Victor Enrique Bonilla Castillo
«El retorno de población desplazada en contexto con el conflicto armado y los actores en Colombia»
Sociedad y Discurso, n.º 26, 2014
Sociedad y Discurso | Universidad de Aalborg | Aalborg | DINAMARCA
Extracto de los apartados «La noción del riesgo», «El riesgo entonces en la población de retorno», «Violencia, polarización y mentira» y «El territorio, ¿desterritorialización material o inmaterial?» del artículo en PDF
«La noción del riesgo
»La idea del riesgo está estrechamente vinculada a un tiempo y espacio que se percibe de manera distinta en occidente a diferencia de otros grupos sociales, como en este caso la población desplazada en su mayoría campesina de Colombia.
»Tal como lo suscribe Giddens (1999), el riesgo se concibe a partir de la modernidad, a diferencia de las sociedades pre modernas para las cuales no existía esta idea. Simplemente porque para ellas el futuro se construía desde lo externo hacia lo interno, y por causas divinas, en un constructo más esotérico de la realidad. La divina providencia y el azar eran dueños del destino.
»En la modernidad el riesgo es una identidad, puesto que el hombre es el dueño de su destino y en ese orden de ideas es el único que lo puede cambiar, por lo que eso precisamente conlleva un riesgo, en palabras del mismo Giddens: “lo mismo puede decirse de los muchos riesgos que no podemos evitar correr, ya que estar vivo es, por definición, un asunto arriesgado” (Giddens, 1999:36).
»Los riesgos del retorno en el desplazamiento en Colombia son infinitos y muy grandes, por cuanto es un proceso que se ejerce en una época de conflicto, a diferencia de otras naciones que han tenido experiencias de retornados en un panorama de posconflicto. Por lo tanto los desplazados deciden, de alguna manera u otra, ejercer este camino en plena guerra, en espacios con un clima bélico permeado aún por la batalla del poder y por la hegemonía de varios de los crímenes y negocios delictivos, legales e ilegales, y así mismo por la disputa de los territorios.
»En la modernidad el riesgo es institucionalizado, de manera ilegal por supuesto, como también de manera oficial. Es decir, la guerra es institucionalizada por el Estado. No obstante se crearon las diferentes fuerzas militares, el ministerio de defensa, que no es otra cosa que el de la guerra, y no siendo suficiente, también los grupos de autodefensas que en complicidad del gobierno y el patrocinio de personajes y empresas del sector privado fueron creados los grupos paramilitares que son autores de gran parte de las masacres, expropiaciones de territorios y desplazamientos de millones de personas. Todos esos actores que conforman el llamado Estado, como se veía anteriormente.
»Esta noción de institucionalización de la guerra nace a partir de la idea emitida por Giddens:
»“El riesgo afecta los acontecimientos futuros por estar relacionados con las prácticas presentes – y la colonización del futuro da paso, por tanto, a nuevas circunstancias de riesgo, algunas de las cuales están organizadas institucionalmente” (Giddens, 1999:151).
»Todo esto está estrechamente vinculado al dilema del retorno, explicándolo de la siguiente manera: como se veía anteriormente, solo una décima parte de esa población investigada, concebía la posibilidad del retorno a diferencia de un 90% que no contempla la posibilidad de dicha empresa. Las causas están estrechamente vinculadas a un materialismo de violencia y están relacionadas por conductas nacidas de la crueldad y la ignominia producida por grupos humanos alzados en armas, como en este caso.
»Es decir, el flagelo del desplazamiento en Colombia es causado en gran parte a población campesina y ellos perciben el peligro de los grupos armados, legales e ilegales, por encima de la esperanza que pueda traerles el pensar en cualquier otra posibilidad de tipo inmaterial, o material inclusive, cuando se ejerce el retorno.
»El riesgo entonces en la población de retorno
»¿Pero entonces la pequeña parte de la población que sí piensa en la idea del retorno concibe el riesgo de manera distinta?
