Alejandra Hurtado Tarazona
«Más allá de la independencia: editoriales anarquistas colombianas como formaciones culturales y medios alternativos radicales»
Análisis, vol. 51, n.º 95 (2019)
Análisis. Revista colombiana de humanidades | Universidad Santo Tomás (USTA) (@USTA_COLOMBIA) | Bogotá | COLOMBIA
Se incluye a continuación un extracto seleccionado de las páginas 365, 369 y 380 a 386 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la ubicación original.
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«Resumen
»Este artículo es una reflexión teórica en torno a la categoría de independencia
editorial, a partir del análisis de tres editoriales anarquistas colombianas: Pie de
Monte Editorial, Imprenta Comunera y Gato Negro; y su papel dentro de un
contexto en el que impera la concentración del mercado en grandes conglomerados
transnacionales.
»El objetivo principal es ver cómo, dado que la noción de
“independencia” está en constante cambio y engloba en sí proyectos heterogéneos,
herramientas teóricas tales como el concepto de formaciones culturales de
Raymond Williams, y, en este caso particular, los medios alternativos radicales
de John Downing y Chris Atton son precisos para pasar de una visión simplista
y estática del campo editorial (independiente-comercial) a analizar las prácticas
de proyectos específicos más allá de dichas categorías, pues estos conceptos permiten
estudiar las prácticas culturales desde su dinamismo e interconexión con
otros procesos sociales. A partir de este enfoque analítico, se concluye que los
proyectos anarquistas estudiados ofrecen alternativas a las dinámicas capitalistas
neoliberales de las editoriales dominantes, a partir de un modelo de autogestión
que apunta hacia un quehacer editorial relacionado con la idea de los comunes
(commons).
[...]
»Introducción
»En el nuevo milenio también aquí ha nacido una gran cantidad
de editoriales independientes, algunas ya posicionadas con un catálogo sólido
como Babel, Común Presencia, El Áncora, La Carreta, Diente de León, Ícono,
y otras más jóvenes, pero no menos activas y propositivas, como La Iguana
Ciega, La Silueta, Sudakuir Editorial, Himpar editores, Chiquitico, Milserifas,
Mo Ediciones, Ruge, Animal Extinto, Cardumen, La Jaula Publicaciones, Caín
Express, entre muchas otras.
»Martín Gómez, especialista en edición, en su artículo
“La independencia en la edición colombiana: ¿una fuente de valor añadido
o un simple eslogan?”, señala que las editoriales más jóvenes tienen poco definidas
sus líneas editoriales y que no publican con la constancia necesaria para
posicionarse como marca, y amenazan su viabilidad y sostenibilidad (Gómez,
2014, p. 19). No obstante, aquí veremos cómo algunos de estos proyectos están
motivados por principios muy diferentes a los de trabajar por una marca
competitiva dentro del mercado, como los casos que aquí estudiaremos: Pie de
Monte Editorial, Imprenta Comunera y Gato Negro.
»Algunas de las editoriales mencionadas anteriormente cuestionan el calificativo
“independiente”, dado que este homogeniza una gran cantidad de iniciativas con
principios diferentes, y se autodenominan alternativas, autogestivas, autónomas,
emergentes o anárquicas, lo cual señala un enfoque particular y unas lógicas
específicas de cada una. Pero, ¿a qué nos referimos al hablar de independencia?
»Son muchos los debates que se han dado alrededor de esta categoría, evidenciando
que, en la medida en que las discusiones sigan moviéndose en términos
antinómicos de independiente vs. comercial no habrá herramientas para llegar
a análisis más profundos y contundentes de esta cuestión y, sobre todo, que esta
categoría ha sido manipulada de tantas formas, que ha perdido gran parte de
su sentido.
[...]
»Formaciones emergentes y medios alternativos radicales
[...]
»En pocas palabras, lo dominante es lo hegemónico; lo residual se define como
experiencias que no pueden ser articuladas en términos de la cultura dominante,
pero vienen del pasado, aunque son elementos efectivos del presente (por
ejemplo, una lengua indígena, pues no hace parte de lo dominante, pero vive
en el presente como remanente del pasado); finalmente, lo emergente se define
como la continua creación de nuevos significados, prácticas, relaciones y valores
que no están cooptados por lo dominante, y por lo tanto tiene el potencial de
transformar y reivindicar a partir de este espacio de significación (Williams, 2000,
p. 143). Respecto a esto, las editoriales que estudiamos son emergentes porque
escapan de los órdenes culturales dominantes, y fueron creadas en el siglo XXI
a partir de una resignificación de lo editorial y el libro en tanto objeto cultural,
para reivindicar otro tipo modo de relación con el mundo, desde la autonomía.
