mayo 04, 2017

«Construcción del discurso bélico desde las agencias internacionales de noticias: Estudio de Caso Atentados del 13 de noviembre de 2015»



Ángel Torres-Toukoumidis, Luis-M. Romero-Rodríguez, Patricia De-Casas-Moreno, Ignacio Aguaded
«Construcción del discurso bélico desde las agencias internacionales de noticias: Estudio de Caso Atentados del 13 de noviembre de 2015»

Revista Mediterránea, vol. 8, n.º 1 (2017)

Revista Mediterránea | Universidad de Alicante | Grupo de Investigación COMPUBES (Comunicación y Públicos Específicos) | ESPAÑA


Extracto de apartados en páginas 121, 122-126 y 132 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Resumen

»El presente estudio analiza la retórica belicista de las agencias internacionales Reuters, Al Arabiya, Al Jazeera y Associated Press (AP) sobre las informaciones relativas a los atentados de París del 13 de noviembre de 2015 durante 15 días posteriores al acontecimiento. Para ello, partimos de un análisis cualitativo de 550 unidades informativas mediante la utilización del software MAXQDA (v. 11.0.11). A la muestra seleccionada le fue aplicada los criterios semánticos del discurso mediático: funcionalidad, significación y direccionalidad de la meta. En los resultados prevalece la demonización del Islam, la exaltación del miedo y pánico en la construcción discursiva y la espectacularización de las informaciones, como estrategia comunicativa en el tratamiento retórico.

»Palabras clave Agencias de noticias; Análisis del discurso; Conflicto armado; Demonización; Información; Terrorismo


»[...]


»Introducción

»La cobertura mediática de los hechos más noticiosos en el panorama internacional ocupa un papel predominante dentro de lo que se conoce como “agenda setting”. La información se convierte en mercancía, dentro de una producción en cadena de múltiples mensajes, en ocasiones descontextualizados, con la finalidad de comunicar y presentar los contenidos más actualizados sobre el suceso. De este modo, la noche del viernes 13 de noviembre de 2015 en París se convirtió en un acontecimiento de gran envergadura mediática, donde los medios de comunicación de todo el panorama internacional competían por informar en el menor tiempo posible.

»Mientras las selecciones nacionales de Francia y Alemania disputaban un partido amistoso en el Stade de France con la presencia del presidente François Hollande y del ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier y el grupo californiano de hard rock “Eagles of Death Metal” ofrecía un concierto a más de 1500 asistentes en la sala de espectáculos Bataclan, la ciudad sufrió un atentado terrorista entre las 21.00 y las 00.58. Ocho extremistas del grupo yihadista Daesh, armados con fusiles soviéticos AK-47, granadas y cinturones explosivos con peróxido de acetona y esquirlas improvisadas, atacaron coordinadamente varios puntos de la comuna con seis tiroteos y tres inmolaciones que reportaron 137 fallecidos y 415 heridos. Estos hechos ocurrían a menos de un año del atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo y a menos de tres meses del atentado del tren Thalys Amsterdam-París.

»Antes de medianoche, el presidente François Hollande decretaba por cadena nacional el estado de emergencia con cierre de fronteras, movilización de las Fuerzas Armadas a las zonas de los ataques, toque de queda, suspensión de los servicios públicos de transporte de la capital, cierre de escuelas y de espacios turísticos como los museos y la torre Eiffel. Asimismo, se decretaban tres días de luto oficial. Frente a este episodio, los medios de comunicación del mundo se hacían eco de las informaciones, especialmente la televisión. En el caso de los medios españoles, las principales empresas mediáticas (RTVE, Atres Media, Mediaset) conectan los informativos para dar una cobertura en directo de los acontecimientos. Los medios impresos amanecían con la información en primera página, mientras que las redes sociales mostraban grabaciones hechas con smartphones de los atentados desde la misma sala Bataclan.

»Este estudio busca estructurar dentro del circuito académico hispanohablante, la valoración interpretativa de la realidad emitida por la información proveniente de las agencias internacionales de noticias de mayor alance mediático con la finalidad de contextualizar la línea del discurso vislumbrando el tratamiento particular que se le otorga a escenarios de conflicto, especialmente enmarcado hacia los actos terroristas. De tal forma que las informaciones sobre los atentados del 13 de noviembre de 2015 representan una muestra suficientemente actual y trascendente para determinar los componentes discursivos y las figuras retóricas más comunes dentro de este espectro.