»Probablemente sí, y en lo que concierne a su forma de pensar, actuar y de ver las cosas es más importante para ellos su espacio y su tiempo que ese territorio materializado desde su trabajo y sus distintas formas de vida que ejercen en el lugar de desplazamiento y conciben de manera distinta al del lugar de origen.
»Podría entonces decirse que el riesgo es percibido por el sujeto de retorno de manera distinta y que claramente su vida está idealizada por su pasado en el lugar de origen y asumen las consecuencias próximas de un futuro permeado por la guerra, con o sin la protección del Estado, de sus fuerzas militares o del cuerpo de seguridad. Esto, lo veíamos anteriormente, en parte es indiferente, es decir en cuanto a seguridad no esperan mucho y en cambio apuestan por emprender un regreso sin detenerse de lleno a contemplar esta variable.
»Su anhelo está enraizado con el territorio porque en él pueden ejercer su oficio de campesino, agricultor, y no el que les tocó, en el caso más optimista que sí tengan alguna ocupación como medio de sustento o de labor. Porque existe por supuesto la posibilidad de aquellos que no tienen la oportunidad de ejercer ninguna actividad como sustento y medio de vida.
»[...]
»Violencia, polarización y mentira
»Por otro lado Martín Baró (1984) plantea tres grandes vertientes, digamos mejor: sarcasmos reales de la guerra: violencia, polarización, y mentira.
»La que causa más intriga y que se asemeja mucho a la situación de los desplazados por la violencia en Colombia es la polarización. A sus casas llegan bandos de uno u otro lado, ¿Estás con unos o con los otros? O eres informante guerrillero, o para las autodefensas paramilitares o las fuerzas armadas del gobierno que conjuntamente se relacionan. Sólo existen dos formas de resolver este ridículo y ajeno problema para un campesino o para un indígena: muerte, amenaza o desplazamiento.
»Claro, insistiendo, esto no es otra cosa que el pretexto de grandes grupos hegemónicos y el aprovechamiento del deterioro social que causa el conflicto para el acaparamiento y el poderío sobre importantes territorios, recursos naturales para la implementación y explotación de negocios lícitos e ilícitos: dinero y poder de por medio.
»La violencia a la que alarde Baró por supuesto como una de las más tremendas de todo el mundo, Colombia y su conflicto en el que compatriotas desgraciadamente son involucrados aún sin querer hacer parte de ello.
»Y la guerra como una mentira: en algunos casos de una farsa ideológica, en algunos otros como una defensa del territorio, y el amparo de la población civil en la supuesta protección de instituciones militares públicas que existen principalmente para defender el poder de grandes grupos de la economía y la política: ejército, marina y fuerza aérea: todo una arsenal puesto para el exterminio supuestamente del enemigo, que no es otra cosa que población compatriota colombiana, latinoamericana. Una guerra a merced de pocos en la que están involucrados y poniendo el pecho muchos: actores armados de la guerra y otros ajenos a la misma, que como se veía en cifras cuantitativas estos últimos son alrededor del 80% de población asesinada, así como 6 millones de personas desplazadas.
»El territorio, ¿desterritorialización material o inmaterial?
»Varios fueron los debates, discusiones y pugnas que surgieron entre políticos y élites económicas colombianas y venezolanas por el tema del territorio y las propiedades en un asunto conocido como la expropiación que se hace de ellas. Los diferentes sectores colombianos denunciaban que en Venezuela se hacía expropiación de bienes y terrenos a sectores de la economía privada y que por consiguiente en Colombia nunca se hacía pues esto no permitía el incentivo de inversión, nacional y extranjera por supuesto.
»En Colombia la gran mayoría de desplazados por la violencia han sido ultrajados, aislados, saqueados y apartados de su territorio. Desde luego para después ser víctimas, de desplazamiento, de muerte o de otras tantas formas de violencia provocada hacia ellos.
