María Cecilia Sánchez
«Biografía y conversaciones filológicas en la novela “El cuervo blanco”»
Hybris. Revista de Filosofía, 8 (2017), número especial: El mestizaje imposible
Hybris. Revista de Filosofía | CENALTES (Centro de Altos Estudios Filosóficos y de Ciencias Sociales) | Viña del Mar | CHILE
Extracto del apartado introductorio en páginas 296-298 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.
«Hacer valer la dimensión retórica del pensamiento y de la escritura es posible desde el momento en que la escritura lógico-cognitiva ha dejado de tener la supremacía que tuvo desde el modelo platónico-aristotélico. Si se cuestiona esta jerarquía, la diferencia entre filosofía y literatura en cierto modo queda puesta en entredicho. Por cierto, no se trata sólo de la filosofía; a cualquier forma de saber y modelo de escritura que se lo interrogue en el medio de su lengua se le aparecen intervalos de indecibilidad y excedentes de sentido que dicen más o menos de lo que se pretendía decir, incluida la literatura en su sentido más amplio y no sólo restringido a la ficción. De este modo, el lenguaje deja de ser una suerte de cristal atravesable para llegar a una referencia fenoménica y pasa a comportarse como una materialidad que opone resistencia y desvía o altera lo que se quiere decir.
»Estas palabras introductorias me permiten presentar el examen y comentarios que me propongo realizar en este artículo acerca de El cuervo blanco, un extraño pero muy bello libro. Su autor es Fernando Vallejo, el polémico escritor colombiano que lo publica en 2012. Es necesario hacer saber acerca de la hibridez de este libro, pues en parte es literario, en el viejo sentido de la palabra, y en parte es referencial, debido a la dimensión biográfica que explora en torno a la figura del célebre filólogo Rufino José Cuervo, un autodidacta abocado al estudio del latín y la gramática castellana. Cuervo nace en Bogotá y muere en París en 1911. Entre otras publicaciones, es autor de Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano y de la Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano, publicado con Miguel Antonio Caro, con quien funda el Instituto Caro y Cuervo. La figura del filólogo que gravita en la obra de Vallejo, según lo reitera en la novela, es el fondo en el que se proyecta la tensión entre la gramática y la lengua viva. Al Cuervo lingüista, el narrador le rinde un prolongado homenaje, comentando pasajes de su vida en Colombia y Francia, destacando sus obras, hurgando en sus papeles y cartas en donde recoge sus conversaciones filosófico-filológicas con lingüistas europeos.
»Conviene adelantar que el narrador de la novela es un crítico de la gramática; la considera una “pseudociencia” equivalente a la “ontología”, la “teología”, la “astrología”, la “frenología” y el “psicoanálisis”. Para subrayar su antipatía por la gramatica señala que la humanidad entera la odia, así como él mismo odia a la humanidad. Bajo esta premisa, el narrador discute también con el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, por tratarse, según Cuervo, de una gramática histórica, siendo que Cuervo se consolida como un filólogo historiador de la lengua. Por razones semejantes, en distintas partes del libro reprende el enfoque de la Gramáticade Bello, autor admirado por Cuervo. En el libro se señala que la Gramática, producida por el autor venezolano, el filólogo la adopta como su biblia personal, hasta llegar a fundirse con ella, publicando con sus notas las dos primeras reediciones en Colombia entre 1874 y 1881; las doce restantes las publica en París entre 1891 y 1911, año de su muerte. Más adelante revelo algunos aspectos de la disputa del narrador con Bello y Cuervo en tanto gramáticos.
»A mi juicio, un antecedente de esta novela es su libro Logoi. Una gramática del lenguaje literario, dedicado a la memoria de Rufino José Cuervo. Con dicha dedicatoria el libro nos adelanta que la pasión por el idioma de parte de este lingüista es la misma profesada por Vallejo. En Logoi, este escritor se interesa por el examen de la literatura, no desde la originalidad de sus autores, sino desde lo recibido mediante la palabra escrita, haciendo ver que hay ciertas palabras que pertenecen exclusivamente al lenguaje escrito. En el caso de la muerte, “fallecimiento” y “deceso” son algunas de las palabras que figuran únicamente en el uso escrito del lenguaje. Nombro estas palabras porque en El cuervo blanco palabras semejantes son enjuiciadas al momento de leer el acta de defunción de Rufino José Cuervo. Según se podrá advertir, el mecanismo de escritura de Vallejo depende de la lectura de documentos respecto de los cuales él actúa como un decodificador en tensión con la lengua viva. Con esta operación, la narración deja de darle primacía a los acontecimientos y cobran presencia los tropos, citas y efectos gramaticales que construyen la lógica de los documentos de poder. A nivel metafórico, Rufino José Cuervo es presentado como un “pájaro negro de alma blanca que tiene el don de la palabra”.
»Considero muy relevante la lectura de El cuervo blanco debido a que interroga de modo lúcido y también lúdico a la lengua española a partir de sus formas idiomáticas, variantes y alteraciones producidas en la América hispana y también en España, hasta llegar a considerar su posible disolución. En el caso de este libro, el estilo idiomático mayormente interrogado es la lengua colombiana, aunque también comparecen las lenguas de otros países del continente. En la larga interrogación de las paradojas del decir, el narrador de la novela discute muy especialmente con los poderes de la lengua de Estado. Como veremos, especial reparos le merecen las actas y expedientes de los burócratas de la diplomacia; las que se examinan con la singular lupa del narrador. Una de las metáforas invocada por el narrador para referirse a la lengua viva es la de los “zapatos”, ya que “dan de sí”, según la expresión de los zapateros mexicanos. La equivalencia entre “zapatos” y “lengua” es una de las operaciones que privilegiaremos en este artículo, dado que el dar de sí apunta a arréglaselas con la lengua, aunque también, al hacernos saber de los fueras de reglón de la lengua, nos muestra los excedentes, los no dichos y extravíos.
»Las normatividades y los excesos de locuacidad de la lengua coloquial son aquí los dos extremos de las operaciones lingüísticas que en América Latina han sido muy poco examinadas.»
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