»La espectacularización del conflicto

»Debido al progresivo aumento de conflictos armados, en los últimos años se han producido grandes cambios en las rutinas y coberturas informativas de los medios de comunicación, prácticas periodísticas y en las tecnologías de la información (Neumann, 2015). En la actualidad se vislumbra que la cobertura de los conflictos posee nuevos formatos de transmisión, nuevos géneros periodísticos, nuevas narrativas y nuevas audiencias (Sacco, 2016). Sin embargo, esta ampliación no ha hecho más que potenciar la influencia de los medios tradicionales en la opinión pública, instaurando una percepción de la realidad que impacta indirectamente en la gestión y legislación de las relaciones internacionales (Evans, 2010). La espectacularización comienza a evidenciarse claramente en 1990 con la I Guerra del Golfo (Hernández, 1992).

»A raíz de ese modo de difusión de los conflictos, los medios de comunicación han llevado la tragedia prêt-à-porter sin salir de casa: Una niña corre desnuda llorando por una carretera escapando de los efectos del napalm, miles de jóvenes protestan en Washington contra la guerra; son imágenes-símbolos que permanecen en la memoria colectiva, aún en las generaciones que no habían nacido para la fecha. El “espectáculo” del enfrentamiento tiene todos los ingredientes cinematográficos necesarios para garantizar el entretenimiento de las audiencias: emoción, suspense, violencia, incertidumbre; e incluso actualmente es narrado en directo como si se tratara de un encuentro deportivo.

»Este cambio narrativo basado en la espectacularización de la guerra, coincide con el proceso de globalización, fenómeno de interdependencia compleja que afecta los procesos productivos e impone un modelo de transnacionalismo de los medios de comunicación (Keohane y Nye, 1998; Boyd-Barrett y Rantanen, 1998; Cheney, Christensen, Zorn y Ganesh, 2010), tanto como también incide en las relaciones de poder para la determinación de potenciales conflictos bélicos. El proceso globalizador se aceleró sustancialmente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, a través de la denominada guerra global al terrorismo liderada por EE. UU. (Viviescas, 2002; Mamdani, 2002; Hoffman, 2004; Buzan, 2006; Kavoori y Fraley, 2006; Martínez-Vizcarrondo, 2006; Belasco, 2009; Freedman y Thussu, 2012), pues fue construida discursivamente la necesidad de aunar esfuerzos en eliminar barreras, no solo económicas sino políticas y mediáticas, entre los países, especialmente del hemisferio occidental.

»Actualmente, los medios se decantan por la espectacularización de la información. Según Cebrián (2004: 22) hay que evadir este tipo de noticias porque “el precio que se paga por la espectacularización de la información suele ser la pérdida de profundidad y la descontextualización”. No obstante, en tiempos de guerra la espectacularización en la reconstrucción mediática de los conflictos armados ha provocado que la formación de la opinión pública se convierta en un tema prioritario de seguridad nacional y estrategia militar ya que “Las guerras actuales no pueden pelearse sin el apoyo de la opinión pública” (Thussu & Freedman, 2003). A su vez, la espectacularización de la información en tiempos de paz involucra igualmente la transmisión de hechos de violencia que distan del campo de batalla, pero que condicionan negativamente el sentido dialéctico Guerra-Paz (Palacios, 2008). Entre esos escenarios, indiscutiblemente se encuentra la industria cultural, formadora e integradora de civilización y dentro de ella los medios de comunicación, portadores del discurso y creadores masivos de realidades comunicativas.

»Hay que destacar que los conflictos armados, debido a su carácter trágico, se han convertido en objeto de espectacularización con los que los medios han creado una realidad paralela determinada por los grupos dominantes de una sociedad, encargados de manipular, influir y controlar los sentidos de los receptores en función del discurso mediático. Los medios de comunicación, a raíz de sus informaciones, intentan conectar con el miedo de las personas, infundiéndoles la creencia de una amenaza inminente a través de la técnica conocida como la “construcción del enemigo atroz” (Tucho, 2003).

»Para que esta tarea sea efectiva es necesario el soporte de diversas estratagemas propagandísticas, tales como la fragmentación a través de la demonización, la simplificación conceptual y la reiteración. La fragmentación es necesaria para construir la imagen del “enemigo cruel”. La búsqueda de efemérides negativas reforzará la memoria colectiva del acontecimiento, generando rechazo o desprecio de la sociedad contra la otra civilización, permitiendo con mayor facilidad la desnaturalización de la otredad mediante una construcción simbólica de una realidad contraria al bien (Romero-Rodríguez, 2014; Romero- Rodríguez, Aguaded y Gadea, 2015). Asimismo, esta devaluación perceptiva daña la identidad social, aislándolos de la sociedad a la que pertenecen e incluso de sí mismos (Goffman y Guinsberg, 1970).

