noviembre 09, 2017

«¿Son los debates electorales la nueva Eurovisión? Análisis del seguimiento de dos eventos masivos a través de Twitter»



Lucía Márquez Martínez
«¿Son los debates electorales la nueva Eurovisión? Análisis del seguimiento de dos eventos masivos a través de Twitter»

Dígitos. Revista de Comunicación Digital, n.º 3 (2017)

Dígitos. Revista de Comunicación Digital (@RevistaDigitos) | Universidad de Valencia | Facultad de Filología, Traducción y Comunicación | Departamento Teoría de los lenguajes y ciencias de la comunicación | Valencia | ESPAÑA


Extracto de apartados Introducción y Conclusiones, en páginas 138-140 y 159-160 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Desde hace ya años, el proceso de progresiva mediatización en el que se encuentra inmersa la política está llevando a candidatos y partidos a modificar sus mensajes y estrategias para adaptarlos a las nuevas agendas informativas. De igual modo, las pautas marcadas por los medios de comunicación —y muy especialmente por la televisión— exigen a los políticos un ritmo veloz en sus intervenciones, haciendo prevalecer lo instantáneo sobre el discurso de fondo.

»Esta coyuntura está fomentando la transmisión de contenidos directos, impactantes, fáciles de encapsular y con apariencia novedosa que resulten aptos para su difusión a través de los medios de masas. En este sentido, como explican Llorca-Abad y López-García (2016), la presencia de los candidatos en televisión se vuelve inseparable de su posterior repercusión en la esfera 2.0, donde sus mensajes se fragmentan, se difunden y son comentados por los internautas.

»Al mismo tiempo, hemos sido testigos de cómo la política ganaba relevancia en la parrilla televisiva de forma que en lo últimos años se han multiplicado los espacios dedicados a tratar asuntos relacionados con la actividad legislativa o gubernamental (López-García, 2016). Esta necesidad de agitar continuamente la atención de la audiencia provoca a su vez una creciente espectacularización de la política, en la que parece imprescindible que los miembros prominentes de los partidos participen en programas de entretenimiento y demuestren habilidades más allá de su capacidad como legisladores o gestores. De esta manera, cada vez se va haciendo menos inusual que los líderes políticos salten de géneros televisivos aparentemente más solemnes —como pudiera ser un espacio de debate o una entrevista en profundidad— a otros de mero ocio (El Hormiguero de Antena 3 podría ser una buena muestra de ello).

»Paralelamente a esta tendencia, y debido en gran parte a la expansión de Internet en los hogares españoles, asistimos también a importantes cambios en el consumo de los contenidos televisivos, al menos para ciertos sectores de la población (Gallego, 2013) y a una cada vez mayor convergencia entre viejos y nuevos medios (Jenkins, 2006). Uno de estos nuevos procesos es el de la televisión social, término con el que se denomina a la experiencia televisiva que nace de la convergencia entre las emisiones tradicionales de las cadenas y la comunicación a través de los nuevos dispositivos tecnológicos que poseen los espectadores. La herramienta fundamental por la que se establecen las dinámicas propias de la televisión social es el visionado en doble pantalla, es decir, el seguimiento de un programa concreto por televisión mientras se comenta también a través de las redes sociales. Esta práctica contribuye a crear una audiencia social que se rige por parámetros distintos a los de la audiencia tradicional (Deltell, Claes y Osteso, 2013) y que siente la necesidad de participar en el programa que está contemplando (Claes y Deltell, 2015).

»De esta manera, Arrojo habla de la televisión social como “una posibilidad que cambia la experiencia del consumo y el concepto del propio formato” (2014: 30) y apunta que contribuye a “alimentar un sentimiento de compromiso” por parte de los espectadores.

»“Esta conversación social en torno a contenidos audiovisuales no solo no desvía la atención de los usuarios, sino que tiene un efecto potenciador, de engagement o vinculación con el propio contenido” (Arrojo, 2014: 35). Por su parte, Quintas Froufe y González Neira (2015) explican que la televisión social “favorece una comunicación tanto vertical entre cadena/programa-público como horizontal entre la comunidad de espectadores que origina la audiencia social” (2015: 18).

