enero 23, 2015

«La difusión del conocimiento como instrumento educativo»


¿Y si pasamos a pensar en clave de difusión la distribución del mundo editorial que ahora sufre, cae y sostiene los embates de una transformación sin igual? Ya lo hacemos también ahora, con las publicaciones en papel. Difusión es una palabra que abarca ese aspecto de la distribución intangible que indefectiblemente debemos considerar, ya que además de objetos tangibles, los libros y todas las publicaciones contienen intangibles de ideas, sentimientos, etc. ¡Por algo los poderes persiguen y han perseguido a autores y libros!, ¿verdad? Si solo fueran papel o bitios, ¡a quién iban a molestar!... Bueno, y he escrito que «indefectiblemente» hemos de considerar el componente intangible del libro, pero quizá no está bien puesto el adverbio. Recuerdo que un editor muy culto, de una editorial de culto, contaba de otro colega, editor de best-sellers y forrado de millones con sus libros, que se jactaba de poder vender libros con las páginas en blanco.

El texto que puedes leer a continuación es un amplio extracto del artículo «La difusión del conocimiento como instrumento educativo», publicado recientemente en la Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social y escrito por Manuel Ramiro, editor de Medicina Interna de México en el Colegio de Medicina Interna de México. He omitido la parte de análisis del impacto de diversas revistas médicas y las referencia, que pueden leerse accediendo al texto a través del enlace anterior. Además del concepto de difusión para enfocar la labor de comercio y distribución, es iluminador que introduce en una perspectiva histórica.




Extracto de:

Manuel Ramiro: «La difusión del conocimiento como instrumento educativo»

Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social


«En 1543, Vesalio publicó su libro De humani corporis fabrica, punto de partida de la difusión del conocimiento científico. Si bien las cosas no surgen de la nada ni de manera espontánea, De humani corporis fabrica es el primer documento fundamentado en observaciones previamente comprobadas en múltiples ocasiones. La edición del libro fue cuidadosamente preparada a la usanza de la época y los grabados fueron realizados por grandes artistas (incluso se dice que pudo haber participado Tiziano), bajo la estrecha supervisión de Vesalio. La obra tuvo varias ediciones y con ella se desató una serie de estudios que condujeron al desarrollo del conocimiento anatómico.

»En 1812 se fundó el New England Journal of Medicine. En la celebración del segundo centenario se recordó cómo con la fundación de la revista se intentó iniciar “la edición de una publicación que permitiera el intercambio de experiencias entre los profesionales, en un ambiente ecuménico desligado de fines comerciales, con una disposición para la investigación y la reflexión”. A lo largo de su existencia, el New England ha conseguido con creces sus intenciones hasta posicionarse como una de las más importantes publicaciones periódicas que difunden el conocimiento y la ciencia.

»Como dato curioso, entre la edición de Vesalio y el número 1 del New England Journal of Medicine and Surgery, and the Collateral Branches of Science (antecedente del New England) transcurrieron 269 años; y entre el volumen 1 de esta y el volumen 366 del New England Journal of Medicine, 200 años.

»Poco después de la fundación del New England se fundaron otras revistas que han sido vitales en la difusión del conocimiento: The Lancet, en 1823; JAMA (Journal of American Medical Association), en 1843; y British Medical Journal, en 1857. En México no transcurrieron muchos años para que se iniciara la publicación de una revista médica con todas las formalidades y compromisos: Gaceta Médica de México apareció en 1864. Asimismo, la decana de las revistas francesas, Presse Médicale, apareció en 1893. Todas estas publicaciones surgieron con el compromiso de difundir el conocimiento entre quienes generaban o intentaban generar nuevas aportaciones, pero también con la responsabilidad de difundirlo entre quienes lo utilizaban o podrían hacerlo.

»Por su parte, el factor de impacto debutó a fines de la década de 1960 como un recurso para evaluar a las revistas; en la actualidad, es el mecanismo más empleado para calificar a los investigadores y para determinar el patrocinio o financiamiento de las investigaciones. Las publicaciones han adquirido un nuevo valor: el que le da el factor de impacto.

»Lo anterior ha trastocado el valor inicial de la difusión. La importancia de la aplicación de un texto ha pasado a segundo término y se resalta la lectura y la utilización entre los generadores del nuevo conocimiento, toda vez que el índice de impacto está asignado por el número de veces que es citada una revista dividido entre el número de artículos publicados por la misma revista. De ninguna manera es mi intención cuestionar la importancia del factor de impacto, sino destacar cómo este ha trasladado la importancia de los contenidos de las revistas: de quienes puedan nutrir su práctica con el uso de este conocimiento a quienes puedan citar un artículo. […]

»Una manera de visualizar a las revistas de difusión científi ca, probablemente la más importante y desde luego la más aceptada, es mediante su factor de impacto, pero otra, quizá también trascendental, es el acceso, la distribución y la lectura entre los “usuarios” del conocimiento, es decir, entre quienes utilizan el conocimiento y tienen necesidad y compromiso para acceder a él. Por ello es necesaria y conveniente la existencia de diferentes revistas, siempre y cuando sean elaboradas con seriedad y distribuidas entre quienes puedan utilizarlas adecuadamente.

»Algunos editores nos hemos cuestionado acerca de la conveniencia de que las grandes compañías editoriales acaparen la edición, distribución y manejo de las revistas, lo que desde luego encarece su producción, aunque parece facilitar su distribución. Al respecto, recientemente han aparecido algunas notas periodísticas que destacan la probable emergencia de un monopolio.»







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