febrero 13, 2020

«Dos obras que se inscriben en lo que se ha considerado “literatura de valores”: el cuidado del familiar enfermo se interpreta casi como un deber moral que debe ser inculcado desde la infancia. El mensaje didáctico está claro: es la familia la protectora en estos casos»


Fátima Cuadrado, María Rosal-Nadales y Juan A. Moriana (@Univcordoba)
«El humor como recurso desdramatizador en el álbum ilustrado sobre la demencia tipo Alzheimer»

Tonos digital, n.º 38 (2020)

Tonos digital. Revista de estudios filológicos | Universidad de Murcia | Facultad de Letras | Departamento de Filología Francesa, Románica, Italiana y Árabe | Murcia | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto seleccionado de las páginas 1 a 2 y 6 a 16 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la ubicación original.

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«RESUMEN

»La Psicología Positiva considera el humor como una herramienta de crecimiento personal. El presente acercamiento al álbum ilustrado centra su interés en el uso de dicha herramienta para transmitir a los jóvenes lectores temas transcendentales como la enfermedad de Alzheimer. Se revisa el álbum ilustrado como instrumento para comunicar la enfermedad de Alzheimer a los más jóvenes con la menor carga de sufrimiento.

»Se analizan en este trabajo los recursos retóricos e icónicos con los que mediante el humor se desdramatiza un tema tan complejo para los más pequeños. Desde la perspectiva del análisis del discurso y de las imágenes realizamos un estudio comparativo entre dos obras claramente divergentes.

»El análisis comparativo de El zorro que perdió la memoria y de El atardecer posibilita el estudio de los recursos humorísticos para construir un álbum ilustrado dirigido a lectores cómplices muy jóvenes. En el primer caso las figuras retóricas posibilitadoras del discurso humorístico son muy abundantes y marcan el tono de la obra, situada en la tradición literaria de las fábulas protagonizadas por animales.

»Dentro de la corriente actual del nuevo didactismo en la que se ofrece a los más jóvenes una literatura motivada por los valores, destacamos la calidad literaria y plástica de ambas obras. Los rasgos de humor de la primera se asientan en el texto (metáforas, juegos de palabras, hipérboles), en la tipografía, en los paratextos y, fundamentalmente, en las ilustraciones con clara función desdramatizadora.



»MATERIALES Y MÉTODOS

»Situamos nuestra atención en una obra recientemente publicada que trata el tema de la demencia tipo Alzheimer desde un acercamiento lúdico y desdramatizador: El zorro que perdió la memoria (2011), escrita e ilustrada por Martin Baltscheit. Esta obra fue galardonada en el año 2011 con el Premio de Literatura Infantil de Alemania y ha sido adaptada al teatro para su representación. Frente a esta, nos acercamos al álbum Al atardecer (2010), escrito por Jackeline de Barros e ilustrado por David Padilla, que consideramos puede entenderse como el contrapunto en tanto que imágenes, tono y texto se sitúan en una línea opuesta a la anterior.

»El análisis se enfoca hacia los recursos retóricos e icónicos con los que mediante metáforas, juegos de palabras, hipérboles, situaciones disparatadas o alegóricas se desdramatiza un tema tan complejo para los más pequeños como es la enfermedad de Alzheimer.



»RESULTADOS Y DISCUSIÓN

»En El zorro que perdió la memoria, los rasgos de humor se asientan en el texto, en la tipografía, en los paratextos y fundamentalmente en las ilustraciones. En ellas el colorido y el dinamismo ofrecen un marco amable, en absoluto negativo, para mostrar el carácter devastador de la enfermedad no solo en el enfermo, sino en su contexto social y familiar.

»Ya desde el título podemos observar que la obra sitúa el énfasis en palabras emparentadas con los semas de la enfermedad de Alzheimer: la pérdida de la memoria, en este caso del zorro. En cambio en el álbum que nos sirve de contrapunto, el título ofrece una perspectiva alegórica desde la palabra “atardecer” para simbolizar el paso del tiempo y la vejez con la metáfora del ocaso. El zorro que perdió la memoria relata una historia con un solo protagonista principal: un zorro hermoso e inteligente, como se define en la primera página.

»La historia remite a los cuentos tradicionales protagonizados por animales y se inscribe en la larga tradición literaria de las fábulas, sobre las que ha recaído una clara intención didáctica en la literatura infantil. Por otra parte, los animales han tenido gran protagonismo en la mitología, en los bestiarios medievales y en el cine y los dibujos animados contemporáneos.

