Verónica López Virgen, Cristina Julio Maturana, Macarena Morales, Carolina Rojas, María Victoria Pérez Villalobos
«Barreras culturales para la inclusión: políticas y prácticas de integración en Chile»
Revista de Educación, n.º 363, enero-abril de 2014
Revista de Educación | Ministerio de Educación, Cultura y Deporte | Secretaría de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades | Instituto Nacional de Evaluación Educativa
«Los resultados muestran que la política, si bien invita a atender a la diversidad desde un sentido de inclusión, prescribe un modelo de integración consistente en una atención individual de la discapacidad.»
Primera frase (pág. 276) de la «Conclusión y discusión» del estudio arriba enlazado. Lo interesante es el salto de «diversidad» a «discapacidad».
Social e institucionalmente no hay otra visión de la diversidad más que como equivalente de discapacidad. Las autoras lo expresan de una forma radical y, si lo pensamos bien, muy dura para todos nosotros como sociedad: «una visión patológica de la diferencia».
Ni este juicio ni los demás en las líneas de conclusión que siguen son apresurados. Van precedidos de unas páginas con un estudio de campo, tanto en el aula como del propio discurso político (bien se le puede llamar estudio de campo al estudio del discurso, más aún aquí, donde las autoras realizan un análisis pragmático basado en el concepto de lenguaje como acción).
La integración pretende que estos niños de la diversidad logren un rendimiento dentro de los parámetros acordados como de normalidad, lo que encierra el peligro, no olvidan señalar las autoras, de la mano de Linda Graham y Markku Jahnukainen, de clasificar el fracaso escolar como discapacidad. Dicha integración en pro del rendimiento normal, considerado prioritario y no la propia integración —puntualizan las autoras (pág. 272)— se realiza mediante una educación segregada. Es decir, los niños de la diversidad son excluidos del sistema educativo estándar. En las experiencias narradas por parte de los docentes entrevistados, se da cuenta de que incluso hasta ellos mismos son excluidos por los otros docentes: pueden o no acudir a reuniones con los demás, hacer uso de su sala común, etc. Es decir, además del sistema educativo, son excluidos de la convivencia; en el caso de los niños, incluso a través de maltrato verbal y no solo de aislamiento. A esto se suman más elementos de exclusión, como por ejemplo, becas, subvenciones, etc. que etiquetan y encasillan a los niños.
Otra gran vía de abordaje de la diversidad son los derechos humanos, con el mismo paisaje en la acción y el mismo concepto de diversidad como patología, defecto. Entonces, en la teoría se considera un derecho humano esa atención y en la práctica se establece como un servicio complementario y opcional.
El gráfico que resume esto (pág. 276), y donde dice Chile quizá podamos poner España, sin más modificación:
Invito a leer estas páginas para obtener parte del gran conocimiento de este fenómeno, común en diferente a todos los países del mundo, que se comparte en estas páginas.
Después de un brillante trabajo de campo, de una atención concienzuda, ¿cuál es la propuesta de las autoras? Es una propuesta de asumir un pensamiento nuevo y diferente pensamiento, que se viene anunciando a lo largo de todo su trabajo. La leemos en el párrafo final (omito las citas bibliográficas y remito al original enlazado):
«En definitiva, crear escuelas inclusivas significa eliminar barreras para permitir el aprendizaje y la participación de todos los estudiantes. Esto implica la creación de culturas inclusivas, la elaboración de políticas inclusivas y el desarrollo de prácticas inclusivas.
»Los resultados de este estudio permiten concluir que, en Chile, la política educativa y las prácticas escolares y pedagógicas crean barreras para la inclusión, en la medida en que tienden a la individualización, a la segregación y a la desresponsabilización del aprendizaje y la participación de los estudiantes con NEE [Necesidades Educativas Especiales]. Estas barreras son culturales, pues se sostienen por creencias respecto de la educabilidad de los estudiantes. Tales creencias se fundamentan en la noción de diversidad como problema y no como recurso.
»A futuro, será necesario continuar investigando cómo modificar estas creencias para eliminar barreras que permitan construir una pedagogía intercultural.»
Varios de los leit motiv del artículo han quedado reflejados en este párrafo:
• La individualización de la educación es segregación.
• La integración es la participación de todos.
• Acerca tanto de la educación como de la participación se debe crear una responsabilidad de las instituciones y del propio sistema.
• La diversidad es un recurso, no un problema.
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