»Dentro de lo emergente hay manifestaciones alternativas y oposicionales. Lo
alternativo, nuevas formas o adaptaciones de forma que difieren, pero son
reconocidas por lo dominante, no necesariamente es oposicional, esto último
implica que no puede ser articulado dentro de una narrativa hegemónica; esto
se corresponde, en gran medida, con los conceptos de alternativo y radical que
veremos a continuación. Las editoriales anarquistas son claramente oposicionales,
dado que su concepción del quehacer editorial es totalmente opuesta a
la dominante, desde los contenidos que publican como el modo de producir y
gestionar los libros; el anarquismo no está de ninguna manera articulado con
las narrativas actuales del capitalismo neoliberal y las grandes empresas editoriales
que buscan constantemente figuras de autores estrella que se conviertan
en grandes vendedores, campañas publicitarias efectivas y distribución de sus
libros en grandes superficies.
»Dicho esto, abordamos las teorías de John Downing y Chris Atton, dos teóricos
que han estudiado medios en los que, a diferencia de los mainstream, prima la
importancia de los movimientos sociales y lo comunitario. Downing, en su
texto Medios radicales: comunicación rebelde y movimientos sociales, teoriza sobre
los medios radicales (los llama también alternativos radicales) y afirma que
estos nacen de la cultura popular y constituyen prácticas de resistencia a la
hegemonía dominante, cuestionando sus posturas ideológicas (léanse estos
términos desde lo explicado en la sección dedicada a Williams).
»La importancia
de estos medios radica en que abren espacios a voces que no pertenecen al
orden hegemónico, permitiendo que se nutran los abordajes y perspectivas de
la vida social, asociados a una comunicación rebelde. En breve, Downing define
las características de estos medios del siguiente modo:
»“Primero, los medios alternativos radicales expanden la gama de información,
reflexión e intercambio de los frecuentemente estrechos
límites hegemónicos del discurso de los medios mayoritarios. Esto
en parte se logra debido a su abundancia. Segundo, frecuentemente
tratan de ser más receptivos que los medios mayoritarios a las
voces y aspiraciones de los excluidos. Con frecuencia guardan una
cercana relación con los movimientos sociales del momento, y por
lo tanto y de modo bastante espontáneo, expresan puntos de vista
y opiniones que los medios mayoritarios excluyen o ridiculizan.
Con bastante frecuencia lideran al abordar asuntos que los medios
mayoritarios tardan en notar. Tercero, los medios alternativos
radicales no tienen que censurarse a sí mismos para satisfacer los
intereses de los magnates de los medios, del poder estatal arraigado
o de la autoridad religiosa. Cuarto, su propia organización
interna es a menudo mucho más democrática que jerárquica. Por
último, algunos de estos medios cumplen con el papel innovador
que Raymond Williams atribuye a lo que denominó formaciones
(...). Al unir estos elementos cobra total sentido ver los medios
radicales como agentes de poder de desarrollo, no como simples
instituciones de contrainformación”. (Downing, 2009, p. 448)
»Además de lo anterior, dentro de su modelo identifica dos tipos de medio radicales:
el modelo leninista (el que tomaron los partidos comunistas a lo largo del
siglo XX y llegaron al extremo de la censura y el acoso a la oposición), y el que
aquí nos concierne, el modelo de autogestión, donde no hay entes privados ni
públicos que controlen y estén a cargo del medio, en nuestro caso las editoriales,
sino que hay más bien una autorregulación a la que ya habíamos aludido.
»Si bien Downing relaciona su trabajo principalmente con medios como la radio
o la prensa, esta caracterización aplica también a la edición como un medio cuya
herramienta de transmisión es el libro. Los elementos arriba mencionados se
corresponden con los proyectos anarquistas, expanden la gama de información,
reflexión e intercambio de los límites hegemónicos a partir de los contenidos
que publican; son más receptivos a las voces de los excluidos a partir de su
trabajo con movimientos sociales; no tienen que censurarse a sí mismos dada
la independencia de entes externos; su organización interna es más anárquica
que jerárquica (Downing dice “más democrática”, tema que será abordado
posteriormente), y cumplen, como vimos, con el papel innovador de las formaciones
en tanto proponen otro enfoque completamente diferente al establecido
del quehacer editorial.
