julio 14, 2017

El impacto de las tecnologías digitales en la diversidad de las expresiones culturales de España e Hispanoamérica | Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (@UNESCO_es)



Preparado por Octavio Kulesz. UNESCO, Diversidad de las expresiones culturales.





Resumen ejecutivo

En las últimas dos décadas, las tecnologías digitales han transformado de raíz la escena cultural. En efecto, las nuevas formas de creación, producción, distribución, acceso y participación han revolucionado industrias enteras, como la edición de libros, la música y el cine, en un proceso que ha afectado tanto al Norte como al Sur.

En el seno de la UNESCO, esta cuestión es actualmente objeto de un tratamiento pormenorizado, en el marco de la Convención de 2005 sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (en lo sucesivo la Convención 2005). Además de las diferentes investigaciones que se han llevado adelante hasta la fecha, las Partes de la Convención 2005 están incorporando de manera progresiva la problemática digital en sus informes periódicos cuadrienales, al tiempo que avanzan en la redacción de directivas operacionales exclusivamente enfocadas a esta temática.

En este trabajo, proponemos examinar el impacto de lo digital en la diversidad de las expresiones culturales de España e Hispanoamérica, prestando particular atención a los sectores del libro, la música y el cine. Nos hemos concentrado en 5 países: Argentina, Colombia, Ecuador, España y México.

Tal como intentaremos mostrar, el panorama de oportunidades, desafíos y políticas asociados con la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales en la era digital en España e Hispanoamérica presenta una gran complejidad. Del examen parece desprenderse que las nuevas tecnologías pueden representar tanto una ventaja como un reto, en función de cómo se apliquen en cada contexto: en efecto, según el modo en que se empleen, las herramientas digitales pueden por ejemplo generar un mercado de industrias culturales rico y dinámico, o bien concentrar la oferta en manos de muy pocos jugadores. Y las políticas públicas tienen un peso decisivo a la hora de definir el resultado en uno u otro sentido.

Dentro de este marco, cuando se trata de proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en el nuevo entorno, los avances logrados por unos países pueden ser de enorme utilidad para los otros. Por cierto, muchas de las iniciativas que hemos estudiado en relación con el acceso, la creatividad, las industrias culturales y la participación de la sociedad constituyen claros casos de éxito que podrían replicarse. Ahora bien, más allá de las acciones que han sido llevadas adelante, existen ciertas zonas menos exploradas, sobre las que valdría la pena detenerse. Nos referimos principalmente a ciertas oportunidades que no están siendo completamente aprovechadas, o a determinados desafíos que no están siendo suficientemente atendidos.

En el ámbito del acceso, el sector público ha realizado importantes esfuerzos para reducir la brecha digital. Sin embargo, estos proyectos suelen formar parte de vastos planes nacionales de infraestructura en cuya elaboración e implementación intervienen generalmente los Ministerios de Tecnología, de Industria, de Comunicaciones, de Educación, entre otros, pero no el de Cultura –lo que puede impactar negativamente en términos de la diversidad de las expresiones culturales. Por otro lado, en un contexto en el cual grandes plataformas internacionales ejercen una presión creciente para ofrecer soluciones de infraestructura, resulta indispensable insistir en que, sin políticas públicas en este ámbito, el acceso equitativo y la neutralidad de la web pueden correr riesgos.

Desde el punto de vista de la creatividad, los países han invertido en plataformas y aplicaciones que contribuyen a la visibilidad de los artistas locales, en actividades de capacitación que ayudan a experimentar y crear con tecnologías digitales, y en distintas medidas que protegen el derecho de autor. No obstante, a menudo las políticas culturales siguen demasiado ancladas en el modelo de creación analógico –en el cual el mensaje se comunica unidireccionalmente– y pierden un poco de vista el paradigma propio de nuevo entorno, que se caracteriza por la interacción y la colaboración. Respecto de las industrias culturales, las ayudas para la vinculación profesional, la capacitación y la modernización, así como la construcción de plataformas que contribuyen a la consolidación de la industria del libro, de la música o del cine son iniciativas fundamentales.

Con todo, los desafíos relacionados con las grandes plataformas globales y su impacto en la cadena creativa local no están recibiendo un tratamiento integral: sin una estrategia firme en este ámbito, pueden acentuarse los problemas a nivel no sólo de las industrias sino también de las estadísticas nacionales.

Finalmente, los países han llevado adelante numerosos proyectos de difusión cultural y fomento de la participación social, en particular a través de plataformas de divulgación, comunicación en redes sociales, consultas ciudadanas, conferencias y publicaciones sobre la cultura en la era digital. Pero aquí se presenta una oportunidad algo desaprovechada: la posibilidad de sensibilizar al público general sobre los objetivos y principios de la Convención 2005 y de mantener una discusión más explícita sobre cómo impacta lo digital en la diversidad de las expresiones culturales.

En cualquier caso, es claro que para la cultura de los países hispanohablantes la era digital no representa un futuro posible, sino que constituye una realidad presente. A pesar de que falta muchísimo por hacer para alcanzar una comprensión profunda de estos procesos tanto en términos cuantitativos como cualitativos, podríamos postular que el espacio cultural digital conformado por España e Hispanoamérica no es algo que deba construirse desde cero, sino que ya existe y se desarrolla de manera muy dinámica.

Al mismo tiempo, también es evidente que existen marcados contrastes entre los países, referidos a un buen número de particularidades tecnológicas, económicas y sociales. Por ejemplo, muchas de las medidas llevadas adelante en España tienden a alinearse con los programas de integración europea –como ocurre con el Mercado Único Digital–, mientras que las agendas digitales de los 4 países latinoamericanos estudiados suelen poner el acento en la reducción de asimetrías y en la diversificación de una economía demasiado dependiente de las exportaciones primarias.

En el caso concreto de Colombia, las nuevas tecnologías adquieren un sentido aún más específico: aparecen directamente asociadas a la construcción de la paz y al período del “posconflicto”.

En futuras investigaciones sobre la relación entre lo digital y la diversidad de las expresiones culturales en el mundo hispanohablante, será sin duda necesario mantener este doble abordaje. Por un lado, habrá que seguir prestando atención al aspecto universal/común, conformado por el amplio espectro de oportunidades, desafíos y políticas que se repiten a lo largo de la región. En segundo término –en la medida en que los datos disponibles lo permitan– resultará fundamental examinar el componente local/específico, definido por la coyuntura y las prioridades de cada país –rasgos originales que podrían acentuarse con el paso del tiempo. En cierto sentido, se trata de la misma dualidad que hallamos en la idea de una lengua común: la región comparte el español, pero existen diferencias dialectales que deben ser tenidas en cuenta.

Y, a fin de cuentas, si el objetivo es consolidar el espacio digital hispanohablante de un modo que promueva y proteja la diversidad de las expresiones culturales, resultará indispensable fortalecer ambos pilares a la vez: las redes de intercambio regional –de datos, de experiencias, de contenidos, de expresiones artísticas– y el trabajo incesante sobre las necesidades locales concretas.





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