junio 30, 2016

«El discurso digital como objeto de estudio: de la descripción de interfaces a la definición de propiedades»



Lucía Cantamutto y Cristina Vela Delfa
«El discurso digital como objeto de estudio: de la descripción de interfaces a la definición de propiedades»

Aposta, n.º 69, abril, mayo y junio 2016
Número monográfico: «Análisis del discurso digital»

Aposta. Revista de ciencias sociales | ISSN-e 1696-7348 | Madrid | ESPAÑA


Extracto del apartado en páginas 303 a 316 del artículo en PDF




«Un modelo de propiedades para caracterizar la comunicación digital

»Tras observar discursos producidos en diferentes plataformas, y usando como base la clasificación propuesta por Vela Delfa (2006: 122 y ss.), hemos considerado una serie de binomios que, sin agotar todas las propiedades de los marcos de intercambio, van configurando (y reconfigurando) las diferentes ocurrencias del discurso digital. Los aspectos propuestos no deberían entenderse como una lista acabada de criterios de clasificación, sino como una serie de posibilidades enunciativas, abierta y dinámica, entre las que eligen los usuarios [NOTA 2]. Estas primeras evidencias que ordenan el discurso producido en las interfaces artefactuales son antecedentes de las posibilidades comunicativas a las que se enfrenta el usuario hablante y desde la cual elige (véase Verschueren, 2002) cómo y dónde comunicarse. Ante determinado propósito comunicativo, los hablantes harán una serie de elecciones para dar forma a su intervención y, únicamente, en un segundo nivel tendrán que ver con las plataformas que elijan para realizarlos.

»[NOTA 2] Por ejemplo, en la línea defendida por Yus, es posible ubicar cada una de las distintas “formas de comunicación” en una “escala de contextualización”. Es decir, en un polo se ubicarían los “entornos muy saturados de información contextual (videoconferencias, teléfono por internet con web cam, etc.) y, por otro, entornos basados únicamente en el texto tecleado” (Yus, 2010: 35).]


»En nuestro modelo confluyen las propiedades inherentes a la literatura sobre discurso digital —como puede ser la multimodalidad—, con otras que comienzan a surgir en líneas de trabajo más recientes —p. e., la extimidad. Asimismo, incluimos algunas de las dicotomías clásicas que sustentaron muchas reflexiones sobre el discurso digital, como la distinción entre oralidad y escrituralidad. Como puede observarse, se trata de una lista que incluye factores de muy diversa índole. Su dimensión heurística resulta evidente. En cualquier caso la hemos dividido en tres grupos —modo de realización, enunciación y relaciones interpersonales— atendiendo a la dimensión material, situacional y relacional de los discursos. Cada una de estas secciones da cuenta de distintos elementos en los que incide el proceso de mediación, a saber, la naturaleza semiótica de los discursos, a través de la observación de los modos ofrecidos por las aplicaciones, la naturaleza de la situación de comunicación en que se desarrollan los intercambios, a partir de las condiciones de enunciación derivadas del proceso de mediación y, por último, mediante los vínculos que establecen los sujetos que intervienen en los intercambios.



»Sobre el modo de realización

»Desde una perspectiva semiótica, el discurso digital ha configurado y reconfigurado sus mecanismos expresivos en función de los códigos ofrecidos por las aplicaciones. Este es uno de los ejes en los que la rápida trasformación de los procesos de mediación se ha notado con más fuerza. De los sistemas estrictamente textuales, que llevaron a postular un estilo electrónico a medio camino entre la oralidad y la escritura (December, 1993), a los sistemas actuales que priorizan la multimodalidad, la comunicación digital pone a disposición de los interlocutores un amplio abanico de posibilidades semióticas. La heterogeneidad de estos binomios se matiza al juzgar los modos de realización posibles en el discurso digital. A tal fin, vamos a atender a cinco dicotomías: por un lado, una serie compuesta por multimolidad / monomodalidad, visual / verbal, oralidad / escrituralidad, que da cuenta de diferentes especificidades del modo de realización; por otro, dos dicotomías que refieren a cuestiones de forma de las producciones, breve / extenso, y dinámico / estático.


