octubre 20, 2017

«Nuevos retos de la comunicación y la formación de los hablantes: leer en el siglo XXI»


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Antonio Díez Mediavilla
«Nuevos retos de la comunicación y la formación de los hablantes: leer en el siglo XXI»

[Con]textos, vol. 5, n.º 20 (2016)

[Con]textos | Universidad Santiago de Cali | Facultades de Derecho, Educación y Comunicación Social y Publicidad | Cali | COLOMBIA

Extracto de página 48 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto. Licencia Creative Commons.




El proceso de expansión democratizadora del desarrollo de las competencias lectoescritoras hasta abarcar al 100 % de la población es en el presente una conquista en el primer y en el segundo mundo y una aspiración irrenunciable en el resto del planeta. Aprender a leer y a escribir es en el momento actual no solo un derecho inalienable que garantiza las mejores opciones de participación y compromiso del individuo en su entorno social, sino un deber irrenunciable, en tanto es una herramienta necesaria para la participación activa del individuo en su entorno y en la sociedad de la comunicación en la que irremediablemente nos encontramos.

Aprender a leer en el momento presente es poseer la habilidad de utilizar como instrumento de comunicación el discurso escrito sistemático, estructurado y secuencial del texto escrito y sus modalidades (incluyendo las variantes discursivas que podemos incorporar a nuestro saber lector: textos informativos, apelativos, esencialmente comunicativos o noticiosos o literarios).

Si interpretamos correctamente la propuesta que acabamos de hacer, entenderemos por lectura una actividad que se fundamenta en la comprensión de un texto ordenado y sistematizado por el autor que determina qué y con qué orden nos ofrece la información que el lector puede comprender y que el lector decide que desea comunicarle.

Esta interpretación de la actividad lectora centra su interés en el autor y en el mensaje que este controla y domina de manera absoluta y definitiva. La prueba evidente de la fuerza de este modo de comprender el acto lector la encontramos en las opciones más extendidas de evaluación o control de lectura que se centran en la identificación de «lo que el autor nos quiere transmitir» de la voluntad comunicativa del emisor o de la lectura del texto desde el contexto en que se escribió. Sin negar la eficacia o la significatividad de esta opción de lectura como lectura posible, las más recientes aproximaciones de los estudiosos de la cuestión, en especial desde la perspectiva de la teoría de la recepción, empiezan a centrar el proceso lector más en el receptor, único sujeto agente real en el proceso, y en el contexto de la recepción, adecuando el sentido pragmático de la lectura como un mecanismo complementario de comunicación.

Desde este punto de vista podríamos acercarnos a una definición de la competencia lectora en los siguientes términos: capacidad para acudir con eficacia pragmática a un mensaje escrito para recabar información nueva, reafirmar la que ya se posea, satisfacer una necesidad informativa, una curiosidad, o una noticia buscada, dar respuesta adecuada a mensaje apelativos... es decir, a utilizar de manera eficaz la lectura en nuestra vida real.




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