»Complementariamente, la demonización (Del-Valle-Rojas, Nitrihual-Valdebenito y Mayorga-Rojel, 2012) se caracteriza por alterar la percepción sobre la realidad a través de la representación de argumentos con carga emocional y nociva para la audiencia, estimulando en la opinión pública generalizada las reacciones de descrédito que eliminan las restricciones morales y el ius naturalis de sus portadores, legitimándose la conculcación de sus facultades políticas, económicas y/o sociales e incluso sus propios derechos inalienables (Romero-Rodríguez, 2014).

»Por su parte, la simplificación conceptual se trata del uso de eufemismos que buscan atenuar el significado negativo de alguna acción a través de reformulaciones retóricas-evasivas que construyen una realidad positiva o neutra, al menos simbólicamente, de los acontecimientos a través de términos polisémicos y ambiguos que no permitan comprender con totalidad el significado del mismo (Allan y Burridge, 1991; Keith y Burridge, 1991; Chamizo, 2004). La simplificación conceptual se vale de procedimientos semánticos como la sinonimia (ultimar por matar), la perífrasis (anormalidades bélicas por barbarie), la sinécdoque (movilización de tropas por invasión), la antonomasia meliorativa (limpieza de zona por exterminio), el cultismo (ablación por mutilación genital), la antífrasis (pacificación por aplastamiento militar), la lílote (imágenes fuertes por tortura), la negación (fuerzas de ocupación por invasión) o los extranjerismos (dron drop por bombardeo por vuelos no tripulados) (Lechado-García, 2000).

»Para que todas estas técnicas sean factibles, se suma una estrategia imprescindible: la reiteración, que consiste en la repetición del hecho noticioso o ideas sobre el suceso que terminan integrándose como parte de nuestra realidad (Tucho, 2003) y que generan un sentimiento de agotamiento cognitivo que hace parte de la “normalidad” aquellos asuntos que por su naturaleza no lo son.

»Considerando que los medios de comunicación son los generadores de la opinión pública y constructores de la identidad de la audiencia (Romero-Rodríguez, De-Casas-Moreno y Torres-Toukoumidis, 2015). En los conflictos armados la opinión pública es modelada por los líderes de opinión, quienes se encargan de enmarcar la cuestión, manipular su contenido y modificar su tono dando respuesta a los hechos acontecidos (Jamieson y Waldman, 2003). Esto no quiere decir que los medios de comunicación actúan como una mera “cinta transportadora de opiniones”, sino que operan como actores estratégicos entre el público, los líderes de opinión y las decisiones en política internacional (Baum y Potter, 2008), retomando cada vez más ese sentido de gate-keepers, al decidir, filtrar y controlar las fuentes que sustentan la información publicada.

»Específicamente, la opinión pública generada después de la acometida de atentados terroristas se radicaliza a posiciones extremas, en la que se presentan escenarios donde la sociedad está dispuesta a renunciar a su libertad, mientras se incremente la seguridad (Davis y Silver, 2004). Por lo tanto, la cobertura mediática de los ataques y su representación de nación-civilización se convierten en un ejercicio unilateral y unísono, por parte de los medios y de los líderes de opinión, condenando los ataques terroristas y originando un trauma colectivo en aquellas sociedades que son influidas por lo múltiples mensajes informativos sobre los acontecimientos bélicos(Carey, 2002; Cho et al., 2003).

»En segunda instancia está el manejo de la identidad colectiva de la audiencia en conflictos armados. El mayor costo para los líderes de opinión pública es la incompatibilidad frente a una audiencia que no refleja sus intereses en las decisiones tomadas en situaciones que pudieran afectar su libertad. Por ende, la identidad colectiva, más allá de los antecedentes históricos vinculados y la visión compartida determinada sobre un suceso, queda constreñida al mensaje patrocinado por las autoridades y transmitido por las agencias de comunicación que perpetúan el miedo en el colectivo ensalzando el componente dramático y la victimización con el fin de impulsar una visión común sobre los actos de violencia transcurridos (Gressang, 2000; Evans, 2000).