»El valor simbólico del zorro como animal inteligente y astuto está claramente asentado en la literatura, donde tanto el zorro como la zorra dan muestras de su astucia y conocimiento de las debilidades ajenas para su mejor adaptación al medio: el zorro y el cuervo, la zorra y el queso, la zorra y las uvas, la zorra y la cigüeña. El narrador omnisciente, en la obra que nos ocupa, sitúa la mirada en la historia del animal desde sus momentos pletóricos de juventud. Progresivamente va mostrando cómo sus capacidades y habilidades disminuyen por la aparición de los síntomas de la demencia, que en esta obra se ligan al envejecimiento. De esta forma, poco a poco, se introducen situaciones de confusión causadas por la enfermedad de Alzheimer, que en ningún momento es nombrada en el texto o en los paratextos.

»Los problemas de memoria, entre otros, son requisito principal para el diagnóstico de la demencia tipo Alzheimer. Cuando el zorro envejece, sus recuerdos comienzan a fallar, lo que se narra de manera humorística, con lo que se minimiza la importancia de estos primeros síntomas. Se dice “se volvió también algo olvidadizo” y se ejemplifica de manera divertida con distintas situaciones capaces de provocar hilaridad entre los más pequeños.

»Así se recurre a varios ejemplos como el confundir los días de la semana y, por tanto, realizar acciones fuera de contexto, u olvidar el cumpleaños de un amigo y aparecer con un regalo cuando no es el día convenido. Con estas acciones equivocadas, cercanas a la realidad de la población infantil, resulta fácil provocar una sonrisa, tanto más cuando se acompañan de la cara de sorpresa y asombro del zorro.

»Los progresivos problemas mnémicos del zorro se representan en acciones disparatadas que narran el avance gradual de la enfermedad, con la consiguiente disminución de la propia conciencia de su identidad. Así, un nuevo despiste lo emplaza en otra nueva situación cómica: “Sin embargo un día el zorro no encontró el camino de regreso a casa. Se subió en el árbol y se sentó en un nido. Cuando llegó el mirlo y preguntó: ¿Vives aquí?”. Se completa el texto con la ilustración del protagonista sentado en un nido en la rama de un árbol como si de un pájaro se tratara.

»El deterioro cognitivo se hace más patente cuando el zorro se olvida de una necesidad básica: alimentarse. Sin embargo, este hecho es narrado por medio de otra escena en la que el humor desdramatiza la situación. El personaje ha olvidado su condición de carnívoro, por lo que se come unas moras y las manchas que estas bayas dejan en su hocico provocan otro momento divertido, pues lo zorros pequeños erran en su interpretación y creen que “ha devorado por lo menos siete cabritos”, lo que supone la alusión como intertexto del cuento clásico El lobo y los siete cabritillos.

»No es la primera vez que el autor utiliza el recurso intertextual en esta obra. Así se recurre al mito de Narciso para explicar la identidad perdida, cuando el zorro trata de reconocerse en la imagen que le devuelve su reflejo en el lago. Tampoco falta la alusión al cine. En las primeras páginas la indumentaria del zorro tiene una clara referencia al protagonista de la película El Zorro, aunque, la imagen del héroe queda rebajada por cuanto su aventura queda reducida a la persecución de una gallina, que pierde un huevo en su escapada.

»El uso de relaciones intertextuales ayuda a que los pequeños lectores relacionen el álbum con conocimientos previos. Es una manera divertida, un juego, donde buscar conexiones con otras historias que el niño conoce bien. Por otra parte, la representación del zorro mirándose en el río, puede interpretarse como un guiño a los adultos, que también disfrutarán con el álbum buscando relaciones con otras historias reconocibles.

»Uno de los recursos más utilizados en la obra es la hipérbole. Con ella se desdramatizan las disparatadas acciones del zorro. Ejemplo de ello es cuando el zorro se fue a nadar al lago y escupió el agua “a seis metros de altura contra la luz del sol”. De esta manera, tanto la hipérbole como otras situaciones humorísticas se aúnan para expresar la desubicación del personaje, quien no solo sueña con cuatro tipos de carne fresca, sino que también incluye en sus sueños elementos fuera de contexto: “5 cubiertos y, por lo menos, 6 clases de vino tinto”. Las imágenes acompañan la propia interrogación del protagonista para saber quién es, pues en un momento dado olvida su propia identidad.

