diciembre 03, 2019

«Ninguna de las otras artes generó durante el siglo XVII tanta literatura apologética como la pintura. El amplio debate sobre su nobleza y liberalidad tuvo un impacto literario cuyo eco influyó incluso en los temas de literatura artística posteriores»


Alejandro Jaquero Esparcia
«La construcción de un discurso a favor del patrocinio pictórico fuera del ámbito artístico: El Pincel de Félix Lucio de Espinosa y Malo»

Atalanta, vol. 7, n.º 1 (2019)

Atalanta. Revista de las letras barrocas (@revistaatalanta) | Universidad de Sevilla | Facultad de Filología | Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana | Sevilla | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto seleccionado de las páginas 247, 251 y 257-258 de la publicación en PDF. Las referencias pueden consultarse en la ubicación original.

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«No cabe duda de que la presencia del arte de la pintura como fenómeno cultural a lo largo del siglo XVII tuvo una especial relevancia en el ámbito de las letras. Así lo podemos atestiguar por medio de los numerosos estudios que han indagado en las relaciones generadas en torno a estas artes. Fruto de dicha relación surgieron una serie de obras dirigidas a generar discursos y argumentos variados con el fin de defender la nobleza y liberalidad del arte pictórico. Una lectura apologética de la pintura que buscaba la diferenciación social en el ámbito laboral, permitiendo a los pintores la ansiada evolución de la artesanía al arte, o como de manera excepcional estudió Julián Gállego en el caso español, la transición de artesano a artista.

»En estas líneas pretendemos ahondar en una de las producciones finiseculares que perpetúan los preceptos teóricos generados a comienzos del Seiscientos a favor de este debate. Hablaremos del opúsculo titulado El Pincel, publicado por Espinosa y Malo en el año 1681, siendo nuestra intención mostrar las particularidades recogidas por el autor en favor del proteccionismo y mecenazgo de las artes pictóricas.

»[...]

»Espinosa y Malo comienza de forma clara y concisa su alegato: “La Nobleza de la Pintura, y la estimación de sus Artífices, es el asunto de este papel”. Todo el documento va dirigido a cantar las alabanzas obtenidas desde la Antigüedad clásica hasta la época actual, trabajando en un discurso apologético del arte pictórico que permita la justificación de su necesario proteccionismo y mecenazgo.

»Ahora bien, la estructura seguida por el autor peca de no mantener una linealidad en la exposición de sus argumentos ni de encontrarse compartimentado en capítulos, por lo que hay momentos en los que se abandona una idea y se regresa a la misma mientras se está abordando otra cuestión, generándose cierta confusión.

»Aclara la posición en la que se encuentra debido a las deficiencias de su “pobre numen” en lo concerniente a dicho arte, por lo que prefiere que los clásicos hablen por él. Por ello, nos da una definición de la pintura partiendo de los comentarios de Plinio el Viejo y otras autoridades clásicas, legitimando, de este modo, los primitivos orígenes del arte del pincel.

»[...]

»Pese a que advertimos que constantemente las referencias están haciendo evocaciones al pasado clásico, es en ese aspecto donde radica su principal virtud reivindicativa. Todos los discursos a favor de los artistas y de su protección generados en el Barroco español recurren al anecdotario de la Antigüedad grecorromana, extraído en su mayoría de los escritos de Plinio y otras autoridades del ámbito filosófico o literario. Sin olvidarnos de las referencias religiosas, medievales y modernas, que justificaron los ejercicios de proteccionismo desde la perspectiva de los eclesiásticos o los monarcas españoles.

»Todo el constructo generado buscaba justificar una antiquísima disciplina que debía continuar practicándose y cuyos privilegios no podían ser vulnerados. De esta forma aparece en el alegato recogido al final del texto:

»“Esta (repito) es la Pintura, estos sus honrados atributos, estos sus grandes Profesores, estos sus primores maravillosos, estas sus dignidades excelsas, estos sus Protectores soberanos, y este, enfin, el crédito singular, aunque no el encomio supremo, de que se haze digno lo elevado de su grandeza, y que merecía lo grande de su elevación”.

»Aunque Sánchez Cantón llegase a indicar que el texto debería estar incluido en algún memorial jurídico para defender a los pintores, nosotros pensamos que su utilidad fue diversa. La brevedad no puede ser un argumento válido en esta hipótesis, puesto que ya en Italia tenemos textos iguales o más breves y que apoyan esta causa, sirviéndonos de ejemplo el Trattato della nobiltà della pittura (1585) de Romano Alberti, obra que habría que confrontar con la de Espinosa y Malo por sus muchas similitudes. El opúsculo surge para sintetizar todo un ideario encomiástico que había tenido su auge a comienzos del siglo XVII, buscando la consolidación social y económica de los pintores.

»Ninguna de las otras artes generó durante estos años tanta literatura apologética a su favor como lo hizo la pintura. El amplio debate formado en España durante el siglo XVII sobre la nobleza y liberalidad del arte de la pintura tuvo un impacto literario cuyo eco influyó incluso en los temas de literatura artística posteriores, siendo el principal implicado en la recuperación del género Acisclo Antonio Palomino en su Museo pictórico y escala óptica.

»Por medio de este tipo de escritos encomiásticos se buscó el establecimiento de una demanda sociocultural que potenciase las relaciones de mecenazgo entre los pintores y la aristocracia. El trabajo de Félix de Lucio Espinosa y Malo se une a la labor de los intelectuales del Barroco que buscaron, desde la posición del aficionado, los intereses socioeconómicos del noble y liberal arte de la pintura».



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