»Por su parte, van Dijk (2006) indica que, bajo los parámetros de la manipulación, existe la estrategia de auto-presentación positiva y negativa de los otros, asumiendo la descripción sesgada de los hechos a favor de los intereses propios, mientras que los oponentes son culpabilizados. El desarrollo de estas estrategias genera la polarización de los grupos discursivos a través de la manipulación socio-política como una forma de abuso de poder debido a la ausencia de conocimiento relevante, valores ideológicos, posiciones sociales, etc. Por lo tanto, estas limitaciones contextuales provocan que las estructuras discursivas se centren en la enfatización por el poder o autoridad, la focalización de las creencias, la desacreditación de las fuentes y la apelación a las ideologías. En definitiva, la estrategia discursiva está focalizada en demostrar aquellas características sociales y cognitivas más vulnerables de cara al receptor, convirtiéndolos en víctimas y provocando desigualdad entre la sociedad. Además, se encarga de extender el temor social y ejercer el control de la sociedad a través del poder de representación cognitiva.


»Retórica del conflicto armado

»Los medios de comunicación han emergido como los creadores de realidades sociales (Jacoby, 1977; Watzlawick, 1979; Searle, 1997). Desde su génesis, aunque con mayor frecuencia desde la década de los ochenta, los medios han optado por la formación de discursos populares y espectaculares para informar sobre los hechos más relevantes, pensados en atraer a las audiencias, por la conformación de una dinámica en la que el aspecto mercantil tiene prioridad sobre la calidad del contenido informativo.

»La espectacularización de la noticia ha tenido un especial tratamiento por parte de la comunidad científica, coincidiendo en que este fenómeno está vinculado a estrategias de representación e interpretación de la realidad a través de los aspectos más susceptibles para el ser humano (Ferré-Pavia, 2013). En otras palabras, los factores de interés periodístico están estrechamente relacionados a los deseos de las audiencias y no a la importancia que tiene una información para la formación ciudadana en función de su proceso de toma de decisiones.

»Existe una clara diferencia entre el modelo tradicional y el nuevo modelo mediático, en continua mediamorfosis y lucha por la captación de audiencias contra los medios emergentes (digitales), y es que mientras el modelo tradicional se ha caracterizado por dirigirse a un sector más heterogéneo; el nuevo modelo conocido como prensa popular-digital, está destinado a segmentos más concretos de la sociedad con contenidos más delimitados. Asimismo, este nuevo modelo tiende a la interpretación de los hechos y a simplificar los contenidos, utilizando un estilo coloquial y expresivo en la formación del discurso (Armentia y Caminos, 2003). De esta manera, los medios se encuentran desbordados por connotaciones sensacionalistas, abusando de informaciones de tinte humano y de convertir noticias de larga duración en una información inmediata (Berrocal, Redondo y Torres, 2015).

»Según Berrocal et al. (2015), este nuevo enfoque en el discurso narrativo se caracteriza por cuatro estrategias limitadas por Gingrás (1974): la dramatización, que es el énfasis y alarmismo en el conflicto; la fragmentación, atendiendo a explicar el hecho aislado antes que el proceso del mismo; la normalización, simplificando la solución a los problemas; y la personalización, donde se reduce la información de forma particular. Por su parte, Imbert (2003) añade una quinta estrategia conocida como la actancialización, caracterizada por la representación de la actualidad a través de los protagonistas de los hechos e incitando al control de los sentimientos a través del relato. Según Franco y Martínez (2014), para conseguir el entendimiento en la acción comunicativa es necesaria la participación de sujetos que posean características lingüísticas competentes.

»De esta forma, basándonos en el componente pragmático del mundo objetivo, subjetivo y social, el periodista percibe los elementos que intervienen en el conflicto, formando un esquema conceptual del hecho y asigna los roles de agente/agresor y paciente/víctima. Para determinar un buen uso del discurso en este apartado, la influencia de la política editorial del medio, su posición ideológica, las fuentes informativas y el criterio del profesional ocupan un papel importante para la construcción de la información. Además, es importante prestar atención al nivel lingüístico, al léxico y a los esquemas sintácticos seleccionados por su carga semántica positiva o negativa en el mensaje.

»Sin duda, la retórica empleada demostrará las estrategias empleadas, los valores seleccionados para la construcción del imaginario social, las creencias y los prejuicios sobre un determinado acontecimiento. El discurso durante el conflicto se traduce en una secuencia narrativa basada en la argumentación a través de las funciones de legitimación/deslegitimación; victimización, atenuación, encubrimiento y negociación, con la finalidad de establecer una comprensión en el receptor para lograr un proceso favorecedor en la resolución del conflicto.

