marzo 29, 2016

«Ensayo de un estudio del papel en el taller salmantino de Juan de Cánova a través de algunos ejemplares existentes en la Biblioteca Histórica [Marqués de Valdecilla] de la Universidad Complutense de Madrid»



Isabel Cristina Díez Ménguez
«Ensayo de un estudio del papel en el taller salmantino de Juan de Cánova a través de algunos ejemplares existentes en la Biblioteca Histórica [Marqués de Valdecilla] de la Universidad Complutense de Madrid»

Pecia Complutense. Boletín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, año 13, n.º 24, 2016

Pecia Complutense. Boletín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid | ESPAÑA


Extracto de páginas 17-18 del artículo en PDF




«Podemos decir que la variedad de distintos papeles es la característica predominante que hallamos en los ejemplares impresos por Juan de Cánova en Salamanca, conservados en la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”. Dicha variedad se hace extensible a la de otros impresores salmantinos como Andrea y Domingo de Portonaris o Ildefonsi á Neyla en la segunda mitad del siglo XVI, en los que la filigrana predominante es la de la mano.

»Es significativo que, aunque Juan de Cánova va incorporando paulatinamente un papel de mayor calidad, en cualquiera de las etapas se reconoce siempre la presencia de un papel defectuoso y áspero al tacto, de carácter autóctono. Éste aparece intercalado en muchas ocasiones entre otros cuadernos de calidad superior, como es el caso de la edición de De exequendis mandatis Regum Hispaniae,… de Avendaño (1564), que se volvió a imprimir en Salamanca diez años más tarde junto con una segunda parte. Ambas ediciones, la de 1564 y 1554 [BH DER 2802], comparten el mismo tipo de papel tosco en el primer cuaderno introductorio y a partir del cuaderno E.

»La variedad de papeles se debe a la diversa procedencia de los mismos y al desarrollo en puntos de venta estratégicos de un mercado papelero muy dinámico. Tanto el papel francés como el italiano tuvieron una gran difusión en España. El papel francés podía comprarse en el gran mercado de Lyon o bien en los mercados o Ferias de Medina del Campo y Medina de Rioseco hasta donde se hacía llegar para su posterior distribución al resto de la Península.

»La filigrana de la mano fue la más extendida, numerosa y con mayor variedad de formas. Aunque su origen fue italiano, especialmente del Piamonte y Génova según Briquet, se difundió por toda Europa muy rápidamente debido al prestigio que alcanzó y, posteriormente, llegó a ser imitada en diversos lugares. Juan de Cánova se valió de este papel de la filigrana de la mano importado posiblemente de Auvernia (Francia) en el Libro de Horas impreso en 1565, y seguramente de Génova (Italia) en Historia de Thucydides, impreso un año antes.

»Por otro lado, se puede decir que el aspecto blanquecino y suave del papel, junto con la presencia de un número elevado de puntizones (más de 23 en 20 mm) es el detonante de un papel de buena calidad (Libro de Horas), pero no así la presencia de filigranas mal diseñadas (Valls, 1980, p. 151). Por el contrario, se puede dar el caso de papeles defectuosos pero con una filigrana muy bien elaborada, o de papeles que carecen de la misma para ocultar el molino en el que se ha fabricado un papel de aspecto descuidado e irregular. Normalmente éste es de procedencia autóctona.

»Un ejemplo de la gran extensión que alcanzó la filigrana de la mano se encuentra In tres libros Aristotelis De anima commentarij de Miguel de Palacio, impreso en 1557, en el que se incluye una gran diversidad de filigranas con diferentes suertes de motivos y formatos, que hace casi imposible encontrar la misma filigrana repetida en un mismo ejemplar.

»La filigrana de la mano, por tanto, tiene una procedencia no solo extranjera – de Génova y Auvernia- sino también autóctona. Averiguar la procedencia del papel usado por Juan de Cánova en su taller salmantino es complicado y necesita de un estudio más profundo. Pues, si bien es verdad que Salamanca no tuvo molino papelero a lo largo del siglo XVI, se hizo con un papel que distribuía El Escorial y que se fabricaba con trapos de las provincias cercanas. Sería necesario, no obstante, para sacar conclusiones más precisas, extender el estudio del papel salmantino a otros impresores y especialmente a documentos de archivo, así como a las provincias cercanas que disponían de molinos papeleros.»






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