»El visionado en doble pantalla permite seguir de forma activa el contenido emitido mientras se comparten opiniones al respecto con otros seguidores y resulta especialmente popular en los grupos de espectadores jóvenes que, a su vez, son los más familiarizados con el uso cotidiano de las redes sociales. De esta forma, el visionado de doble pantalla permite crear comunidades online entre individuos con inquietudes y gustos similares que, como explica Castells (2009), no solamente dejan de ser espectadores pasivos para convertirse en activos, sino que, además, se convierten en una “audiencia creativa” dispuesta a producir sus propios contenidos online a partir de lo contemplado.

»Una de las características esenciales de este tipo de consumo mediático es la del seguimiento en tiempo real de los contenidos emitidos. A pesar de que hoy en día muchas cadenas de televisión cuelgan en sus páginas web el material difundido, la doble pantalla requiere un acompañamiento en vivo para poder emitir mensajes en el mismo instante en el que se producen los acontecimientos. Así, ver y comentar online un programa concreto a una hora determinada se convierte en un evento social en sí mismo (Gallego, 2013). De igual modo, la participación en estos acontecimientos deviene en un lugar de encuentro, un espacio de pertenencia y una cita ya instaurada a la que se debe asistir para sentirse parte de la comunidad (Claes y Deltell, 2015).

»En este sentido, Arrojo (2014) subraya la capacidad de la televisión social para “generar auténticos eventos sociales alrededor de programas de entretenimiento y de ficción en el ámbito digital” (2014: 33). Por su parte, Quintas Froufe y González Neira (2015) “el hecho de compartir la experiencia televisiva (co-viewing) parece ser una de las claves y la motivación principal de la audiencia social” (2015: 21). En este sentido, la simbiosis entre redes sociales y televisión encuentra una especial aceptación en Twitter, plataforma de microblogging fundada por Jack Dorsey en 2006.

»Según Deller y Hallam (2011) “la instantaneidad, velocidad y actualidad” caracterizan la actividad de Twitter; estos rasgos hacen que resulte una plataforma más que adecuada para comentar en vivo el transcurrir del programa elegido. Juega también a su favor la posibilidad de llegar a miles de potenciales usuarios —y no únicamente a los seguidores de cada tuitero— gracias a herramientas como el retuit o los hashtags (etiquetas temáticas precedidas de #), que permiten agrupar temas y descubrir a nuevos usuarios que escriben sobre determinados asuntos.

»Las propias cadenas de televisión son conscientes de ello y tratan, por una parte, de canalizar a estos espectadores-comentaristas mediante el uso de hashtags y, por otra, de interactuar con ellos gracias a sus propias cuentas de Twitter (Claes y Deltell, 2015).

»Por otra parte, esta red social ha ido desarrollando durante su corta existencia una serie de sinergias, prácticas y normas no escritas que modulan la actividad en ella desarrollada (Pano Alamán y Mancera Rueda, 2014). Uno de estos procesos es el surgimiento de tuitstars, usuarios que suelen destacar por su ingenio y que ejercen como líderes de opinión en la red (Marwick y Boyd, 2011) y cuya fama, en muchas ocasiones, proviene de su propio desempeño en Twitter y no de una trayectoria profesional, académica o personal en otros ámbitos. Estos tuitstars se convierten en figuras de influencia en la red gracias a los miles de seguidores con los que cuentan, que se encargan de retuitear sus mensajes actuando de esta manera como altavoz de los mismos.

»Estas figuras pueden crear una identidad digital específica que bien puede ser su propia persona tamizada por las idiosincrasias de la red social o pueden construir un personaje ficticio a través del cual transmitir mensajes sin ver peligrar su anonimato.

»En cualquier caso, según indica Baym (2003) la actividad online de cada individuo no difiere excesivamente de las ideas y posicionamientos que ese individuo adoptaría en la vida presencial, por lo que estaríamos hablando más de una proyección de ciertos aspectos de la personalidad que de la invención de un ser 100% irreal. Algunos autores, como Pano Alamán y Mancera Rueda (2014), hablan incluso de una performance en la que los propios tuiteros de referencia “actúan ante sus seguidores”.

