febrero 03, 2015

La novela cumbre de Mariano Azuela, Los de abajo, recupera el texto de 1920


«Hacia 1920, Azuela refinó el lenguaje de la novela para que sus personajes hablaran como lo que eran: campesinos, gente rural, “incluso más allá de las normas elementales de la gramática. Y con esto digo que su noción de realismo fue hasta ese punto del cuidado lingüístico”, afirma Víctor Díaz Arciniega.»


«El FCE lanzará una nueva edición de la novela cumbre de Mariano Azuela, en la que se recupera el texto de 1920, revisado y corregido por el autor, se mantiene la puntuación hecha en 1958 por el poeta Alí Chumacero y se incorpora un estudio crítico del investigador Víctor Díaz Arciniega, quien estuvo a cargo de la recuperación de este clásico.»



«A Mariano Azuela (1873-1952) le decían “El médico de la hilacha”. Ese mote lo consiguió porque sólo atendía a gente pobre, la misma que lo hizo participar en la lucha armada en 1914, de la que extrajo las imágenes para escribir su famosa novela Los de abajo, historia que confeccionó hace cien años al calor de los hechos, a vuela pluma, mientras atendía enfermos en el frente de batalla.

»Ahora, el Fondo de Cultura Económica (FCE) prepara una sorpresa para celebrar el centenario de esta novela, que Carlos Fuentes definió como “texto ambiguo e inquietante que nada en las aguas de muchos géneros”, con la aparición de su versión definitiva a partir del rescate hecho por el estudioso Víctor Díaz Arciniega, quien recuperó la edición de 1920, revisada y corregida por el propio Azuela.

»El motivo no es ocioso, pues, a lo largo de ocho décadas, Los de abajo se ha llenado de adhesiones y erratas de editores y correctores, así como el “adecentamiento” en el habla de sus personajes, sin dejar de lado que es una de las dos obras emblemáticas del sello paraestatal, junto con El laberinto de la soledad, de Octavio Paz.

»Recuperar la edición de 1920 fue el primer paso, dice a Excélsior Díaz Arciniega, dado que su tiraje fue de apenas unos 100 ejemplares en aquella época. Luego decidió mantener la puntuación hecha por el poeta y editor Alí Chumacero en la edición de 1958 y, por último, se dedicó a trazar una introducción o estudio crítico que la desmitifica.

»La nueva versión se difundirá en dos formatos: un libro rústico para el público en general y otro de gran formato, que además incluirá la versión publicada por El Universal Ilustrado en 1925, con el estudio crítico y las anotaciones del investigador y profesor de la UAM Azcapotzalco.

»[...]


»El Paso del Norte

»Los de abajo ocurre entre la segunda mitad de 1914 y los primeros días de 1915 y lo que Azuela hizo fue registrar una experiencia vital e íntima, explica Arciniega. En aquel tiempo Azuela llegó a Chihuahua con prácticamente dos terceras partes de la novela escrita.

»Ahí se la presentó a algunos amigos, entre ellos al coronel Caloca, uno de los protagonistas, y lo hizo en un acto informal. Y justo ese mismo día conoció a una persona cercana al editor del diario El Paso del Norte, de Texas.

»Como la situación en Chihuahua era muy inestable, Azuela se movió a Ciudad Juárez y luego brincó a El Paso, donde estuvo el resto del año. En ese lapso, Los de abajo empezó a publicarse de forma bisemanal en El Paso del Norte.

»Casi de inmediato, en 1915, como una forma de pago, el periódico hizo un tiraje en formato de libro con las mismas cajas tipográficas, donde Azuela pudo hacer pequeñas correcciones a la versión periodística. Pero, como la edición no fue atractiva y los tiempos eran turbulentos, ésta pasó inadvertida.

»Hacia 1916 llegó a la Ciudad de México, donde se instaló para escribir sus siguientes novelas. Dos años después, Azuela retomó Los de abajo y con una mirada crítica y mucha frialdad: la afinó, la pulió y le eliminó esos pasajes innecesarios, explica el académico e investigador. “Podríamos decir que hizo una depuración de estilo, porque no hizo cambios en la estructura, pero redondeó su propuesta”.

»Y, hacia 1920, Azuela refinó el lenguaje de la novela para que sus personajes hablaran como lo que eran: campesinos, gente rural, “incluso más allá de las normas elementales de la gramática. Y con esto digo que su noción de realismo fue hasta ese punto del cuidado lingüístico”, afirma.