»Algunos de los elementos mencionados también son fundamentales en la teoría
de Atton; no obstante, veremos que en su propuesta, si bien tiene en cuenta
como parte importante los movimientos sociales y el activismo (que también
relaciona con el término de medios radicales a propósito de Downing), hay
campo para otro tipo de iniciativas que no necesariamente están tan ligadas
a una causa o activismo particular (los medios alternativos).
»Atton desarrolla
un modelo aplicable a nuevas formas culturales del medio artístico y literario,
como las pequeñas editoriales; en su modelo se hace explícita la inclusión de
este tipo de iniciativas. En diálogo con Downing, Williams y Bourdieu, estudia
qué es un medio radical, qué un medio alternativo, y hace énfasis en la importancia
no solo de analizar el contenido de dichos medios, sino el proceso social
mediante el cual es construido.
»Atton hace una distinción entre medios “radicales” y medios
“alternativos”, aunque las características que propone cobijan
los dos conceptos (se refiere a medios alternativos radicales). Los
medios radicales los relaciona con un cambio social revolucionario,
y a los alternativos les adjudica una aplicación más general, dado
que operan desde lógicas diferentes a las hegemónicas, pero no
necesariamente son oposicionales, o radicales. [...]
»La categoría de medios alternativos es útil como modelo de análisis para otro
tipo de editoriales independientes, cuyo enfoque no esté comprometido con
unas problemáticas sociales concretas que se opongan al orden establecido,
pero en el caso que nos ocupa los proyectos son alternativos radicales, dado
su anarquismo.
»En su investigación, Atton hace una juiciosa revisión de las características que
han sido propuestas a lo largo del tiempo para que un medio pueda considerarse
alternativo y radical, a partir de estudios medulares en el tema como
Alternatives in Print, Alternative Journalism, Alternative Media de Michael Traber
(1985) o Alternative Media de Tim O´Sullivan (2003), entre otros. Atton señala los
elementos más importantes y las limitaciones de estos modelos, lo cual tiene
en cuenta al construir su propuesta, que se esfuerza por ser lo bastante amplia
como para no homogenizar la diversidad de estos medios.
»_ Los medios alternativos y radicales representan desafíos a la hegemonía,
no solo desde un punto de radicalismo político, sino desde el contenido
cultural y estético. De este modo, construyen una realidad que se opone
a las convenciones y representación de los medios mainstream.
»_ Pueden llevar a cambios sociales por sus mecanismos de producción, que
están posicionados respecto a los mecanismos de producción dominantes.
Los cambios generados pueden ser a nivel local e incluso individual.
»_ No operan mediante una estructura jerárquica donde prima la experticia
y la competencia. De hecho, se apoya la no profesionalización, la posibilidad
de que las funciones se compartan, y de que se puedan aprender
y practicar nuevas habilidades de manera autónoma, transformando las
relaciones sociales.
»_ Los modos de distribución son diferentes a los de los medios dominantes,
pues, más allá de competir por tener un gran alcance que derive en
ganancias económicas, están insertos en unas lógicas de trabajo colectivo
donde el objetivo no está planteado en términos de competencia sino de
reflexividad a partir de la libre información y el construir en colaboración.
»_ Cuestionan la noción de propiedad intelectual; son anti copyright porque
prima la idea de la información libre y fluida. De ahí que apoyen la reproducción
continua por medio de, por ejemplo, fotocopiadoras, para que pueda
llegar a los lectores muchas veces de manera gratuita, aunque esto
pueda implicar operar en la clandestinidad (violar los derechos de autor).
»_ Las audiencias tienen un papel activo determinante. En este modelo
las audiencias (en nuestro caso los lectores) deben ser creadoras de
lecturas oposicionales; deben ser audiencias movilizadas que lleven a
vinculaciones horizontales y estructuras organizacionales democráticas;
en otras palabras, más que un “público” este modelo busca la inclusión
activa de la audiencia o lector, dado el gran potencial de participación
de estos medios.
»_ Muchas veces están vinculados a movimientos sociales donde la información
para la acción es parte fundamental del activismo.
