marzo 01, 2016

«Integridad: Un Modelo Positivo Que Incorpora Fenómenos Normativos de Moral, Ética y Legalidad - Abreviado (Integrity: A Positive Model that Incorporates the Normative Phenomena of Morality, Ethics, and Legality - Abridged)»



Werner Erhard, Michael C. Jensen and Steve Zaffron
«Integridad: Un Modelo Positivo Que Incorpora Fenómenos Normativos de Moral, Ética y Legalidad - Abreviado (Integrity: A Positive Model that Incorporates the Normative Phenomena of Morality, Ethics, and Legality - Abridged)»

Harvard Business School NOM Unit Working Paper No. 10-061
Barbados Group Working Paper No. 10-01
Simon School Working Paper No. 10-07


Extracto de páginas 24 a 29 del artículo en PDF




«En la Enciclopedia Stanford de Filosofía, Cox, La Caze y Levine (2005) se señala que “la integridad es fundamentalmente una relación formal con uno mismo”. Este es un tema importante que pasa por el discurso filosófico sobre la integridad, y se relaciona con la integridad caracterizada como “ser entero y completo como persona”.

»Mientras que en el discurso cotidiano, podríamos decir que una persona se identifica con su cuerpo, en un examen más aproximado no es con su cuerpo per se con el que se identifican, esto es, no es con su cuerpo per se, por lo que son para sí mismos. Más bien es lo que dicen ellos mismos y los otros acerca de su cuerpo, la interpretación acerca de su cuerpo, con la que se identifican.

»Por ejemplo, dos personas diferentes pierden ambas piernas. Una de las dos se dice a sí misma: “Yo soy menos que una persona”, y como resultado puede contemplar el suicidio, o tal vez sufrir una depresión. La otra de las dos se dice a sí misma “He perdido mis piernas, pero yo no soy menos persona”, y como resultado va a vivir una vida productiva y plena, y lo hace a pesar de tener un cuerpo afectado. Es con lo que digo, es decir, mi palabra, con lo que me identifico, en lugar de con mi cuerpo per se.

»En efecto, por enfatizar este punto, nunca es el propio cuerpo per se lo que uno es para sí mismo; más bien, es lo que se dice sobre su propio cuerpo – algunos juicios, evaluaciones, por ejemplo, el orgullo o la vergüenza por su cuerpo con lo que uno se identifica. Esto aclara por qué en la sección [2.C.I] hemos hecho la distinción entre la integridad de una persona y la integridad del cuerpo de esa persona.

»Como hemos dicho, al menos a efectos de integridad, tratamos el cuerpo de una persona como un objeto o sistema, y distinguimos el cuerpo de una persona de la persona misma. La integridad del cuerpo de una persona tiene que ver con la la totalidad y la completitud del cuerpo de esa persona. La integridad de una persona tiene que ver con la totalidad y la completitud de la palabra de esa persona.

»Del mismo modo, algunos de nosotros pensamos que somos nuestros sentimientos, es decir, nos identificamos con nuestros sentimientos. Sin embargo, un examen más profundo de nosotros mismos pone de manifiesto que no son nuestros sentimientos per se (lo que está sucediendo en nuestro cerebro y sistema endocrino, e incluso las sensaciones resultantes o sentimientos acerca de lo que nos damos cuenta) lo que somos para nosotros mismos. Más bien es lo que digo sentir, y lo que digo acerca de lo que estoy sintiendo (es decir, mi interpretación de las sensaciones y los sentimientos) lo que yo soy para mí mismo.

»Si usted experimenta una emoción, digamos de fastidio, que se interpreta como inadecuada para las circunstancias en que se encuentra, con incredulidad usted podría decir: “¿Por qué me siento fastidiado?” En su cuestionamiento de la pertinencia de la sensación, ha identificado su yo con lo que dice sobre su sensación (su interpretación de la sensación), no con la sensación misma. Por otro lado, si usted experimenta fastidio que interpreta en su caso como adecuado a las circunstancias, con certeza usted podría decir: “¡Estoy fastidiado!”. En su conclusión sobre lo adecuado de la sensación, nuevamente, usted se ha identificado a sí mismo con lo que dice acerca de su sensación (su interpretación), no con la propia sensación. Por otra parte, a menos que se sea de alguna manera deficiente mental, se actúa en consonancia con la propia interpretación, en lugar de actuar en consonancia con la emoción en sí misma.