»a) Monomodal / multimodalidad:

»Aunque el discurso digital tiende hacia la multimodalidad, puede establecerse una gradación en función de si se inclina hacía la monomodalidad o hacia un enriquecimiento multimodal (Herring, 2015). Dado que esta propiedad intrínseca no alcanza a todas las plataformas del mismo modo, el grado de multimodalidad constituye, en la actualidad, un criterio para clasificar las aplicaciones (Herring, 2015).

»Así, se distingue entre las Plataformas Multimodales Interactivas (PIM), que permiten a los usuarios integrar el contenido multimodal a través de múltiples canales en un solo sitio web, e incluso dentro de un mismo hilo conversacional, que orientan el intercambio hacia esa combinación, de las plataformas en las que el intercambio sigue siendo principalmente textual, aunque permitan la multimodalidad (p. e., los SMS).

»En este eje nos interesa medir el grado de mono/multimodalidad que manifiesta cada intervención particular. Así, más allá de las posibilidades de los entornos (que serán más o menos multimodales), las interacciones pueden ser monomodales (eligiendo un único código semiótico sea cuál sea) o multimodales (al combinar una serie de códigos). Esto no implica que monomodal sea igual a textual. Por ejemplo, si las intervenciones de ambos interactuantes en la plataforma de Whatsapp son una serie de fotografías estaríamos ante una interacción monomodal, aunque con la elección de un sistema de significación de imágenes.


»b) Visual/ verbal:

»Este binomio responde al sistema semiótico que se destaca en la comunicación. Algunas interacciones son predominantemente verbales y es el código lingüístico, por tanto, el sistema utilizado para comunicar (formas escritas o formas orales, por ejemplo, en notas de audio). Otros responden a sistemas semióticos ligados a la imagen (fija o en movimiento) y a movimientos o gestos (véase Zecchetto, 2010: 107). Si bien ambos códigos pueden estar en convivencia, es probable que alguno de los dos prevalezca y sea el vector principal. Asimismo, la relación entre ambos puede darse a modo de anclaje, el código lingüístico sobre el visual (Barthes, 1970) o a modo de ilustración, el visual sobre el verbal.

»Si observamos el muro de Facebook será en virtud de lo que se quiera comunicar que se elija una alternativa más visual (compartir una foto con un comentario), una placa con algún texto (que combina visual / verbal) o un texto escrito con la tipografía que por defecto provee la red social. De este modo una interacción es visual si este valor se expresa de manera positiva, es decir, está presente en el intercambio. Dentro de los signos no verbales, hemos optado por las formas de semiosis visuales, que abarca todo tipo de imágenes fijas —fotografías, posters, gráficos— y en movimiento —giffs, videos—, y también cuestiones paralingüísticas que pueden estar iconizadas (el “me gusta” en Facebook) o pueden estar ocurriendo (p. e., gestos en las video-llamadas).


»c) Oralidad/ escrituralidad:

»En consonancia con las posibilidades multimodales aludidas anteriormente, cuando el sujeto opta por emplear el código lingüístico, puede aproximarse más a los usos asociados a la modalidad escrita o a la oral. En primer lugar, cabe distinguir en un primer plano las posibilidades enunciativas de cada uno: el modo de realización oral requiere de un mecanismo que permita grabar y/o copiar y uno que permita escuchar; mientras que lo escrito sugiere la materialidad de la escritura como modo de realización.

»En segundo lugar, esta oposición se relaciona con cuestiones relativas al registro. Por tal circunstancia, puede resultar más interesarte hablar de oralidad y escrituralidad en los términos en que el binomio fue definido por Koch & Oesterreicher (1985). Para estos autores la oralidad y la escrituralidad no pueden explicarse tomando como base la dicotomía entre lengua hablada y escrita en el sentido medial, es decir, la realización fónica vs. gráfica, sino que deben entenderse en su sentido concepcional. Esta oposición se refiere a la aplicación de la noción de inmediatez, que solía relacionarse con la producción fónica. En la actualidad, la transición entre estos dos polos debe entenderse en términos de proporcionalidad, y de cómo las producciones discursivas se acercan a uno u otro polo en función de una serie de parámetros.