»Llegados a este punto de desorientación personal, se representa un divertido globo de pensamiento sobre su cabeza en la que puede verse un bestiario de seis animales. Los seres híbridos se convierten en un buen recurso humorístico para la fabulación de los más pequeños.

»Así, el zorro aparece con cabeza de hombre, de mono, de elefante, de ciervo, de murciélago o con cuerpo de pez, en una divertida indagación sobre su propio aspecto. Esta ilustración puede servir como apoyo para explicar, no solo la desorientación personal, sino también la asomatognosia o dificultad para reconocer, diferenciar o integrar las distintas partes del esquema corporal que, en ocasiones, se presenta como síntoma de la enfermedad de Alzheimer.

»Son varios los recursos que contribuyen a la recepción de la historia con el sentido del humor que venimos comentando. Entre ellos encontramos los juegos de palabras, la inclusión de canciones o la asunción de roles equívocos. Un ejemplo claro de juego de palabras es “El zorro la había perdido [la memoria] y nadie sabía exactamente dónde...”.

»En cuanto al uso de las canciones, se convierten en recursos lúdicos desdramatizadores de la historia. Así ocurre cuando los gansos, al conocer los detalles de la enfermedad que afecta al zorro, le cantan una canción cada vez que se lo encuentran. En su canción aparece otro recurso, la metáfora con intención humorística, al nombrar la cabeza como “calabaza”, tal y como se dice en el lenguaje popular:
Yo he robado la memoria al zorro,
no se la devolveré, no se la devolveré.
¡Con la calabaza hueca nos gusta muuucho,
Sin nada en la calabaza, su estómago se queda vacío!
¡...su estómago se queda vacío!


»Por otra parte, la tipografía de esta canción remite a la forma caligramática, lo que le proporciona mayor dinamismo, extrañamiento y sentido lúdico.

»La asunción de roles equívocos por los distintos personajes es otro motivo de hilaridad. Como los síntomas de la enfermedad aparecen progresivamente avanzados, el zorro se olvida de cuál es su comida preferida y se desorienta tanto espacial como temporalmente. De ello se aprovechan las gallinas y las ovejas, tradicionales presas del animal, que se muestran felices al poder engañarlo y escapar a sus garras.

»La historia se llena de situaciones histriónicas, con gallinas que fingen ser perros para ahuyentar al zorro o con ovejas que lo engañan diciéndole que él es una de ellas y, por tanto, le gusta comer rosas espinosas. Las ilustraciones se alían perfectamente con el texto en una unidad de sentido muy lograda. Así las gallinas aparecen con dientes afilados dentro de sus picos.

»Ante estas situaciones disparatadas, el zorro abunda aún más en la distorsión de la realidad, pues en lugar de perseguir a las ovejas que se están burlando, se olvida de repente y les desea un buen día. Esta confusión de papeles contribuye a la sonrisa de los jóvenes lectores que van modificando su hipótesis de lectura ante la novedad de los síntomas que invaden al protagonista.

»Pero los rasgos de humor no solo aparecen en el texto y en las ilustraciones, sino que también se trasladan a los paratextos, concretamente a la numeración de las páginas, que siempre aparece acompañada por distintas siluetas de un zorro. Al inicio de la obra, la numeración sigue el orden habitual establecido y las siluetas presentan la figura de un animal erguido, dinámico que juguetea con los números.

»Sin embargo, a partir de la página 14 todo cambia y la numeración comienza a volverse desordenada coincidiendo con la llegada de los primeros síntomas de la enfermedad. De esta manera, se pasa de la página 14 a la 21, donde la silueta que siempre acompaña al número simula un zorro asustado a cuatro patas, como símbolo de que la enfermedad se acerca amenazante.

»El deterioro de la memoria, la desorientación y la pérdida de identidad se simbolizan en el desorden en la numeración de las páginas. Pasan de la 21 a la 13, de la 13 a 77 y de esta a la 2, donde la silueta del zorro ya es la de un anciano amparado por el andador que usa para mantenerse en pie y poder deambular por el bosque.

»Más tarde se pasará a la página 0 y de ahí a una página sin número, donde solo se representa la silueta de un zorro que huye corriendo. Este uso de los paratextos ayuda a representar la enfermedad y a la interacción con otro de los síntomas propios de la enfermedad, la acalculia o deterioro de la capacidad de cálculo matemático, a la vez que cumple con la función de entretener al lector entre la confusión y el divertimento por descubrir qué página va a encontrar cuando avance en la historia.