»Los errores

»Aquella versión de 1920 tampoco circuló ni tuvo la resonancia que el propio Azuela esperaba. Así que quedó en el olvido.

»Cinco años después, El Universal Ilustrado volvió a publicar una serie de entregas de la misma novela. Pero, al hacerlo, empezó una serie de cambios visibles, reconoce Díaz Arciniega.

»De entrada, hubo dos cambios significativos: dos segmentos de la novela se fusionaron y una serie de errores y “adecentamientos” en el lenguaje de los personajes.

»“Ahí empezaron los errores y un proceso de ‘adecentamiento’ en el habla de los personajes, pues se quiso hacer que los campesinos no hablaran como campesinos, por lo que se modificaron sus palabras.

»“Por ejemplo, la palabra ‘usté’, fue cambiada por ‘usted’, y se suprimieron palabras como ‘haiga’ o ‘güebos’, pese a que así lo dice el personaje, que es una campesina rural muy pobre, refiriéndose a los blanquillos”.

»Con el tiempo, esta suma de correcciones y errores tipográfcos se enquistaron en la novela, asegura, hasta que llegó al Fondo de Cultura Económica, donde también recibió una limpia.

»“El FCE también le añadió nuevas correcciones, depuraron su lenguaje y, aún en la edición de 1958, para la obra completa de Azuela, que por décadas fue considerada la definitiva… también hay muchos errores.

»“La gente ha querido ver la edición de 1958 como la definitiva, pero yo creo que no lo es”, asegura el investigador y crítico. “Se lo dije a los funcionarios del FCE: yo no la tomo como la edición de referencia y ya les mostré ejemplos y diferencias entre la versión de 1910 y la del 58”.

»Sobre qué otros errores ha encontrado, dice que “muchos errores son de carácter léxico. Por ejemplo, dentro del ‘adecentamiento’ quitaron ‘aquí nomás anda’, por ‘aquí nomás’, ‘aliviao’ por ‘aliviado’, ‘pos quen’ por ‘pos quien’, ‘quiesque’ por ‘quesque’, entre muchos otros ejemplos.

»Respecto a por qué decidió conservar la puntuación de la edición de 1958, narra: “Aquí debo hacer un señalamiento: podría garantizar que Alí Chumacero leyó con lupa la puntuación en Los de abajo, porque es impecable e irreprochablemente precisa. Su puntuación es admirabilísima, así que la respeté cabalmente”, reconoce.

»“Así que esta edición recuperará la edición de 1920 y conservará la puntuación de 1958. Con esto queremos conservar lo mejor de Azuela y darle la mayor de las luces a la novela. En sustancia no cambia la novela, pero el lector va a tener la posibilidad de escuchar el lenguaje original. Ésta es la versión que ofrezco y que ya está en prensa”, asegura.

»Dentro del estudio crítico que escribirá el propio Arciniega, ilustrará un detalle casi imperceptible de la historia: “ilustrar que Azuela construyó sus personajes no sólo a partir del habla popular que los caracteriza, sino que recreó sus referentes culturales mediante la invocación de poemas y canciones”.

»Ahora, el investigador sólo espera la publicación de la novela y adelanta que, a mediados de noviembre próximo, viajará al Colegio de San Luis Potosí, donde impartirá una conferencia sobre el centenario de Los de abajo y presentará al público el proceso de este rescate.


»¿Quién fue?

»Mariano Azuela nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1 de enero de 1873. Incursionó en el cuento, el ensayo crítico, la biografía y el teatro. En 1899 se recibió de médico en Guadalajara y poco después publicó María Luisa (1907), Los fracasados (1908) y Mala yerba (1909).

»Simpatizante con las causas revolucionarias, a la muerte de Madero se incorporó a las fuerzas villistas de Julián Medina, donde recogió testimonios que trasladaría a Los de abajo.

»Entre sus novelas destacan La malhora (1923), El desquite (1925) y La luciérnaga (1932). En 1942 recibió el Premio Nacional de Literatura, siete años después el Premio Nacional de Artes y Ciencias, además fue miembro fundador de El Colegio Nacional en 1943 y, a su muerte, el 1 de marzo de 1952, fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres.»


Excelsior, Juan Carlos Talavera






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