abril 14, 2015

Marina Garone Gravier:«Calígrafos y Tipógrafos indígenas en laNueva España. Los indios impresores»



Marina Garone Gravier
«Calígrafos y Tipógrafos indígenas en la Nueva España»

Revista General de Información y Documentación (RGID), vol. 23, n.º 2, julio-diciembre de 2013

Revista General de Información y Documentación (RGID) | Universidad Complutense de Madrid | Facultad de Ciencias de la Documentación | Madrid | ESPAÑA







«Los indios impresores [nota 4]

»Además de la educación en lecto-escritura, los indios recibieron formación más específica en otras materias librescas: encuadernación [nota 5], impresión tipográfica y grabado [nota 6].

»Aunque en general tenemos información sobre la educación técnica y artesanal que se impartió en los colegios franciscanos [nota 7], también es posible encontrar referencias de otras órdenes religiosas: agustinos, jesuitas y dominicos. Respecto de los primeros, Hans Lenz comenta la iniciativa de la orden agustina para establecer un molino de papel al sur de la ciudad de México, con el que se procuraría proveer de aquel insumo a la orden para la producción de obras de adoctrinamiento (Lenz, 1990: 80-83). Por lo que toca a los jesuitas, en la carta del provincial Antonio de Mendoza al general de la orden jesuita Claudio Aquaviva (Tepotzotlán, 1585) entre otros pedidos se puede leer el siguiente:

»“También estará aquí muy bien una emprenta; y se podrá imprimir cualquier cosa, sin más costa que la del papel y tinta. Porque estos indios tienen estraño ingenio para todos estos oficios. Y no hay otro modo, para poderse imprimir el vocabulario otomí, y el flos sanctorum mexicano; porque costará los ojos de la cara; y hai muy poca salida dellos” (Zubillaga, 1958: 702-722).


»A pesar de estas expresiones los jesuitas no tendrían imprenta propia sino hasta el siglo XVIII cuando se establecería la del Colegio de San Ildefonso (1748-1767) [nota 8].

»Y finalmente, en relación con los dominicos podemos decir que el vocabulario en lenguas indígenas más explícito en cuanto al registro de términos vinculados con labores de imprenta es el diccionario zapoteco de fray Juan de Córdova, impresor en México por Ocharte y Ricardo en 1578.

»Aunque las menciones a las habilidades manuales de los indios en materia tipográfica son de principios del siglo XVII, deseamos traerlas a colación porque se refieren explícitamente al Colegio de Tlatelolco. En el prólogo del Sermonario en lengua mexicana, de fray Juan Bautista (México, Diego López Dávalos, 1606:prólogo) el autor nos informa que:

»“[...] Diego Adriano, natural de esta Ciudad de Tlatilulco, fue muy gran latino, y tan hábil que aprendió a componer, y componía en la Emprenta en qualquier lengua, tan bien y tan expeditamente como lo pudiere hacer qualquier Maestro por diestro que fuera en este Arte.”


»El fraile se refería al latín, al castellano y al náhuatl, aunque no hay que descartar que también se refiriera a alguna otra lengua indígena, por ejemplo el otomí. Más adelante Bautista da otros nombres:

»“[...] No me ha sido de menor importancia la ayuda y continua comunicación de Agustín de la Fuente, natural también de Santiago de Tlatilulco, y Maestro del Colegio de la Santa Cruz [...] El qual por desseo de ver impresso el Sermonario que escribió, ha aprendido a componer, y compone admirablemte, y assí va casi todo compuesto en la Emprenta por el: que no ha sido de poca ayuda, para que vaya bien correcto, que no lleva errata de importancia.”


»Mendieta comentaba respecto de los indios de aquel colegio franciscano que, aunque hubo oposición a que se enseñara latín a los indios [nota 9], esa formación era necesaria porque: “con estos colegiales latinos aprendieron su lengua perfectamente por arte los que bien la supieron, y con ayuda de ellos tradujeron en la misma lengua las doctrinas y tratados que han sido menester para enseñamiento de todos los indios, y los impresores con su ayuda los han impreso, que de otra manera no pudiera” (Mendieta, 1999: s/p).

»Esto mismo queda manifiesto en la Primera parte del sermonario, dominical, y sanctoral en lengua mexicana, de fray Juan de Mijangos (México, Juan de Alcázar, 1624:páginas preliminares sin numerar) donde puede leerse: “Gran parte deste [libro] compuso un oficial, que no sabía la lengua, por muerte del que lo comenzó a componer, y esta fue la ocasión de haber erratas”.

»El aprendizaje tipográfico de los indios también se puso de manifiesto en documentos inquisitoriales. En carta del impresor flamenco Cornelio Adrián César dirigida a los Inquisidores aproximadamente en 1602, además de denunciar los malos tratos que recibía por parte de fray Juan Bautista, guardián del Colegio de Tlatelolco, donde purgando su condena, expresa lo siguiente:

“[...] pretende [el guardián, dé] a entender y mostrar mi arte a los indios, para que de mi lo depriendan y sepan porque después de ellos sabido, y en cumplido el tenor de mi sentencia (siendo Dios servido) no podré ganar un pan con el dicho mi oficio, porque sabido de mi los dichos indios, no es de ningún provecho, y pues, V. S. siempre me ha hecho merced y caridad, no ser justo, siendo V. S. servido la reciba yo con tanto daño” [nota 10].


»Al parecer no solamente en el contexto monástico los indios tuvieron participación en las labores de imprenta. En una cédula sobre oficios vendibles del año 1582, se describe la producción de naipes en Nueva España y se indican los distintos rubros de producción y sus costos. En ella se precisa además el pago de 3 tomines por una gruesa de doce docenas de naipes para “los indios que los imprimen y engrudan” [nota 11].

