuada por la Internet y las diversas redes sociales), por parte de esa industria cultural o industria del control del pensamiento estadounidense que ha sabido manejar a la perfección el tema de la eficacia simbólica para extender su hegemonía en el mundo.»





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