»d) Breve / extenso:

»Si bien pareciera que algunas interacciones son, de por sí, breves, por constricciones propias del medio (como los tuits, los SMS) y otras extensas porque la aplicación lo permite, esta propiedad es una elección que responde a los intereses comunicativos de los interlocutores. Los textos breves son enunciados con una extensión reducida que responden a distintas motivaciones: restricciones técnicas del sistema de codificación (los 160 caracteres de los SMS), características del diseño de la plataforma (los 140 caracteres iniciales de Twitter), el tamaño de la pantalla (la escritura en teléfonos móviles), por ser marcas de retroalimentación (los comentarios en Facebook) o por cuestiones relativas al propósito comunicativo de la interacción. Las pantallas del dispositivo interviniente son, sin duda, responsables de la extensión de los textos producidos, sin embargo, no necesariamente se da una identificación entre teléfono y texto breve y computadora y texto extenso.

»Los textos breves responden, casi siempre, a uno o dos propósitos comunicativos (generalmente, a un único acto de habla) y son en sí unidades coherentes (van Dijk, 1998), fácilmente identificables, con un estilo directo, que se configuran como intervenciones cerradas, de una o dos oraciones y, en algunos casos, elementos marginales que completan esa intervención (formas de saludo, vocativos, etc.).

»Los textos extensos responden a varios propósitos comunicativos (reúnen más de un acto de habla), con una multiplicidad de estilos, cuya organización textual está más ligada a contextos de mayor riqueza semántica y mayor estructuración sintáctica. Además, se suelen distinguir párrafos, oraciones, una trama textual más rica que ocupa mayor número de caracteres.


»e) Estático / dinámico:

»La estabilidad de las intervenciones puede estar cercana a una presencia fija, es decir estática, o a una presencia dinámica. Este parámetro refiere, por tanto, a la diferencia que existe entre las aplicaciones que ofrecen la posibilidad de generar textos modificables y aquellas que no permiten cambios una vez que el mensaje ha sido enviado.

»Algunas plataformas acceden a que el mismo usuario emisor pueda editar, es decir, realizar cambios en un mensaje ya publicado y, por tanto, negociar los significados con posterioridad a su emisión. Otras plataformas permiten que esa edición pueda ser realizada por otros usuarios que no intervinieran de inicio (p. e., las wikis). En diferentes grados, las prácticas del usuario emisor y de los usuarios de la audiencia hacen que una intervención sea dinámica: comentar, compartir, linkear, copiar/pegar, desviar, entre otros, hacen que el mensaje sea recontextualizado en algunos casos o modificado en su interior. En el polo contrario, tenemos intervenciones que no pueden ser modificadas con posterioridad a su producción y envío. Esta propiedad traza, además, una línea de divergencia respecto a las instancias de producción: aquellas intervenciones que pueden ser revisadas, aceptan una mayor espontaneidad —que se imprime en los rasgos lingüísticos de la producción, como por ejemplo, la ortografía— mientras que las intervenciones dinámicas pueden ser corregidas, negociadas, o excusadas si hiciera falta, luego de su producción. Por ejemplo, en los sistemas de mensajería instantánea, una vez enviado el texto no pude modificarse. Algo semejante sucede con los correos electrónico, aunque se vienen desarrollando programas que permiten borrar mensajes una vez recibidos por el buzón del destinatario.



»Sobre la enunciación

»En esta sección incorporamos parámetros relativos al proceso de enunciación. Acudimos a condiciones que aluden a todos los elementos de la terna propuesta por Benveniste (1966): yo, aquí, ahora. Por ello, hay factores que inciden en la naturaleza temporal-espacial y al anclaje de los interlocutores. En este sentido, como sosteníamos en Vela Delfa (2011), las condiciones temporales de estas interacciones son, sin duda, uno de los rasgos que mejor caracteriza estos entornos frente a otros sistemas de comunicación mediatizada. La rapidez con que se trasmiten los datos en la red ha permitido la creación de herramientas que ofrecen una muy variada gestión del tiempo.