»Los conflictos armados han conseguido con el tiempo institucionalizarse, conformando discursos regulares con los medios de comunicación a sus servicios, difundiendo noticias de la guerra como parte de la rutina profesional. La historia de cada país se convierte en un elemento crucial para el desarrollo de estos discursos, convirtiéndose en armas ideológicas legitimadoras del conflicto. En este sentido, por retórica bélica se entiende la construcción de un discurso ideológico cuyo objetivo es enfocar sobre la población el sentimiento de rechazo frente al enemigo. Asimismo, el discurso bélico se convierte en el elemento diferenciador para reconstruir el icono social de las civilizaciones (Arellano-González, 2015).

»Por su parte, centrándonos en el tema de estudio, van Dijk (2004) señala que el terrorismo se define como “una nueva amenaza”, caracterizado por una retórica cargada de hipérboles, imágenes negativas y de un discurso persuasivo generando miedo y preocupación. En suma, el discurso bélico no puede definirse solo en términos formales, sino que debe atender a la contextualización de los escenarios, protagonistas de la información, al hecho en sí y a su finalidad. En este sentido, hay que definir la situación del suceso mediante el discurso con el propósito de ofrecer una visión legítima de los hechos. El discurso informativo generado a través del conflicto está basado en las dimensiones argumentativas, los recursos verbales y las relaciones intersubjetivas que se construyen a través de la transmisión de las informaciones (Olave, 2014).

»Profundizando aún más en el asunto, entender la retórica belicista implica conocer los objetivos a través de la coherencia del discurso, así como la justificación de sus elementos (Abril, 2012). Por lo tanto, se debe potenciar su naturaleza formal para evitar que actúe como una “cortina de humo”, ocultando el enflaquecimiento de los argumentos y la confusión que se genera a través de ellos. En consecuencia, la retórica bélica se encuentra en un proceso de cambio determinado por la extensión, convirtiéndose en el vehículo ideológico del poder y por la intensidad, obligando a adoptar técnicas de ocultación en el contexto social (Bowie, 1988).

»Por otro lado, hay que destacar que los estereotipos están cobrando mayor fuerza en el plano emocional del discurso y obligan al consumidor de información a adherirse a los esquemas elaborados por los medios en base de repeticiones constantes, cuyo fin es conseguir que el espejismo se convierta en una realidad indiscutible. Por lo tanto, el terrorismo ha adquirido un discurso propio para informar sobre los hechos, basándose en múltiples intereses (políticos, económicos, ideológicos, religiosos o éticos). Asimismo, ha generado un gran efecto sobre la opinión pública y la formulación de hipótesis, permitiendo que los métodos de persuasión cobren un rol notorio en el contexto social, manipulando la realidad (Takahashi, 2013).


»Las agencias internacionales de noticias y el monopolio argumentativo

»Es importante destacar el actual rol que asumen las agencias internacionales de noticias y las cadenas transnacionales en el oligopolio informativo de asuntos extrafronterizos. La mediamorfosis por la que atraviesan los medios de comunicación convencionales (prensa, radio y televisión) se visualiza dentro de un ecosistema informativo donde las redes sociales y los medios digitales han cobrado mayor fuerza. Este nuevo desarrollo de la tecnología ha obligado a los medios de comunicación convencionales a reducir costos de producción informativa como por ejemplo, la eliminación de corresponsalías fijas en el extranjero, sobre todo, en las cadenas internacionales de noticias –CNN, BBC, CBS, etc– y agencias internacionales –Reuters, AP, AFP, EFE, Al-Jazeera, etc.– (Aguaded & Romero-Rodríguez, 2015).

»Específicamente, la radio, la televisión y los medios digitales “parecen estar regidos aún más por las limitaciones derivadas de la intensa competitividad y del deseo exacerbado de inmediatez” (Gelado-Marcos, 2009: 269). De esta manera, esta evidencia origina de alguna manera un “efecto ventrílocuo” en el que una sola o pocas perspectivas informativas se asumen como ciertas en todos los medios de comunicación, debido a la propia incapacidad que tiene el sistema mediático doméstico de verificar los hechos con personal propio en el terreno (Arráez, 1998).

