Rubén Dittus y Erna Ulloa Castillo
«Cartografía del cine documental político chileno: entre el discurso político y la retórica audiovisual»
Anàlisi. Quaderns de comunicació i cultura, n.º 56 (2017)
Anàlisi. Quaderns de comunicació i cultura | Universitat Autònoma de Barcelona | Facultad de Ciencias de la Comunicación (@FccUab) | Departamento de Periodismo y Ciencias de la Comunicación | Barcelona | ESPAÑA
Apartados de introducción y conclusiones, extraídos de páginas 34 y 45 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.
«Según la crítica especializada, el género mejor posicionado en Chile es el documental político. Al realizar un breve recorrido por la propia historia de este, comprendemos los diversos umbrales temáticos por los que ha transitado. En su mayoría se trata de ensayos o filmes de autor cuyo único propósito ha sido bosquejar las profundidades de una realidad latinoamericana manchada de sangre, pobreza y desigualdad. En los últimos años, ese viaje toca temas profundos como la dictadura militar y la particular transición a la democracia. Bajo esta consideración, hemos establecido una cartografía a partir del concepto de discurso político, término difuso, pero asociado aquí a la noción de retórica audiovisual: una visión autoral que se escapa a las pretensiones de objetividad. Entendemos que los realizadores han empleado una constante identitaria de nación o grupo que nos lleva a comprender el género documental bajo la denominación de “filme político”.
»Es importante realizar esta aclaración, ya que toda película puede ser considerada política desde el momento que el realismo que logra en sus imágenes- audio se sustenta en modelos de organización cultural que siempre serán centro del debate ideológico (Dittus, 2013). Por este motivo, hemos considerado filmes políticos aquellos que —en forma explícita o implícita— tienen como propósito desenmascarar un sistema ideológico, pero el cual a la vez siempre está al servicio de una política o visión de mundo, ya sea esta oficial o disidente.
»Este artículo busca dar cuenta del panorama del cine documental chileno a través de sus diferentes tiempos y complejidades políticas que tuvo que atravesar. Nos adherimos a la tesis de que el filme documental político no solo transmite una idea o una situación concreta, o se circunscribe al análisis de un tema controversial, sino que también refleja cómo es, qué siente y qué debate la sociedad de la que surge. Actúa como una especie de escáner socio-temporal, el documental interpreta y juzga, condena o absuelve por medio de diversidad de recursos audiovisuales (Dittus, 2013).
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»El cine documental político chileno es un género fundamental a la hora de adentrarse en el estudio de la historia reciente de Chile. Un país que durante la segunda mitad del siglo XX vivió dos instancias decisivas en su devenir, donde la producción cinematográfica fue testigo esencial y con la responsabilidad de reconstruir el pasado. Lo anterior lo convierte en actor activo en la concientización de una realidad marcada por cambios traumáticos. La cartografía presentada está marcada por lo que significó el gobierno de Salvador Allende y lo que vendrá luego con el quiebre a la institucionalidad democrática. Un tiempo donde, a pesar de los obstáculos, la creatividad de los realizadores cinematográficos no se hizo esperar. La necesidad de transmitir lo que se ve, lo que se siente en el interior del país generó una vía de denuncia única a través de las imágenes. El cine documental posdictadura no solo se configuró como un cine político que se vio obligado a redefinir su temática sino que también se estableció como una figura para conectar al público con un Chile que no olvidaba lo vivido. La recolección de las fuentes y el lugar que estas ocupan en los diseños narrativos cinematográficos recogen los mismos hitos que la historiografía se esmeró en explicar. Las producciones más recientes, sin embargo, parecen encasillarse en una categoría de documental revisionista del pasado político, sin militancia partidista ni complejos con Pinochet. Esa revisión se ha hecho desde la cotidianeidad del malestar social, con juicios ideológicos más esquivos. En definitiva, el filme documental político chileno ha quedado en los anales de la historia de un pueblo como parte de un discurso impregnado de subjetividad, y se ha transformado en un relato que tuvo y tiene mucho por decir, siempre conectado con el presente y pasado de un país cuyas heridas no cicatrizan del todo.»
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