»Estos sistemas combinan la eficacia temporal de la inmediatez con la flexibilidad de la persistencia textual, ofreciendo herramientas que se adaptan al ritmo de situaciones de comunicación muy distintas. Del mismo modo, la velocidad de trasmisión unida a su carácter multimodal incide de manera directa en la gestión espacial. Si bien es cierto que consisten mayoritariamente en intercambios en los que los coenunciadores se encuentran alejados en el espacio, no podemos sostener de forma radical que no compartan un lugar de enunciación común en el que la presencia se concreta a través de elementos lingüísticos que denotan la accesibilidad mutua. Esta sensación de espacio compartido se refleja en el diseño de las interfaces que buscan la creación de un aparato paratextual que resalte la presencia de los interlocutores.


»a) Continua/discontinua:

»Los intercambios que se desarrollan en un tiempo continuo son aquellos en los que se da un tiempo de enunciación compartido por los participantes y, por tanto, donde se demuestra una accesibilidad recíproca. Es decir, cuando la interacción se desarrolla en tiempo continúo los usuarios interactuantes están conectados y, por tanto, se mantienen recíprocamente disponibles para su interlocutor durante la interacción. Por el contrario, una interacción discontinua se da cuando esta accesibilidad se produce por intervalos o en tiempos diferidos, es decir, sin compartir un tiempo de enunciación. A pesar de colegirse cierta superposición respecto a la definición de sincrónico y asincrónico, queremos señalar la importancia del tiempo de enunciación compartido durante la “sesión” [NOTA 3] en la cual los participantes debe estar accesibles, y por ende, presentes, a través de algún instrumento mediador —teléfono, computadora, tablet— (que puede ser diferente durante la misma interacción, sin que se perciba la ruptura temporal en el cambio de dispositivo) y en alguna plataforma particular.

»[NOTA 3] Una sesión es “el intervalo de tiempo transcurrido entre el inicio y el fin de la accesibilidad de un determinado participante” (Vela Delfa, 2006: 128) en una determinada plataforma.


»El grado de dis/continuidad de las interacciones estará influenciado por las condiciones técnicas de cada plataforma, siendo que algunas de ellas favorecen la continuidad —incorporando marcas de retroalimentación, como, por ejemplo, Whatsapp o el chat de Facebook— mientras que otras se construyen discursivamente como continuas a pesar de que las plataformas no estén organizadas para tal fin, como, por ejemplo, el correo electrónico. Además, un factor por considerar es la calidad de la conexión a Internet que puede favorecer o no la continuidad de la interacción.


»b) Efímero / permanente:

»Esta propiedad refiere a la permanencia de la intervención a fin de que esté disponible para los interlocutores. Por su diseño algunas plataformas pueden almacenar durante largo tiempo las intervenciones de los usuarios, mientras que otras hacen que estas sean accesibles solo un breve lapso de tiempo. Aplicando este criterio podemos distinguir entre las producciones efímeras y permanentes.

»Las producciones efímeras no son conservadas por las aplicaciones, sino que se pierden, es decir, dejan de ser accesibles con el tiempo. Un ejemplo paradigmático de esta situación lo representa la aplicación Snapchat.

»Por su parte, las producciones permanentes son almacenadas por la aplicación. El correo electrónico, p. e., representa actualmente por antonomasia esta característica, ya que no solo almacena todas las producciones, sino que para eliminarlas hay que hacer varias operaciones (“enviar a la papelera” y “vaciar” luego de la papelera); además cuenta con herramientas para localizar todos los intercambios realizados en la plataforma. Por esta razón, el correo electrónico suele utilizarse como una forma de backup (copia de resguardo), debido a que hay cierta confianza en que el servicio se seguirá prestando.