»Respecto al comportamiento de los usuarios en Twitter, según Claes y Deltell (2015), la audiencia social se mantiene especialmente activa con motivo de las retransmisiones de entretenimiento y deportivas. Por el contrario, los autores destacan que en esta red no se suele conversar de forma masiva sobre información política a no ser que ésta se encuentre incluida en formatos de entretenimiento.


* * *


»Tras analizar la actividad de 15 tuiteros de referencia en España durante la final de Eurovisión 2016 y el debate electoral del 13 de junio del mismo año, podemos afirmar que este grupo de usuarios mantiene su estilo característico durante el seguimiento en vivo de ambos formatos, aunque estos sean de naturaleza muy distinta. Así, observamos que el tono, el discurso y las herramientas que emplean resultan muy similares tanto cuando comentan un programa de entretenimiento como cuando asisten a otro de discusión política. Debemos asumir pues que desarrollan una identidad digital coherente y persistente en el tiempo, manteniéndose fieles al registro que les ha hecho populares e incluso consolidando una ‘marca personal’ que les identifica.

»En este sentido, el humor, la ironía y la parodia prevalecen durante el seguimiento de los eventos en vivo en Twitter y encontramos una especial preferencia por el uso de memes tanto en los formatos de entretenimiento como en los de contenido de carácter electoral.

»A este respecto, podemos apuntar que la conversión de los políticos en memes los convierte también en iconos de la cultura pop e incluso podría interpretarse como una revisitación contemporánea de la sátira política tradicional. Sin embargo, mientras que en los medios tradicionales las piezas sobre política, cultura y humor gráfico aparecen en secciones distintas (páginas diferenciadas en el caso de la prensa escrita, bloques diferenciados en un telediario, etc.) en Twitter las fronteras entre unos géneros y otros se difuminan.

»Por otra parte, las medidas programáticas anunciadas en el debate no encuentran un eco especial en el seguimiento por Twitter, pero los tuiteros sí elaboran un discurso político a través de los comentarios que publican. Así, parecería que el objetivo de seguir el debate en vivo y comentarlo no es tanto analizar las propuestas electorales sino reforzar los conocimientos propios ya interiorizados, exponerlos en el contexto de un acontecimiento relevante y, especialmente, compartirlos entre la multitud 2.0.

»Como hemos visto, en muchas ocasiones los tuiteros estudiados crean intencionadamente una “confusión de los marcos con los que interactúan” para reivindicar su ingenio (Pano Alamán y Mancera Rueda, 2014), por lo que se vuelve imprescindible que la audiencia social conozca ciertos códigos y maneje unas competencias comunicativas comunes que les permitan comprender la totalidad de los mensajes emitidos. El tuitstar manifiesta su voluntad de afianzar un estilo individual, una originalidad expresiva, y son sus seguidores quienes deben descodificar sus comentarios (Díaz Pérez, 2014).

»Resulta inevitable apuntar que en este ejercicio la forma gana un gran peso sobre el fondo, pues ser ingenioso y divertido prima sobre ser transcendente. No obstante, lo que en un primero momento puede parecer una frivolización del debate político o una visión superficial de las cuestiones electorales, quizás sea una forma de apropiarse de las cuestiones de actualidad y moldearlas desde la propia perspectiva. En este sentido, podemos señalar que se establece una suerte de juego de espejos entre los espacios de entretenimiento y los exclusivamente políticos de tal forma que en los circuitos de ocio (como Eurovisión) se habla de la actualidad política nacional, y viceversa.

»Estos procesos de continua construcción y reconstrucción de intertextualidades llevan a los tuiteros a establecer nuevos referentes compartidos que, en un primer momento, se limitan a ser celebrados por su comunidad de seguidores, pero cuyo eco puede extenderse a través de toda la red social gracias a recursos como el retuit.

»En cualquier caso, podemos señalar que los discursos elaborados en Twitter cuentan con unas características propias que actúan como denominador común a la hora de abordar asuntos de muy distinta índole. Dichos rasgos no tienen por qué coincidir con los de los medios tradicionales y estructuran unas rutinas para la comunicación política en esta red social que aún deben estudiarse en profundidad. En este sentido, el presente trabajo no es sino una primera aproximación a un fenómeno mucho más amplio y complejo.»





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