»Contrariamente a los cuentos tradicionales, la fórmula “érase una vez” no aparece al principio del relato, sino al final, a modo de conclusión, lo cual es un recurso lúdico más para subvertir la historia. Además, el hecho de traspasar dicha fórmula al final de la historia puede interpretarse como símbolo de una de las representaciones sociales dominante para describir la enfermedad de Alzheimer; concretamente en el marco “roles invertidos”, desde el que se describe la enfermedad como un proceso invertido al de la adquisición de capacidades físicas, psicológicas y sociales de la persona enferma (Van Gorp & Vercruysse, 2012).

»Es decir, dentro de este marco, se asocia la enfermedad con el regreso paulatino a la niñez, al inicio del ciclo vital, tal y como ocurre en este álbum que termina con la fórmula de inicio habitual de los cuentos tradicionales.

»En Al atardecer, obra seleccionada como contrapunto, destaca la importancia de la portada en el significado de este álbum. Nuevamente el intertexto aparece como recurso retórico en favor de la obra. En este caso la imagen de una anciana cortada verticalmente remite al cuadro Habitación de hotel de Hopper. A diferencia del álbum del zorro que se desarrolla en un paisaje exterior, abierto y rural, ahora las ubicaciones se circunscriben al ámbito privado. Las manos de la mujer, sobre la falda, remiten a una posición resignada, así como su cabeza agachada y su mirada perdida.

»Frente a los tonos luminosos del zorro y su grupo de animales, ahora nos encontramos con colores ocres y apagados, que connotan metafóricamente el atardecer, el otoño, las hojas caídas y el ocaso. Símbolos usados tradicionalmente como metáfora de la demencia.

»Los espacios abiertos y luminosos de la historia del zorro se tornan claustrofóbicos en el álbum Al atardecer. Así, por ejemplo, en la página 4 la mirada se dirige hacia los campanarios de la ciudad con clara inclinación desde dentro hacia fuera. A través de una claraboya se observan las tejas y un campanario, lo que sitúa a la protagonista recluida en un espacio interior abierto solo por un reducido arco.

»Los textos, muy breves, trazan las líneas espacio-temporales: el amanecer, la ciudad y, junto a ellos, la memoria en un collage fragmentario de periódico, revuelto y desordenado junto a un cuenco de garbanzos, símbolo de los recuerdos.

»Cuando la anciana sale al espacio exterior, tanto la imagen como el texto abundan, desde su minimalismo, en la soledad y la tristeza. Se suceden imágenes de claro simbolismo para representar el paso del tiempo, la espera y la pérdida de esos recuerdos que se definen “borrosos” con esta sola palabra y la imagen velada por las gotas de lluvia. La distorsión de la memoria se representa también tipográficamente en la palabra “distorsionados”, representada con un movimiento ondulatorio en la línea, de la misma manera que las imágenes de la espadaña y el campanario aparecen como si se balancearan.

»La imagen de la mesa del bar con tres sillas, con las que se simboliza la espera de los recuerdos, tiene también claros ecos de la obra de Hopper, al igual que la portada. Por otra parte, aparecen imágenes enmarcadas de los recuerdos de infancia, del padre, de la madre.

»Clara ruptura con la realidad la constituye la página 32, la más minimalista de la obra. En ella se representa la fractura de un vidrio como metáfora de la memoria. El texto, formado solo por dos palabras: “Señora Julia?”, alude claramente a la pérdida de contacto de la protagonista con su interlocutor.

»En las páginas 35 y 36, la tristeza se intensifica con tonos ocres, grises y negros. El diálogo entre padre e hijo preguntando por la abuela enferma finaliza con la expresión en la que el padre afirma que ella no se encuentra bien, puesto que “está llena de fantasmas”. A continuación se cierra el texto con la reflexión del niño que comprende que debe cuidarla.

»Estaríamos, pues, con este álbum y con el anterior ante dos obras que se inscriben en lo que se ha considerado “literatura de valores”. En este sentido, ambas obras concluyen con la idea de potenciar en los más pequeños la necesidad de cuidar a sus mayores. Sin embargo, como hemos visto, los recursos retóricos, icónicos, la narración y la puesta en escena de ambas obras son diametralmente opuestas.



»CONCLUSIONES

»La enfermedad de Alzheimer se presenta como el tipo de demencia con más altos niveles de prevalencia. Todo el mundo ha tenido o tiene una relación más o menos directa con esta enfermedad. Sin embargo, a las personas adultas les cuesta explicar determinados síntomas o comportamientos desajustados propios de esta demencia. En este sentido, el álbum ilustrado se plantea como una valiosa herramienta de ayuda para el adulto que trata de acercar la enfermedad al menor.