»Con diferentes grados de estabilidad temporal, los usuarios generan intervenciones que, a pesar de ser huellas permanentes en el espacio de la red que los buscadores pueden indexar, se vuelven efímeras por la difícil tarea de recuperación para los usuarios. Las plataformas de mensajería instantánea o algunas redes sociales, por su conformación discursiva, tienden a que los mensajes tengan una efímera aparición. Para contrarrestar esta corta duración, existen mecanismos de búsqueda o de indexación de los mensajes. Por ejemplo, en Twitter, los hashtag ayudan a la recuperación (y a generar una cierta unidad textual) de los tuits.


»c) Multisimultaneidad estructural / multisimultaneidad temporal:

»Otra propiedad del discurso digital, estrechamente relacionada con las características temporales anteriormente descritas, consiste en la fragmentación y superposición de las interacciones (Alcantará-Pla, 2014: 228), bien desde un punto de vista temporal, bien desde un punto de vista estructural (Vela Delfa & Cantamutto, 2015a, 2015b). Así, podemos identificar multisimultaneidad temporal cuando estamos involucrados en varias acciones comunicativas al mismo tiempo, de manera que nuestra atención se fragmenta, y multisimultaneidad estructural cuando desgranamos un intercambio en diferentes aplicaciones y, por ende, en distintas secuencias discursivas, por ejemplo, al hilvanar un SMS con un comentario reactivo a través de mensajería instantánea. En tales circunstancias, la cohesión discursiva se ve interrumpida y la coherencia se establece a partir de un modelo textual reticular que incluye tantos nodos como espacios de intercambio.

»Ambos fenómenos no son excluyentes sino complementarios; en el entramado actual de aplicaciones lo normal es que las interacciones se conformen en múltiples procesos de multisimultaneidad espacial y temporal. La multisimultaneidad se ve favorecida por la integración de aplicaciones. Como sosteníamos en Vela Delfa (en prensa), entornos como Facebook en los que combina la actividad en el muro, resorte principal de los intercambios, con la interacción en espacios privados, como la mensajería directa o la mensajería instantánea, la multisimultaneidad está muy presente y ha sido codificada por las propias interfaces. Así, en su evolución, Facebook ha establecido una relación de contigüidad entre los mensajes directos asincrónicos y la mensajería instantánea sincrónica, almacenando las intervenciones generadas en una y otra modalidad en continuidad estructural, el resultado es que se mezclan unidades de naturaleza enunciativa muy distintas con imbricaciones contextuales muy diferentes.


»d) Transitivo / intransitivo:

»La transitividad es la posibilidad de que los interlocutores intercambien sus papeles enunciativos, empleando la misma aplicación. En la versión positiva, una comunicación es transitiva cuando el dinamismo es dialógico y hay intercambio de papeles entre los interlocutores. En la versión negativa, un intercambio es intransitivo cuando no hay dinamismo dialógico. En otras palabras, siempre que el intercambio permita que el interlocutor responda a través de la misma plataforma estamos en un contexto transitivo: “En los contextos transitivos el mensaje puede circular en ambas direcciones, del sujeto productor al interpretante, y viceversa” (Vela Delfa, 2006: 124).

»Por el contrario, cuando una interacción es intransitiva niega esa posibilidad de respuesta al interlocutor, siendo e flujo del intercambio en una única dirección. En la medida en que estas propiedades se conjugan con las propiedades continuo / discontinuo dan diferente grado dinamismo dialógico en la interacción. A veces la intransitividad de una aplicación puede compensarse con mecanismos de multisimultaneidad; se puede continuar un intercambio en una aplicación diferente a la que se empleó para su comienzo.


»e) Unidireccional / bidireccional:

»Esta propiedad responde a la posibilidad del desarrollo sucesivo o simultáneo de los procesos de producción e interpretación de los enunciados. Por un lado, la bidireccionalidad responde a un desarrollo simultáneo de la interacción a partir de la recepción del mensaje durante el proceso de producción. Las videollamadas, por ejemplo, son bidireccionales aunque los usuarios, para favorecer la comprensión, suelen dejar silencios entre las intervenciones para evitar las superposiciones derivadas del lag o desajustes temporales condicionados por la mediación.