»Asimismo se cuenta con la escritura de aprendizaje del indiezuelo Diego Alonso, natural del barrio de Santiago de Tlatelolco, de 14 años de edad, quien entra por aprendiz del oficio de impresor con el licenciado Juan Blanco de Alcázar, en 1626. El contrato se establece por tiempo de cuatro años durante los cuales se le iba a enseñar el oficio de imprimir, tirar, batir, componer y todo lo demás de este arte hasta que sea oficial y pueda trabajar en la parte y lugar que quisiere [nota 12].

»Sin embargo, a partir del primer tercio del siglo XVII comienza a verse una disminución de la participación de los hablantes locales en las labores de imprenta, perceptible por ejemplo en el aumento del tamaño de las fe de errata.



»Notas [en el texto precedente, extracto del artículo completo publicado por RGID]

»[4] Diversos autores han tratado en mayor o menor medida el tema de los indios impresores de México: Joaquín García Icazbalceta presenta algunas menciones en su Bibliografía mexicana del siglo XVI, México, FCE, 1954 y también Isabel Grañén Porrúa en “El ámbito socio-laboral de las imprentas novohispanas” en Anuario de Estudios Americanos, XLVII, 1991; finalmente Nora Jiménez Hernández da interesantes referencias en Marina Mantilla Trolle y Nora Jiménez Hernández (coords.), Colección de Lenguas Indígenas. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola, Guadalajara, Universidad de Guadalajara-Colegio de Michoacán, 2007, 394 pp.

»[5] En cuanto a la encuadernación, sabemos por el inventario de 1584 del Colegio de Tlatelolco que allí se encontraban diversos instrumentos que nos permiten pensar que también en esta materia los indígenas auxiliaron a los frailes. El inventario de entrega de los bienes del Colegio de Tlatelolco a Diego Ruiz, su nuevo mayordomo, estaba firmado por los padres Molina y Sahagún. Los instrumentos eran: una cuchilla grande, dos prensas de madera, un martillo de aplanar grande de hierro, un cepillo de hierro, dos punzones de hierro, un punzón de golpe, una gubia, dos pares de tijeras pequeñas, tres cosedores, un compás, una caja de cuchillos carniceros, un cepillo de madera, unas tijeras de zapatero, un martillo de hierro pequeño, tres hierros para pintar la encuadernación, una sierra y una piedra de batir. En García Icazbalceta, Joaquín, Nueva Colección de Documentos para la Historia de México. V. Códice Mendieta, México 1899.

»[6] El grabado en el contexto de la edición en lenguas indígenas no será tratado en este ensayo, sin embargo, cabe mencionar que hemos desarrollado este tema en: “La imagen en las ediciones novohispanas en lenguas indígenas (siglos XVI-XIX)”, propuesta para el III Encuentro de la Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística A.C., octubre 2008.

»[7] Por lo que se refiere específicamente al papel de los franciscanos y en particular, del obispo fray Juan de Zumárraga, para la venida de la imprenta al Nuevo Mundo ver Román Zulaica Gárate en Los Franciscanos y la imprenta en México en el siglo XVI, México, UNAMIIB, 1991, 373 pp.

»[8] Sobre la historia de esta imprenta mexicana recomiendo ver: Martha Ellen Whittaker, Jesuit Printing in Bourbon Mexico City: The Press of the Colegio de San Ildefonso, 1748-1767, University of Berkeley, California, 1998, tesis doctoral.

»[9] Jerónimo López escribió al Emperador que el haber enseñado a leer y escribir a los indios “había sido muy dañoso como el diablo” (20 de octubre de 1541). En José Toribio Medina, Historia de la imprenta en los antiguos dominios españoles de América y Oceanía, Tomo I, prólogo de Guillermo Feliu Cruz; complemento bibliográfico de José Zamudio Z. Disponible en línea.

»[10] La carta no está fechada, pero posiblemente fue escrita en 1602. Archivo General de la Nación, Inquisición, tomos 65, núm. 5, 252 A.5, 236 A.18.

»[11] Documento consultado en Archivo Histórico Nacional de España: Diversos-colecciones 25, N. 56.

»[12] México 1626/11/20 Archivo de Notarías de la Ciudad de México, Notario Juan Pérez de Rivera, libro 3362 bis I, f. 3709-370v. En los dos primeros años del aprendizaje, el impresor se comprometía a darle cada mes un peso y medio y en los dos años restantes, dos pesos mensuales. Asimismo debía garantizarle la comida, y el vestido y tenerlo en su casa. Además debía pagarle lo que solía ganar un oficial.



»Fuentes de consulta [citadas en el texto precedente, extracto del artículo completo publicado por RGID]

»LENZ, Hans (1990). Historia del papel en México y cosas relacionadas (1525-1950). México: Miguel Ángel Porrúa, pp. 80-83.

»MENDIETA, Jerónimo de 1999. Historia eclesiástica indiana; Joaquín García Icazbalceta (ed.). Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (Edición digital a partir de la edición de Joaquín García Icazbalceta, México: Antigua Librería, 1870). Libro cuarto, Capítulo XV. De la fundación del Colegio de Santa Cruz, que se edificó en la ciudad de México para enseñar a los indios en todo ejercicio de letras [Consulta realizada el 15 de octubre de 2008].

»ZUBILLAGA, Félix (1958). Monumenta Mexicana, Roma, vol. V, Documento 213, pp. 702-722.»






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