marzo 11, 2015

Dos motivos para conversar con los más pequeños y animarlos a leer


Imagen de iStock en Hacer familia.



En atención a que las palabras (el vocabulario o léxico) son la materia prima que elaboramos gramaticalmente, con este criterio amplio, también el blog está dando cabida a cuestiones léxicas el día en el que la gramática y sus usos son los protagonistas (los miércoles de la semana, actualmente).

En este artículo de estas dos autoras de la UNAM, Esperanza Guarneros y Lizbeth Vega («Habilidades lingüísticas orales y escritas para la lectura y escritura en niños preescolares»), hay un apartado con el título «Habilidades del componente semántico del lenguaje: el vocabulario». El mensaje que me ha transmitido hoy su lectura se resume en una agradable invitación a leer, a ocuparse de que los más pequeños de la casa lean y, antes de eso, de acompañarles en su descubrimiento de las palabras. El adulto también puede sentirse impulsado a leer y a valorar la lectura con las razones de dichas páginas, como me ha ocurrido a mí, aunque quizá tenga que ver que este texto me habla de lo que ya me gusta.

Los argumentos, sencillamente resumidos, nos sitúan ante la realidad de una etapa de la vida, del año y medio a los 6, en la que se aprende vocabulario muy rápidamente, como unas cinco palabras cada día (pág. 27). Este aprendizaje de palabras no es equivalentemente de significados, pues además de aprenderlos, también los niños los infieren y unas veces aciertan y otras no tanto. (Su creatividad nos hace sonreír y reír en casa y hasta da de sí para programas de Televisión).

Conversar con los niños es una forma de acompañarles en el aprendizaje de vocabulario, escriben Esperanza Guarneros y Lizbeth Vega (pág. 27), y más de un mayor (padre, madre, etc.) pensará, aunque no sea cierto, «¡que yo no tengo vocabulario!». Hay un recurso muy asequible para aprender vocabulario o comprobar que tenemos más del que pensamos y es leer; en este caso, teniendo en mente compartir palabras. Cualquier texto sirve para el propósito, en esta vida que llevamos de tanta prisa, un prospecto, una hoja de instrucciones de manejo, un folleto comercial, etc. Pero si conseguimos un rato para leer un libro, de niños o de mayores, quizá sea más productivo, o prensa y revistas, ya que hay periodistas y redactores que con su forma de escribir pueden facilitarnos este reto.

Las autoras enfatizan que «este ejercicio de conversación, aprendiendo y utilizando palabras nuevas», va a facilitar en gran manera que los niños disfruten de la lectura y le saquen provecho, empezando por que sabrán reconocer las palabras, es decir, segmentarlas, en el texto —tal vez conozcamos a alguna persona que no ha completado su alfabetización y un fenómeno característico relacionado es no alcanzar a separar las palabras en una frase, en un nombre compuesto de una población, etc.—. «Del aprendizaje o adquisición preescolar de vocabulario se beneficiará incluso la etapa escolar», destacan las autoras, como se ha comprobado en las representaciones del léxico en la infancia tardía.

«El éxito del aprendizaje de vocabulario en los niños de 1 y medio a 6 años está relacionado [con] tres dimensiones en las experiencias tanto en el aula como en el hogar» (pág. 28). Son:

«El vocabulario variado, el discurso extendido y los ambientes intelectualmente propicios, entendiendo por vocabulario variado a el uso de palabras nuevas y diversas en las conversaciones que tienen los padres y las maestras con los niños, el discurso extendido se refiere a crear oportunidades para que el niño escuche y produzca explicaciones, narraciones personales en diferentes actividades en el kindergarten y en casa. Finalmente, los ambientes intelectualmente propicios consisten en ambientes que proporcionan estimulación cognoscitiva y lingüística, por ejemplo, en las casas de los niños, la lectura frecuente de libros y en las aulas, el apoyo para la escritura y el desarrollo del lenguaje oral».


Por lo tanto, la meta es doble en cuanto al vocabulario: aprenderlo y utilizarlo, el vocabulario receptivo y el vocabulario expresivo.

Y como una pescadilla que «se muerde la cola», la lectura, a su vez, guarda una correlación muy fuerte con «las habilidades de lenguaje a lo largo de la escuela primaria y secundaria, y las habilidades del niño en el preescolar».

En resumen, conversar con los niños cuando aún no saben leer y después también les servirá para aprender vocabulario y ejercitarlo. El vocabulario nos conecta a todos los seres humanos con la realidad, con el conocimiento del mundo y con otras personas, a través de la comunicación.

La lectura es una fuente de aprendizaje lingüístico, especialmente de vocabulario, y una oportunidad de ejercicio de nuestra capacidad también lingüística. Dos cualidades que por sí solas la hacen merecedora de que hagamos que forme parte de nuestra vida.




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