»La mayoría de los intercambios, sobre todo los que tienen naturaleza textual, por ejemplo los chats, son cuasi-simultáneos ya que suelen desarrollarse en tres tiempos: 1) desde que el enunciador empieza a escribir su contribución en el teclado hasta que la da por finalizada; 2) en el momento en que, una vez finalizada, decide enviarla pulsando la tecla Intro, y 3) cuando ésta aparece en pantalla para que pueda ser leída por sus coenunciadores (Vela Delfa, 2006: 136)

»En realidad este no es un criterio fácilmente mesurable, por lo que en muchas ocasiones se plantea más bien de forma gradual, en términos de grados de inmediatez (Vela Delfa, 2006: 135). Así, algunas aplicaciones presentan lo que puede denominarse una “ilusión de instantaneidad” (Gobato, 2014). Esta puede reflejarse a partir de marcas de retroalimentación: el “visto” o “doble-check”, “x está escribiendo...”, “visto por todos”.


»f) Bipersonal / multipersonal:

»Una intervención puede estar dirigida a un interlocutor o a varios. En el primer caso, se trata de un intercambio bipersonal; en el segundo, multipersonal. La naturaleza bipersonal o multipersonal está demarcada por la intervención iniciativa y puede modificarse a partir de prácticas posteriores como el “compartir” y/o copiando (por tanto, recontextualizando y creando una nueva situación comunicativa). La cantidad de interlocutores que pueden acceder al espacio interaccional suele estar definida al comienzo del intercambio, por ejemplo, al introducir en el campo “Para:” la audiencia a quienes va dirigid el mensaje, aunque algunas interfaces permiten agregar interlocutores en el transcurso de la interacción, a partir etiquetados o hipervínculos apelativos (Cautín-Epifani, 2015).



»Sobre las relaciones interpersonales

»En esta tercera sección incluimos aquellos parámetros que refieren a la manera en que la mediación interviene en la gestión de las relaciones interpersonales, es decir, la presentación de la persona en términos de Goffman (2009) en su concepción dramatúrgica de las interacciones.


»a) Grupal / no grupal:

»Esta propiedad refiere a la “posibilidad de relación comunitaria entre los participantes, mediante la creación de grupos cerrados y limitados de interés común” (Vela Delfa, 2005: 140). Cabe señalar que con el criterio grupal/ no grupal nos referimos a la presencia de una afiliación intergrupal que da cohesión a ese grupo / comunidad y no debe confundirse con el criterio anteriormente descrito, bipersonal/ multipersonal, que alude a la posibilidad de incorporar a destinatarios múltiples. Para distinguir los entornos grupales de los intercambios con destinatario múltiple, resulta operativa la noción de comunidad. En los intercambios grupales, los participantes se adhieren a una comunidad, con intereses y costumbres comunes, que genera grupos de relativa estabilidad. Por el contrario, en los intercambios no grupales, aunque puedan incorporarse varios destinatarios se generan grupos transitorios, que no pueden identificarse con comunidades estables.

»Esta oposición nos remite, necesariamente a la distinción que en los trabajos de (des)cortesía se hace en torno a las nociones de autonomía y la filiación (Bravo & Briz, 2004; Bravo, 1999). La primera como necesidad de autonomía frente al grupo y la segunda como deseo de identificación den él. En este sentido, resulta muy esclarecedora la reflexión que sobre la noción de comunidad y su aplicación a los entornos de interacción mediada lleva a cabo Yus (2010: 42 y ss.).


»b) Público / privado:

»Una interacción es pública o privada dependiendo si se requiere autorización para acceder a ella (Vela Delfa, 2006: 138; Estatella, s/d). En algunas interfaces es necesario crear un perfil, generar una lista de contactos e identificarse por medio de contraseñas, para poder acceder a los contenidos y espacios de interacción disponibles: en ellas se producen, por tanto, interacciones de carácter privado. Lo mismo sucede con aquellas que limitan el intercambio a una lista de contactos cerrada con destinatarios específicos.