»_ Cuentan con independencia de instituciones públicas y privadas, para
poder operar como lugares “libres”, autónomos, solidarios y reflexivos.
»Atton sintetiza lo anterior en los siguientes puntos:
»1. Content (politically radical, socially/culturally radical); news values.
»2. Form-graphics, visual language; varieties of presentation and binding;
aesthetics.
»3. Reprographic innovations/adaptations - use of mimeographs, IBM typesetting,
offset litho, photocopiers.
»4. 'Distributive use'- alternative sites for distribution, clandestine/invisible
distribution networks, anti copyright.
»5. Transformed social relations, roles and responsibilities - reader- writers,
collective organization, de-professionalization of e.g., journalism, printing,
publishing (Atton, 2002, p. 27).
»Como vemos, las editoriales anarquistas pueden pensarse a partir de este modelo,
el cual está en consonancia con el de Downing. Valdría la pena agregar
respecto al punto que se refiere a los lectores, a quienes no hemos aludido, que
en este tipo de proyectos no existe un público previamente estudiado desde
la mercadotecnia, como ocurre en ocasiones con las grandes empresas, sino
que los contenidos están abiertos a todo quien quiera acceder a ellos; por los
temas con los que trabajan, muchas veces ese lector está también ligado con
los movimientos sociales, el activismo y los principios libertarios que comparten
estos proyectos, permitiendo esa lectura oposicional a la que se refiere Atton.
»No obstante, queda un aspecto por mencionar, y es el hecho de que Downing
y Atton se refieran a que estos medios y sus estructuras son democráticas.
Downing afirma que estos medios tienen una estructura de autogobierno democrático,
pensando la democracia desde lo planteado por el profesor en ciencias
políticas, Crawford MacPherson, para referirse no a un conjunto de normas
para el debate y la negociación, sino a unas implicaciones culturales, políticas y
económicas en las cuales prospera el poder de desarrollo.
»“El concepto de poder
de desarrollo se puede usar para complementar las nociones de contrahegemonía
y esferas públicas alternativas, y fácilmente puede hacer simbiosis con los
distintivos de muchos movimientos sociales” (Downing, 2009, p. 449). En pocas
palabras, el poder de desarrollo es el ideal para MacPherson, porque consiste en
la posibilidad de que toda persona de una sociedad desarrolle sus capacidades
sin que obstáculos no naturales se lo impidan, a partir de una sociedad basada
en la libertad.
»Este es el enfoque que Downing le da a la dimensión oposicional
de los medios radicales, los cuales operan desde una democracia que no se da
en otras esferas de los medios dominantes.
»Por su parte, Atton también se une a la idea de que los medios radicales son
democráticos, no jerárquicos, accesibles a la gente del común y no a las élites. Al
hablar de democracia Atton alude al sociólogo y comunicólogo Denis McQuail
y su modelo de democracia participativa en los medios; un modo horizontal
de participación e interacción de una comunidad en los medios, para que haya
cabida de voces que no hacen parte del orden dominante. También alude a
Williams y su noción de comunicación democrática, en donde los orígenes
son múltiples, donde hay acceso común a las fuentes y hay recepción activa
(Atton, 2009, p. 8).
»Las nociones de democracia de los dos autores se centran
en el poder colectivo de una sociedad libre, y no en el sistema político que da
las normativas para elegir líderes; no obstante, el concepto de democracia no
escapa a una institucionalidad de la que hacen parte organismos de poder y se
basa en estructuras tradicionales de una sociedad actualmente sometida a las
dinámicas del capitalismo.
»Para dar un paso más allá en la emergencia y radicalidad
de este tipo de medios, y más en línea con la autonomía del anarquismo,
¿podríamos dar un giro para pasar de pensar en democracia a pensar en los
comunes mencionados inicialmente? Esta sería una posibilidad que abriría otro
panorama y permitiría analizar este tipo de medios desde nuevas categorías.
David Bollier, teórico de los comunes, afirma en una entrevista:
Las instituciones son marcadamente incapaces de evidenciar o expresar
las necesidades interiores de las personas y sus anhelos, pero
creo que los comunes pueden hacerlo y lo hacen (...) no creo que [la
propuesta de los comunes] se trate de algo que precise de una autoridad
central para diseñarlo, apropiárselo y después construirlo.