»En pocas palabras, son estas agencias y medios transnacionales los que fijan la agenda informativa, el enfoque y sus versiones, generando matrices de opinión pública globalizada. Aunque en apariencia exista pluralidad, producto de la paráfrasis de las mismas en cada medio nacional o en las propias informaciones que se comparten a través de los nodos de las redes sociales (Romero-Rodríguez, 2014), la sociedad se encuentra cubierta por el paraguas ideológico de los conglomerados mediáticos (Galindo, 2010). Esto significa que la cobertura de las noticias internacionales viene enmarcada por una “domesticación” de las informaciones (Gurevitch et al., 1991; Clausen, 2004), en el sentido que las agencias y medios internacionales mantienen una visión etnocéntrica específica, intentando enmarcar, construir -y juzgarlos acontecimientos desde el discurso imperante demandado por sus audiencias en la que prevalece el interés por la información sobre política y noticias a corto plazo (Fowler-Watt y Allan, 2013).


»[...]


» Conclusiones y discusión

»La construcción discursivo-mediática de los acontecimientos ocurridos el 13 de noviembre de 2015 en París se torna patente en el sentido que emergieron en los días de análisis un total de 550 unidades informativas relacionadas con el atentado en las cuatro agencias internacionales de noticias más importantes por número de accesos diarios. Esto significa que del universo total de informaciones (1697), 32,41% de las mismas se referían directamente a los acontecimientos. Esta repetición del hecho noticioso termina de integrarlo como parte de nuestra realidad, generando un sentimiento de agotamiento cognitivo que lo hace parte de la “normalidad” (Tucho, 2003: 142).

»Mediante la reiteración discursiva, los medios fungen como creadores y modeladores de la opinión pública y de la identidad de sus audiencias —indirectas, por tratarse de agencias internacionales de noticias— (Jamieson y Waldman, 2003; Baum y Potter, 2008; Romero-Rodríguez, De-Casas-Moreno y Torres-Toukoumidis, 2015), radicalizando a la opinión pública a posiciones extremas (Davis y Silver, 2004; Carey, 2002; Cho et al., 2003).

»El lenguaje, como constructor de realidades (Jacoby, 1997; Watzlawick, 1979; Searle, 1997), también se verifica como un medio de control social, pues de los 1452 códigos emergentes, 446 (30,71%) tenían como finalidad comunicativa (direccionalidad) modificar el estado emocional en la población civil, de los cuales 331 códigos buscaban la enfatización del miedo/pánico frente a 115 cuya finalidad era significar la tranquilidad/paz.

»Asimismo, las familias demonización del islam y del mundo árabe y la polarización Occidente-Medio Oriente sumaban en conjunto 526 códigos (263 cada una), lo que representa así 36,22% de los códigos emergentes. De esta manera se hace patente que las agencias internacionales —y los medios que las replican— fungen como factor principal de la demonización y polarización, alterando las percepciones a través de la representación de argumentos y estimulando las reacciones de descrédito contra la población musulmana, pudiendo legitimarse así la conculcación de sus facultades políticas, económicas y/o sociales e incluso sus propios derechos inalienables (Romero-Rodríguez, 2014). El argumentario alarmista propugnado por las cuatro agencias internacionales busca alterar la percepción de la opinión pública mediante la intersubjetividad del acto discursivo, contribuyendo así al aumento de las formas de intolerancia, perjuicio y discriminación en la población civil.

»La clasificación de los códigos emergentes por agencia internacional también permitió precisar las diferencias discursivas entre las occidentales (Reuters y AP) y las del mundo árabe (Al Jazeera y Al Arabiya), resultando que las primeras suman 302 códigos pertenecientes a las familias demonización del islam, demonización del mundo árabe y polarización Occidente-Medio Oriente; mientras que sus pares del medio oriente incorporan 224 códigos emergentes en esas mismas familias. Llama la atención que en el caso de Al Arabiya se contabilizaron 59 unidades discursivas de demonización del islam, lo que la convierte en la agencia que más reiterativamente lo hacía, aun siendo de propiedad árabe.

»Queda así con meridiana evidencia que el tratamiento informativo de los atentados terroristas del 13-N en París y los acontecimientos que se reflejaron a posteriori en las agencias internacionales de noticias más importantes se caracterizó por el uso de un discurso bélico, demonizador y polarizador, que contribuye a la creación de un sentimiento de miedo generalizado que busca influir en las audiencias a través de las estrategias verbales y no verbales. Este bombardeo de noticias sobre el penoso acontecimiento, así como de imágenes del suceso, generan un superávit de atención por parte de los ciudadanos influenciados por el miedo, la persuasión y los instrumentos cognitivos usados por los medios de comunicación para explicar e interpretar la realidad en la que vivimos (Marco y López, 2011), no ofreciendo un escenario de transparencia sino una adaptación del acontecimiento a través de la representación (Buckingham, 2005).»






No hay comentarios:

Publicar un comentario