»En el extremo opuesto, se encuentran las páginas web y redes sociales como Twitter cuya arquitectura está pensada para que el contenido sea accesible por cualquier usuario. En un entorno privado, el usuario tiene mayor control sobre el proceso de comunicación. El carácter público o privado suele estar determinado por el diseño de la interfaz, aunque muchas veces sus configuraciones ofrecen la posibilidad de ser modificadas por los usuarios que eligen el público a privado de sus intercambios, por ejemplo algunos blogs que requieren acceso. La problemática de la oposición entre lo público y lo privado tiene una larga tradición en los estudios sobre el discurso digital.

»Algunos autores como Herring (1996) consideran que algo que se encuentra en un espacio público manifiesta carácter público aunque los participantes tengan expectativas de privacidad. Otros investigadores proponen criterios más concretos —relacionados con la arquitectura tecnológica— que aluden a factores como presencia/ausencia de contraseña para el acceso a la información o políticas de resguardo (Buchanan, 2010). Esta propiedad no se interrelaciona necesariamente con lo bipersonal / multipersonal, ya que el número de interlocutores no interfiere en el grado de privacidad del mensaje. Sin embargo, la oposición entre redes centrípetas o redes centrífugas, que desarrollaremos a continuación, sí que influye en el grado de privacidad del intercambio.


»c) Extimidad / Intimidad:

»Este criterio refiere a la exposición de la subjetividad e identidad de los usuarios. El concepto de extimidad proviene de una adaptación que Sibila (2008) hace, para al estudio de la comunicación contemporánea, de la noción propuesta por Lacan (1958). La extimidad representa la compleja forma en que la intimidad se exterioriza, por propia voluntad del usuario (Sibila, 2008), en las interfaces. Aunque pudiera parecerlo a primera vista, este parámetro no se yuxtapone con la oposición público / privado. Se trata más bien de dar cuenta de un fenómeno por el que la intimidad se exterioriza, incluso puede ser vuelta espectáculo, exteriorizada, y transformarda en extimidad: “Las nuevas prácticas expresan un deseo de evasión de la propia intimidad, una mera tendencia de exhibirse y de hablar de uno mismo” (Sabater Fernández, 2014: 10).

»Ligada a la construcción de la identidad, la intimidad y la extimidad constituyen prácticas que ubican al sujeto, o más concretamente a la exposición de su persona, en el centro del discurso o, por el contrario, lo protegen de esa visibilidad. Esta categoría hace referencia tanto al contenido (a los tópicos tratados) como a la forma en que estos son presentados (por ejemplo, denotados o connotados, implícitos o explícitos).


»d) Redes centrípetas / redes centrífugas:

»Hay intervenciones que tienen marcas del enunciador cuyo rastro permanece ligado a lo comunicado: p. e., fotografías personales, íntimas, privadas. La producción de esas intervenciones busca que la recepción se ubique en redes cerradas, de conocidos o relativamente conocidos: esas son las redes centrípetas. En ellas el mensaje puede o no ser dinámico y recircular (ser compartido, comentado, por ejemplo) pero siempre se recluye a entornos comunicativos controlables. Por el contrario, en las redes centrífugas los mensajes describen un recorrido hacía fuera, con límites difícilmente controlables. Las opciones de compartir, retuitear, cortar/ pegar hacen viajar a las intervenciones hacia intercambios que los alejan, cada vez más, de su contexto de producción inicial.

»Debemos señalar, que no se trata de una propiedad inherente a las redes sociales tipo Twitter o Facebook, ya que los mensajes que circulan en los distintos procesos de discurso diferido pueden haber sido producidos en aplicaciones muy diversas. En parte, las redes centrípetas y centrífugas están definidas de antemano por la arquitectura de las interfaces pero, mayoritariamente, son los usuarios emisores y destinatarios quienes configuran los horizontes posibles de una determinada intervención. El problema es que, en no pocas ocasiones, pueden filtrase producciones de redes centrípetas a centrífugas, creando conflictos comunicativos en función del sensibilidad del tópico que se trate (Bruckman, 2004).



[Referencias en el texto extractado]

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»Cautin-Epifani, V. (2015). “Poder virtual y formas de tratamiento en el discurso mediado por computadora: exploración en una red comunicativa virtual”, [a aparecer en Forma y Función, 28]. Versión pre-print de la autora.

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