»Creo que se trata de un proceso de desarrollo más bien biológico,
o incluso evolutivo, que se verá animado por muchos principios
y dinámicas a pequeña escala. (...) Lo que lo mantendrá unido, en
gran parte, será cierto tipo de ética y cultura emergentes que se
están empezando a hallar la una a la otra. (Bollier, 2016, párr. 10)
De acuerdo con lo anterior, la propuesta de las editoriales anarquistas como
formaciones emergentes y medios radicales podría comenzarse a pensar como
una iniciativa que se da en consonancia con el principio de autonomía y cooperación
de los comunes, dada su forma de operar, donde se intenta superar la
división público/privado, sociedad/individuo, propiedad intelectual, entre otros.
»Conclusiones
»Hemos analizado tres proyectos editoriales anarquistas colombianos, a la luz
del concepto de formaciones emergentes oposicionales de Raymond Williams,
y medios radicales de John Downing y Chris Atton. Las conclusiones de dicho
análisis son cuatro:
»1) la categoría de edición independiente es insuficiente, dado
que su ambigüedad y los múltiples usos que se le han dado a lo largo del tiempo
no ofrecen unas herramientas de análisis contundentes que permitan abordar
la edición como práctica social dinámica;
»2) los conceptos de Williams nutren
dicha categoría y son más apropiados para el caso de estudio abordado, en la
medida en que están enfocados para entender las prácticas culturales desde
su dinamismo e interconexión con otros procesos sociales, y son la base para
entender el carácter oposicional de los medios radicales que teorizan Downing
y Atton;
»3) estos dos autores ofrecen herramientas concretas para analizar la
autogestión de las editoriales como medios radicales, y son de gran utilidad en
tanto su foco es el modo en que estos medios ofrecen nuevas alternativas ante
los medios dominantes, en este caso los grandes conglomerados editoriales;
»4) proponemos que el modelo de Downing y Atton tiene estrecha relación con la
propuesta de los comunes, dado que los medios radicales propenden por
la autogestión, por la no jerarquización, el trabajo colectivo, la relación con
movimientos sociales y la autonomía frente al Estado y el poder privado.
»Es importante seguir construyendo sobre este último punto, para estudiar las
implicaciones de pasar de pensar en democracia a pensar en comunes; tal vez este
sería un camino para comenzar a trascender las estructuras binarias tradicionales
y repensar la edición como un ámbito desde el cual se pueden configurar alternativas
frente a los sistemas sociales, políticos y económicos actuales.
»Finalmente, como aclaración de las dos primeras conclusiones, cabe resaltar la
importancia de aproximarse al ámbito de lo independiente de manera exahustiva,
para comprender que esta categoría se encuentra en constante transformación
a partir de los diferentes usos que se le da, según el proyecto a la que
es aplicada.
»Es decir, si bien hay cierto consenso de pensar lo independiente
referido a proyectos que no hacen parte de grandes empresas y que tienen
cierto nivel de autonomía en cuanto a las decisiones de qué publicar o no, para
poder conocer el campo editorial a profundidad es necesario tener en cuenta
que dentro de esta categoría se encuentran proyectos disímiles cuyas prácticas
van más allá de esa elemental definición.
»En este caso Downing y Atton fueron
útiles para pensar los casos de estudios como medios radicales, pero de ningún
modo podría pensarse que esto es aplicable a todos los proyectos denominados
o autodenominados “independientes”, por el simple hecho de que hay algunos
que, por ejemplo, reciben apoyos de fondos públicos para sus publicaciones, y
esto no podría estar más lejos de los lineamientos de las editoriales anarquistas
que acá estudiamos.
»En cambio, los conceptos de Williams sí pueden servir
como herramienta de análisis de los actores dentro de esta categoría, porque
precisamente alude a los constantes cambios que se dan de los proyectos, cuyas
políticas y prácticas pueden ir cambiando a lo largo de su trayectoria. Tener en
cuenta lo anterior es de gran importancia, en tanto se encuentra gran variedad
de textos aludiendo a la independencia como la antinomia de lo comercial o
lo mainstream, pero hacen falta más estudios que indaguen qué está pasando
dentro de esto que se suele percibir como un grupo homogéneo en el campo
editorial colombiano; cuáles son las prácticas y posicionamientos de quienes
allí se encuentran, cómo se diferencian unos de otros y cómo afectan el espacio
social del que hacen parte».