»¿Acaso no es eso una expropiación de terrenos privados? ¿Cuál es la diferencia? Si bien la primera se hace contra grandes empresas o grupos hegemónicos y dueños del poder económico y seguramente y de alguna manera político, el saqueo y robo de territorios que se hace a pequeños campesinos, indígenas y agricultores también es una forma de impedir el sostenimiento y desarrollo de la pequeña economía y sobre todo una forma de producir nuevos casos de rezago y de condiciones sociales devastadoras.
»En Colombia también existe el robo de territorios por grupos alzados en armas en complicidad con gran parte del aparato estatal. En Colombia sucede esta dinámica al punto de incentivar su mecanismo para que grupos paramilitares de ideología política de extrema derecha puedan tener el territorio en gran parte del país, o por el contrario grupos alzados en armas de supuesta ideología comunista o de izquierda.
»¿Se podría hablar entonces de desterritorialización? Haesbaert al explicar este dilema desde una perspectiva enmarcada por la dinámica de la modernidad y la globalización dice lo siguiente:
»“Finalmente ¿de qué territorio hablamos cuando nos referimos a 'desterritorialización'? Si la desterritorialización existe, está siempre referida a una problemática territorial y, consecuentemente, a una determinada concepción del territorio. Para algunos, por ejemplo la desterritorialización se vincula a la fragilidad creciente de las fronteras, en especial de las estatales: allí el territorio es, sobre todo, un territorio político. Para otros, la desterritorialización está vinculada a la hibridización cultural que impide el conocimiento de identidades claramente definidas: aquí el territorio es, ante todo, un territorio simbólico o un espacio de referencia para la construcción de identidades” (Haesbaert, 2011:31).
»Por consiguiente, entonces, para los sujetos de retorno en situación de desplazamiento ¿Qué es el territorio? Y la pérdida de este ¿Es otra forma de desterritorialización?
»Haciendo un análisis de manera más literal: una desterritorialización de la hibridación cultural de la que hablaba el autor, porque con el desplazamiento esas costumbres y dinámicas de tipo inmaterial ya no se ejercen, se conciben ni se emiten de la misma forma.
»Para otros, de alguna manera desde la pérdida de la frontera al sentirse desplazados en países vecinos, como el caso de los miles de refugiados en Ecuador y Venezuela.
»Una desterritorialización que lleva consigo la pérdida de la tierra para el trabajo, para la interacción de costumbres y formas de vida, y de un tiempo que en un espacio diferente, quizá urbano o quizá rural, se percibe de manera distinta. Una desarticulación de la dinámica laboral, económica y cultural. De las relaciones sociales.
»El territorio tiene formas, olores y colores que los habitantes perciben y permea en sus memorias: un paisaje que su imaginario recrea. A su vez, por medio de ese paisaje se puede entender el transcurso y la vivencia de una población con más detalle, de la siguiente manera: este nos cuenta la historia de su pueblo, las diferentes formas de interacción que los actores han hecho para que este se modifique, y por consiguiente, el territorio ya no es el mismo y muy seguramente ya no se reconocen a sus antiguos pobladores.
»Entonces este territorio, maltratado y hollado por los diferentes episodios del conflicto en realidad ¿Servirá productivamente de la misma forma que antes? ¿La población de retorno lo concebirá de la misma forma? ¿Ese nuevo territorio será propicio para la interacción, el intercambio y la construcción de actividades inmateriales propias de una población marcada ahora con la experiencia del desplazamiento?
»BIBLIOGRAFÍA CITADA
»Giddens, Anthony (1999). Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas. Madrid: Taurus Editorial.
»Haesbaert, Rogério (2011). El mito de la destirritorialización. Del fin de los territorios a la multiterritorialidad. México: siglo XXI Editorial.
»Martín Baró, Ignacio (1984). "Guerra y Salud Mental" en Revista Estudios Centroamericanos, 1984, nº. 429/430.»
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