»Por último, algunos podrían argumentar que nos identificamos con nuestro pensamiento. Si prestamos atención a nuestro proceso de pensamiento, es evidente que tenemos distintas formas de pensar.

»En una forma de pensar, una buena parte de nuestros pensamientos son los pensamientos que acabamos de tener. Esto es, muchos pensamientos apenas parecen entrar en la mente de cualquier manera. De hecho, a veces rechazamos lo pensado sólo por ser inexacto o inadecuado para la situación, en lugar de identificarse con ella. Una vez más, al igual que con las emociones que experimentamos, es nuestra interpretación de los pensamientos que tenemos -es decir, lo que nos decimos a nosotros mismos acerca de los pensamientos- con lo que nos identificamos.

»Otra forma de pensar es cuando generamos pensamientos deliberadamente, cuando somos el pensamiento en lugar de tener pensamientos. Esto incluye cuando pensamos creativamente; comúnmente llamamos a eso “tener una nueva idea acerca de algo”. En este pensamiento creativo, nos estamos hablando a nosotros mismos acerca de algo ─en palabras o símbolos o imágenes. También vamos a hablar con nosotros acerca de nuestra nueva idea─ es decir, lo que dijimos cuando estábamos pensando creativamente. En ese hablarnos a nosotros mismos acerca de nuestra nueva idea, rechazamos ciertas declaraciones que hicimos sobre la nueva idea, modificamos otras y, sin embargo, aceptamos otras. Ya se trate de lo que nos decimos a nosotros mismos en la formulación de la idea original, o lo que nos decimos a nosotros mismos acerca de la idea original, es con lo que nos decimos a nosotros mismos con lo que nos identificamos.

»Por supuesto que todos hemos vivido situaciones en las que más tarde se descubre que lo que se dijo en nuestra interpretación, de hecho, era erróneo o inadecuado para la situación. Sin embargo, exacto o inexacto, es con lo que decimos en nuestras interpretaciones con lo que nos identificamos en el momento. Y, esto incluye cuando se descubre un error en una declaración anterior de la interpretación que lleva a una nueva interpretación.

»Ser una persona con integridad comienza con mi palabra a mí mismo de que soy una persona con integridad. Si intento empezar con mi palabra a los demás para ser una persona con integridad, sin haberme dado la palabra a mí mismo como persona con integridad, es casi seguro que no seré una persona con integridad. Una vez que me he dado la palabra a mí mismo, de que soy una persona con integridad, es más probable que tenga oportunidades para actuar con integridad respecto a mi palabra con los demás.

»(Además, uno es probable que actúe con más precaución y cuidado al dar la propia palabra a los demás.) Si en este proceso uno no practica con integridad el trato de su propia palabra consigo mismo, uno dejará de ser una persona con integridad. En última instancia, cuando la palabra dada a uno mismo es entera, completa, intacta, irreprochable, sólida, en perfectas condiciones, sirve como base sobre la cual es probable hacer frente a la palabra dada a los demás con integridad.

»Al final se está cumpliendo lo que me digo a mí mismo cuando digo que soy una persona con integridad, lo que es el principio y el fin de ser una persona con integridad.

»Al dar nuestra palabra a los demás, uno podría pensar que sería obvio para nosotros que nos hayamos dado nuestra palabra (aunque más tarde se argumentará que para la mayoría de la gente, incluso al dar su palabra a los demás a menudo no saben que han dado su palabra). Al mismo tiempo, cuando nos damos nuestra palabra a nosotros mismos, rara vez reconocemos que nos hayamos dado nuestra palabra.