»Así, el álbum conduce la explicación del adulto a través de una historia plasmada en la interrelación del texto y la imagen. Al mismo tiempo la persona adulta estaría actuando como mediador entre la obra y el niño, pues también pudiera suceder que los menores encuentren algunas dificultades para entender ciertos recursos humorísticos empleados por algunas obras para abordar la temática de manera desdramatizada.

»El uso del humor en los álbumes que tratan la enfermedad de Alzheimer es muy reciente. Se inscribe en la corriente actual en la que todos los temas pueden ser nombrados en la literatura infantil, sin considerar como hace años que determinadas enfermedades eran temas tabú. De hecho, entre las funciones del humor se encuentra el servir como válvula de escape ante determinados temas complicados de abordar de manera seria por su devastadora o incomoda explicación, más si cabe cuando el receptor de la misma es un menor.

»Además, en este caso, desde lo humorístico se ayuda a humanizar la demencia con la parodia de los típicos estereotipos que la definen, lo que ayuda a ridiculizar la representación negativa de la enfermedad de Alzheimer que domina en la sociedad. El zorro que perdió la memoria es un claro ejemplo de álbum actual que usa el humor con fines, por un lado, de válvula de escape para los adultos que desean acercar la enfermedad a los menores y de defensa del miedo, por otro, hacia la población infantil que podría no comprender determinados síntomas o comportamientos propios de la demencia que nos ocupa.

»De hecho, desde los nuevos acercamientos de la Psicología se considera el humor una herramienta muy útil para reformular situaciones de incomprensión como puede ser la llegada a la familia de una enfermedad de este tipo.

»Desde esta perspectiva, el empleo de lo humorístico en el álbum del zorro se encuadra dentro de la teoría de liberación de tensiones, tanto para la población adulta como para la infantil. Sin embargo, desde la óptica de uso del humor en los códigos que componen este tipo de obras, texto e ilustración, la teoría de la incongruencia cobra gran relevancia. En El zorro que perdió la memoria abunda la incoherencia en los roles de los distintos personajes desde que aparece la enfermedad. Lo inesperado no solo aparece en el texto y en la imagen, también se traslada a los paratextos.

»Así, la desdramatización a través de lo incoherente juega un papel principal para el acercamiento del joven lector a una realidad muy estereotipada y, en ocasiones, difícil de comprender a edades tempranas. Sobre este razonamiento se apoya el uso de elementos de humor muy básicos en estos álbumes orientados a lectores infantiles. Las imágenes coloridas y alegres presentan personajes disparatados o situaciones ridículas ideales para provocar la risa de los más pequeños, mientras que el texto es rico en metáforas y tropos.

»Por otra parte, cabe señalar la presencia que los animales han tenido desde siempre en la literatura infantil, tanto en los cuentos tradicionales como en las fábulas, con un claro afán didáctico y moralizador. Han servido de vehículo transmisor de valores, aún más cuando se acompañaban de moraleja.

»En el caso del zorro, se trata de una fábula que remite a los humanos, aunque el zorro se presenta siempre como animal, sin reminiscencias antropomórficas en su representación física. Sin embargo, en cuanto a sus habilidades (pensar, recordar...) sí adquiere representación antropomórfica. Precisamente la última imagen es muy significativa: la postura fetal del zorro simboliza la vuelta a la infancia, a la inocencia. Mientras los ojos del protagonista aparecen cerrados, en posición de descanso y despreocupación, la mirada de los otros animales permanece pendiente de protegerlo. La metáfora visual remite a la protección del útero materno, formado en este caso por el cuerpo y el arropamiento amoroso de los animales amigos y de los jóvenes zorros.

»En esta línea se circunscribe una de las representaciones sociales del Alzheimer más usada en los álbumes ilustrados que versan sobre este tema y son dirigidos a la población infantil (Autor, 2016). Conocida como “La buena madre”, esta reformulación de la enfermedad apunta a que los seres humanos cuidamos los unos de los otros por naturaleza y esto incluye a las personas con demencia.

»Así, el cuidado del familiar enfermo se interpreta prácticamente como un deber moral que debe ser inculcado desde la infancia. El mensaje didáctico está claro: es la familia la protectora en estos casos. De igual manera, aunque de manera dramática, en Al atardecer, el protagonista recibe el mensaje de que debe cuidar a la abuela».



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