»Para ver un ejemplo de este fallo, piénsese en las ocasiones en que aparece la cuestión de la autodisciplina, y la facilidad con la que a menudo se la desestima ─ por supuesto, siempre “. sólo por esta vez”. En tales casos de auto-disciplina, no somos capaces de reconocer que no estamos cumpliendo nuestra palabra con nosotros mismos, y, que al hacerlo, estamos socavando nuestra integridad como persona.

»Como hemos dicho, la integridad de una persona es una cuestión de la palabra de esa persona, nada más y nada menos, y la palabra dada a uno mismo es una parte crítica de la propia palabra. Al no ser serios cuando nos damos nuestra palabra a nosotros mismos, perdemos la oportunidad de mantener nuestra integridad cumpliendo con nosotros mismos nuestra palabra. Tomamos las conversaciones que tenemos con nosotros mismos como simples “pensamientos”. Y cuando en esas conversaciones damos nuestra palabra, dando nuestra palabra nos encontramos como pensando más justo, en lugar de comprometernos (habiendo dado nuestra palabra) con nosotros mismos. Por ejemplo, pensando conmigo que mañana haré ejercicio. Pero, cuando llega mañana, o simplemente me he olvidado de mi palabra conmigo, o si la recuerdo, me cuesta poco desestimar mi palabra como nada más que un pensamiento (una buena idea) que tuve ayer. El coste de no tratar con integridad tu palabra contigo mismo es que cada vez te resultas menos convincente como persona, y al encontrar menos poder en ti, usarás la fuerza para tratar con el mundo (engaño, ira, autoritarismo, subterfugios, injusticia, manipulación autodefensiva, y similares ─o en el otro extremo del espectro, pero al cabo una cuestión de fuerza, el victimismo, la impotencia y similares).

»Un aspecto importante de mi palabra a mí mismo es mi palabra a los demás. Por ejemplo, cuando doy mi palabra a alguien para encontrarme con él mañana en algún momento, en efecto, también me he dado mi palabra a mí mismo de estar allí mañana, a la hora y en el lugar. Del mismo modo que doy mi palabra a los demás en cualquier momento, también me estoy dando la palabra a mí mismo para hacer buena esa palabra.

»Si sostengo ser una persona íntegra y no cumplo mi palabra conmigo mismo, es muy poco probable que sea capaz de actuar con integridad con los demás.

»La mayoría de nosotros sostenemos ser un “hombre con integridad” o una “mujer con integridad”, pero si no tratamos la palabra dada a uno mismo como una cuestión de integridad, ser una persona con integridad, simplemente no es posible. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros los seres humanos creemos que somos personas íntegras, pero como Chris Argyris concluye después de 40 años de estudio de los seres humanos, éstos siempre actúan de modo incompatible con su visión de ellos mismos. Más concretamente, y dicho en el lenguaje de nuestro modelo, siempre sostenemos ser personas con integridad, pero no cumplimos nuestra palabra con nosotros mismos, y además somos ciegos a esa contradicción.

»Volviendo a lo dicho acerca del discurso filosófico de la relación de la integridad con ser entero y completo como persona ─”Integridad como integración del yo”, “calidad de carácter”, “incorruptible”, “manifestar integridad durante toda la vida “,” mantenimiento de la identidad “─ en la palabra dada a uno mismo se puede decir que lo central es ser personalmente entero y completo. Cuando no soy serio con mi palabra a mí mismo, aparecerán constantemente problemas diversos y dificultades en mi vida, cuya fuente real la oscurecen las diversas explicaciones y justificaciones. Por otra parte, aparecerás ante los demás variablemente como inconsistente, desenfocado, disperso, poco responsable, poco digno de confianza, imprevisible y, en general insatisfecho como persona.

»En conclusión, cumplir su palabra consigo mismo proporciona una base sólida para la autodisciplina. Cuando se presenta ante usted una ocasión para ejercer la auto-disciplina como ocasión para cumplir su palabra consigo mismo, y la ve como una vía para mantenerse entero y completo como persona, se habilita para tratar la cuestión con integridad.»






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